Portada Directorio Debates Buscador Redacción Correo
La insignia
16 de junio del 2002


Escritoras que matan


Rocío Silva Santisteban



María Luisa Bombal.

No se trata de ninguna metáfora, aunque por cierto, deben de haber muchas escritoras que matan con una sola palabra. Sin embargo, en este caso, me refiero a escritoras que cogieron una pistola y la descargaron con rabia sobre los cuerpos de sus amantes. Se trata de dos autoras chilenas que, no obstante estar vinculadas con historias que fueron el delirio de la crónica roja de su época, sus propias obras trascendieron esa vorágine de sangre relegando estos hechos a un segundo plano. La primera es una autora importante pero local; la segunda es una de las narradoras más interesantes de América Latina. Se trata de María Carolina Geel y María Luisa Bombal.

Empecemos por la que erró el tiro. María Luisa Bombal, autora de dos novelas bellísimas, "La amortaja" y "La última niebla", descargó ocho balas sobre el cuerpo fornido de Eulogio Sánchez, ingeniero y acaudalado miliciano republicano, con quien había vivido un romance apasionado y posesivo ocho años antes (él era casado y no cumplió con las siempre clásicas y falsas promesas de divorcio). En el momento que realizó el disparo, el 27 de enero de 1941 a la salida del Hotel Crillón de Santiago, María Luisa se encontraba en una situación de desesperación, pues su prometido, el médico argentino Carlos Magnani, la había dejado plantada para casarse con otra. Bombal, en un proceso extraño de desplazamiento, descargó su contenida agresividad contra el primer hombre que no le había correspondido. Sánchez no murió ni levantó cargos en su contra y María Luisa, con una irresponsabilidad casi infantil, comentó: "al matarlo a él quería matar mi mala suerte".

La historia de María Carolina Geel es más cruel aunque llena de los mismos lugares comunes. Ella no falló el tiro y fue procesada por asesinato. Sin embargo, apenas pasó año y medio en la cárcel: Gabriela Mistral y casi toda la "ciudad letrada" chilena rogaron al presidente Ibáñez un indulto. Durante su paso por la prisión, Geel escribió la novela "Cárcel de Mujeres", cuyo segunda edición ha salido el año pasado bajo el sello Cuarto Propio, con un prólogo de Diamela Eltit. Los hechos imputados a Geel constituyen el tópico de todo crimen pasional, la extraña coincidencia con Bombal es que ambos suceden en el mismo escenario: el super exclusivo Hotel Crillón. Apenas terminaron el servicio de te de las cinco de la tarde del 16 de abril de 1955 y mientras Roberto Pumarino pagaba la cuenta, María Carolina sacó un revólver Baby de su cartera y descargó cinco balas a quemarropa. Habían discutido fuertemente minutos antes, aunque siempre, en voz baja. La última caricia fue de María Carolina: un beso tenue sobre los labios. Inmediatamente llegó la policía y, por supuesto, la arrestan. Una foto de la escena del crimen muestra a Geel elegantísima, con un abrigo de corte perfecto y cuello volteado, y la mirada perdida en el vacío. Luego de su paso por la cárcel y la publicación de la novela que, según comenta Eltit, es una visión descarnada sobre la vida de las reclusas más que una confesión de parte, se reinserta en el complejo mundo literario chileno. Tanto Geel como Bombal mueren algo olvidadas, tanto por los críticos como por los cronistas rojos, la primera agenciándose algo de dinero con algunas reseñas en El Mercurio y la segunda de una pensión exigua que le concedió Pinochet.



Portada | Iberoamérica | Internacional | Derechos Humanos | Cultura | Ecología | Economía | Sociedad
Ciencia y tecnología | Directorio | Redacción