lunes 27 de junio de 2005

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Lavandero, Pinochet y el ladrón de gallinas

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Una vez más la justicia chilena ha quedado en entredicho. La magistrado Georgina Gutiérrez, aprovechó el fin de semana largo en chile para amortiguar el golpe que ha significado la condena del ex senador Jorge Lavandero. Probado pederasta de que ha sido condenado a cinco años y un día de prisión por abusos sexuales reiterados contra cuatro niños durante los años 2001 y 2003. Sin embargo, la jueza, del Juzgado de Garantía de Temuco, accedió a otorgarle al ex senador Lavandero durante este período el beneficio de la "libertad vigilada" ya que el sistema penitenciario no cuenta con un efectivo sistema de readaptación de los reclusos y carece de infraestructura adecuada para los internos. Esto es medianamente cierto, ya que en verdad las cárceles chilenas carecen no solamente de las mínimas condiciones de readaptación, sino que también están hechas para todos aquellos que no se llamen Lavandero, Pinochet y demás personajes de la política, la economía o la farándula de este país. Están hechas para el ladrón de gallinas, para el ladrón al menudeo, para los padres que no pagan la pensión alimenticia, para el que se fuma un porro, para el conductor ebrio, para el "lanza". Pero no para el corrupto que con una simple firma se embolsa 100 millones de dólares, para el pederasta de gran calado ni para el militar que robó millones de dólares, que se creía dueño y señor de personas y hacienda y que cada vez que lo enjuician, se enferma.


ÚLTIMA ACTUALIZACIÓN 16/7/05: La justicia chilena ha condenado hoy al desaforado senador Jorge Lavandero, declarado culpable de pederastia, a cinco años de prisión efectiva, revocando el beneficio de la libertad vigilada que se le había otorgado. ¡Enhorabuena!

sábado 18 de junio de 2005

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RETRATO HISTÓRICO DE MAGALLANES

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Resumiendo aquí nuestros apuntes y los antecedentes que hemos tenido a la vista para este estudio, intentaremos un ligero esbozo de la fisonomía física de Magallanes y un débil boceto de su aspecto moral, por si nos resultare, entrambos un sencillo retrato trazado en rasgos generales.
Por referencias de sus mismos compañeros o contemporáneos como por las distintas copias de retratos que hemos visto, parece que Magallanes era de talla regular, más bien mediana, pero musculoso y de recia contextura; ancho de espaldas, prominente el pecho, de tez tostada por los alisios, por los austros marinos y por el sol de otras tantas regiones que visitara. Cubríale buena parte del rostro larga y abundante barba, tal vez para protegerse de las inclemencias del tiempo, pero que no era obstáculo para descubrir la recia conformación de la mandíbula, que un antropólogo atribuyera enseguida a la firmeza de su carácter y de sus decisiones si esto no estuviere más bien manifestado en su serena y pertinaz mirada que revelaba la dirección de una voluntad obstinada y decidida. Sobre las paredes de la cara de bien delineados pómulos, sobre una nariz carnuda, saliente y un tanto severa, culminaba ancha y espaciosa frente que hacían destacar más aún las grandes arcadas de unas bien pobladas cejas, y que denotaba, sin lugar a dudas, su clara y despejada inteligencia. De aspecto varonil, su continente asaz majestuoso e imponente, pero afable luego, inspiraba respeto y confianza al propio tiempo: tenía esa gravedad sin afectación, la dignidad sin orgullo, la afabilidad sin bajeza que distingue a los hombres de verdadero mérito. Circunspecto en el hablar, era también reservado, tranquilo y reflexivo, pero más por dominio de sí mismo que por naturaleza, pues era dueño de un alma ardiente y apasionada, de un espíritu de fuego pronto a estallar, pero que él sabía muy bien avasallar y mantener siempre cubierto con el manto glacial de la prudencia.
Pero lo que más caracteriza a Magallanes es la firmeza de su carácter, la fe de sus convicciones y de su ciencia, la constancia para perseverar en sus resoluciones, su actividad infatigable; y de su energía para domar las mayores dificultades, puede decirse que cada desengaño, cada contratiempo, cada derrota, le daban nuevos bríos y mayores ánimos para perseverar, que lo aproximaban más a la victoria. Y esto último, abriendo aquí un paréntesis, comprueba también la ductibilidad de su carácter y el temple de su alma y da un mentis a los calificativos de despótico, altanero, cruel y otros más duros con que lo han tildado sus impugnadores, algunos cronistas y aún uno de los biógrafos que más a contribuido a su fama y a su gloria. Un individuo altivo, por mal instinto, no insiste en convencer a otro de su error con nuevas razones y argumentos, como lo hiciera Magallanes para vencer la resistencia que los castellanos oponían a sus proyectos; una persona de natural altanero, y no por dignidad, no habrá tolerado que se le confunda con el común de los ilusos y locos proyectistas, ni el menosprecio de los oficiales de la Casa de la Contratación de Sevilla; un individuo de carácter despótico y por ende díscolo, obra impulsivamente como Faliero, echándolo todo por el desvío de su intransigencia y mal humor. Magallanes fue efectivamente altivo, como lo es todo hombre digno ante la insolente altanería; intransigente, duro, severísimo con el rebelde que obra por mal instinto o por torpeza de su ignorancia; pero también era compasivo con el humilde, piadoso con el desgraciado. Ved, si no, su noble acción ante los naúfragos de Padua; un oficial altanero trata de salvarse primero que todos; un oficial de carácter despótico, no hace el sacrificio de su comodidad, menos el de su vida, como en este caso, por salvar a sus semejantes; ni diría a sus compañeros: "embarquen los hidalgos y capitanes, que yo me quedo con los marineros".
El mismo historiador portugués Joao de Barros, que no hace un misterio de su ojeriza a Magallanes le reconoce esta acción altamente generosa y que salvó la vida de aquellos desgraciados.
Sin nada de las preocupaciones de su siglo en que ciertos prejuicios teológicos tiranizaban los mejores cerebros; en que la redondez de la tierra, la existencia de las antípodas y la habitabilidad de las demás regiones del globo eran condenadas como teorías perniciosas y absolutamente opuestas a la tradición religiosa; sin nada de visionario ni de sobrenatural, guiado por la sana razón de su cerebro, por los conocimientos que adquiriera en sus numerosos viajes por las Indias verdaderas, por os estudios de la Geografía y ciencias náuticas a que se dedicara con ahínco y por el trato de cosmógrafos de verdadero mérito; combinado fríamente cálculos científicos llega a la convicción de que navegando hacia Occidente, dada la esfericidad del globo, podría alcanzar, sin lugar a dudas, a las regiones de Oriente; que por sus observaciones geográficas tenía la convicción de que el América como el Africa, como el Indostán y la Malaca, tenía que ser necesariamente conformación piramidal cuyo vértice o punta debía morir al Sur; qué allí debía estar con toda certidumbre el paso, el canal o el estrecho que debía acortar enormemente el viaje a tierras de Occidente. Como corolario de sus anteriores deducciones científicas, pudo también observar en sus viajes que las especies más apreciadas en Europa no eran precisamente originarias de las Indias, sino de los archipiélagos situados mucho más al oriente, de las islas Molucas, que en aquel entonces adquirieron fabulosa fama de riqueza. De sus mismos estudios y de los informes y cartas de su amigo Francisco Serrao, llega luego Magallanes a la conclusión de las Molucas, por su gran distancia de las Indias, a más de 600 leguas de Malaca, quedaba fuera del hemisferio que según la bula de partición de Alejandro VI correspondía al Portugal.
Ahora bien; algunos historiadores y biógrafos han expresado que aquella grandiosa empresa como la de Colón, fue de origen exclusivamente mercantil. Y así, con una injusticia que sólo disculpa la espontaneidad de su lirismo y costumbre de hacer frases de efecto. Michelet, dice: "La empresa en su idea primitiva fue la inspiración primera del viaje más heroico que jamás se haya hecho en el planeta"… Si Magallanes no hubiera presentado su proyecto con la conciencia científica de demostrar que las Molucas, las islas de las Especerías, quedaban dentro de la jurisdicción de España ¿habría conseguido que alguien lo oyera en Castilla?. Y luego, sin demostrar que ese viaje podía hacerse por el "Paso del Sur" que él iba a descubrir, y siguiendo por una ruta distinta que los portugueses y mucho más corta para alcanzar a esas islas ¿habría sido recibido siquiera por Carlos V?. La rebaja del precio de la pimienta pudo haber sido tomada muy en cuenta, no hay duda, por el Consejo de las Indias, por el Consejo de la Corona de España, como medida económica, no por Magallanes que jamás demostró ser un traficante ni siquiera poseer espíritu mercantil.
Cansado de pelear en el Africa y en la India vuelve a su patria a reponerse de las fatigas y cicatrización de sus heridas, y más por honor que por el valor material que significa, pide un miserable aumento de pensión; pero rechazada una vez su solicitud por el monarca, a la segunda se le contesta con una negativa tan terminante e irrevocable, como imperiosa y humillante.
¿Qué cargos pueden hacerse entonces, a ese hombre a quien su patria en premio de sus sacrificios y de exponer por ella la vida en los combates para aumentar sus dominios y riquezas, corresponde con la más negra ingratitud y el menosprecio de sus servicios? ¿Qué puede decirse de ese hombre que ofendido y humillado en su honor como soldado, y herido en lo más vivo del alma como hidalgo, no esperando ya nada de su rey ni de su patria, renuncia caballerosamente de ésta y va a prestar su inteligencia de marino, su capacidad militar, su brújula y su espada a otra nación más generosa?
No hay, pues, en la ojeriza de algunos historiadores portugueses hacia Magallanes nada de justo, humano ni generoso. a pesar del menosprecio que le hiciera su patria, Magallanes no pensó jamás en traicionarla ni perjudicarla en lo menor. Ofreció a Carlos V las Molucas, porque según sus cálculos científicos las creía honradamente dentro de los límites que la partición pontificia de 1494 había adjudicado a España; y más tarde la célebre conferencia de Badajos en abril y mayo de 1524 vino a dar a Magallanes plenamente la razón. Esos historiadores y cronistas y entre los que también figura un muy ilustrado poeta que no han perdonado a Magallanes el haberse puesto bajo el servicio de España, debieron descargar toda su indignación, todo su encono, contra aquel rey y su consejo, que no sólo no supieron aprovechar sino que despreciaron los servicios de aquel gran navegante; y que después, para hacerlo volver o hacerlo desistir de su proyectada empresa, que creían sumamente perjudicial al Portugal, emplearon todos los recursos imaginables: persuaciones, halagos, promesas, honores, riquezas; y por último, si su firmeza y terquedad no eran rendidas, llegó a arbitrarse el medio más eficaz, más seguros en aquellos tiempos: su eliminación por el puñal.


domingo 12 de junio de 2005

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CARTA ABIERTA A RICARDO LAGOS

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Sr. Presidente

Hace tiempo que necesitaba escribirle esta carta de despedida. No porque yo me vaya, sino porque usted nos dejó. Todavía no logro acordarme de cuando se fue, pero en algún momento de la última semana, el delgado hilo de confianza que nos unía se rompió para siempre. Atrás quedan cinco años de ingenuidad, de soñar que con su apoyo íbamos a recuperar la dignidad de nuestro pueblo.

Toda la ciudad de Valdivia esperaba, desde hace meses, una muestra de sentido común por parte de las instituciones del Estado. Pero la resolución final de la COREMA y el bochornoso fallo de la Corte Suprema, nos sume en el dolor y en una profunda desesperanza e indefensión que abre viejas heridas, las que nunca pensamos volverían a sangrar.

La celulosa es un dinosaurio, una empresa anacrónica que se resiste a morir en esta nueva era de la economía global, en la que nuevas formas de producción limpia y socialmente responsable dominan en otros continentes. Por el contrario, en nuestro país, la concentración de la riqueza promovida por su Gobierno y los anteriores alimenta el crecimiento monstruoso de estos seres, que destruyen todo a su paso.

En un primer paso de apenas seis meses este gigante destruyó el Santuario de la Naturaleza, símbolo de nuestra identidad Valdiviana y de una nueva forma de relación virtuosa entre economía y ecología. En un segundo golpe de cola, derribó hasta los cimientos la institucionalidad ambiental de nuestro país, retrocediendo más de diez años en el camino del desarrollo sustentable. En un tercer golpe se contaminó la imagen pública de nuestras Universidades e instituciones académicas, cuya credibilidad y objetividad sigue cuestionada. En la reciente y última arremetida de esta bestia herida cayeron en pocos días la legitimidad de las instituciones de Gobierno y del poder judicial, los que ignorando las demandas ciudadanas y los antecedentes oficiales que
prueban la responsabilidad de CELCO, emiten inéditas resoluciones a favor de la empresa, basados en información parcial, sesgada y no oficial.

Señor presidente, a nuestra bandera se le está marchitando su estrella luminosa. El blanco de nuestras cumbres sagradas es profanado sin piedad. El azul de ese mar que nos prometía futuro esplendor se contamina sin mesura. El rojo de la sangre que dieron nuestros compatriotas, asesinados y torturados durante más de 500 años en la larga lucha por la libertad, todavía es reprimido con una furia feroz. Toda nuestra identidad se va poniendo gris, como el terno de los burócratas que, preocupados de financiar sus campañas, mantener las cifras macroeconómicas y los equilibrios de poder, se olvidan de la salud y el bienestar de los ciudadanos a quienes representan.

Y mientras tanto, la farra continúa. En época de campaña, nuestros representantes políticos flirtean con los grandes grupos económicos, condenándonos a una muerte indigna y silenciosa como la que hoy mata a nuestros hermanos cisnes, como la que mañana afectará al río Itata o a los hielos milenarios de las cumbres en Pascua Lama.

Sr. Presidente, hoy más que nunca me siento huérfano, solo e indefenso en este país, abandonado al arbitrio de los grandes grupos económicos que deciden a su conveniencia sobre la vida y la muerte de los ciudadanos. Usted sabe que la muerte del Santuario del Río Cruces es mucho más que una tragedia ambiental. Es solo una muestra de la oscura trama de relaciones entre el poder político, el poder judicial y el poder económico, cuyo
resultado no sólo nos afecta a todos los que hoy vivimos en esta ciudad, en este país, sino sobre todo hipoteca el futuro de nuestros hijos, y de los miles de chilenos que todavía no han nacido.

Sr Presidente, la tragedia de Valdivia es un crimen contra la humanidad y los valdivianos tenemos por misión lograr que por una vez no haya impunidad para los criminales.

Alberto Tacón Clavaín
RUT: 14.648.929-K

jueves 9 de junio de 2005

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Ministro de Educación/Mala Educación

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No hemos ido acostumbrando a las altisonantes declaraciones de los funcionarios públicos. De capitán a paje nos tratan como pequeños imbéciles que no sabemos nada de nada. Es impresionante la cantidad de variadas cantinelas que ofrecen a diario los maracanaces de turno. Nuestro país vive cada día más de espaldas a América Latina y por eso no es inaudito que el Ministro Sergio Bitar, en su afán por frenar las movilizaciones que prometen los estudiantes en las próximas jornadas, diga: "Esto tiene que ordenarse. Chile no es Bolivia y no voy aceptar que estemos jugando todo el día con movilizaciones sin sentido. O hacemos las cosas en orden o estamos sembrando el despelote". Chile no es Bolivia, ni Suiza, ni Alemania, ni Francia. Chile es Chile. Un país cada día más comprometido con niveles de corrupción y negociados no sanctos que compite con denodados esfuerzos con países de altos niveles de corruptela. Este mismo ministro había dicho que: "la educación juega un rol muy importante puesto que puede modificar estas conductas"; refriéndose a un estudio que fue aplicado a 720 alumnos de 7° y 8° básico y 3° y 4° medio de las ciudades de Iquique, Santiago y Temuco pertenecientes a establecimientos municipalizados, particulares subvencionados y particulares pagados donde se evidenciaba que el 21% de los menores cree que Chile es un país más desarrollado que sus vecinos, puesto que hay menos indígenas, mientras que el 24% se muestra indiferente frente a esta pregunta. Con ministros como éste es evidente que las escandalosas respuestas dadas por los alumnos, en un futuro cercano, puedan empeorar. Pero bueno sería decirle al Ministro de La Mala Educación, que en Bolivia también existen buenas universidades, poetas, pintores, científicos, educadores y un ministro de educación que nunca se ha comparado con Sri Lanka, Burquina Faso o Chile. Mientras tanto, acá, seguiremos soportando la insolencia, ordinariez y la mala educación del ministro de educación.

domingo 5 de junio de 2005

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JORGE DÍAZ BUSTAMANTE: Y D'IHAY

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Y d'ihay que nos juimos p'a la plaza nueva. Al O'Higgins ese, al Capitán General, lo castigamos, lo pusimos mirando p'al muro, las viejas se espantaron, al otro día se tomaban los pelos. ¡ Cómo podía ser tamaña falta de respeto con el busto del insigne héroe nacional!. ¡Esta juventud está absolutamente pervertida!, 'icían. Nosotros camuflados de verde entre los arbustos no podíamos ser vistos. A el Yayo, tuve que pellizcarle la nariz, pues le vino las ganas locas de reirse. ¡ Ahí que nos descubren!.
El Yayo se le ocurre cada cosa, en Chiloé quería hacerse pasar por el Trauco, bueno la estatura ya la tiene, y p'a que vamos andar con cosas, ¡ es harto feazo el diablo! El muy coqueto quería corretear a las carita de manzana. Son trabajadorazas, se levantan a las seis de la mañana, a dar de comer a sus gallinas, a picar la leña, a amasar el pan. ¡Y parece que quería matrimoniarse! Estaí más… le 'ije; vaigamosnos de acá más mejor. Un viraje de laucha y a desaparecer.
Y d'ihay que nos venimos p'al sur, al pueblo de Natales, con estos friazos de los mil demonios, nos venimos p'al invierno al revés de los pajarillos que se van p'al norte, tenemos la brújula cambiada, ¡suerte perra!
El Yayo que es más apendejado, se divirtió como cabrochico, se construyó un trineo con unos fierros viejos y se iba a deslizar por el cerro de la Santiago Bueras, a mi me invitó, pero yo me negué, bueno él es más joven, tiene tan solo 110 años. Yo que lo doblo en edad, ya me empiezan los dolores de huesos y esas cosas que nos atacan a los más viejos.
Nos juimos a vivir al árbol grande, ese verdecito que queda al costado de la calle Yungay, frente al café "Josmar". De allí salió el Gollo, venía turulato, con el buque a mediagua, cufifo. Como estaba nevado se pego medio ni qué resbalón y fue a caer justo debajo de nuestro árbol. Allí se quedó, tendido, como reflexionando sobre este mundo y el otro, porque el Gollo tiene una borrachera de carácter metafísico. Entonces, el Yayo no se aguantó y le dijo: ¿Cómo te baila, cumpipa?. El perejil se puso pálido como a punto de nieve, y tembloroso, no por el frío sino por el sustazo que se pegó. Seguidamente arrancó como alma lo lleva el demonio.
Y d'ihay que comenzó el rumor, hecharon a correr la bola, chismosearon que en la plaza nueva andaban penando. Los lenguaraces, hicieron la capital del pelambre, inventaban cada cosa que ni te digo; un cementerio Kawesqar, un acuchillado de los años cuarenta, uno que cayó por andar quemando, un entierro del pirata Low.
Detrás de los lenguazas, siempre vienen los videntes, que son otra plaga, esos andan viendo aparecidos, muertos vivos, auras, lucecitas de colores y de un cuantohay. ¡Y no me hablen de los ufologos! Esos si que se las traen, vinieron con telescopios, lentes infrarrojos, p'a sapear lo que pasaba en la noche, ¡mirenlos! Y los flashes que no cesaban de dispararse, tomando foto a todo lo que se moviera. El Yayo, que es un vivaceta, aprovechó para birlarles la merienda ¡subimos como tres kilos, esos días!, por lo demás, harto flaco que estaba el ganado.
De tanto mirar para el cielo a uno de ellos se le declaró una bizquera de la puta madre. Como ya tenía la vista agotada, el turnio, se dedicó a mirar lo que circulaba por la tierra. Ahí no más que le vino el flechazo, se las dio de versificador popular para halagar a las mozas.
Cayeron dos, que seguramente eran extraterrestres, pues tenian encuentros cercanos con cualquier tipo. Se fueron de zangoloteo a la disco top. Bueno, ellos estaban a la moda, le hacían a la robótica y a la tecnología laser. Estaban en su salsa, bailando con movimientos mecánicos e iluminados por una luz estroboscópica. Los tipos querían guerra, hacía dos semanas que se lo habían pasado contemplando el cielo y na'a ni ná, y ahora tenían a mano dos mozuelas que estaban de rechupete, que estaban p'al crimen. Cuando quisieron a pasar a mayores, a las locas se les dio por recordar que sus padres le habían dado permiso hasta las una de la mañana y ya eran entradas las cinco.
Las muñequicas, se miraron y angustiadas se preguntaban ¿qué haremos? Si nuestro padre es un ogro y nuestra madastra una bruja siniestra. Decidieron allí mismo contar el cuentico ese y de paso embarrarnos a nosotros la tranquilidad, el placer de contemplar las tardes otoñales, el ocio en la Patagonia y todas esas cosas a las que ya le habíamos tomado el gustito.
Y d'ihay de fantasmas de piratas o de cementerio kawesqar, pasamos a ser los duendes y nada menos que raptores de dos fámulas natalinas. Yo me gustaría que sintieran lo que uno pasa cuando se le acusa de algo que no corresponde. Es muy triste, para colmo de males hasta lo sacaron por la radio.
Allí no más, los natalinos perdieron los kilates, no sé si es el aire puro o los vientos helados de los hielos patagónicos, que les arremolina el cerebro, pero los torna exagerados, melodramáticos, ciertamente patéticos. De pronto la plaza nueva, se convirtió en una plaza de orates. Llegaba cada uno que ya lo quisieran haber visto. Algunos pililientos aparecían con unas linternitas que apenas alumbraban sus narices, otros traían focos buscahuellas, esos eran los más pudientes.
Empezaron a revisar los árboles, a buscar entre los matorrales, detrás del muro donde estaba el O'Higgins. Nosotros los mirábamos desde la vereda del frente, pero los tipos no se dejaban de fregar la pita, tozudos, con una porfiadez equina. Las viejas andaban todas con el culo al aire metidas debajo de los árboles buscando no se qué.
El Yayo que es un travieso inveterado se le ocurrió ir a pellizcar los traseros más voluminosos y se armó una confusión de padre y señor mío. En la noche en medio de los haces de luces de linternas de todos los tamaños, de la música estridente que salía de los vehículos, se podían oír perfectamente un alarido de terror y luego una sonora cachetada.
Con el barullo que se armó llegó la policía e hicieron una redada, en cinco segundos estaban todos detenidos, manos en alto, marchando en fila india. El sargento estaba muy contento, hacía mucho tiempo que deseaba decir: "circular, circular". Un carabinero se internó en nuestro refugio y sorprendió a el yayo. Lo tomó de la mano y lo sacó de allí, cuando llegaron delante de todos, el Yayo se esfumó. La gente miraba y no podía creer lo que estaban presenciando. El duende se fue desvaneciendo lentamente en el aire, como si fuera el eco de sus propias voces asombradas.

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