En ciertos documentos de archivo se hace mención a cómo el gobierno de cada uno de los últimos incas aumentó el tamaño de las tierras estatales, lo cual indica un incremento del poder central para poder imponer una medida seguramente impopular a la par de una necesidad de mayores ingresos para el gobierno.

Tierras privadas de los Incas

Las panacas cusqueñas y los ayllus reales poseían tierras propias en los contornos del Cusco. Esta situación dejaba al soberano sin tierras propias, es decir sin entrada o renta personal de la cual pudiese disponer libremente. Por ese motivo surgió la tenencia de tierras privadas de los últimos soberanos.

En recientes documentos hallados en el Cusco, sabemos, por ejemplo, de tierras de Pachacutec obtenidas por él a través de conquistas de pueblos vecinos. Así, Machu Picchu le perteneció a este Inca. Otros documentos mencionan las propiedades de Viracocha Inca en Caquia y en Jaquijaguana; Pachacutec tomó para sí Ollantay Tambo y Pisac; Túpac Yupanqui se adueñó de Chinchero, Guaillabamba y Urcos; Huayna Cápac se posesionó de Yucay y de Quispi Guanca y, por último, Huascar tomó para sí Calca y Muyna.

Las coyas o reinas tenían acceso a la propiedad privada en muy pequeña extensión.

Tierras de las Huacas o del culto

En el ámbito andino era costumbre muy antigua que cada huaca o dios tuviese por pequeño que fuese, un pedazo de tierra asignado. Su usufructo servía sobre todo para la preparación de bebidas hechas a base de maíz para la celebración de fiestas, ritos y celebraciones.

Las tierras eran trabajadas por la gente local, pero en el caso del Sol por ser de mayor dimensión, las trabajaban mitimaes o yanas.

Tierras del ayllu

Cada ayllu poseía sus tierras de cultivo, sus pastos y sus aguas. Los cronistas informan que todo hombre del común poseía un tupu de tierra y con cada hijo le aumentaban la parcela. Sin embargo, el tupu, medida de área, tenía una extensión relativa, pues se contemplaba la calidad de la tierra y el tiempo para su descanso. Así podía variar su tamaño pero era suficiente para la alimentación de una pareja.

La ganadería estatal

Los camélidos jugaron un rol muy importante en el desarrollo de las culturas andinas. Las dos especies domesticadas eran la llama (Lama glama) y la alpaca (Lama paco) y otras dos especies silvestres fueron la vicuña (Lama vicugna) y el guanaco (Lama guanicoe). La vicuña tiene una lana sedosa muy estimada y para aprovecharla se realizaban chacos, especie de cacerías en que se esquilaba a los animales para luego ponerlos en libertad para no disminuir su número. El guanaco en cambio era objeto de caza y estimado por su carne.

Los hatos de camélidos eran sumamente numerosos y se dividían por colores los había blancos, negros, pardos y moromoro, como llamaban a los de varios colores. En los quipus, las cordeletas que contabilizaban los rebaños tenían el mismo color que los hatos que registraban.

La posesión de los rebaños y pastos seguía las mismas divisiones que la tierra. Los ayllus serranos disponían cada uno de ellos de pastos y animales.