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La inmigración italiana

Don Giuseppe de la esquina, les llamaban a todos los almaceneros italianos que se instalaron en Valparaíso. La mayoría de ellos provenía de la Región de Liguria y para 1895 eran la colonia más numerosa del Puerto. Parte de su legado son la 6ª Compañía de Bomberos Cristóforo Colombo - a la que aún sólo pueden ingresar aquellos que tengan apellido itálico - y el edificio de la Scuola Italiana en la avenida Pedro Montt, declarado Monumento Histórico Nacional.
 
Luigi Bavestrello era un acérrimo antifascista. En 1925 Benito Mussolini había asumido el poder en Italia; hacía cinco años que Bavestrello venía pasando temporadas en la cárcel. La situación no podía seguir así. Ya había estado preso en la 1ª Guerra Mundial a manos de los alemanes. Y aunque su profesión de pastelero le había salvado la vida, teniendo que cocinar para el enemigo, podía ser que no contara dos veces con la misma suerte. Sus hermanos mayores ya estaban en Valparaíso. Tenía que partir, era lo más conveniente. Se despidió de su mujer, María Febbroni, y se vino. Poco tiempo después llegó ella con su hijo, dando inicio a su vida como colonos del Puerto.
 
Esta historia la cuenta Pierino Bavestrello, nieto de Luigi. Se le nota el amor por Italia en el tinte de la voz, mientras hace su narración. Sus abuelos pertenecen a la segunda oleada de italianos venidos a Valparaíso. Algunos ya habitaban la ciudad desde 1820, pero no eran notorios en número. Fue de 1880 a 1914 que se produjo la llegada en masa; es en este período de fines del siglo XIX que se convierten en la colonia más numerosa del Puerto.
 
Los italianos llegados a partir de 1880 abandonan su patria por crisis económicas en sus pueblos natales. Chile tenía una política de apertura hacia los extranjeros y Valparaíso pasaba por su mejor momento, era nada menos que la capital comercial del país. Los recién llegados aprovechaban esta instancia para instalarse con grandes esfuerzos en los negocios que iniciaban. Los Don Guiseppe de la esquina - o bachichas o despacheros - por lo general tenían su negocio en la misma casa donde vivían y toda la familia debía ayudar en el boliche. Ahí adentro se hablaba italiano y alguna postal recordaba la tierra lejana que los había visto nacer. Pero también hubo aquellos más adinerados que pusieron industrias y otros que ejercieron profesiones como la medicina o la arquitectura. Un destacado caballero de la colonia fue Bartolomé Solaris quien en 1880 arrendaba el Teatro Nacional - que tras el terremoto de 1906 sería reemplazado por el Velarde y luego por el Municipal - a Agustín Edwards, deleitando a la comunidad con los espectáculos que allí se programaban.
 
Para 1921, en las principales calles del plan de Valparaíso se podían ver letreros con apellidos italianos: relojería Del Gatto e Hijos en la avenida Pedro Montt; Paquetería Lucchini en la calle Yungay; Sombrería José Rossi en Victoria; Casa Comercial Molfino Hnos. en Brasil. Estos últimos tenían negocios salitreros, se especializaban en conservas nacionales, también en cordelería; su casa comercial era la única que exportaba mercadería chilena a Italia y más aún, eran agentes de la línea de vapores Transatlántica Italiana, que desde 1919 hacía viajes directos desde Génova a Valparaíso y viceversa.
 
Así eran los latinos del Puerto, comerciantes a decir basta. Y todo se hacía en familia, el negocio pasaba de padre a hijo o de hermano a hermano. Hoy aún existe la casa comercial Cambiaso Hnos., en la avenida Brasil esquina Olivar. En una de las fachadas del edificio se puede leer Desde 1875; a principios del siglo XX su gloria era ser el único lugar donde se manufacturaban cigarrillos italianos. Y en la calle Cochrane todavía está el letrero de la compañía de seguros La Italia, aunque en vez de oficinas hoy haya viviendas. En letras rojas remonta al pasante a 1899, año de su creación. A su vez, sigue vigente la marca de confites Costa - fundada en 1907 - que en aquellos tiempos vendía las populares pastillas de “salón” y “menta”. Hoy es parte de una empresa mayor, también de origen italiano, una de las principales industrias de comestibles del país.

 emporioSANPABLO
Emporio San Pablo

Pero además del comercio - mayormente emporios, paqueterías y sombrerías - los italianos crearon sociedades para proteger a la colonia y ayudarse mutuamente. Prueba de ello es la Sociedad de Socorros Mutuos Unión Italiana, que opera desde 1858. Y al igual que el resto de las colonias europeas, tuvieron sus propios centros de reunión y de deportes. La Sociedad Sportiva Italiana – 1917 - sigue ganando premios en campeonatos de baloncesto.
 
Pierino Bavestrello recuerda que sus nonos iban a la Sportiva a reuniones sociales. Allí se encontraban con las demás familias italianas asentadas en el Puerto. A veces podían ser muy numerosas; porque la migración fue en cadena familiar, es decir, uno se venía antes a probar suerte y si todo iba bien, llamaba a los demás. Así lo hicieron los hermanos del abuelo Bavestrello, aunque éstos terminaron yéndose a Santiago, como muchos que anticiparon el auge de la capital a mediados del siglo XX.
 
Luigi y María se quedaron en Valparaíso. Pusieron una cafetería- pastelería en 1933 llamada Bavestrello. Quedaba en el edificio contiguo al entonces Teatro Velarde, frente a la Plaza O’ Higgins, en calle Uruguay. Es una construcción de estilo art nouveau hecha por el mismo arquitecto del teatro, Spartaco Strappa, probablemente italiano.
 
El único hijo que tuvieron, Victorino, heredó el negocio al casarse y siguiendo con la tradición, se lo entregó a Pierino el día en que dejó de ser soltero. En total, la pastelería se mantuvo por 60 años, siendo la segunda más antigua de Valparaíso después del Café Riquet, que se le adelantó en dos años. Hoy se arrienda a una cadena de comida rápida.
 
En los años dorados de la primera mitad del siglo XX, María Febbroni atendía el café en su lengua natal; tras 40 años de vida porteña nunca quiso aprender el castellano. Su patria era Italia. Todos los domingos los Bavestrello se juntaban en la casa de la nona a comer pastas, por supuesto, caseras. Los ingredientes se compraban en los emporios italianos, en el de los Bacigalupo en avenida Pedro Montt, donde había callampas secas. Pierino ironiza diciendo que su comunidad inventó el crédito, porque en vez de pagar por los abarrotes se anotaban en una lista.
 
Los vecinos del barrio se conocían entre ellos porque eran todos de la colonia. En tres cuadras a la redonda, cerca de la Plaza O’ Higgins, vivían los Zanetta; Bacigalupo; Podestá, que tenían negocios varios en la calle Uruguay y Avda. Pedro Montt; los Vacarezza que tenían una suelería, también la familia Campodónico; los Ferretti que vendían vinos; Fortunato y Bosoni, que tenían una fábrica de cecinas.
Pierino hizo su educación básica y media en la Scuola Italiana. La creación de la Scuola fue producto del esfuerzo de toda la comunidad itálica, desde los más acaudalados a los más pobres, que donaron dinero para que se iniciara la construcción de los arquitectos David Cuneo y Jorge López, en 1940. El edificio prometía ser espléndido y de hecho su efigie hasta el día de hoy se impone entre las fachadas de la avenida Pedro Montt, lo que le valió ser declarado Monumento Histórico Nacional en el 2006. Antes de éste colegio existieron otros como el Colegio Convitto Italiano de 1886 o el Instituto Italiano, en Playa Ancha en la década del 90.
 
Aún habiendo pasado su infancia y adolescencia en la Scuola, lo que más identifica a Pierino Bavestrello con la comunidad latina es su pertenencia a la 6ª Compañía de Bomberos de Valparaíso Cristóforo Colombo, de la que llegó a ser Superintendente en 2005 y 2006. Esta nació en 1858 gracias a 66 voluntarios, como agradecimiento a los porteños por la buena acogida que dieron a sus compatriotas. Es la institución italiana más antigua de Chile. Para las familias de esa nacionalidad es un honor que los hombres sean miembros de la bomba, pero hoy son pocos los que pueden entrar, debido a que es obligación tener apellido paterno itálico.
 
Todos los días 6 de cada mes la colonia se da cita en la 6ª Compañía. Allí se ponen al día de las últimas noticias de sus familias. Alguno cuenta su reciente viaje a Italia, experiencia obligada, mientras degustan una salsa de tomate natural cocinada por tres horas o más, porque la que viene envasada está estrictamente prohibida.





BIBLIOGRAFIA
 
La inmigración italiana en Valparaíso a través de fuentes orales - Clara Rodríguez Valenzuela Tesis de Historia de la Universidad Católica de Valparaíso - 1998
 
El progreso italiano en Chile - Santiago 1921 - Editado por Joaquín Blaya
 
Auge y ocaso del viejo Pancho 1830- 1930 - Rodolfo Urbina. Valparaíso, 1999
Ediciones Puntángeles, Universidad de Playa Ancha - 1ª edición
 

ENTREVISTA

Pierino Bavestrello


El Virgilio, donde llegaron muchos italianos tras la 1° Guerra Mundial. Aporte Emilio Toro
El Virgilio, donde llegaron muchos italianos tras la 1° Guerra Mundial. Aporte Emilio Toro















publicidadMARCAita Publicidad de chocolates Talmone en 1903. Aporte Emilio Toro
















 

 

 

 











































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pasteleriaBAVESTRELLO Rino Bavestrello junto a sus hijos en la pastelería

 













 scuolaITALIANA La Scuola Italiana en 1946


































 

 

 
 
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