jueves, 7 de octubre de 2010

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Perfil de Sebastián Piñera

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Sebastián Piñera acompañado por el nobel Mario Vargas Llosa.

Por Pamela Jiles

Antes de conocer a Sebastián Piñera tuve el placer de departir con su padre, don José, que en plena dictadura me invitaba a tomar el té a su departamento en El Golf.
También conocí a don Bernardino, su tío cura, cuando yo era una adolescente y mis abuelos lo contrataban para decir misa a nuestro fundo familiar.
A Sebastián Piñera lo conozco hace dos décadas. Lo entrevisté unas diez veces por lo menos: lanzándose en parapente, cocinando huevos fritos, afeitándose semi desnudo en el baño principal de su casa de Camino La Viña -debo consignar que yo estaba completamente vestida-, en un set con bailarinas emplumadas, ejercitando su laxa musculatura en un gimnasio, acompañado de dos de sus hijos, o mostrándome su dormitorio y su enorme cama matrimonial.
En materias sociales, legislativas, económicas o de política internacional, Piñera es conocido entre los periodistas como "livianito", un señor con ideas más vistosas que profundas, que no se sale de un decálogo de frases populistas. En cambio, cuando se exhibe como personaje mediático, se convierte en un entrevistado creativo, generoso, articulado, dispuesto a todo y que jamás elude las preguntas complicadas.
Creo conocerlo bastante, como para afirmar que Miguel Juan Sebastián Piñera Echenique es, sobre todo, un travesti. No sólo por el detalle patético de que usa tacos altos, se somete a cirugías estéticas -cualquier día se pone tetas- y se pasea por los canales de televisión con un estuche de cosméticos en la cartera.
Piñera es un travesti en el plano social. Creció en una familia de estricta clase media, que no tiene la cultura de su padre, ni el encanto deschavetado de su madre, y desde temprano mostró tendencia al arribismo. Siempre soñó con tener estatus. Sus compañeros del Verbo Divino lo recuerdan como un alumno competitivo, obsesionado con los primeros puestos, tener acceso al poder económico, codearse con los chilenos de estirpe, comprarse una identidad aristocrática. Era entrador, práctico y realista.
Captó que carecía de la brillantez intelectual de su hermano José y que le costaba sofisticar sus gustos y modales más allá de lo cosmético, pero se hizo millonario gracias a la dictadura de Pinochet, a través de negocios especulativos, sin haber creado fuente de trabajo alguna y profitando de las obscenas reglas laborales impuestas por su hermano ministro, regalón del tirano.
Ni todo su poder adquisitivo puede comprar clase, lo que a sus sesenta años cree haber obtenido, mientras la oligarquía tradicional chilena lo considera un aparecido, siútico, mal agestado, sin cuello y con los bracitos cortos, algo chabacano, farandulero y muy poco fino.
Piñera es un travesti en el plano de la seducción. No le iba muy bien con las mujeres. De joven era feúcho, bajito y mal hecho, además de indiferente a los encantos femeninos. Cuando le resultaban sus escarceos con alguna muchacha, resultaba ser demasiado popular para sus planes de subir en la escala social, así que se casó con su primera polola oficial, una joven sin alcurnia, pero perfecta para ejercer de la clásica esposa medio pelo, dispuesta a anularse sin tregua para dedicarse a su familia y a apoyar a su marido en el proyecto de convertirse en nuevo rico.
Hoy, dicen que se siente sexy. El dinero lo ha transformado en un galán. Le gusta rodearse de mujeres atractivas, como Pía Guzmán -antes de la debacle-, Lily Pérez, y, sobre todo, la estupenda Carmen Ibáñez. Eran íntimos amigos, inseparables, veraneaban juntos incluso, hasta que algún acontecimiento misterioso quebró esa cercanía.
Piñera es un travesti en el plano de los negocios. Era gerente general del Banco de Talca cuando éste quebró estrepitosamente. No debe haber sido muy brillante su gestión, pero, entonces, administraba la plata de otros. Es un experto en fusionar empresas y volverlas monopólicas, obteniendo así elusiones tributaria al absorber las pérdidas de unas con las utilidades de otras.
Piñera es un travesti en el plano intelectual. Astuto, rápido, inquieto, no es, un tipo culto. En su juventud se empeñó en ser el más morenito de los neo capitalistas de su generación que fueron a doctorarse a los Estados Unidos.
Eso fue posible, gracias al pituto que le proporcionaba su hermano José, que ya era el mejor alumno en Harvard, muy bien considerado por el cuerpo académico y directivos de esa universidad.
Fue el pivote perfecto para hacer fortuna junto con la hornada de nuevos ricos que apareció en los ochenta, en plena dictadura. Sus temas e intereses no van más allá de las ventajas de la economía de mercado. No es un conocedor del arte ni de otras disciplinas, prefiere los best-sellers a lecturas más complejas. Para él, toda buena idea debe caber en una hoja tamaño carta y se siente más cómodo en escenarios superficiales y frívolos.
Piñera es un travesti mediático. Convencido de que es el Berlusconi del tercer mundo, el candidato del neoliberalismo es uno de los máximos personajes de la farándula nacional, y al mismo tiempo abomina de ese género e intenta "domesticarlo". Adquirió un canal y se compró unos cuantos ejecutivos de la industria televisiva con el objeto de que apoyen centralmente su campaña.
Para él, los medios de comunicación deben usarse como difusores del pensamiento único, conservador, retardatario, consumista, xenófobo y arribista, todo lo que considera "moderno". Entiende como fundamento de la sociedad democrática, que los ciudadanos son consumidores.
Cada individuo elige los bienes que puede comprar, así como elige a sus representantes en el gobierno, en el parlamento y en el municipio. Pero esta doble calidad de consumidores y electores pasa a ser peligrosa para sus intereses en la medida que el rating, el zapping y el telecomando comprometen la exhibición continua de las miserias de los estigmatizados sectores populares, las enormes falencias de la democracia, los actos de corrupción de los políticos, la verdadera ideología autoritaria de la derecha y la posibilidad de liderazgos completamente distintos a los oficiales.
Ahora usa su canal para posar de estadista, serio y profundo, cuando en 1992 todos fuimos testigos del bochornoso episodio en que insultaba de la manera más vulgar a su correligionaria Evelyn Matthei y complotaba contra ella usando un vocabulario muy poco caballeroso.
Piñera es un travesti político. Dice que votó por el NO. ¿Producto de una tendencia mitomaníaca y de una innegable habilidad para construirse leyendas?
Probablemente, porque eso era contradictorio con su irrestricto apoyo al régimen militar y el silencio que mantuvo durante dos décadas respecto de la tortura y los asesinatos políticos. Pero su mayor rasgos de travestismo consiste en haber sido pinochetista, desde 1973 hasta 1988, para luego, transformarse, según él, en "humanista cristiano".
Pero entonces no entregó su aporte a la construcción de la democracia, sino que asumió como entusiasmo la candidatura de Hernán Büchi, como Jefe de Campaña del continuismo dictatorial. Tampoco se afilió al partido que recoge la vertiente "humanista cristiana" que él dice profesar, sino que se sumó al aparato político que se creó para salvaguardar "la obra" de Pinochet durante la transición: Renovación Nacional.
En 1995 promovió la amnistía de los crímenes de la dictadura y en el 2005 los militares en retiro apoyaron su candidatura tras recibir su compromiso de aplicar la prescripción de los asesinatos políticos. Voltereta sobre voltereta, este pinochetista arrepentido, ahora ha vuelto a valorar los supuestos méritos del régimen militar.
La inconsistencia parece ser el sello personal de Piñera. Su sed de dinero, posición y poder lo han transformado en una caricatura de sí mismo, un pelele sonriente que vende una pomada jabonosa, contradictoria y oportunista. Un travesti.

jueves, 19 de agosto de 2010

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Puerto Natales otro año más de historia

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Por Edgardo Cea

En este 31 de Mayo, el siempre aguerrido y esforzado pueblo de Natales cumple un año más de existencia legal. Consagrado como los 98 años anteriores al trabajo tesonero, a la labor progresista, evidenciados en la prosperidad ascendente de su actividad turística, su pequeña empresa, su comercio y sus actividades generales.

En cada aniversario de la fundación de nuestro pueblo, se recuerdan los nombres de aquellos pioneros que levantaron los primeros ranchos sobre los pantanos y bosques, en los turbales y en los cerros, bajo un frío inclemente, con muchos contratiempos sin la ayuda de nadie, contando sólo con el entusiasmo y su propio esfuerzo. Superaron obstáculos que parecían insalvables, como el aislamiento del resto de la civilización, la falta de provisiones para la subsistencia, de medios y herramientas para el cumplimiento de sus labores colonizadoras y las secuelas de los gélidos inviernos que diezmaban los piños de animales.

Pero ellos todo lo vencieron, con esa férrea voluntad que caracteriza al inmigrante europeo, y en pocos años aportaron lo suyo para hacer de aquellos terrenos selváticos y pantanosos, lo que es hoy un territorio próspero y de promisorio porvenir.

El nombre de Hermann Eberhard Schmidt y el de sus adelantados, están registrados en las páginas de nuestra historia y en el inconsciente colectivo de quienes habitamos este suelo. Sin embargo, a ellos se suman otros pioneros, no tan recordados ni reconocidos, como Alberto Conrad, Ultrich Spranger, Jack Van Der Hayden, John Mac Lean Frazer, Adrián Bader, Jorge Meric, Enrique Dumestre, Pedro Vrlika, Orozimbo Santos, Ernesto Casola, Aurelio Cuesta, Félix Von Balluseck, entre otros, quienes junto a sus valientes y abnegadas compañeras y esposas (lamentablemente carentes de todo reconocimiento en nuestra historia local), contribuyeron a edificar los cimientos de esta pujante ciudad llamada Puerto Natales.

Es extensa y apasionante la historia de nuestro pueblo. Comienza como muchos sabemos, en 1892, cuando una frágil chalupa entró por estos fiordos con cinco hombres, liderados por el capitán Eberhard, en busca de las Llanuras de Diana, para introducir en ellas la actividad ganadera. Continúa en 1893 con la fundación de la Estancia Consuelo y el comienzo de la crianza de ovejas en el territorio.

Un par de años después, en 1896, en ese mismo lugar, el entonces Comisario del Distrito de Última Esperanza, Ricardo Krüger Lei y el obrero chilote Cipriano Pedrero Salgado, izaron la bandera chilena en señal de que estas tierras eran nuestras, frustrando así el intento del Teniente de la armada argentina, José María Mascarello, quien al mando de su barco el Azopardo, venía a posesionarse de este territorio a nombre de su país. Era una época de definiciones limítrofes con nuestros vecinos.

La historia continúa con la instalación de la primera grasería y otras edificaciones en el sector denominado río "Cuchara", de propiedad del colono alemán Rodolfo Stubenrauch. Más tarde, en el mismo sitio se fundó en 1913 el complejo industrial ganadero Frigorífico Bories, de propiedad de la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego. Luego en 1917, se inicia la construcción del Frigorífico "Natales", por la Compañía Frigorífica de Puerto Natales. Esta edificación se ubicó en el sector denominado "Punta Galpón", en el área donde hoy se encuentran las instalaciones de la empresa Navimag, en la avenida Pedro Montt.

Simultáneamente, se multiplicaron los almacenes y boliches, comienzan a llegar las primeras líneas de navegación nacionales y extranjeras. Barcos Caponeros, Laneros y grandes vapores, como el Alondra, el Villarrica y el Arauco, y más tarde las Motonaves, barcos más livianos y veloces, como la Navarino y la Tocopilla, naves todas que durante décadas fueron los medios de transportes usados por los natalinos para viajar a lugares fuera de la región y abastecieron al pueblo de víveres y materiales diversos.

El ganado ovino poblaba los campos, el llamado "Oro Blanco" atrajo a miles de hombres provenientes principalmente del archipiélago de Chiloé, que laboraron en estas industrias, se radicaron en este suelo, construyeron sus casas, trajeron a sus familias o formaron las propias aquí, y siguieron el bíblico precepto: "crecieron y se multiplicaron". Así nació la gran familia natalina en su primera etapa de desarrollo, fruto de los aportes entregados por el pujante inmigrante europeo y el laborioso y tenaz inmigrante nacional, especialmente el que llegó de Chiloé.

Pero la vida está hecha de dulce y de agraz, porque no todo dura para siempre. La debacle llegó en 1947, cuando se anunció el cierre del Frigorífico Natales y las garras de la cesantía atrapó a un gran número de trabajadores padres de familia.

Sin embargo, para estos esforzados pobladores la vida le brindaría una nueva oportunidad. A poco de haberse producido la crisis ganadera, sobrevino el "bum" que significó la apertura y explotación del vecino Yacimiento Carbonífero de Río Turbio, que nuevamente trajo seguridad y estabilidad a los hogares natalinos, y de pasó contribuyó grandemente al fortalecimiento y la consolidación del comercio, barómetro histórico de la economía local.

Entonces el dinero corrió a raudales en Natales, gracias al tipo de cambio que favorecía ampliamente a la moneda argentina. Muchos aseguraron su futuro y el de sus familias, otros acumularon pequeñas fortunas, y hubo también aquellos que el dinero se le escurrió como agua entre sus dedos. Pero según pasaron los años y ya transitando la década de los ochenta, la bonanza minera se fue diluyendo. Fue entonces el momento preciso para que nos diéramos cuenta del enorme potencial turístico que posee nuestra provincia y los grandes beneficios económicos que trae consigo su planificada explotación.

Hoy, la actividad turística, junto a la pesca artesanal y la salmonicultura, que en el último tiempo se han transformado en interesantes alternativas laborales y productivas en la zona, son vistas como las principales herramientas de progreso y bienestar futuro para quienes habitamos este bello y generoso territorio en el fin del mundo.

En el 2010, Natales es una ciudad aun con aspecto de pueblo, pero ciudad al fin y al cabo. Hoteles, Residenciales, Hostales, Oficinas de Turismo, Pequeñas Empresas, Escuelas, Liceos, Sede Universitaria, Instituciones Filantrópicas, Transbordador Marítimo, Moderno Aeródromo, un Moderno Rodoviario pronto a prestar servicios, Nuevas Poblaciones, entre otros adelantos, le otorgan esa categoría. No obstante, repitiendo lo que dice un añejo eslogan político "aún falta mucho por hacer" y debemos seguir trabajando incansablemente en pos de un mejor porvenir para quienes heredarán este suelo fraterno y generoso.

domingo, 11 de abril de 2010

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Y el tipo sigue ahí

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Y el tipo sigue ahí. Hace más de veinte años que sigue ahí. Encargado de Cultura. Todos saben que el tipo colaboró con los milicos. Que fue soplón. Que de cultura nada. Podría ocupar el cargo una medusa y no se notaría. Los de la izquierda lo saben. Los de la derecha lo aprueban. Y el tipo sigue ahí. Con sus zapatos lustrados sigue ahí. Ganando buena plata. Siendo considerado. El tipo sigue ahí. Fue soplón y sigue ahí. Seguramente va a morir ahí. Con su abrigo y los pantalones con la raya pronunciada sigue ahí. Organizando. Haciendo nada. El tipo sigue ahí. Como si nada. Su historia olvidada. Bueno para nada. Haciendo barullo de vez en cuando. La mayor parte del tiempo pasando desapercibido. Le conviene. Nadie dice nada. Nadie se atreve. Y sigue ahí. Profitando del olvido. Y él ahí, serio, circunspecto. Trabajando de 8 a 12, de 3 a 6. Ahí. Y nadie dice nada. Nadie se atreve. Para él la dictadura y la democracia es un solo corazón. Él sabe que Chile es un país que no tiene memoria y también sabe que la Cultura, es un bello lugar, en donde se puede ganar dinero y pasar desapercibido. Y sigue ahí. Y ni siquiera sabe escribir la palabra Pico en un baño de mala muerte. Encargado de Cultura, el más inculto del planeta. El soplón. El bueno para nada. La mierda misma. La nada de la nada. El soplón.

viernes, 9 de abril de 2010

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No fue un buen consejo

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Mi hijo me cuenta algo que no me contó. El día, que siendo niño, se peleó con Pablito Manquemilla. Que este le tapó un ojo. Fue donde la madre y le dijo que Pablito Manquemilla le había tapado un ojo. Le mostró su ojo tapado. La madre le contestó que esas cosas de hombres, se arreglan a los golpes. Fue mi hijo donde Pablito Manquemilla. Luego volvió con los dos ojos tapados.

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