Paco Benavides vivió y descubrió la poesía


Publicado el 12/Julio/2003 | 00:00



Yo tenía dos amigos en Suiza y ahora solo uno. Ambos se enamoraron de preciosas mujeres suizas, con una pasión desbordada por la literatura. Pero Paco Benavides, el más culto, empecinado y dado a ciertos gustos exquisitos, murió hace unos días en Berna.
Imagino a Suiza como un país de prolongados inviernos y muy cortos veranos. Me imagino a Paco, en un bar frente a dos botellas de cerveza, observando a las muchachas pasar por la calle. El está allá porque acaba de hacer un alto a su febril etapa con la pintura o a la de sus traducciones del alemán, francés, portugués, latín, o quizá solo salió a recoger aire nuevo para seguir escribiendo su poesía, la más personal de cuantos contemporáneos ecuatorianos escriben.
En 1993 ó 1994, siguiendo el rumbo de su más entrañable y querido amigo Vittorio, Paco y Franziska se casan en Quito, y al igual que Vittorio y Helena, deciden ir a vivir en Suiza. ¿Qué podía ofrecerles un país dueño de los mayores bancos del mundo, con espacios públicos y privados asépticos hasta la desfachatez? Pero allí se instalaron.
Desde ahí, mi buen amigo cumplía con trabajos esporádicos y, sobre todo, se dedicaba a estudiar en forma autodidacta las lenguas de su interés y pintaba y escribía como la manera más auténtica de sacarle provecho a la casi perfecta sociedad suiza.
Entre 1993 y 2003, regresó al país en dos ocasiones. La primera en 1995, cuando un libro mío estaba a punto de inaugurar una colección de poesía, Paco traía entre sus cosas Viento sur el cual apenas leí le dije que no había vuelta que darse, y con ese libro iniciamos la colección Los Cuadernos de Rimbaud.
Luego regresó para las fiestas de fin de año, en 1997. También trajo su último libro de poemas: Tierra adentro, con el que también iniciamos otra colección de poesía. Su libro sirvió para fundar Ediciones de la Línea Imaginaria. Tierra adentro se hizo en una primorosa edición de 300 ejemplares solo para suscriptores. Hace un par de meses, hablábamos de la posibilidad de publicar su último libro de poemas Vidas y milagros, que me envió hace año y medio.
No quiero referirme a su poesía en dos o tres líneas. Solo quisiera enrocar lo que él dijo de mí en el prólogo de uno de mis libros: No he leído ningún poema de Paco Benavides. Me he emborrachado con él. Paco Benavides no supo hacer poemas y me place. Paco Benavides descubrió la poesía, la vivió y por eso lo admiro.

Ciudad Quito



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