viernes 18 de abril de 2008

MARTORELL DE ILLIA, SILVIA ELVIRA, por el Dr. Eduardo SAGUIER


MARTORELL DE ÍLLIA, Silvia Elvira (1918-1966) La mujer de Íllia rechazó sistemáticamente que la denominaran “señora Presidenta”. Acompañó, en las malas y en las buenas abnegadamente la abnegación sistemática de su marido, Arturo Umberto Illia, con quien se había casado en 1939.


No desdeñó la actividad política, si bien siempre tuvo, deliberadamente, un perfil bajo. Ella también militó en su tiempo, tan modesta como siempre, en Cruz del Eje, en el Comité, o en esa casita regalada por los vecinos del buen médico y gran estadista, esa casa que es un símbolo, en la calle Avellaneda de Cruz del Eje. Esa casa sencilla, que es un permanente reproche a los politicastros ostentosos, que se jactan de sus mansiones obscenamente ofensivas hacia el pueblo que sufre. Alli nacieron y crecieron sus hijos, desde allí salió para ser senador provincial, vicegobernador, diputado nacional y presidente de la Nación don Arturo y con él su familia, Siempre volvieron al pueblo y cada vez que don Arturo finalizó una función, como estaba mas pobre, y era su pasión, retornaba al consultorio, que también era su pasión sobresaliente.


También militó en los tiempos dificiles, duros. Estaba en el Comité, y allí trabajaba como una ciudadana mas, que eso quería ser y lo era con suprema dignidad. Sin duda, cotejó padrones, dobló boletas, pehó sobres, dobló carteles...

Cuando la bestia parda de J.C. Onganía, personaje mezcla de un Francisco Franco no petiso y de adoquín cerebral, atrapó la Argentina, con la complicidad de una parva de sujetos entreguistas, la esposa de Illia estaba muy enferma.


Debió, viajar a Houston, a un centro oncológico, para que se intentara salvar la vida de esa mujer joven y dinámica.


Volvió el 10 de julio de 1966. Sabía a medias lo que había pasado: que la Argentina ya no era más una repùblica, pues una banda se había apoderado de ella.

A las pocas semanas de ese regresó falleció, el 5 de setiembre de ese mismo año de maldición para el país.


Los degenerados que usurpaban el poder no dejaron, ni tan siquiera, que la mujer del gran Presidente fuese enterrada en paz. No tenian paz ni piedad por nadie ni por nada. Dejemos que estos párrafos del gigantesco y muy valioso trabajo del doctor Eduardo Saguier nos recuerden lo que fue el sepelio de la inolvidable correligionaria que fue la esposa de Arturo Illía.
Nos atrevemos a decir que los "k" de ese tiempo se quedaron en sus casas, leyendo "Confirmado" o "Primera Plana". No vaya a ser que los mandones de la época los viesen saludando a Don Arturo acongojado los y los retasen...
Eran tiempos peligrosos para ser radical, radical de verdad...Por entonces no sobraban ni la historia ni las tradiciones. Simplemente se cumplían, se vivían, se practicaban y los cobardes, los cobardes las abandonaban....


Dr. Eduado Saguier-er--Tomo-XVI-cap-1
Capítulo I
Resistencia Radical a la Dictadura en Argentina (1966-68)

En la resistencia a la dictadura de Ongania en Argentina (1966-70), se registraron numerosos acontecimientos en ocasión de efemérides caras a la historia del Radicalismo argentino donde se puso en evidencia la voluntad de combatir a la misma. A continuación hemos recogido algunas de dichas expresiones, que quedaron estampadas en los periódicos de la época.

Incidentes-Efectuóse el sepelio de la señora Silvia E. M. de Illia (La Nación, jueves 8 de septiembre de 1966)

Crecida concurrencia asistió al acto del sepelio de la señora Silvia Martorell de Illia, realizado ayer en la Recoleta.

Cuando en las primeras horas de la tarde, después de una ceremonia religiosa en la iglesia del Pilar y dos discursos ante la tumba de Alvear, en la entrada de la necrópolis, el ataúd cubierto de orquídeas fue depositado en la bóveda de la señora Marcelina Alem de Irigoyen, la gente colmaba la zona del cementerio. En repetidas ocasiones saludó el paso del cortejo con pañuelos en alto y, concluídas las ceremonias fúnebres, cuando el doctor Arturo Illia se retiró del lugar, fue ovacionado al grito de “presidente! ¡presidente!”.

Toda la plana mayor del gobierno del doctor Illia, desde ministros a funcionarios, y desde jefes partidarios hasta numerosos simpatizantes, estuvieron presentes en las ceremonias.

Poco después de retirarse el ex presidente, a la salida de la Recoleta, parte de la gente inició una manifestación que circuló hasta las inmediaciones de Callao y Santa Fé, donde fue dispersada por las fuerzas policiales de un carro de asalto.

Los manifestantes en los primeros momentos calculados en unas trescientas personas, agitaban pañuelos y gritaban estribillos como Illia presidente!, Gobierno civil! Y Militares al cuartel!”.
Entre los manifestantes se vió al yerno del ex presidente Gustavo Soler, y a muchos dirigentes de las organizaciones juveniles de la disuelta UCRP.

El cortejo fúnebre

Una docena de carrozas repletas de ofrendas florales y un coche fúnebre conduciendo el ataúd inició a las 10.40, desde el domicilio del doctor Nicolás Romano, donde fueron velados los restos de la señora de Illia, en Uriburu 1020, la marcha hacia la Recoleta.

Inmediatamente detrás del coche fúnebre se ubicaron el doctor Illia, sus hijos y otros familiares, ex ministros y dirigentes de la UCRP; todos iniciaron la marcha a pie hacia el cementerio, seguidos por un público que colmaba aproximadamente la extensión de dos cuadras. Un patrullero policial y algunos motociclistas encabezaban el cortejo abriéndole camino entre el numeroso público.

Desde las 5 de la mañana la afluencia de gente al lugar del velatorio se había renovado, repitiéndose largas filas para tener acceso al lugar. A las 9 había ya un denso gentío en la zona y el tránsito estaba cortado. A las 9.30 el doctor Illia, acompañado de sus hijos y otros íntimos se dirigió hacia la capilla donde se velaban los restos de su esposa y poco después se clausuraron las puertas del recinto y se procedió a sellar el féretro.

Con dificultades debido a la densidad del público, el cortejo fúnebre tomó por la calle Uriburu y luego por Juncal, Ayacucho, hasta desembocar en la avenida Quintana, frente a la iglesia del Pilar.

La inhumación

Concluidos los discursos, y con las mismas características de confusión, el cortejo se dirigió por la avenida principal de la Recoleta y luego por una de las laterales hasta el frente del mausoleo de Marcelina Alem de Irigoyen. En el mismo, luego de una corta ceremonia, se colocó el féretro de la señora de Illia. A continuación descendieron para despedirlo el Dr. Arturo Illia, sus hijos Emma, Leandro Hipólito y Miguel, y el profesor Ricardo Illia.
Leandro salió del mausoleo con una orquídea, que entregó a su hermana Emma, y luego los dos, junto con el doctor Illia, se dirigieron hacia la salida tomando diferentes calles internas para evitar al público, pero sin poder escapar a numerosos apretujones y empellones de los que al grito de “Presidente”, trataban de estrechar la mano del doctor Illia.

Al llegar el cortejo junto a la salida, los jóvenes comenzaron a saltar y agitar pañuelos blancos al grito de “Gobierno civil”, o “Illia presidente”, mientras algunos trataban de imponer silencio y los menos entonaban el Himno nacional.

Finalmente, una avalancha acercó al doctor Illia a un coche del cortejo, donde entró con sus dos hijos, despedido por aclamaciones.

La manifestación

Al partir el doctor Illia y sus familiares, quedaron en el lugar recibiendo el saludo de los asistentes, los ex integrantes de su gabinete, doctores Palmero, Solá y los hermanos Leopoldo y Facundo Suárez.

Al mismo tiempo, eran ya las 13.30, alrededor de 200 jóvenes que habían asistido al sepelio marcharon en manifestación por la avenida Quintana en dirección a Callao reclamando reimplantación del gobierno de Illia y estribillos como “No nos puede gobernar un gobierno militar”. Al llegar a Callao, dos coches patrulleros cruzaron la manifestación, a la cabeza de la cual aparecía el doctor Gustavo Soler, yerno del doctor Illia, pero también el resultado fue negativo. En Las Heras, con otro carro de asalto, logróse dividir a los manifestantes en dos grupos. El más reducido y exaltado siguió por Callao hacia Santa Fe, quebrando el vidrio de un camión estacionado chapa 771.351, y profiriendo insultos contra la policía. En la esquina de Callao y Santa Fé, de este grupo se destacó un joven rubio, de barba recortada, y que luego de insultar a los policías desde corta distancia, mientras agitaba un pañuelo rojo, fue detenido.

Al obligarlo a ascender a un camión de la Guardia de Infantería, que se encontraba en el lugar, el joven propinó una trompada en la cara al oficial que realizó la detención, lanzando el casco del mismo a regular distancia. Al mismo tiempo, con singular encarnizamiento, repartió puntapiés y trompis en la cara de los servidores del orden que se encontraban en el interior del vehículo. Estos respondieron con sus bastones, y luego se procedió a lanzar una bomba lacrimógena para dispersar a los que se encontraban en el lugar.
Detenciones

La jefatura de Policía informó que el joven detenido en el incidente se llama Eduardo Ricardo Saguier, argentino, de 23 años, soltero, estudiante, y que además fue detenido Rodolfo Bancalari, argentino, de 40 años, soltero, empleado.
Fuente: La Nación, jueves 8 de septiembre de 1966

Lo subrayado lo ha sido por Enrique Pereira y la fotografía del gran Presidente y su esposa fue obtenido de un sitio del doctor Matías Bailone. (1)
El correligionario Sr. Jorge Gurruchaga, generosa y espotáneamente mente nos ha remiido la siguiente aclaración, que contribuye a ajustar a historia, y que mucho agradecemos:
----- Original Message -----
From: Jorge S. Gurruchaga
To: epereira@ucr.org.ar
Sent: Tuesday, November 04, 2008 12:51 PM
Subject: Comentarios
Leyendo un artículo en la página de la UCR donde se hace referencia al velatorio y sepelio de la Sra. de Illia, quiero mencionar que el velatorio se llevó a cabo en una casa de la familia Romano sita en la calle Uriburu entre Marcelo T. de Alvear y Av. Santa Fe ofrecida al presidente Illia por sus propietarios, vinculados muy estrechamente con la UCR (Nicolás y Francisco Romano, entre otros). Además, cuando se nombra a los hijos del doctor Arturo U. Illia se comete un error en el de Martín, no es Miguel. Cordialmente Jorge S. Gurruchaga

MÍGUEZ, JOSÉ SEGUNDO, por Enrique Pereira


MIGUEZ, Escr. José Segundo (1890-1950) Dirigente entrerriano de dilatada trayectoria. En 1943 fue presidente del Comité Departamental de Gualeguay, siendo también presidente del Congreso Provincial, delegado al Comité Nacional y a la Convención Nacional, etc.

Por tres períodos fue concejal de Gualeguay, departamento al que representó en el Senado entrerriano en el período 1935/39. Nuevamente elegido en 1943 no pudo asumir debido al golpe militar de junio de ese año.

Integró diversas instutuciones de su departamento, entre ellas la Sociedad de Fomento de la Educaci´ñon, la Asociacón Avícola, y también trabajó con denuedo en el gremialismo de su profesión, teniendo a su cargo la Comisión de Legislación del Colegio de Escribanos.

En 1946 fue candidato a vicegobernador en la fórmula partidaria encabezada por don Fermín J. Garay.

El destacado dirigente falleció, trs una larga enfermedad el sábado 17 de agosto de 1950, siendo su sepelio una honda demostración de pesar.
La fotografía del escribano Míguez fue escaneada de una vieja "mariposa" de propganda del año 1945/46, facilitada por el convencional constituyente Fabián D. Rogel.

PACINI DE ALVEAR, REGINA, por Enrique Pereira


PACINI DE ALVEAR, Regina (1871-1965) Esposa del presidente doctor Marcelo T. de Alvear, nacida en portugal, doña Regina se integró rápidamente al país y se involucró en diversas actividades de clara solidaridad. En 1946 fue designada Presidenta Honoraria de la Comisión Femenina de la Unión Cívica Radical.

Al producirse la escisión del frondicismo, se mantuvo en el sector ortodoxo de la Unión Civica Radical.

Como es de público conocimiento Regina Paccini, hasta su casamiento con Alvear había sido una cantante de ópera de fama internacional.

A su incansable gestión se debe la creación de la Casa del Teatro.

La noticia del posible casamiento de Marcelo de Alvear con una cantante, por otra parte absolutamente virtuosa y de una acendrada práctica católica, provocó la grotesca ira de cientos de personajes de la supuesta aristocracia argentina, que hasta tuvieron la desfachatez de enviarle una comunicación a Europa, sugiérendole que la famosa artista no era la persona indicada para ser su esposa.

Es de imaginarse la indiganción del enamorado dirigente radical ante semejante discriminatoria y estúpida torpeza. Por ciero que es de lamentar que no se conozcan los nombres de los atrevidos y entrometidos “nobles”.
Marcelo de Alvear la siguió a Regina, que siempre viajaba con su madre, por medio mundo, hasta que se casaron, prácticamente a escondidas, en Portugal el 29 de abril de 1907. La provinciana “clase alta” porteña, que presumía de comopolita y abierta, se tuvo que tragar la rabia y aprender algo de la inteligencia y solidaridad de Doña Regina, que fue un ejemplo de entereza y valentía ante los altibajos que la suerte y los déspotas le depararon al país y a su marido.

Al fallecer Don Marcelo en 1942 su viuda se dedicó, entre otras actividades a ordenar pacientemente el el vasto archivo del ex Presidente, gran demócrata y uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical.

Es de hacer notar que buena parte de la Casa del Teatro fue levantada con el peculio de los Alvear. Ellos no procuraban enriquecerse desde el poder. En realidad, pareciera que se hubiesen empeñado en hacer todo lo contrario.

Doña Regina Pacini habíoa nacido en Lisboa el 5 de enero de 1871 y falleció, a los noventa y cuatro años, el 18 de setiembre de 1965 en su modesto domicilio de Don Torcuato, provincia de Buenos Aires, lugar de peregrinación para gran número de sus correligionarios, entre ellos el gran presidente argentino doctor Arturo Illia y su vicepresidente Carlos H. Perette,...