El beso del payaso
Cuando eras chica, ¿te daba miedo la oscuridad? No me mires a mí; mira a la Estefani. Estar sola en una pieza oscura, sentir que alguien está mirándote en un rincón, sin pestañear, esperándote. Sí. Te daba miedo la oscuridad. Ahora también te da miedo, cuando te despiertas y sientes lo mismo que hace tanto tiempo. Hay un par de ojos mirándote siempre. Dejas la cabeza quieta mirando al techo y no miras nada. No puedes mover el pescuezo. Tienes miedo de ver algo, de que algo salte, de que te salte encima. Como si en vez de haberte despertado tú, algo más tuviera que despertarse. Como si tuvieras una laucha al lado tuyo, oliéndote. Pero no has visto esos ojos, no has visto la laucha oliéndote, ni nada. Es la fantasía de siempre, ésa que todos tenemos. Pero ella sí. Ella sí la vio, la sintió, y por más de tres años, le partió la concha. Vivía con la laucha, y tenía que decirle papá. La Estefani estaba sentada en la taza, revolviéndose el útero con una lima. Se estaba provocando un aborto. Tenía doce años, y eran suficientes. Lo suficiente para ella lo decidía un payaso, que fregaba y fregaba con su mismo chiste dos veces por semana. - Oye, apura- le largó su vieja- Apura, que estoy que me cago. ¿Te paso un serrucho?- Ya salgo, mami. Espérate un cacho. - Con vos lo único que hago es andar esperando, pendeja huevona. ¡A este paso que vas, me van a salir canas en la raja antes que pases de curso!Le dio lo mismo escuchar eso. Estaba a oscuras, igual que cuando esa mujer y el payaso la encerraban para que no los viera dándose como caja. Se acordó de la primera vez que él la violó. Había sido tres años atrás, mientras Chile empataba con Perú a uno por la tele. Estaba limpiando el living, y el tal Heriberto Agüero miraba el partido en el sillón, mirando su reloj a cada rato.- Córrete, me cago- se corrió la bigotada de la trompa- Deja ver el partido. - Al tiro termino. Limpio acá y me voy.- ¿A qué hora llega tu mamá?- No sé. Siempre llega como a las ocho. Qué raro que se demora tanto.- ¿No me estará gorriando, la concha de su madre? - No sé yo. A mi no me...- ¡Me estará gorriando la puta ésa! ¡Sí, ésa es la única güeá que hacen! Yo me las conozco mejor que a mis huevas a las conchudas. Se creen la última chupada del mate porque ganan más que uno. ¿Y qué tanta mierda? ¡Qué algo hagan, las culeras! ¡Apura, te dicen!- Al tiro termino. Sin darse cuenta, estaba haciendo justo lo que él quería: agacharse, y dejarle el culo en bandeja.- Te faltó acá- el payaso le aforró al brazo del sillón- Está lleno de polvo. Parece que te cagaste encima.- No, tío, pero si está limpio...- A mí me vas a decir papi, pendeja culiada- la agarró de un ala- Ahora yo soy el macho acá. Conmigo vas a aprender lo que es bueno, no como con este amariconado que tenías antes. Vente pa ca.- Oye, para...Ella se quedó pegada al piso, no forcejeó. Agüero se bajó el marrueco y le subió el volumen a la tele. Carcuro fue cómplice, pero Estefani apenas gimió. Apenas tuvo tiempo de cerrar los ojos mientras el otro se la afilaba. Después hizo su movida, que iba a ser la primera de como cincuenta firmas. Agarró la piscola, se echó un sorbo en la trompa y, con la creencia de que la Coca- Cola era el mejor espermicida, se lo fue escupiendo, inyectándoselo en la vagina. Lo dulce se mezcló con sangre, para siempre. En la punta de la lengua le colgaba un chorro de semen. - Esta güeá es para enseñarte, maraca. Mírame bien. ¡Mira, te dicen, me cago! Y pobre de ti que sueltes la pepa, o ayayai. Con esta misma tranquita te entierro viva. ¡Ya, limpia acá!- ¡Pero si no hay nada!- ¡Acá, mierda! ¡Limpia acá!- le puso una mano en su paja, para que se la limpiara- ¡Y ojito con mancharme el calzoncillo! ¡Así me gustas, mierda! ¡Así hay que hacer con ustedes! ¡Enseñarles desde pendejitas!Por supuesto que cuando llegó la mamá, fue llorando a decirle lo que el gallo ése le había hecho. Pero la otra no hizo nada. Durante treinta años, no había sido nada más que un simple pedazo de culo tetón. Fue tan cómplice que de un día para el otro pasó a ser culpable también. Le tenía tanto miedo al otro, o estaba tan enganchada con él, que se quedó callada. Daba lo mismo, porque el resultado siguió siendo el de siempre. Dos días después, Agüero violó a la Estefani en el baño por primera vez, a oscuras. Encima de la lavadora habían dos velas prendidas, y una estampita de la Virgen mirando. Velas para la buena suerte, para espantar el mal de ojo. - Yo soy tu viejo ahora, pendeja- le sobó el hoyo del poto- Así recuperamos el tiempo perdido, digo yo... bien rica que saliste. ¿Te gustó?Como no le dijo nada, la besó en la boca. Le lamió los labios.- Dime si te gustó, mierda.- Sí...- Qué rico. Porque yo soy tu pololo. Ahora yo te voy a hacer feliz. No tienes que decirle nada a nadie, porque nos pueden pillar, y capacito que se arme la casa de putas. Yo te quiero a ti, no a la peuca que está adentro... Yo vine acá para tenerte a ti, guagüita. Yo te quiero. Por eso vine a vivirme acá. Tenís suerte, porque pillar a un macho como yo es difícil. Huevones como yo no hay hoy en día. Ni las minas de la tele tienen tanta cueva como tú. - Ya.- ¿Le vas a decir a alguien?- No.- Júralo. Júralo por la Virgencita que te está mirando. - No, mi mami me dice que no jure. - Pero yo soy tu papi, y soy tu pololo. Dale, jura... - Lo juro.- Eso, guagüita. ¿Me quieres?- Bueno, ya...- Toma- le pasó un chocolate, que sacó de su bolsillo- Mañana te traigo uno más grande. Toma, cómetelo. Fuera eso lo que fuera, le hizo efecto a la chica, que se creyó el cuento con algo más que inocencia. Había estado esperando algo, y quiso creer que Heriberto Agüero, ese piñufliento sebiento con tetas de vaca, era lo que necesitaba. Tenía nueve años, y eso que le dijo el payaso se lo tomó como un regalo, como un favor del cielo. El otro hacía favores y se los vendía a él mismo. Después se los limpiaba con confort y los tiraba por el wáter, para que no quedaran señas de su estafa. Estafan ya no tenía tiempo para ser inocente. Nunca lo había sido, y alguien iba a pagar por eso. Su mamá, y sus treinta años de culo, era el objetivo. Ella, que le aforraba, que le apagaba los puchos en la mano, que la quemaba con la plancha, que se lo hizo zumbar a su viejo- el de verdad- hasta provocar la separación, tenía que pasar por caja. Hay cuentas pendientes que siempre salen a la luz, como los trapitos viejos, y la Estefani no iba a esperar más. Se le plantó de igual a igual a su vieja esa vez que estaban en esa micro donde vendían verduras. - Pasa esas frutas. Apúrate, mierda, que me dio un calambre.- Anda a buscarlas tú- dijo la chica-, que yo estoy que me cago.- ¿Ya te cayó mal el zapallo?- No. Me caíste mal tú. La Estefani se quedó sola por un rato, con la chauchera de la otra al lado de ella, y le sacó quince lucas. Después, en la casa, se las pasó a Heriberto Agüero:- Toma. Para que salgamos más tarde.- Yo lo guardo, perrita. Tengo que irme a la función ahora. Después vamos los dos al cine, a ver Shrek.Pero no llegó. Terminó la función, se corrió una buena paja en el baño del circo pensando en él y se fue con dos amigos al bar On Peyo, a celebrar que le habían dado pega como nochero en una construcción. Andaba en una de esas rachas de buena cueva que sólo se pasan chupando. Emputecida, la Estefani sabía adónde estaba, y agarró un colectivo que la dejó afuerita del barcito ése. Los curados se quedaron mirándola, al ver cómo caminaba, igual que una reina.- ¿Y ésta?- el socio del Agüero le habló al payaso, mientras ella iba hacia ellos. Agarró el vaso del Agüero y se lo bajóde un esquinazo. Salud.- ¿Y vos adónde estabas, conchudo? Te estuve esperando como huevona, me cago. ¿Ya me vas a gorriar? ¡Yo no soy como esa maraca que te estai tirando!- ¿Qué le diste a la cabra, Heri? ¿Bencina?- Dijiste que íbamos a ver una película, maricón. Vamos a verla o te parto la pichula. - Estoy chupando. No jodas las huevas. Ándate a jugar con tu muñequita, mejor.- ¿Qué muñequita?- La que tenís en el chape, pendeja lesa.- No decís eso cuando me estás afilando, hijo de puta. ¡Ya! ¡Quiero ver la película!- ¡Sale, mierda!- largó el payaso, que tenía como a cuarenta huevones mirándolo- ¿Y quéchucha miran ustedes, mierda? ¡Es mi hija, me cago! ¡Está cagada del mate!- ¡Yo soy su polola! ¡Él dijo! ¡Yo tiro con él!Para salvar la patria, Agüero llamó a su compadre:- Jonny, presta el reservado. ¿Tenís Buscando a Nemo? Voy a tener que usarte el DVD. - Tengo las tres. A ver cómo se te baja la callampa después.Dejaron atrás una cortina azul y llegaron hasta una piecita que tenía una tele, el DVD y un sillón con una manta chilota encima. Era la pieza del pajero eterno. El payasito iba cagado de la risa, con su polola de la mano. Cerróla puerta, y la risita se le fue a la cresta: - ¡A mí no me vas a venir a controlar, mierda! ¿Quéte has creído? ¡Pendeja puta! ¡Ponte ahí! ¡Yo te voy a enseñar a respetar!Lo único que quería era hacerla llorar, dándole con fuerza, pero ella ni se inmutaba. Se reía, con una risa de diabla:- Así me gusta, culiado. Más duro mejor. ¡Te dicen que más duro, concha tu madre! ¡Así me gusta el hueveo a mí! Descascarado, Agüero se la llevó de vuelta a la casa. Eran como las tres de la mañana, y la mujer los estaba esperando, con un cuchillo en la mano.- ¿Adónde estaban?- En el cine- dijo él, sacando su testamento-: Mira. La huevona te sacó quince lucas. No sé qué educación le dio ese otro piñufliento de mierda. Afórrale, que yo con ladrones no vivo ni cagando. Te agachas y te roban las ganas de comer.- Ya sabía. Menos mal que me dijiste. Y vos, pendeja, al baño.- ¿Por qué no me cagas acá mismito? Yo te hago mierda, vieja culiada. Te estoy corneando con tu minito. Mira. Me lo estoy haciendo chupete. Y a vos... a vos te paso por la raja...- ¡Dímelo acá, mierda!- ¡No me grites, puta!Y le puso el cuchillo cocinero en el cogote. Menos mal que no se lo restregó con el lado afilado. Era una advertencia. Una advertencia de un pedazo de culo de treinta años, que no quería dejar de serlo. - ¡Déjame, vieja culiada! ¡Mátame, que te vengo a penar! - ¡Cállate, pendeja, cállate! ¡Oye, Heri, ayuda! ¡Mándale su buen rebencazo!- Mi amorcito... no le creas a esta mocosa... no tiene idea de la güeá que dice... Nos quiere cagar, eso pasa. - ¡Sácale la chucha, que la odio! ¡Ya no la aguanto! ¡Me tiene llena!- ¡Ustedes me tienen llena a mí, hijos de puta! ¡Mátame, que te vengo a penar por el culo! Heriberto Agüero controlóa la mujer, que estaba curada como maceta, y salió a escena, igual que en el circo. Un ritual de cinco minutos, a charchazo limpio, que le dejó el culo rojo a la Estefani y una ceja abierta. - Y pobre de ti que hables, que te entierro viva...La encerraron en el baño. Macho y hembra se dieron, mirando una película porno que despertó hasta a los quiltros afuera. Estefani escuchaba todo, ya no con miedo, sino que con celos. En ese baño, su furia había conocido otra dimensión, que le estaba sepultando. Estaba enterrada viva. El celo te agarra y te hace adulto; tengas nueve o quince años, te hace adulto. Tienes que ser adulto para conocer las armas de verdad. Luego, él se levantó en pelota, fue al baño en pelota, con su pirula colgando. Parecía una sandía troceada con esos michelines colgándole del buche. Ella se la agarró. Consideraba suya esa penca. Tenía poder sobre el hombre si hacía que esa pirula eyaculara.- Métemela acá- se apuntó la vagina- Te estoy esperando. - Bueno. Total, mañana tengo que puro mear.- Vamos adentro. Yo quiero acostarme contigo. Llévame.El otro había estado chupando, y obviamente, no cachólo que estaba haciendo. La metió en la cama, al lado del pedazo de culo dormido, y se la afiló ahímismito. La Estefani se puso a relinchar como bestia, para que la otra se despertara:- ¡Dale, papi! ¡No te pares!- ¡Quéte calles, pendeja culera! ¡A vos te hicieron magia negra!- Yo te la cago en el hocico, flaite culiado.Estaba demasiado niñita como para sentir un orgasmo, pero ver de repente a ese par de ojos congelados mirándola, fue su mayor placer. Su mamá la estaba mirando, a centímetros de ella, y unas lágrimas brillaban en esas pepas, con miedo hasta de dejarlas caer. No hizo nada mientras los otros se abrazaban y se agarraban a besos. Pasaron quince minutos y se levantó a buitrar. Cara de raja, Agüero le dijo cuando volvió:- La pillé en el baño... Estaba cagada de frío. Le falta cariño, eso pasa... - Sí sé. Asíhacen estas pistoleras de mierda. Sácala de la cama. Que se vaya a la chucha.- Pero es que...- ¡Que la saques, me cago! ¡Saca a esta guacha de acá!Empezaron a volar las lámparas, y todo lo que estaba en condiciones de hacerse mierda se hizo mierda. Hasta la Estefani, que otra vez terminó en el baño, con la vagina irritada por el lavado que le hizo su mamácon un cepillo para lavar ropa. - Te faltóel sapolio, vieja puta. - ¡Vos no me vas a quitar el mino! ¡Éste no!Le cerró la puerta, y en la pieza otra vez se empezaron a dar como caja. La mujer gritó como nunca, igual que su hija. Iba a ser una pelea a muerte.Pasaron varios días, y la picazón que la Estefani sentía en la vagina no se le pasaba ni con agua helada. Para colmo, la otra tenía los mismos síntomas. No le quedó más remedio que ir al consultorio, donde le dijeron que podía tener una infección urinaria. El doctor pilló bastante raro el caso, sobre todo porque a la madre le estaban saliendo unos poros verdosos propios de una infección de tipo sexual en el chape. El payaso había hecho maravillas otra vez. El doctor pensó que la mujer había podido contagiar a la chica mientras la lavaba o le limpiaba el culo, sin querer. No pensó en nada más, como era de esperarse, hasta que la chica lo espantó:- No se limpióbien el pico, eso pasó. Ésta tiene un mierdal adentro.En la casa, la mujer le hizo unos remedios caseros y le encajó una toallita higiénica en la vagina, amarrada con scotch:- Pobre de que te andes poniendo con el Heriberto, o te cago. Pobre de que te saquís el chape, que te mando coser el chape como las quiltras.- ¿Y cómo pico voy a mear?- Por el culo, como las gallinas.- Él me anda hueviando, mami. Me hace el amor. Dice que me quiere.- No seas lesa. Vos te pones igual que esas putas del 484. Pendeja puta. Qué sabes tú de hacer el amor.- Cuando me estátirando, me chupa los pezones y me dice que me quiere, y que tú valís callampa. ¿A vos te dice eso, acaso? Ni cagando. Te tiene para puro remojar la callampa. - ¡No huevees, concha tu madre!- le aforró un mangazo.- ¿Y por qué no haces nada?- Es hombre. Los hombres se calientan.- Eres una maraca. Yo sé. Dices que puteabas para alimentarme, pero puteabas porque te gusta el pico. Te gusta que te afilen, que te metan la callampa hasta la mierda. Eso te gusta. Puta. Hija de puta. Ahí te topaste con ése.En eso llegó Agüero, con su peluca verde de payaso verde.- ¿Qué pasa, mijita?- Ya no la soporto, Heri. Ya no doy más. Esta guacha me quiere matar...- Pendeja, córtala. Te fuiste al chancho.- Yo te amo. Tú me tienes que amar. Mira. Alas dos nos contagiaste lo cagón.- Tú me valís hongo. Yo la quiero a ella, que es mujer de verdad. Tú... tú no valís ni media callampa.- A ver, deja ver...En vista y presencia del pedazo de culo de treinta años, la Estefani le bajó el cierre al Agüero y le manoseó la maceta. El otro se dejó, para variar. Se cagó de la risa, sobre todo cuando la chica agarró un cortaúñas y le rajó la penca. Nunca antes ella habló mejor:- Para que aprendas, cagón, a no hacerme huevona. A la próxima te cago. - ¿Qué mierda pasa, Heriberto? ¿Qué chucha está pasando?- Ésta, ésta está envidiosa. Qué se yo qué le pasa... Ahh, la puta madre.- Él es mi pololo, yo lo amo. Tú eres puta. Putanga. Te la pasas tirando con los de la construcción. Vas a la construcción y te los tiras uno por uno cuando me voy a la escuela. Así te compraste ese juego de ollas, vieja culera.- ¡Cállate, mierda! ¡Ojalá hubieses nacido muerta!Ojalá te mueras tú, vieja puta. Me tenís chata.Tras cartón, quedó la escoba en el baño. A la Estefani se lo hicieron zumbar hasta que quedóinconsciente, pero el dolor ya no lo sentía. Los coscachos eran lo único que no sentía. Se los tragaba igual que un remedio con mal gusto, pero los tragaba a fin de cuentas. Lo que le dolía era lo que estaba haciendo. No podíacompetir ni hacerle ningún daño a su vieja, porque la otra tenía un solo santo, que se llamaba Heriberto Agüero. Las chuchadas siguieron por otros dos años, y el alfabeto no cambió demasiado. Mismas palabras que no se hablaban. Se enseñaban a guaracazo limpio. Agüero siguió violándola, en el bar, en el baño del circo, echándole piscola en la vagina para no preñarla como él creía. Pero ella no le respondía. El papel de pedacito de culo le quedaba bastante bien. Y aunque para la Estefani todo había sido un simple juego, el payasito ya no tenía muchas ganas de andar riéndose. Sentía que se estaba enamorando de ella, y que cada tiro le estaba saliendo por el culo. Fue por eso que, cuando en el gimnasio de la escuela la eligieron reina, casi se comió crudo al chico que hacía de rey feo. Lo tirócontra la pared, sintiendo que le estaban comiendo la comida.- ¿Señor?- lo paró la directora- ¿Qué pasa?- ¡Qué te importa, mierda! ¡Vamos, pendeja!Los celos lo tenían agarrado de las huevas como nunca. Ni con la galla le hervía tanto el mote, aún sabiendo que se puteaba a media cuadra. Esa noche, se la llevó a la casetita donde laburaba, cuidando la construcción de un consultorio. Estaba lloviendo. Ya estaba hasta las masas. Le iba acariciando el pescuezo sabiendo que esa misma mano se lo iba a partir apenas llegaran, y dejó que ella mirara y sacara la mollera por la ventana mientras iban hasta Río Seco. Total, uno solo iba a volver de ese viaje. Era lo mismo que un amo y su perro, que van al campo. Con una mano el gallo soba al perro, y con la otra agarra la escopeta. Agüero, en todo caso, no necesitaba nada más que su cinturón.- ¿Por qué no me dices que me quieres?- A vos no te quiero ni mierda. Qué huevón que puedes ser. Vieras cada mino que me estoy comiendo. No te llegan ni a la punta del mazo. Ni a la puntita.Dos celos se miraban. Uno iba a terminar tieso, y ella lo sabía. Lo pensó mientras el otro sacaba una botella de whisky y cebaba un trago con leche.- Mándale un pencazo, Estefi. Dale. - No quiero esta güeá.- ¡Mándale un pencazo, mierda!- ¿Qué querís? ¿Guasquearme? Cáchate. Ya no te da para tirarme.- ¡Tienes doce años, pendeja puta! ¡Te chalaste del chape!- No sé yo. Alguien habrátenido la culpa. Vos me dabas. Yo te doy ahora.- No... Vos no tenís idea de la callampa.Estaba viendo todo rojo, imaginándosela con otros chicos, acostada con ellos. Se sintiócomo lo que era, un perfecto fracaso compartido. Sólo que ya nadie iba a aceptarlo.- Tengo sueño- ella lo espantó, desde el catre- Después seguimos.Ya no aguantó más. Se sacó el cinturón, y se mandótres dedos de whisky de un tirón. Iba a matarla. Era de él no más, y nadie la iba a tocar más que él. - Tú... tú erís mía. Nadie más que yo te va a tocar, mierda.- Vos no me tocas ni el timbre. Te tengo para puropasar el rato no más.- Hija de puta...- Ven a acostarte. Yo sé que vos me quieres.Se lo dijo a sangre fría, y el techo le cayó en la mollera a Heriberto Agüero. Algo le estaba cavando un boquete en el mate, y no era más que el celo congelado. Se curó y se echóen el catre, al lado de ella. Estefani lo miraba, sabiendo que los celos no son otra cosa que una herramienta desesperada para darte cuenta de que algo hiciste mal. Por eso quiso matarla. Ahora ella iba a replicar. Se levantó despacito, y echóa andar los cuatro quemadores de la estufa. En esa pieza chica, el gas iba a dejarla inflada como un globo. Sin hacer ruido, se fue. La única ventana medía veinte centímetros de superficie.El tufazo despabiló al payaso, que la buscótanteando la cama. Pero como todo era noche, prendió la luz para verla mejor. Desde afuera, ella vio cómo se hinchaba el globo, y explotaba a la mierda. Un globo relleno de celos. Agüero llegógateando hasta la puerta, pero se fue a la cresta: ella lo había dejado encerrado con llave.- ¡Ayúdame, me cago! ¡Abre la puerta!Ella veía, imaginándoselo. Nunca más iba a hacerse el choro con nadie.- ¡Ayúdame, concha tu madre! ¡Yo te amo, Estefi! ¡Abre, por favor!Estefani fue hasta la puerta, que ardía, y la abrió. Agüero salió cascando, quemado por completo. Se quedó mirándola, y ya no vio más. Terminóen el hospital, con medio espinazo asado. Tres meses después de eso, nada había cambiado en la casa, y por eso ella estaba en el baño, revolviéndose el útero con una lima y un alicate. Ahí adentro, el mal de ojo se había convertido en el simple gorgoteo de la mala muerte.