El globo global
No tengo nada claro cómo de globalizado me he levantado hoy. Hay días en que te sientes más globalizado que otros; en cambio hay otros días en que no te encuentras nada globalizado. El caso es que esta mañana no acabo de percibir mi grado de globalización y voy a tener que ponerme el globalímetro. Y entonces me asaltan las dudas: ¿qué es mejor: ser un asno global o ser un asno no-global? "Un asno siempre será un asno", responde un filósofo cínico amigo mío. Alain Touraine, para acabar de sumirme en la perplejidad; acaba de aseverar, el tío, que Europa lleva diez años perdiendo el tiempo en discusiones sobre la globalización. Y encima lo razona, el muy cachondo. Parece que este individuo no se ha enterado de que razonar las cosas en esta tesitura histórica nuestra está mal visto y que lo suyo es lanzarse a la feliz ocurrencia, a ser posible con ribetillos espiritualistas con aroma a incienso o a marihuana (eso va en gustos).
El señor Touraine no valora en absoluto las virtudes primigenias del ser humano, tal cual sea la ingenuidad total o metafísica. Se ve que no ha leído, o leyó hace demasiado tiempo, las "disputationes metafisicae" de nuestros viejos y queridos escolásticos medievales, porque si no, a qué viene sorprenderse sobre nuestra inveterada costumbre de perder el tiempo discutiendo sobre abstracciones perfectamente estúpidas. Cuando esas discusiones emergen del antro intelectual, se van para la santa calle y se vulgarizan, la cosa ya alcanza matices esperpénticos.
- ¿A ti te mola la globalización?
- Yo es que con la globalización alucino.
- Es un rollo chungo, colega, esto de la globy.
Ya casi hemos llegado a ese nivel de profundidad y coherencia sobre el particular y hasta hemos saltado la barrera de la comercialización mediante camisetas y gorras antiglobales, y adviertan vuesasmercedes que ello constituye una ligera contradicción, porque encima las hacen en inglés. ¡Chúpate ésa!
Seguro que ese arriesgado ideólogo que atiende por Don Virgilio Zapatero plantea en su conferencia de nueva planta socialista el asunto de si estamos (ellos) a favor o en contra de la globalización y se pasan las horas muertas dándole al pico sobre el particular, para concluir al cabo: "globalización, de entrada, pues según". Y que conste que si me refiero a don Virgilio y sus combo de alegres innovadores es puramente casual, porque igual se me hubieran podido venir a las mientes muchos otros participantes en el festín del discurso vacío cuyas migajas disfrutamos los lázaros del banquete global.
Personal o asnalmente me parece que estar a favor o en contra de la globalización es metafísicamente imposible por varias razones:
. La "globalización" en términos económicos sólo es un eufemismo que puede definir simplemente el hecho de que sólo unos cuantos mamones, cada vez menos, se están quedando con el santo y la limosna a costa de los demás pringados. Entonces estamos hablando del triunfo capitalista (con o sin neo) en términos políticamente correctos (vid. eufemismo)
· La "globalización" en términos sociales es una mentira como un templo. El hambre no está globalizada, sino ferozmente desparramada hacia el sur; la emigración forzosa, igual, pero en sentido inverso; los conflictos bélicos se alimentan en zonas nada globales, sino finamente diseñadas por especialistas muy selectivos; los derechos laborales en vías de extinción también funcionan a picos...
· No existe una "globalización cultural" sino una propagación de superestructuras caricaturescas (dramáticas caricaturas frecuentemente) desde las clases dominantes (geográficamente localizables) hacia los estratos inferiores de las distintas sociedades (como toda la puta vida). Ver graciosos anuncios de simpáticos negritos desarrapados peleando por una refrescante bebida multinacional.
· La praxis del concepto "globalización" es un canto lírico a la torre de Babel. ¿Es que quieren decir la misma cosa el señor John Zerzan y los animales que se dedican a joder escaparates y contenedores en las manis antiglobales? ¿Bové, en su discurso más o menos rusoniano maneja la misma acepción que los cínicos de los abertzales que se montan al carro con una desvergüenza ejemplar?
Todos estos conceptos emanados como gaseosos y volátiles globitos en las fiestas patronales de la aldea global la verdad es que suenan a coña, o, lo que aún puede ser peor, a sucia maniobra de distracción propagada hábilmente desde los centros reales de poder. Llevar las cuestiones a un terreno tan abstracto como éste viene de maravilla para que no se produzcan rearmes sociales y políticos que puedan poner a alguien en serios apuros. Admitido que los asnos no sirven para "desbabelizar", dado lo elemental que resulta la herramienta del rebuzno, pero pueden pasar un rato entretenido cachondeándose de estas jugadas mediáticas de los moelnos.