Cipriano Castro
Militar
y político. Encargado del Poder ejecutivo
y presidente de la República (1899-1908).
Hijo de José del Carmen Castro y de Pelagia
Ruiz. Nace el 12 de octubre de 1858 en Capacho
Edo. Táchira. Su padre era un agricultor
de mediana posición. Recibe la instrucción
que entonces se juzga adecuada a los vástagos
de la clase media tachirense, cuyas relaciones
mercantiles y familiares con Colombia, en especial
con Cúcuta y con la próxima región
de Santander, son particularmente estrechas. Después
de realizar sus primeros estudios en su pueblo
natal y en la ciudad de San Cristóbal,
prosigue su formación en el Colegio Seminario
de Pamplona, Colombia (1872-1873). Pero allí
no se aproxima únicamente a las materias
propias de la disciplina religiosa. Desatiende
la educación formal para iniciarse en el
conocimiento de los postulados del movimiento
liberal colombiano. No sólo examina los
escritos de sus dirigentes más progresistas,
entre ellos el poeta y panfletario José
María Vargas Vila, sino que asiste como
espectador a las concentraciones masivas del partido.
Abandona la carrera eclesiástica para retornar
a San Cristóbal, donde empieza a trabajar
como dependiente de la casa Van Dissel, Thies
y Cía. Sin embargo, pronto comienza a incursionar
en la política.
En 1876 se opone a la candidatura
del general Francisco Alvarado a la presidencia
del estado Táchira. En 1878 trabajaba como
administrador del periódico El Álbum
cuando participó en la toma de San Cristóbal
junto con un grupo de autonomistas que se rehusaban
a someterse a la autoridad del nuevo presidente
del estado. En 1884, un incidente de carácter
personal que lo enfrenta al cura párroco
de Capacho, el padre Juan Ramón Cárdenas,
causa su encarcelamiento en el retén de
San Cristóbal de donde se fuga, a los 6
meses, para refugiarse en Cúcuta. Allí
conoce a su futura esposa, la joven Zoila Rosa
Martínez, doña Zoila, como es recordada
en la historiografía popular venezolana.
En junio de 1886 regresa al Táchira,
acompañando las fuerzas invasoras de los
generales Segundo Prato, Buenaventura Macabeo
Maldonado y Carlos Rangel Garbiras quienes, una
vez más, enarbolan la bandera autonomista
frente a los atropellos del gobernador de la sección
Táchira del gran estado Los Andes, general
Espíritu Santo Morales. Le toca derrotar
al coronel Evaristo Jaimes en Capacho Viejo y
al propio gobernador Morales en Rubio. Ascendido
al grado de general, Cipriano Castro comienza
a destacarse dentro de la política local
del gran estado Los Andes. Según lo refiere
la tradición histórica, es durante
el entierro de Evaristo Jaimes, quien había
muerto en el combate, cuando conoce a Juan Vicente
Gómez, su futuro compadre y compañero
de aventuras.
En 1888, cuando Carlos Rangel Garbiras
es designado presidente del gran estado Los Andes,
Castro accede a la gobernación de la sección
Táchira, posición desde la cual
se hace de una mayor clientela. Su fama sigue
en ascenso cuando, en 1890, se encarga de la Comandancia
de Armas y posteriormente, cuando es electo diputado
por la sección Táchira al Congreso
Nacional. Para la fecha, ya ha forjado estrecha
amistad con Juan Vicente Gómez. La actuación
de Castro en el Parlamento lo da a conocer en
los cenáculos de mayor audiencia nacional
y le permite vincularse al círculo del
entonces presidente Raimundo Andueza Palacio,
de cuya causa continuista se convierte en entusiasta
seguidor. Con el objeto de apoyar de manera efectiva
el proyecto de Andueza, regresa al Táchira
en marzo de 1892. Merced a la colaboración
de Juan Vicente Gómez, Emilio Fernández
y Francisco Antonio Colmenares Pacheco, organiza
un ejército para enfrentarse a la Revolución
Legalista que se ha fomentado en todo el país
contra la política oficial. Realiza entonces
una campaña militar que comienza por la
derrota de 2.000 hombres mandados por Espíritu
Santo Morales y Eliseo Araujo.
Luego de exitosos combates en Palmira
y San Juan de Lagunillas, entra a Mérida
con la intención de marchar hacia Caracas,
pero el avance de Joaquín Crespo contra
las tropas anduecistas, indicativo de una masiva
victoria de la revolución, lo obliga a
abandonar. Marcha al exilio y permanece 7 años
(1892-1899) en la hacienda Los Vados, en las cercanías
de Cúcuta, mientras Juan Vicente Gómez
se establece en una finca vecina. Desde el ostracismo,
contempla la descomposición del liberalismo
tradicional y desarrolla una activa campaña
publicitaria, con el objeto de presentarse como
una opción política ante la crisis
nacional. Ya a mediados de 1898, el partido castrista
se moviliza en todo el Táchira en procura
de mayores apoyos para su líder, cuyo nombre
sugiere para la presidencia del estado.
A medida que aumenta la desestabilización
del nuevo gobierno de Ignacio Andrade, crece el
dinamismo de los partidarios de Castro, que a
la postre se convierten en Comité Revolucionario.
A principios de 1899 se aproxima a Rangel Garbiras,
quien también se encontraba exiliado, buscando
una acción conjunta, pero no se logra el
acuerdo entre ambos hombres. Castro resuelve entonces
organizar un movimiento revolucionario bajo su
comando exclusivo, con la colaboración
de Juan Vicente Gómez, Manuel Antonio Pulido,
Froilán Prato, Emilio Fernández,
Régulo Olivares y Santiago Briceño
Ayesterán, entre otros oficiales de confianza.
Así forja la Revolución Liberal
Restauradora, que comienza con la invasión
del territorio nacional, el 23 de mayo de 1899.
En adelante, Castro realiza una
campaña en la cual destacan los siguientes
hechos armados: Tononó (24.5.1899), Las
Pilas (27.5.1899), El Zumbador (9.6.1899), Cordero
(28.6.1899), Tovar (6.8.1899), Parapara (26.8.1899),
Nirgua (2.9.1899) y Tocuyito (14.9.1899). El presidente
Andrade abandona el país por el incontenible
avance del "Restaurador", quien entra
a Caracas el 22 de octubre de 1899 para convertirse
en primer magistrado hasta diciembre de 1908.
Durante su gobierno se destacan: la Revolución
Libertadora (1901-1903); el bloqueo de las armadas
de Inglaterra, Alemania e Italia a los puertos
venezolanos (diciembre 1902-febrero 1903) que
motivó la célebre proclama "Venezolanos,
la planta insolente del extranjero ha profanado
el sagrado suelo de la patria"; los juicios
contra varias de las empresas extranjeras que
operaban en el país; el movimiento de La
Aclamación (1906) y La Conjura (1907).
En las manos de Castro se liquidan los centros
dispersos de poder político y se prepara
el advenimiento de un gobierno plenamente autoritario.
Pero, a la vez, protagoniza un proceso de deterioro
moral que trastorna la marcha del gobierno, provoca
la escisión entre sus partidarios y origina
fuertes reacciones de gobiernos extranjeros. Debido
a su salud minada por toda clase de excesos, Cipriano
Castro viaja a Europa en noviembre de 1908 con
el objeto de someterse a una riesgosa operación
quirúrgica en Alemania, dejando en el poder
transitoriamente al vicepresidente de la República,
general Juan Vicente Gómez. El mandatario
encargado se aprovecha de las circunstancias para
efectuar un incruento golpe de Estado, el 19 de
diciembre de ese año. Inmediatamente después
de su caída, Cipriano Castro sufre el acoso
de las potencias resentidas por la política
que sostuvo durante 8 años. Los gobiernos
de Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña
y Holanda se coligan con el objeto de impedir
su retorno a Venezuela. De esta manera se consolida
el régimen gomecista, mientras el "peligroso"
viajero deambula sin fortuna por las islas vecinas.
Como carece de apoyos para una invasión
armada, se marcha a Madrid para luego convalecer
de su operación en París y en Santa
Cruz de Tenerife. A fines de 1912 pretende pasar
una temporada en Estados Unidos, pero es apresado
y vejado por las autoridades de inmigración
y obligado a marcharse en términos perentorios
(febrero 1913). Por fin se establece en Santurce,
Puerto Rico (1916), constantemente vigilado por
los agentes enviados por Juan Vicente Gómez.
En 1917 se le aproximan representantes
del Gobierno norteamericano, disgustados por la
neutralidad gomecista durante la Primera Guerra
Mundial, con el objeto de atraerlo para una posible
reacción contra el Gobierno venezolano;
pero el exiliado rehúsa las ofertas de
la Casa Blanca. En la historiografía venezolana,
Cipriano Castro es conocido también bajo
el apodo de El Cabito, traducción del apodo
de le petit caporal con el cual se designaba a
Napoleón, personaje que Castro muchas veces
pretendió emular. El Cabito fue también
el título de una célebre novela
de Pedro María Morantes, Pío Gil
(1909) que satirizó duramente al régimen
de la Restauración Liberal. Muere en Santurce
(Puerto Rico) el 4 de diciembre de 1924.
Sus restos reposaron en el cementerio
de San Juan de Puerto Rico hasta el 25 de mayo
de 1975, cuando fueron repatriados e inhumados
en un mausoleo de su pueblo natal.
Bibliografía:
Castro, Cipriano (CD-ROM).-- En: Diccionario de
Historia de Venezuela. Caracas: Fundación
Polar, 1998.-- ISBN 9806397940.
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