2. NUESTRAS CARENCIAS TEORICAS
Al hablar aquí de carencias teóricas no nos referimos sólo a esa gran cantidad de textos que debiéramos estudiar, a esos debates que debiéramos hacer, a esas reflexiones metódicas que debiéramos cumplir, también al lastre teórico del pasado, del edificio teórico-mental que directa o indirectamente construyó la generación abertzale formada a finales de los '60 y comienzos de los '70, que o bien lleva las riendas del MLNV o bien, lo que es más grave, ha formado a los cuadros posteriores. Aquella generación y sus herederos chocan en muchas cuestiones básicas con la nueva generación. Tal choque, en el tema de la propaganda, divulgación y concienciación, es uno de los causantes de parte de nuestras desdichas.
2-1. Herencia que ahorca.
Es instructivo recordar viejos debates que han dejado estructuras reales de intervención política que, hoy mismo, actúan o bien directamente en contra del MLNV o bien, al margen suyo. Por ejemplo, el argumento fuerte de la escisión de ETA-berri radicaba en que los cambios sociales en los '60, el aumento relativo del bienestar, el crecimiento de la clase obrera, el incipiente sindicalismo, etc., acogotarían las virtualidades de la lucha armada de ETA. Se basaban en ideas de la izquierda europea, de esa izquierda que no prestaba atención a la realidad profunda de identidad popular, de la conciencia nacional. Ideas que minusvaloraban o despreciaban la estabilidad de la socialización primaria, o que incluso desconocían olímpicamente qué era eso. Tales nociones sobrevaloraban la fuerza de manipulación de los cambios inmediatos, de los que afectan a las partes más superficiales de la estructura psíquica.
Otro ejemplo lo tenemos en la escisión de ETA-VI, que también, con sus diferencias con respecto a la precedente en cuestiones que no podemos abordar ahora, sobrevaloraba las partes menos profundas de la identidad colectiva y minusvaloraba las profundas, las que resisten a los cambios superficiales. También con diferencias apreciables en otras cuestiones pero con una impresionante identidad de fondo en aspectos centrales de la concepción global y unitaria de la concienciación práctica y teórica -en su momento analizaremos detenidamente la dialéctica violencia/concienciación- tenemos la escisión del Frente Obrero de ETA con la creación de LAIA y especialmente de su fracción LAIA-bai. Por último, la creación de EIA y su deriva colaboracionista, cierra la evolución de una de las dos líneas histórico-genéticas contrapuestas internamente a la evolución abertzale.
La otra línea, que también ha sido recorrida por todas y cada una de esas escisiones y que culmina en la escisión dentro de KAS que erróneamente se califica como de HASI, se caracteriza por la minusvaloración de las potencialidades autoorganizativas del Pueblo Trabajador Vasco, la sobreestimación y aceptación dogmática de la forma-partido y todo lo que ello supone y, consiguientemente, en el plano concienciador el mimetismo de las formas tradicionales de las izquierdas europeas. A la vez, obligatoriamente por su hilazón genético-estructural, la a la postre negación de la dialéctica violencia/concienciación. Un ejemplo de ello lo tenemos en que todas esas escisiones, y en especial por lo que nos atañe al MLNV, dentro de nosotros desde comienzos de los '80, adolecen de la minusvaloración cuando no condena de la autonomía de lo social, de las nuevas teorías críticas como el feminismo, del empobrecimiento y exclusiva utilización oportunista contra la central nuclear de Lemoiz del ecologismo, etc.
Ambas líneas tienen una unidad teórica de fondo, substancial y definitoria, incuestionable, de la cual sólo aquí profundizaremos su parte de estrategia y táctica propagandística. Línea caracterizada por cuatro puntos: a) menosprecio o incapacidad de compresión de la identidad y psicología nacional vasca; b) ídem con respecto a la función histórica de ETA y sus efectos determinantes y totales en la pedagogía concienciadora; c) lo mismo con respecto a la rica autonomía vasca de lo social y sobreestaminación de la forma-partido, antagónica en su esencia con esa riqueza autoorganizativa y último, d) menosprecio del Estado español, integrado internacionalmente, como centro estratégico de contrapropaganda, decodificación de los registros y referentes nacionales vascos y recodificador de otros desnacionalizadores.
Una demostración humillante de cómo esa línea cuadricéfala pesó determinantemente en la realidad concienciadora, es el de la nula respuesta, superficialidad triunfalista y desconocimiento radical del problema que tratamos, por parte de la izquierda abertzale y de la izquierda cómoda y estatalista ante el profundo cambio de estrategia que supuso el Plan ZEN y los planes secretos. Si bien hubo advertencias premonitorias y críticas internas ante tanta estulticia arrogante, funcionaron las dinámicas autoritarias e inerciales de toda burocracia. Ahora gimoteamos, cuando no lloramos desconsoladamente, por aquél "error", cuando todavía no hemos superado autocríticamente en lo profundo de nuestra concepción teórica las causas estructurales del "error". Lo grave es que, como veremos, toma cuerpo la interrogante: ¿estamos ante otro cambio en la estrategia antiabertzale, o sólo ante una readecuación suya?. De todos modos, la urgencia del momento es nítida.
Pero incluso aunque hiciésemos a todo correr, para cumplir el trámite, la autocrítica radical de la tremenda impotencia ante el Plan ZEN -¿qué está pasando con la ley-Corcuera?, etc.- no llegaríamos al fondo del problema de la herencia teórica que nos ahorca en este tema, y en otros. No lo haríamos porque no introduciríamos en la reflexión los restantes agujeros negros de ignorancia y despreocupación que absorben gran parte de las fuerzas del MLNV y neutralizan en gran medida la efectividad de nuestros medios concienciadores.
Nos estamos refiriendo a la nula utilización por nuestra parte de las cuestiones teóricas y de los movimientos prácticos brevemente vistos en el cptº anterior: las aportaciones del psicoanálisis, antisiquiatría, psicología y en general de la crítica de la racionalidad dominante -irracionalidad efectiva- en un mundo enfermo psicofísicamente; las decisivas contribuciones revolucionarias del feminismo y de la crítica del patriarcalismo, que nos remiten mediante el edipo, la institución familiar y las fases oral, anal y genital al punto anterior, en cuanto constructores de los roles de sexo-género y su directa influencia política reaccionaria; las tesis ecologistas en sus aspectos económico, políticos, filosóficos y normativos, con impacto innegable en la forma y sentido de la vida, que es algo mucho más profundo que el politicismo restrictivo al uso del MLNV y, por último, las críticas al falso internacionalismo de la izquierda cómoda, por un lado, y del europeísmo autoritario por otra, críticas que nacen de las profundas razones del antieurocentrismo, algo que el MLNV ni huele.
¿Alguien piensa o cree que estas cuestiones no tienen peso político-electoral o lo tienen de manera accidental, secundaria y pobre?. Creerlo así es producto del lastre teórico-histórico descrito. Los vacíos dejados por la izquierda en esos temas agrandan las brechas de penetración de la ideología dominante, de la personalidad sumisa, del miedo a la libertad, de las dinámicas de micropoderes descentralizados y autónomos pero centralizados y guiados estratégicamente por el Estado patriarcal, azuzados a diario por la propaganda y la publicidad, y multiplicados cotidianamente por las disciplinas y explotaciones falsamente apolíticas.
En el aptº 2-6 volveremos con un poco más de detalle sobre el particular al analizar las relaciones complejas entre conciencia e ideología, la misma definición de ideología que tiene el MLNV y sus conexiones profundas con las tesis centrales de Bernstein y, a otra escala, de Lenin, pero apenas, por no decir nada, con las de Marx, así como la función vital de ETA para corregir los peligros de la primera y las ambigüedades de la segunda. También en el aptº 3-2 volveremos a la dialéctica acción-conciencia como una de las alternativas de solución praxística de las limitaciones que nos ahorcan.
En suma, la herencia que nos ahorca en el plano de la concienciación popular viene de lejos pero está activa en el presente. Esta herencia es una de las causas -inmediatamente veremos otras- del abstencionismo radical existente. También lo es del profundo abismo que nos distancia de la mujer en su generalidad y de nuestra incapacidad para reducirlo. Lo mismo en las dificultades que tenemos para desarrollar nuevos espacios y medios propagandísticos que se muevan fuera del control cuasitotal de los medios por el Estado, etc. A lo largo del texto desgranaremos sus manifestaciones y en el último cptº propondremos alternativas concretas.
2-2. El mito de la comunicación social
Ciertamente es un mito, un mito que proviene de los años dorados de la burguesía revolucionaria. A finales del siglo XVI, todo el XVII y casi hasta finales del XVIII, en muy contados países los clubs filosófico-científicos, artísticos y políticos a los que asistían burgueses y nobles ilustrados, discutían y debatían de todo transcendiendo al poco a los medios de prensa existentes, negados a las inmensas masas analfabetas y paupérrimas. Fueron decenios de octavillas, pasquines, libelos y murales, periódicos y semanarios que rozaban la legalidad o la transgredían decididamente. Pero fue una comunicación social ceñida a círculos restringidos que influenciaba luego a los círculos cercanos. Para finales del XVIII había concluido esta experiencia que ha servido para mitificar y legitimar el orden propagandístico burgués.
El mito parte de cinco supuestos que incluso ni se cumplieron totalmente en aquellos tiempos, y que desde luego ahora no se cumplen en absoluto. El primero es la igualdad intelectual y de conocimientos de los llamados agentes sociales. Eso aseguraría rigor y seriedad en la comunicación. El segundo es la igualdad de acceso a los medios, o su neutralidad y ecuanimidad. En el caso de no realizarse o por simple voluntad y derecho, está el tercero, la capacidad de los "ciudadanos" para, según sus puntos comunes, fundar su propia prensa. Los tres supuestos requieren de un cuarto: la no intervención controladora del Estado y/o de cualesquiera otros poderes. Y por último, el supuesto de la no represión, no persecución y no represalias ni intimidaciones de los poderes por el ejercicio de la libertad de expresión y por el ejercicio de los cuatro supuestos anteriores.
No vamos a insistir en una crítica del mito pues es obvio que en la realidad clasista, de opresión nacional y de sexo-género, patriarcal, no se cumplen ninguno de aquellos supuestos. Sí tenemos que decir que las cuatro corrientes críticas -socialdemocracia de centro y de izquierda, anarquismo y bolchevismo- se movieron siempre dentro de los parámetros formales pese a su radicalismo, de denuncia: como ejemplo ponemos la crítica más dura de ellas, la de Lenin en su debate con Kautsky, y las críticas libertarias del anarquismo. Aspectos centrales como la teoría de la alienación, etc., no se emplearon. Ya hemos repasado la evolución de esas posturas y de sus plasmaciones en el campo de la concienciación revolucionaria.
Sí tenemos que profundizar la crítica a esos supuestos desde las aportaciones inestimables desarrolladas fuera del estúpido dogmatismo de las izquierdas. Por ejemplo, sin matizar, el psicoanálisis ha demostrado que esa comunicación social justo llega a la superficie de la consciencia, quedando fuera de sus efectos el universo inconsciente y subconsciente de la personalidad individual y colectiva. Todo un mundo irracional y desconocido, cargado de culpabilidades, miedos, ansiedades, represiones, sublimaciones, transferencias, neurosis, histerias, esquizofrenias, etc., queda al margen de esa comunicación en apariencia todopoderosa. Un mundo que convive con la personalidad individual y colectiva, formado desde los primeros instantes de la vida, resistente en sus actitudes profundas a las presiones superficiales.
La antipsiquiatría ha enseñado que la comunicación oficial no es sino el traslado autoritario de órdenes y mandatos neurotizantes, sadomasoquistas y esquizoides, mientras que existen otras comunicaciones subversivas o simplemente no integradas en el poder. Ha demostrado que la "locura", además de estar en todos, es también un proceso sociopolítico determinante en la llamada comunicación social. La psicología ha mostrado que las trampas y las manipulaciones en la comunicación social no son tan efectivas como se dice gratuitamente sobre las zonas débiles y externas de la personalidad, las mutables e incluso sugestionables, pero también afirma que existen técnicas de manipulación tanto más efectivas cuanto que hayan descubierto el filón subconsciente de la dependencia, inseguridad, ansiedad, culpabilidad, etc., de las masas, o de sus frustraciones y ansias acumuladas durante generaciones en la trastienda de la memoria histórica.
El feminismo ha demostrado que la comunicación social es un monólogo patriarcal que, por una parte, excluye a la mujer de todas las esferas comunicacionales, especialmente de las decisorias y por otra, convierte esa exclusión en opresión nada más concretarse materialmente. Ha demostrado a la vez que la razón patriarcal limita, empobrece y especializa la comunicación social en todas sus formas, y que es en los períodos preelectorales y decisivos políticamente cuando el lenguaje patriarcal se vuelve más machacón, insistente y efectivo. Por su parte la crítica del eurocentrismo muestra cómo la razón eurocéntrica justifica el orden simbólico y el imperialismo así como sus códigos y normas. El racismo, la xenofobia, el rechazo de lo externo, etc., son instrumentos autoritarios que, convenientemente manipulados por el poder, condicionan la comunicación social. Por último, el consumismo y el modelo de vida eurooccidental criticado por la ecología desmitifica la comunicación social al demostrar su dependencia para con los valores capitalistas.
Desgraciadamente, a lo sumo que llega la izquierda es a aceptar las conocidas críticas al proceso de construcción de la realidad social que realizan los medios. Nos estamos refiriendo a las críticas a la mecánica intraperiodística de elaboración de la noticia, de selección del hecho y su interpretación y encuadre, etc. No negamos su valía, que es mucha, pero hemos de insistir en la cortedad de su visión al dejar de lado esos mundos y espacios ignotos, unos inaccesibles y otros muy resistentes a la manipulación. Visión corta también al no considerar el desarrollo de la industria de la comunicación y de la cultura, con sus efectos nuevos y cualitativos como veremos en el aptº siguiente. Corta también al ver sólo superficialmente la dialéctica Estado/transnacionalización, en el plano general y en el plano específico de Hegoalde, al reducir la dirección del Estado al Pacto de Ajuria-Enea. Por último, cortedad de visión al plantear muy débilmente otros medios de propaganda y concienciación que superen las limitaciones vistas y abran o amplíen nuevos espacios comunicativos y concienciadores.
Todos conocemos la maquinaria de fabricación social de la realidad, ese proceso atentamente controlado por el poder que empieza en referencia, sigue en signo, continúa en registro y concluye en representación de lo real, para empezar otra vez una referencia nueva marcada ya por la representación, lo que hace que, cuando menos, nos movamos siempre dentro de la doble representación de lo real, que no sólo en su reflejo según la doctrina stalinista. Tal maquinaria, efectiva y terrible, que se perfecciona con el impacto televisivo, construye la objetividad oficial y su subjetividad correspondiente. Los parámetros definidores de lo real quedan así dentro de la lógica del poder que, gracias a ese par objetivo/subjetivo construye a la vez los límites de lo pensable, de la posible y de lo necesario; es decir, de lo político como globalidad. Ahora bien, tal demarcación de la comunicación social tiene sus propios límites insalvables.
La propaganda política y la publicidad comercial, que cada día se unen más, y que tienden a copar toda la comunicación social en sus planos mercantiles, comerciales e institucionales, se obturan en su galopar y cosechan estruendosos fracasos cuando chocan contra la comunicación intragrupal e intergrupal. Los grupos o colectivos autocentrados, con identidad propia basada en el mismo proceso común de socialización primaria, de primeros momentos de asentamiento de su estructura psíquica grupal e individual, resisten muy bien la manipulación de la doble representación de lo real.
Ello es debido a una triple razón que actúa simultáneamente en la colectividad e individualidad: primero, las actitudes básicas forman parte de una pauta integrada de praxis, de modo que ninguna actitud básica puede ser cambiada aisladamente, ella sola, al margen del cambio global; segundo, las actitudes periféricas, aun siendo más inestables, también se sostienen en la unidad grupal referencial resultando extremadamente difícil transformarlas aisladamente fuera de la transformación de las actitudes periféricas, que no básicas, del grupo y tercero, todo intento de forzar ilegítimamente las periféricas del individuo tiende casi ineluctablemente al fracaso debido a que éste siente el forzamiento como despersonalización y desarraigo de sí y de su identidad grupal.
Los poderes astutos saben la limitación triple descrita y buscan cambiar la identidad periférica grupal como paso previo e imprescindible o, a la desesperada, romper el grupo para debilitar primero y después destruir la identidad individual. Simultáneamente crean otro grupo referencial absorbedor de las ansiedades, angustias e inseguridades aparecidas al perderse la autoidentidad del sujeto en cuanto individuo grupal. El grupo referencial alternativo debe empero poseer debilitado pero aparente, algún registro o código primario, profundo y substancial anterior que le legitime, atraiga al individuo y llene su vacío. Entre la multitud de ejemplos, ponemos dos: la dispersión de los prisioneros vascos y las facilidades para la "discusión" sobre un modelo "democrático" de resolución del conflicto -que actúa de señuelo de legitimidad profunda- como paso para su arrepentimiento efectivo pero oculto y otro, la reducción del euskara a simple referencia académica y asignatura opcional como señuelo legitimador de la desnacionalización y deseuskaldunización.
Sin embargo existen mecanismos relativamente efectivos a escala amplia, y menos a escala grupal cohesionada, que permiten el forzamiento subconsciente y en algunas cuestiones inconsciente de un sujeto o colectivo no muy cohesionado y sólido, o sea de sus actitudes periféricas y en menor medida profundas y básicas. El psicoanálisis nos ha enseñado a nosotros y al poder que hay fuerzas inconscientes y subconscientes susceptibles de ser manipuladas en beneficio del orden mediante una sabia excitación propagandística, manipulación publicitaria o, lo que es más efectivo, ambas cosas.
Vamos a sintetizarlas en seis: una, la racionalización conformista o mal menor, que permite aceptar la explotación con el dicho popular de que es mejor malo conocido que bueno por conocer; dos, para controlar la frustración por una promesa electoral, política, personal, etc., incumplida se propicia la substitución de dependencias y de sus objetivos, de modo que es posible recuperar la confianza perdida; tres, la proyección hacia terceros, sean pueblos, clases o individuos de la propia culpabilidad, de los aspectos negativos de la propia imagen subconsciente de la personalidad grupal o individual; cuatro, o un proceso contrario a la proyección como es el de la identificación, mediante la cual el sujeto se identifica con el líder o con lo que sea; cinco, o también la compensación de las expectativas frustradas del sujeto mediante un impulso, señuelo, reclamo o referencia que no estaba en la frustración anterior y, último, seis, el conformismo que nace de la incapacidad de ser uno mismo y del miedo a intentarlo, convirtiéndose en un ideal de ser como la mayoría, como lo común, conformándose con su miseria gregaria.
La llamada opinión pública está mediatizada y condicionada en muchos aspectos por estos seis factores. Mientras que, por lo común, nosotros centramos nuestra atención en las manipulaciones directamente políticas del enemigo en su medios, dejamos de lado el desenvolvimiento diario en todos los medios, especialmente en la radio y TV, de esos instrumentos. No nos damos cuenta que su efectividad aumenta en la radio y TV, y también en programas que no tienen nada que ver con la tele-basura, que es lo único que criticamos de la TV. El enemigo sabe su eficacia y la refuerza con algo fundamental: tiñe, barniza su propaganda con aires de positividad, de optimismo controlado y de alternativa. Lo hace aunque no sea propaganda política. Lo hace porque sabe que así manipula mejor los seis boquetes de la estructura psíquica de masas, necesitadas, ansiosas de recibir promesas, expectativas de solución y sensaciones de fuerza y orden. Todo ello es mucho más dañino que todos los editoriales y proclamas diarios de la prensa escrita.
Probablemente más de uno pensará que despreciamos o al menos minusvaloramos la capacidad de consciencia de las masas. Se equivocan. La valoramos altísimo porque es bajísima. Precisamente ese es uno de los méritos del MLNV y de las izquierdas revolucionarias en general. Conociendo el poder del Estado, conociendo la alienación y la estructura psíquica dominante de masas, que es la que el poder necesita, por cuanto la ideología dominante es la ideología de la clase dominante y nación dominante; conociendo el abrumador analfabetismo funcional y la incultura media avasalladora; constatando el estado de malestar y patología psicofísica, de miseria sexo-afectiva y de abulia ético-moral, sabiendo todo eso y más, es cuando menos para estar contento por el grado alcanzado, pese a nuestros errores reiterados.
Ocurre que tenemos una muy mala e irreal visión de lo que son las masas oprimidas en su realidad global. Este es un ejemplo claro de que colgamos de una herencia teórica que ahorca. Por razones que hemos intentado explicar arriba, las izquierdas han terminado aceptando la concepción de la burguesía ilustrada del ser humano, anterior al irracionalismo burgués decadente actual. Partiendo de ahí, de ese lastre, somos incapaces de comprender no sólo qué y cómo son esas masas, sino también, y a lo que vamos, qué y cómo es la llamada comunicación social entre ellas y, fundamentalmente, contra ellas. Por lo tanto, el grueso de la praxis comunicativa del MLNV se sustenta sobre tesis inservibles.
La comunicación social en su forma consciente y clásica es infinitamente menor de lo que pensamos. No negamos su importancia pero insistimos en tres cuestiones: una, su importancia es más subconsciente e indirecta, que directa y consciente; dos, es más que nada un monólogo unidireccional del poder al pueblo, y no a la inversa, y apenas del pueblo para el pueblo mismo, aunque sí existe intercomunicación popular pero a otra escala, muy sectorializada y cuarteada, y en grado muy reducido y último, tres, su efectividad aumenta especialmente en o casi se reduce a la comunicación intragrupal, o sea dentro de los parámetros referenciales marcados por las identidades profundas que aseguran las fidelidades o, al menos, retrasan considerablemente los cambios de opinión y los condicionan con mezclas e hibridajes.
Por tanto, la sobrevaloración de la efectividad de la comunicación social en el plano consciente impone una sobrevaloración de las técnicas y sistemas comunicativos tendentes a ese fin, a la vez que, simultáneamente, minusvalora la decisiva importancia de otros dos campos: uno, lo que está debajo de la punta del iceberg de la estructura psíquica y otro, los sistemas de contacto y diálogo, de convivencia y complicidad, de oferta y apoyo. Bien es cierto que el MLNV ha intentado corregir esta segunda parte mediante la campaña eskuz-esku, pero se trata de un esfuerzo loable aunque muy limitado, aislado de la totalidad y ceñido a una corta campaña electoral.
Lo grave de esa sobrevaloración, aparte de todo lo expuesto, es que termina condicionando la mentalidad y dinámica diaria de la praxis comunicativa, asumiéndose la lógica dominante sobre los comunicados y notas de prensa, las comparecencias ante los periodistas, las filtraciones controladas, etc. Se inicia así una pendiente hacia abajo que abandona los campos anteriores y que, encima, busca la fácil comprensión, sacrificando además de la radicalidad el rigor. Es verdad que existen una técnica y unas reglas obvias sobre comunicados, ruedas de prensa, etc., pero, primero, lo son sólo en su encuadre y con sus limitaciones; segundo, pierden gran parte de su efectividad cuando los periodistas y los medios sabotean y manipulan, como sucede siempre, nuestros comunicados y tercero, terminan perdiendo su efectividad restante cuando no se expanden en la cotidianeidad social debido a nuestro abandono de los otros dos campos descritos. Así la sobrevaloración se convierte en una peligrosa trampa absorbente. Si tuviéramos que poner un símil sería el de la presencia en el parlamento: sin un permanente contrapoder popular y obrero, callejero, se transforma en parlamentarismo, en un agujero negro que todo lo engulle.
Por último, para concluir este aptº tenemos que comprender la simbiosis conceptual entre "medios de comunicación de masas", "comunicación social" y "opinión pública". Aunque cada uno se refiere a partes precisas de la sociología burguesa, tienen una unidad básica: disolución de las diferencias objetivas y subjetivas de clase, sexo y etnia-nación en una masa amorfa, invertebrada en cuanto a las estructuras de opresión y explotación, pero multiseccionada en base a los status culturales y niveles de ingreso, y reunificada otra vez en la sumisión a las modas publicitarias, gregarización despersonalizada e individualismo masificado. De esta forma se monta un puzle caótico manipulable a placer y distorsionador de la realidad.
La "opinión pública" la construye el poder mediante un instrumental que no podemos analizar aquí. Aceptada su existencia, se debe aceptar su "objetividad", es decir su carácter de "verdad" y de "voluntad social". Ya en este grado de miseria teórica y práctica, en las redes del pensamiento burgués, se debe aceptar la disciplina del "juego democrático" que es la expresión de la "opinión pública" mediante la "comunicación social" realizada en los "medios de comunicación de masas". Se cierra el cepo de la "voluntad popular" y en su interior se asfixian las libertades y dignidades humanas.