(El Correo) Los biólogos miran esperanzados a la ría al comprobar que la depuración de las aguas se percibe ya en los tramos altos y las playas de influencia de su desembocadura. Además de una drástica reducción de los residuos domésticos e industriales que antes iban a parar al Nervión, los expertos han sido testigos de la resurrección de especies animales y vegetales en zonas donde antes no había nada, salvo una densa capa chocolateada. Era lo que llamaban la ' cloaca navegable ' .
El último hallazgo que ha asombrado a los científicos de Azti, el Instituto Tecnológico Pesquero de Euskadi, es la progresiva proliferación de quisquillas, anguilas, cangrejos y lenguados a la altura de Olabeaga y los antiguos astilleros Euskalduna. Las colonias, detectadas en los últimos cinco años, llegan incluso hasta El Arenal, un tramo que mantiene unos niveles más que aceptables para la vida al registrarse un 60% de oxígeno disuelto en el agua. La ría cambia de color.
La eliminación de los vertidos, iniciada en 1979 gracias al Plan Integral de Saneamiento del Gran Bilbao, ha permitido mejorar de forma notable la calidad de las playas en ambas márgenes de la desembocadura, según el análisis de los expertos reunidos en la última mesa redonda del Consorcio de Aguas Bilbao-Bizkaia. Hace 20 años, los indicadores ecológicos no presagiaban nada bueno.
Sedimentos
El zooplancton microscópico que vive dentro de los sedimentos, vital para alimentar a la cadena biológica, estaba en una situación «lamentable». Mientras que el oxígeno era indetectable, el agua presentaba unos niveles insoportables de residuos orgánicos, procedentes de los desagües de casa.
La contaminación tenía machacadas las dos orillas en 1984. Sepultó con una capa de lodo las rocas de la playa de Arrigunaga y dejó a La Arena convertida en un paisaje prácticamente inhóspito.
José María Gorostiaga, profesor del departamento de Biología Vegetal y Ecología de la UPV, ha recogido la evolución del litoral. Por ejemplo, Arrigunaga ha recuperado ya algas y arenas, en sustitución de los sucios limos. Meñakoz, una cala de roca entre Sopelana y Barrika, cuenta con algas típicas de los peñascos de San Juan de Gaztelugatxe, santuario de la vida marina.
Los expertos han comprobado también el «progreso espectacular» de arenales tan delicados como el de Azkorri, hasta hace pocos años ennegrecido por oleadas de polución procedentes de la actividad siderúrgica y portuaria.
Centollos en El Abra
Estos cambios, «sólidos y consistentes», permiten a los expertos sentirse «optimistas» sobre el futuro de un ecosistema maltratado hasta hace bien poco. Sólo así se explica que centollos y nécoras cada vez sean más frecuentes en El Abra.
Para mejorar la gestión de las aguas residuales y prevenirse, el Consorcio tiene previsto tender una tubería submarina desde la depuradora de Galindo, en Sestao, hasta alta mar, por la que enviará el caudal tratado en la estación. No se trata de deshacerse de algo malo, sino de no enfermar de un empacho.
Las aguas que las instalaciones devuelven al cauce están saneadas, pero enriquecidas con tantos nutrientes que pueden servir de festín a las algas y provocar una expansión descontrolada de la especie.
En caso de plaga, algunas clases de microalgas pueden ahogar a los peces, al consumir el oxígeno de un tramo, y otras son capaces de contaminar a moluscos que viven en la ría, lo que eleva el riesgo sanitario para el marisqueo furtivo.