SOBRE EL BLOG

Un ojo de halcón para mirar al tenis, compartir historias y hablar sobre un deporte que de enero a diciembre inunda la libreta de héroes, villanos, partidos y detalles.

Sobre el autor

Juan José Mateo

Juan José Mateo es master en periodismo por la Universidad Autónoma de Madrid / El País, redactor de la sección de deportes y cubre los Grand Slam.

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23 may 2011

El ránking proscrito

Por: Juan José Mateo

Sombra 
“Lo han quitado para que no os hagáis un lío”, se reía hace un año Rafael Nadal mientras iba abriendo una puerta tras otra por las entrañas de Wimbledon y se paseaba con su flamante Copa de campeón del torneo. El tenis vive una dicotomía clasificatoria. Los aficionados, los torneos y las marcas se guían por un ránking público que se construye sobre la defensa semanal de los resultados conseguidos en los últimos 365 días. Los tenistas, sin embargo, se miden los unos a los otros a través de la race, la carrera, que solo recoge los triunfos y derrotas anotadas desde enero de cada curso. Esa clasificación no es pública, aunque antes lo era. Ese es hoy un ránking proscrito al que solo acceden los jugadores.

    En Roland Garros también tiene su importancia. Fotografía un cuadro lleno de espinas donde parecía haber un camino de rosas. Habla, también, de tenistas que fueron gigantes y hoy son solo sus sombras.

    Está el caso de Novak Djokovic. Mirando la clasificación de la ATP, uno diría que al número dos del mundo no le esparan grandes complicaciones durante su primera semana en París, que no hay muchos tenistas de los que ocupan los pisos altos de la clasificación en su camino. Un vistazo a la race, que es el listado que fotografía más claramente el momento de forma de cada uno, porque solo recoge los resultados sumados en 2011, dice otra cosa. Antes de llegar a semifinales, el serbio, invicto en lo que va de año, podría cruzarse con tres de los otros diez mejores del año: en tercera ronda, con el argentino Juan Martín del Potro (número nueve en 2011); en octavos, con el francés Richard Gasquet (número diez); y en cuartos con el checo Tomas Berdych (número ocho).

            Nadal vive el caso contrario. Con un cuadro lleno de nombres sonoros, un repaso a esa clasificación que miran los tenistas desvela una realidad bien distinta. Antes de semifinales solo le aguarda uno de los otros diez mejores: el sueco Robin Soderling, número seis de 2011, podría estar también en cuartos.

 

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21 may 2011

El templo del aviador

Por: Juan José Mateo

Nadal 
Roland Garros es un torneo de color rojo sangre, el grande del sufrimiento y la catedral de los partidos agónicos. Un torneo construido desde sus raíces para honrar la memoria de un héroe de guerra. El templo del aviador, que le solía llamar hace años la guía oficial del evento. Francia necesitaba un estadio a la altura de un reto mayúsculo: defender el título de la Copa Davis conquistado contra Estados Unidos en 1927. El club Stade Français cedió tres hectáreas junto a la Porte d’Auteuil con una sola condición: que la pista recibiera el nombre de uno de sus socios. 

            Roland Garros no estaba vivo para ver el homenaje. En 1918, solo cinco semanas antes del armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, él, piloto deportivo antes que héroe de guerra, desapareció en los cielos. Había llegado al conflicto como voluntario. Quedó encuadrado en la escuadrilla MS26, piloto en una época en la que los aviones tenía problemas hasta para disparar en combate. Garros dio pasos fundamentales para lograr tirar a través del torbellino de las hélices de su caza, aún sin lograr sincronizar el tiro con las aspas. Luego, tuvo tiempo de ser derribado y capturado; de evadirse y volver a disparar desde su avión contra el enemigo. Hoy tres monumentos le recuerdan. Hay una estatua suya en Saint Morel. El aeropuerto de La Reunión, bautizado con su nombre. Y un torneo único, el templo del juego sobre tierra.

            Allí se empieza a discutir desde esta semana el trofeo. Allí se manchan de rojo Rafael Nadal, Novak Djokovic y Roger Federer, los tres mejores. Allí, en un escenario lleno de trampas, el grande en el que menos pesa el favoritismo y más cuentan las piernas, se dispara desde el domingo en busca de un título que honra a su patrón hasta en lo que cuesta conseguirlo. Sangre, sudor y lágrimas.

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16 may 2011

El A-B-C de Djokovic

Por: Juan José Mateo

Rezar 
Él dice que todo comenzó cuando se rapó la cabeza como un skinhead y le enseñó al mundo sus orejas de dumbo para celebrar la victoria de Serbia en la Copa Davis de 2010. Algunos técnicos apuntan que, en realidad, todo empezó cuando remontó en la final de Indian Wells ante Rafael Nadal, al que nunca había vencido en un partido decisivo. Y en lo que todo el mundo coincide es en que Novak Djokovic, campeón de siete títulos en siete torneos disputados en 2011, llega a Roland Garros, que arranca este domingo, como favorito.

El serbio se ha ganado a pulso las portadas, las cámaras y los oídos atentos a sus victorias. Sus triunfos, 39 seguidos, son intrigantes. ¿Cómo los ha conseguido? ¿Cuán es su a-b-c, cuál el manual que guía sus tiros?

Djokovic es el mejor del mundo en juegos ganados al resto (43%), el segundo en conversiones de puntos de break (50%) y en puntos ganados sobre el segundo saque (59%), además del tercero en puntos ganados sobre el primer servicio (37%), según las estadísticas oficiales. El serbio, sin embargo, no es el mejor en ninguna de las seis categorías que miden el saque. Destaca, por supuesto, en las de puntos de break salvados (tercero), juegos vencidos (segundo) y puntos ganados con el segundo servicio (tercero).

La combinación de esas estadísticas describen lo siguiente: a un tenista que, como en los mejores tiempos de Roger Federer, guarda los grandes saques para los momentos más comprometidos, fiado a su capacidad para aguantar los peloteos en el resto de puntos. A un competidor que ya puede usar el servicio como punto de inicio y no solo como punto final, porque su derecha, antes poco fiable, es ahora sólida como el granito. A un campeón que ya no se ahoga en el axioma del saque abierto y la derecha cruzada, sino que lo utiliza como recurso, confiado en que si la pelota vuelve, tiene piernas, golpes, corazón, pulmones y una línea que limpiar con un tiro definitivo.

Así juega Nole. Roland Garros es ahora su desafío.

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06 may 2011

La otra cara de los Nadal

Por: Juan José Mateo

Nadal 
En la Cara A están el campeón de nueve títulos grandes, su tío y entrenador, que formó tanto al deportista como a la persona, y una familia que prefiere evitar el protagonismo. ¿Cuál es la Cara B?

            Cuando Rafael Nadal juega, probablemente no resuenan en su cabeza los acordes de la ópera Brundibar, ni late en su cuerpo el ritmo de la composición dibujada por el checo Hans Krása, que murió en un campo de concentración nazi. En el corazón y la carrera de Nadal, sin embargo, quizás haya mucho del canto a la solidaridad, al esfuerzo y la libertad individual de la obra, precisamente la misma que estrenó como director hace unos días Rafael Nadal Nadal, su abuelo y músico. Al estreno acudió el número uno, como no podía ser de otra forma. Fue el primero de muchos actos en los últimos días, citas por las que seguir las huellas de sus pensamientos extratenísticos.

            Su visión de la vida, que relativiza el éxito y subraya el esfuerzo, está directamente enraizada en los valores que Toni Nadal, tío y entrenador del número uno, intenta transmitir a través de charlas para jóvenes y universitarios: “Sencillez, trabajo, humildad, esfuerzo…” “A veces”, explica Toni; “lo hablo con Rafael, la última vez en el torneo de Miami”. “Antes de un partido le digo: ‘Mira, no nos podemos quejar. Estás mucho mejor de lo que esperábamos y tienes posibilidades de hacer algo más’. En general, tus problemas y tus méritos, en comparación con los de Irene Villa, a la que ETA le puso una bomba, o con los de Nando Parrado, que sobrevivió a un accidente aéreo de los Andes, se quedan pequeños. Hay gente que pasa por peripecias increíbles. Me admira. A Irene le metieron un coche bomba y no siente odio. Vive feliz. Esta gente sí que tiene mérito. Así que todo lo que parece increíble se queda en nada en comparación con eso”, dice el entrenador, que conoció a esos supervivientes en los ciclos de conferencias Lo que de verdad importa.

            En las reflexiones del sobrino hay mucho del tío. “Gente como nosotros hemos trabajado mucho pero también hemos tenido suerte”, explicó el número uno mientras se sentaba junto al Kun Agüero en un acto de la Fundación Sánchez Vicario, que les invitó a reflexionar sobre las dificultades de alcanzar el estrellato siendo joven y les acabó viendo hablar del problema del paro. “La actual situación es dramática, nos toca a todos porque todos tenemos conocidos que lo están pasando mal. Pero lo importante es darse la oportunidad, seguir creyendo que se va a mejorar, pensar en el día a día. Yo también tuve dudas, épocas malas. Las dudas no se superan, convives con ellas. Tienes que pensar en hacer cada día algo mejor, no pensar mucho más allá”.

            El campeón comparte su universo personal en público. En el Masters de Madrid, como en el foro, reivindicó los deportes minoritarios como “el alma” de los Juegos Olímpicos. “Me parece muy injusto que el COI, con todo el dineral que generan unos Juegos”, opinó el medallista de oro de Pekín 2008; “no ayude más a esos deportistas muy sacrificados cuya única motivación es la satisfacción personal de haber cumplido sus objetivos, y que cuando terminan la vida deportiva tienen que empezar de cero otra vez”. “No hablo de nosotros, ni de los futbolistas, ni los de los de básquet, ni de los deportes que están mucho más profesionalizados a nivel global, y que tenemos la vida muy bien encaminada. Hablo de los deportistas que son el alma de los Juegos. Gracias a todo lo que se esfuerzan, el deporte es grande y los Juegos son los que son. Se merecen mucho más que una medalla de oro que ni es de oro o una beca insuficiente”.

        La Cara A cuenta al tenista. La Cara B, a la persona.

    

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30 abr 2011

Anabel

Por: Juan José Mateo

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En tiempos de escasez de triunfos en el tenis femenino español, Anabel Medina. La valenciana se ha alzado con el título en Estoril. El éxito, menor para una tenista de su trayectoria, en la que brillan hasta una decena de trofeos, pone los focos sobre una jugadora que se codeaba con las mejores y que, sin embargo, amaneció esta semana en el número 61.

Cuentan quienes lo vieron que el día que marcó la carrera de Medina fue dramático. La tragedia no fue solo la lesión de rodilla sufrida en el Abierto de Australia 2002, cuando jugaba con la losa de ser la heredera de Conchita y Arantxa. El momento espeluznante también estuvo en su solitaria espera, en los largos minutos que pasó abandonada con el cuerpo roto sobre el cemento, impertérrito el juez de silla, ciega la rival (Monica Seles), y perdido el fisioterapeuta en no se sabe qué lejanísimo recoveco. De aquel problema se levantó la tenista para apuntalar un lugar entre las 25 mejores y lograr una plata olímpica junto con Vivi Ruano. Algo, sin embargo, volvió a romperse en 2010, cuando solo superó la primera ronda de los cuatro grandes en Roland Garros, donde se apeó en la segunda. Según quienes la conocen bien, las emociones y los sentimientos, la vida y sus requiebros, explican una crisis que poco tuvo que ver con la pista y los dolores del cuerpo: pasó de cerrar 2009 como la número 28 a despedir 2010 como la 73.

Medina busca un nuevo comienzo. Tiene 28 años y un saco de experiencias en la mochila. Le acompaña Gonzalo López, un hombre entrañable y un técnico de largo recorrido. Llegó a ser la número 16, mientras volaba a igual altura en el dobles (video). Peligrosa siempre en arcilla, Estoril puede ser el sitio en el que coja impulso. Es un título tras dos años de sequía. De Portugal, al mundo.

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22 abr 2011

El triunfo del lado oscuro

Por: Juan José Mateo

Almagrator 
Un día se definió como “un tenista comarcal”. Al otro, como un jugador “del lado oscuro”. Hoy está en un escenario principal e iluminado por todos los focos: Nicolás Almagro es el decimoséptimo español que logra colocarse entre los diez mejores del mundo, privilegiado grupo en el que ya no figura Fernando Verdasco.

El murciano se expresa en la pista igual que ante la prensa. Siendo él mismo. Durante años, su juego entró a borbotones por los ojos de los especialistas, escondiendo con tiros ganadores una clasificación sin galones. Hubo quien se atrevió a augurar que el peso de esos golpes acabaría por dejarse notar en el ránking. En los peores momentos, años de inconsistencia, de dificultades para el movimiento sobre la pista y de aparente alergia al cemento, Alex Corretja, exnúmero dos, siguió insistiendo en que allí había madera, en que ese era el mejor relevo entre los jóvenes jugadores españoles, en que allí había tenista.

Curiosamente, uno de los técnicos de sus rivales generacionales ha hecho buena su profecía. José Perlas, que entrenó a Carlos Moyà o Albert Costa, por ejemplo, ha ejercido una influencia decisiva en el buen murciano, que llevaba año y medio amagando sin dar. El compromiso férreo del tenista quedó demostrado cuando aceptó trasladarse a entrenarse a Barcelona. Su convencimiento en la validez del método, en que bajara y bajara peso, hasta unos cinco kilos, ganando en movilidad sobre la pista. Su fe en el sistema quedó fotografiada por los octavos alcanzados en el Abierto de Australia 2010, cuando jugó con una mano hecha puré. Y la tensión de su tenis, una coz tras otra, tan fuertes son sus tiros, tendrá desde el lunes el premio de estar entre los diez mejores.

Queda el siguiente paso: elegir entre celebrar un éxito que a la larga se perderá en la memoria colectiva, superada por hechos más recientes, o construir a partir de su ingreso en el top-10 el asalto a los grandes títulos y los triunfos multipista. Es seguro que Almagro, temible en tierra y aún en progresión sobre cemento, optará por lo segundo. Tiene 25 años. Pega duro. Le entrena Perlas. Combinación explosiva.

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11 abr 2011

Pasarela de tierra

Por: Juan José Mateo

G 

La lista de favoritos para la gira de tierra no tiene misterio: con Rafael Nadal un cuerpo por delante, están también Novak Djokovic, Roger Federer, Robin Soderling, David Ferrer o Fernando Verdasco. La superficie, sin embargo, abre la puerta a otras experiencias. Será una primavera de puntos masticados y agonías que pondrá los focos sobre un puñado de tenistas que normalmente pasan bajo el radar de las pistas centrales. Más allá de cuántos títulos ganen, la tierra abre la posibilidad de nuevos y, en ocasiones, inesperados protagonistas.

Nicolás Almagro. El murciano asalta el top 10. En 2010 ya dio muestras de que es un auténtico peligro sobre arcilla: camino del título de Roland Garros, Nadal vivió su partido más duro en cuartos y contra el terrible Almagro, golpeador inmisericorde. El número 12, coronado ya este curso en Costa do Sauipe y Buenos Aires, siempre tiró fuerte y sacó con una maza. A eso le une ahora dos cosas que le hacen un rival poco deseable: la sabiduría del prestigioso José Perlas en el banquillo y su propia dedicación, que le ha llevado a perder peso para ganar en movilidad.

Juan Martín del Potro. Favorito casi siempre y en cualquier superficie, el argentino nunca pasó por especialista en tierra. Su adaptación al polvo de ladrillo, sin embargo, le llevó en 2009 hasta las semifinales de Roland Garros, donde perdió un magnífico partido contra Federer, aupado por una grada partidista que hurgó en las dudas del argentino, por entonces casi un niño al que le celebraban las dobles faltas. El ex número cuatro es hoy el número 46, tras pasarse casi un año de baja por una lesión en una muñeca. Da igual. Sobre cemento, hierba, tierra o agua, a Delpo siempre se le espera.

Stanislas Wawrinka. El suizo, un tenista pesado, de pecho ancho y estómago generoso, encuentra un fantástico terreno de expresión sobre la lentitud de la arcilla. Sufrirá de lo de siempre: su cabeza pocas veces acompaña a su tenis. El espectador, sin embargo, podrá disfrutar de su sello: ese revés a una mano, látigo endemoniado, surca la arena como un trueno.

 

Albert Montañés. El catalán es un ejemplo de superación. No cumple con ninguno de los cánones del tenis del siglo XXI: ni es alto, ni tiene un físico apolíneo ni saca a 240 kilómetros por hora. Montañés, sin embargo, es pura fibra. Su capacidad de desplazamiento es magnífica. Su velocidad, espídica. Su cobertura de pista, en consecuencia, es sobresaliente. A esa movilidad tan importante sobre arcilla, une el diente retorcido: es un maestro en partidos apretados. Por algo es el número 23 del mundo.

Tommy Robredo.La duda es su estado físico: una lesión impidió que se presentara a los cuartos del torneo de Indian Wells y que luego disputara el de Miami. La certeza es su voluntad, ejemplo para el siempre trabajador Juan Carlos Ferrero, que intentará volver tras una racha de lesiones: Robredo, el número 29, lleva una escalada progresiva desde el inicio de curso y busca recuperar un sitio entre los 20 mejores con sus argumentos de siempre. A falta de pimienta, piernas, pulmones y golpes de libro.

Aleksander Dolgopolov.Eliminado a las primeras de cambio en Montecarlo por el letón Ernest Gulbis, otro que suele destaparse por estas fechas, es difícil no sucumbir a la tentación de incluirle en la lista. Al ucraniano le falta orden y patrón para ser un auténtico peligro, pero su anarquía es un regalo para la vista. Sus partidos son impredecibles. Sus tiros, distintos a todos. Sobre arcilla, una delicia: de dejada en dejada, siempre con cambios de ritmo, The Dog siempre dejará un detalle para que el espectador disfrute de sus partidos.

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04 abr 2011

La crisis del tenis femenino

Por: Juan José Mateo

Serena 
Serena Williams, campeona de campeonas, lleva sin competir desde el verano de 2010, cuando ganó Wimbledon. La estadounidense se cortó un pie al pisar un cristal a la salida de un restaurante. Sufrió una embolia pulmonar. No se entrena. No juega… y desde este lunes vuelve a estar entre las diez mejores del mundo, mejorando dos posiciones en el ránking tras nueve meses sin coger una raqueta.

            El dato refleja tres cosas. Que jugando muy pocos torneos (6 en 2010; 16 en 2009), Serena es capaz de sumar muchos puntos, porque gana con altísima frecuencia. Que la constancia de la mayoría de sus rivales es mínima, puesto que en los nueve meses que la ex número uno lleva de baja no han sumado resultados como para desplazarla. Y que el nivel de competencia en el tenis femenino es, al día de hoy, muy distinto al del tenis masculino: con una ausencia igual de larga, el argentino Juan Martín del Potro se encontró más allá del 400 del mundo.

            La vuelta de la estadounidense, mito del deporte por derecho propio, no es el único síntoma de la locura que se ha instalado en el circuito femenino, que durante décadas proporcionó a los aficionados  grandísimas campeonas, tenistas de talento y carácter que ya forman parte de la leyenda: entre muchas otras, Billie Jean King, Margaret Court, Suzanne Lenglen, Martina Navratilova, Steffi Graf, Arantxa Sánchez Vicario, las mismas hermanas Williams…. La china Na Li, por ejemplo, no ha ganado ningún partido desde que alcanzó la final del Abierto de Australia. La danesa Caroline Wozniacki, que es la número uno, todavía no ha vencido un grande. Y la alemana Andrea Petkovic, una tenista que podría ser cualquier otra, porque juega recto y fuerte, el patrón más generalizado en el circuito, se ha convertido en la estrella del momento.

        Su fama no tiene origen en las magníficas semifinales alcanzadas en Miami, donde derrotó a la número uno y a la número siete. Petkovic baila sobre la pista cada vez que logra una victoria. Escribe un blog. Graba videos y los cuelga en internet. Tiene twitter, su propio canal de YouTube…y casi nadie recuerda que la número 19 llegó a cuartos del Abierto de Australia. El márqueting, por delante del tenis.

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30 mar 2011

Las agallas de Maria

Por: Juan José Mateo

Sh 
Sin hombro y casi sin saque. Con alergia a la red. Usando toneladas de decisión, litros de sudor y kilos de voluntad competitiva. Así, tras dos años de espera, ha vuelto la rusa Maria Sharapova a estar entre las diez mejores del mundo.

    Fue una niña emigrante en Estados Unidos que debió dejar atrás a su madre, escucharla hablar en ruso por teléfono para no olvidar el idioma, y luego ver a su padre trabajar de chófer y fontanero para pagarlo todo. Se convirtió en una adolescente impactante, capaz de ganar Wimbledon con 17 años, el gran icono del tenis glamour. Hoy vuelve a la elite de su deporte. El tiempo pasa para todos, pero no igual de rápido: hace casi una década que la rusa venció su primer grande, pero solo tiene 23 años. Lo dijo ella misma: “Todo lo he conseguido con mis manos”.

    La rusa tiene un currículo que le asegura un sitio en los anaqueles cuando se acaben las portadas de las revistas: ganadora del Abierto de Australia, del Abierto de Estados Unidos y de Wimbledon, aún puede soñar con completar el Grand Slam. Su carrera, sin embargo, siempre quedará matizada porque la convirtieran en un símbolo del desnortado tenis femenino de principios del siglo XXI, en el que los jerarcas de la competición dieron más peso al márketing y las sonrisas que al grupo de magníficas campeonas que se alineaban en las pistas (Justine Henin, Kim Clijsters, las hermanas Williams, Sharapova…).

    Nadie puede saber cuánto tiempo estará Sharapova entre las diez mejores, grupo al que vuelve este lunes. Pocos aficionados recordarán quién compone tan privilegiada lista en el tenis femenino. Los cambios son constantes. Tras el Abierto de Australia y por primera vez en la historia, todas las tenistas fueron de una nacionalidad diferente. Serena Williams, que lleva desde el verano pasado sin jugar, languidece entre las 15 mejores, tantos puntos había acumulado. Y Sharapova, que tampoco está jugando un tenis marciano (¡cómo sufrió para llegar a semifinales de Miami!), vuelve ahora con menos armas que nunca: sus persistentes problemas en un hombro, que la obligaron a pasar por el quirófano, le han forzado a cambiar de técnica de saque. Su movilidad es mejorable. Le duele un tobillo. 

    Pocas jugadoras, sin embargo, juegan con el ahínco de la rusa. Pocas tienen su deseo competitivo, su ambición y voluntad de mejora. Más allá de los flashes y la técnica, es el epítome de las cualidades psicológicas de los campeones: el brío y la energía en busca de la victoria, por encima de cualquier cosa. Lo dijo en Miami, tras su sufrida victoria de cuartos, ante Dulgheru: “Le eché agallas. A veces, ganar es algo más que jugar bien. Me hice daño  en un tobillo. Me he puesto mucho hielo. Me lo han vendado. Estaré bien. Soy dura”. Bienvenida de vuelta.

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16 mar 2011

Nadal y 'la australiana'

Por: Juan José Mateo

MARC 
Es un misterio: ¿cómo explicar que nueve de los diez mejores tenistas del mundo se inscribieran para jugar el dobles en Indian Wells, el primer masters 1000 de la temporada? La modalidad está de capa caída. El calendario y sus apreturas la han convertido en una incomodidad para los mejores…y aún así, el partido a cuatro, festival de reflejos, podría deparar en semifinales un cruce que enfrentaría a Rafael Nadal y Marc López con Roger Federer y Stanislav Wawrinka, los campeones olímpicos.

            Está la lógica de la adaptación: con los tenistas iniciando un mes de partidos en Estados Unidos y jugando un torneo de condiciones especialmente difíciles (el famoso viento del desierto californiano), los jugadores buscaron el camino más rápido para hacerse a las pistas. Está la lógica del monedero: 7.000 dólares en primera ronda, y más de 200.000 por ganar el trofeo. Está, para Nadal y López, la lógica del ránking: defienden título. Y está, finalmente, la lógica de apurar cada minuto en pista con el dobles a favor de la técnica y los objetivos individuales: así, atreviéndose a intentar algo parecido a la australiana (vídeo, desde el segundo 55), jugada en la que el compañero se agacha por debajo de la red para favorecer el saque, provocar incertidumbre en los rivales y apostar por un lado de la pista, el número uno estuvo a punto de dejar sin cabeza a su amigo en 2010.

            “En torneos tan largos como estos”, explicó entonces Nadal; “con un día de descanso entre los partidos individuales, puedes jugar el dobles y disfrutar. Esos partidos me permiten mejorar mucho la volea. Eso me ayuda también en el torneo individual. En el dobles puedo ser más agresivo al resto, y puedo practicar el saque un poco. Juego más relajado. Lo importante para mi es seguir jugando el dobles para mejorar en el individual”.

            Una escena lo resume todo. Ocurrió en Charleroi, durante el Bélgica-España de Copa Davis. Como corresponde a la competición, Nadal jugó con semblante serio. Sobre la pista solo sonrió en una ocasión. Al mismo tiempo, Marc López, el decimocuarto mejor doblista del planeta, se levantó del banquillo para aplaudirle con ironía, mientras imitaba entre risas su gesto técnico. El número uno, de los mejores en la red, acababa de ganar el punto. Había sido de volea. Ortopédica, pero volea.

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