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29 marzo, 2007

gonzalo arango



La locura del poder

Esta mañana , sin razón alguna, me sentí candidato a la presidencia de la República.
El día era bello, soleado, las flores henchían el aire con un tumulto de perfumes.
El color de los cerros espejeaba sobre la ciudad, verde-luz-de-esperanza.
Era, para decirlo simplemente, uno de esos días amables en que todo puede suceder: desde ganarse una lotería sin comprarla, hasta ser candidato presidencial.
Los astros me eran propicios.
Aunque me sentía feliz no pude soportar el tremendo peso que la vida descarga sobre las espaldas de los elegidos: ¡la responsabilidad del Poder!
Fui al baño con el fin de mirarme al espejo a ver qué tal me sentaba la gloria.
Debo reconocer, humildemente, que me luce.
Pasé una hora, o tal vez dos, ensayando gestos frente al espejo, actitudes trascendentales de esas que llaman "históricas".
Pasaba con enorme elasticidad de la depresión al éxtasis, del júbilo al abatimiento, de la pose despreocupada a la del pensador profundo.
Tomé la cosa tan en serio que olvidé completamente el espejo, el baño, y quién era yo. Entonces asumí mi papel de candidato ante los ejércitos de partidarios que en ese momento desfilaban ante la tribuna jurando fidelidad hasta la victoria o hasta la muerte, ¡oh embriaguez del Poder!
Aquello fabuloso evocaba el heroísmo homérico, la apoteosis de un Dios, el tributo que rinden los pueblos a los inmortales.
Transportado a las alturas del hombre endiosado por el mito, levanté las manos como hacen las reinas de belleza, y formando con dos dedos una invencible V de victoria, juré ante las masas pan y paraíso, glorioso emblema del partido.
El júbilo de corazones hambrientos estalló atronador y ascendió alo cielo eclipsando el azul.
Faltaron nubes al infinito para cabalgar sobre los ecos de la Revolución, plegarias del pueblo a los dioses crueles del Poder.
Pero el poder es un honor que cuesta, y sobre todo fatiga. Me sentía al borde de mis fuerzas.
Para cerrar con broche de bronce la epopeya de mi ascenso al solio, cerré el puño en furioso ademán de líder y lo agité violentamente en el aire electrizado de protestas…
Entonces sucedió algo extraordinario, sublime. Mi rostro presidencial, completamente ensangrentado, se hizo astillas en el espejo.
Mis compatriotas aterrorizados ante el drama histórico que se desarrollaba en ese momento me metieron apresuradamente en una ambulancia y me llevaron al manicomio, donde escribo esta fábula.



Escuche al Profeta Gonzalo
Arango.

20 julio, 2005

gonzalo arango entrevista a x-504



EL PERSONAJE

Pago con la cabeza al que le saque un reportaje al poeta nadaísta X-504. Es muy posible que este sea el primero y el último de su vida. Por eso lo que dijo tiene un carácter de algo definitivo, de testamento "para la inmortalidad".
Pienso que lo único que se parece a X-504 es un ombligo. Pues, ¿qué hay de más solitario en el mundo que un ombligo? Me imagino que Dios. Pero Dios no es de este mundo. Quiero decir, este poeta es la suma de la soledad. Si él soñara en una Tierra Prometida, su sueño sería, estoy seguro, una isla desierta.
No hace de la soledad un mérito, ninguna ostentación, ni siquiera una desgracia. En él es lo más espontáneo de su naturaleza. Su soledad es natural como un terremoto, simple como el huracán y la guerra. La acepta sin desgarramientos, sin el peso de un castigo o de una cruz. No es un valor del alma, sino una fuerza del instinto.
Por eso mismo considero una hazaña vulnerar la intimidad de este hombre que vigila su soledad como una ciudadela, y la defiende por igual contra los intrusos y los amigos. Y también porque es el único de los escritores nadaístas que no busca la fama ni la fulguración de su nombre. Está pleno de sí mismo, de sus valores humanos y poéticos, y su imaginación le basta para sentir y presentir las consecuencias de su aventura espiritual.
Si la fama tiene interés en X-504, tendrá que ir a buscarlo a su retiro, en la soledad de su agujero. El no se desespera. Vive como si la eternidad tuviera tiempo de esperarlo mientras él se dedica a vivir.
La primera vez que le propuse este reportaje me dijo entre indiferente y despectivo que no le interesaba. Yo sabía que era cierto su desinterés, pero insistí. La segunda vez apelé a la vieja y gloriosa amistad que nos une (tan vieja que ya casi vamos a cumplir las bodas de plata), y le dije que este reportaje era algo así como un homenaje de despedida. Me confesó que no le interesaban "los homenajes", que para despedirnos bastaba con un tinto, o simplemente decirnos adiós. Estuve a punto de ser vencido por las razones de su nobleza, pero insistí por última vez. Entonces hice chantaje y le dije toda la verdad: "Poeta, es necesario hacer este maldito reportaje porque no tengo con qué pagar el arriendo". Puso cara de entierro y dijo de mala gana:
"Bueno, esa sí es una razón "de peso". Ya que no hay más remedio hagamos tu maldito reportaje, pero te advierto que yo no sé hacer frases inteligentes como tu".
Yo le dije: "De eso no te preocupes, nosotros haremos lo posible, y el Espíritu Santo hará el resto".
Si fracasamos, querido poeta, no es culpa nuestra, sino de la Santísima Trinidad por pasársela politiqueando, inspirando a los candidatos del Frente de Transformación Nacional y al doctor Lleras Camargo, para que salven a Colombia del comunismo y del general Rojas Pinilla.
De X-504 se dice que es el mejor poeta de nuestra generación nadaísta (con perdón de los otros mejores). Es silencioso como un secreto; misterioso como una cita de amor; solitario y profundo como un río profundo. Su seudónimo de placa de carro se debe a su desprecio por la popularidad, y también para que su patrón no lo echara del puesto al enterarse de que era poeta, y además nadaísta. Eso fue lo que me dijo. Pero yo creo que la causa de ese seudónimo es por otra razón: es para ocultar su verdadero nombre de cacharrero antioqueño: don Jaime Jaramillo Escobar. Con razón. Yo pregunto: ¿ustedes leerían a Shakespeare si se llamara Misael Vélez? Yo, ni de vaina.
Pero volvamos a X-504. Este poeta andino fue expulsado de todos los colegios donde quiso graduarse de imbécil. Al fin se convenció que era más indeseable que un taco de dinamita, y también más peligroso, y se cansó de ser inteligente.
Es el más raro de todos los nadaístas, pues trabaja ocho horas al día, cobra quincena, le paga impuestos al Estado religiosamente; tiene cédula, libreta militar, un certificado falso de buena conducta y los otros papeles de identidad. Nunca lo han metido en la cárcel porque es muy metódico y ordenado; por fuera no tiene cara de sospechoso, ni de apache, ni siquiera de nadaísta, pues se hace motilar todos los sábados, lee la revista Cromos en la peluquería como cualquier parroquiano que se respete; paga el arriendo (también religiosamente) el último día de mes, y hasta comete la decencia de girar cheques con fondos. El mismo se embola todas las mañanas antes de salir para el trabajo, y a las 8 en punto marca su tarjeta y le da los buenos días al patrón. Almuerza en lóbregos restaurantes para clase media donde no corra peligro de encontrarse con intelectuales, ni con poetas que tengan el desayuno envolatado. De las mesas siempre elige para sentarse la que está en el rincón. No habla mientras come, pero tampoco es glotón. Se diría que come de mala gana, para echarle combustible a la máquina. No fuma, no bebe, no asiste a fiestas de intelectuales ni de sociedad. Su vida es, en todo, la de un anacoreta, salvo pequeñas aventurillas eróticas que cumple, no digamos arrojado en los hornos de la pasión, sino para estar a paz y salvo con la naturaleza. Pues hasta en esto del sexo él paga sus "deudas" religiosamente. De noche, a la hora en que se encienden los neones, sale de su oficina como cualquier gerente antioqueño con un cartapacio de cuero lleno de papeles y de problemas para resolver en la casa. No se crea que cobra horas extras. Es que tiene un sentido católico y antioqueño del deber. Yo siempre le reprochaba su ascetismo y su laboriosidad como un par de virtudes imbéciles. Pero él era indomable. Peor para él. Nunca pide que le suban el sueldo, de eso se encargan sus jefes. El día menos pensado, si antes no lo destituyen del puesto "por raro", es el jefe de todo, y ha concentrado en sus manos los poderes claves de la empresa donde trabaja, y se vuelve el dictador del orden y la eficiencia. Sus subalternos lo admiran y le temen a la vez como a un ídolo tenebroso y bondadoso, aunque yo creo que en estas cosas del deber es más cerebral que tierno. ¡Qué tipo! En el trabajo nunca ríe. En la oficina, a toda hora, tiene cara de mala noticia. No es déspota, pero tampoco perdona. En el fondo, es un moralista. Podría ser, perfectamente, el presidente de la Inquisición del siglo XX. Pero no para mandar a la silla eléctrica a las víctimas, sino a los verdugos. Estoy seguro que firmaría sin ningún escrúpulo la pena capital contra todos los canallas de nuestra civilización, y me reservo el derecho de señalarlos, pero ustedes saben quiénes son, empezando en las estepas rusas y terminando en las praderas de California, etc...
Olvidaba decir que X-504 al ser expulsado del colegio Juan de Dios Uribe de Andes, se hizo pasar por conservador, y obtuvo el nombramiento de inspector de policía de Altamira, un corregimiento antioqueño. Era la época de la violencia. Ejerció su mandato con un éxito desastroso, pues a pesar de tener revólver, no mató a nadie. Pero escribió un libro: Poeta con revólver.
Sindicado de comunista porque no mataba a los liberales, fue acusado por los devotos del Corazón de Jesús por ateo, y destituido por un decreto fulminante.
De fracaso en fracaso nuestro buen sheriff sobrevivió a sus rebeliones hasta que hace siete años encontró el nadaísmo y un puesto directivo, como a él le gusta, en el arte y la locura de nuestra generación. Aunque el nadaísmo no ofrece dividendos sino pérdidas, allí ejerce su bella poesía tenebrosa como un profeta del trópico, como un santo apocalíptico.
Hasta hace poco, el poeta X-504 era un directivo de la editorial Tercer Mundo donde se ganaba un platal. Pidió ocho días de descanso para ir al mar. Sus compañeros nadaístas de la Costa lo invitaron a Barranquilla y pasó feliz. Regresó a Bogotá para renunciar a los miles de pesos y a sus responsabilidades en Tercer Mundo. Publicó un clasificado en los periódicos para vender sus chécheres; me regaló una calavera que nadie le quiso comprar, y se marchó a Barranquilla a fundar sus cuarteles de verano. Al sol de hoy debe andar por las calles de la ciudad costeña con sus viejos bluejeans, una camisa azul-marino con una gaviota volando en su pecho; yendo a matinée doble en teatros al aire libre con negritos que le dirán "seño"; el alma ligera y el corazón feliz de no tener empleo, haciendo y amando como le da la gana, cuando le da la gana, y no pensando, pero locamente feliz.
Querido Poe X-504: recuerda nuestro frío, este cielo de ceniza y ruega por nosotros los intelectuales. Amén.

EL REPORTAJE



Poeta X-504; defínase
Soy un cínico
¿Qué importancia tiene en su vida la soledad?
Para mí no hay mejor compañía que la de Jaime Jaramillo Escobar.
¿Cree que la poesía lo llevará a alguna parte? ¿A dónde?
La gloria me importa un pito; mi triunfo va por otro camino.
¿Qué camino?
Yo, solo, compitiendo conmigo mismo. Yo, solo, porque Dios murió en una tragedia de Shakespeare disfrazado de mujer. Fue la venganza de Shakespeare. Pero Shakespeare también murió, está en el infierno: fue la venganza de Dios.
Poeta ¿es que usted cree en el infierno?
Sí, el infierno existe: es la venganza que cada uno quiere ejercer sobre los demás.
¿Cuáles son sus relaciones religiosas con Dios?
Dios existe, pero yo también existo. Parodiando a Coccioli, es muy fácil existir siendo Dios, pero es mucho más difícil y por consiguiente de más mérito, no siendo Dios, existir.
¿Qué ha hecho el nadaísmo por su vida?
El nadaísmo no cambiará al mundo, pero sí me cambiará a mí. Es imposible pedir más.
¿Qué ha hecho usted por el nadaísmo?
Hice de la poesía un crimen perfecto. ¿Le parece poco?
Poeta X-504: ¿cuál es el secreto de su estilo? ¿Cómo escribe sus poemas?
El secreto de mi estilo no tiene ningún secreto, pero está en que escribo desnudo; un hombre desnudo es sincero y vulnerable. En cambio el poeta que escribe vestido deja de ser puro, se vuelve un literato.
¿Cuál es, sinceramente, su mayor defecto?
Mis defectos nunca son míos, sino de los demás
¿Qué piensa de los críticos?
Yo no creo en los críticos. Si un poema mío es bueno o malo, eso no lo dice la gente, lo digo yo.
Poe, si usted "por desgracia" tuviera un hijo, ¿qué le gustaría que fuera?
No tengo ningún interés en hacer hijos; es mi acto de protesta contra la humanidad.
¿Qué significa el amor en su vida y en su obra?
Nada. El amor es para las mujeres y para los poetas.
¿No le gustaría, por ejemplo, tener una aventura amorosa con Brigitte Bardot?
No, me daría miedo, la belleza de esa mujer es aterradora. Y además, mi concepto de la estética me impide juntar dos cuerpos que no sean igualmente bellos.
¿Llegaría al extremo de cometer por alguna razón, un crimen pasional?
Sí. Pues lo que más necesita una persona es otra persona, aunque sea para asesinarla. Incluso, se puede poner en eso mucha ternura. De todos modos, el placer no está en matar, sino en el refinamiento.
Después del crimen vendría el castigo. ¿Qué diría para defenderse?
Después del crimen me pondrán preso, poco después me juzgarán, me llevarán a una sala en donde previamente se habrán reunido. El juez dirá lo que tiene que decir, y cuando el jurado de conciencia aplauda, apagarán las luces de la sala para que brille la justicia. Entonces, todos quedarán asombrados con los últimos adelantos de la General Electric...
¿Cómo torturaría a la persona que más odia?
No odio a nadie, porque "odiar es sufrir", y el sufrimiento -como dijo Durrel en Justine- además de ser una enfermedad, es también una manifestación aguda de autoimportancia. En realidad, la pregunta debiera ser: ¿cómo torturar a la persona que más ama?
Está bien. ¿Cómo la torturaría?
Primero que todo -para ser absurdamente lógico- tendría que enamorarme, y luego sí inventar un nuevo sistema de tortura, pues los que ya conozco me parecen ridículos e insuficientes para torturar al ser amado.
Poeta, cite la frase que le hubiera gustado escribir y que más ha influido en su pensamiento.
"La bestia más obscena, la más cobarde, la más feroz: la bestia humana" (Sartre).
¿Cuál ha sido el autor más negativo, el que más lo ha perjudicado?
Indudablemente, San Francisco de Asís. Cada día es más peligroso ser bueno. Hoy, el que no hace el mal, le toca recibirlo.
¿Dispararía un fusil para defender valores como la justicia y la paz?
No, de ningún modo. La única manera de lograr la justicia y la paz sería que nadie disparara un arma para defenderlas.
¿Sacrificaría su vida por lo que llaman "un ideal"?
No sacrifico mi vida por nada.
¿Por qué razón llegaría a suicidarse?
Uno nunca se suicida por razones, sino por sinrazones. Pero confieso que para suicidarse hay que ser orgulloso. Los humildes nunca se suicidan.
Eso quiere decir, entonces, ¿que usted es humilde, modesto?
Para mí la modestia es complejo de inferioridad, y yo no me siento inferior, ni tengo complejos...
Poeta, su timidez es la más famosa de la literatura colombiana. Todos los amigos se quejan de eso, hasta los nadaístas.
Peor para los nadaístas. Además, ¿cuáles amigos? Yo casi no tengo amigos. El que tiene muchos amigos es porque está al nivel de muchos. En cuanto a que soy tímido, no lo niego, pero en mí no se trata de un complejo. Es que yo llamo timidez al respeto por los demás, y desde este punto de vista me parece conveniente ser un poco tímido.
¿En qué lugar del mundo quisiera ser enterrado?
En el mar
Poeta X-504: escriba desde ya un epitafio para su tumba.
"Aquí vive Jaime Jaramillo Escobar."
¿Qué consejo le hubiera dado a Camilo Torres, antes de su muerte?
Que ruegue por nosotros...
¿Cuál sería para usted el Once Mandamiento?
¡No matar!
Poeta, si mañana estallara la guerra atómica, ¿qué haría hoy?
No hacer reportajes

Revista cromos Nº 2538 Bogota 23 de Mayo de 1966



01 diciembre, 2004

gonzalo arango: terrible 13 manifiesto nadaísta (fragmento)



Desde nuestra aparición nadaísta en el infierno de la sociedad colombiana, ha crecido una rosada ola de maldad en los espíritus. Una oscuridad terrible se cierne sobre nuestros corazones que encarnan el peligro de un nuevo amor hacia la historia.
A temprana edad conocimos el gusto de la grandeza y de la fama, y sin pedirle permiso a los oráculos nos erigimos en los profetas del mal y de la destrucción.
Hemos gozado de la admiración frenética de la juventud, que ve en nosotros la encarnación de un oscuro heroísmo.
Hemos desertado nuestros amores, credos, fanatismos, esperanzas, recuerdos y felicidades, no por otros idealismos, sino a cambio de nada, o por una oceánica indiferencia.
Consideramos que era ya demasiado tarde para luchar, triunfar, pensar, amar, trascender y ser formales como seminaristas, porque vivimos tiempos de terror y muerte, y las estrellas del cielo han sido sustituidas por temibles signos anunciadores de guerras atómicas y aniquilaciones terrestres.
Nos convencimos que la vida era breve y que no había tiempo sino de vivir y no complicarnos con las causas de los humanistas y los redentores.
Entonces legitimamos una vez más el sentimiento de que era el hombre la pasión y el centro del universo, y consagramos nuestra vida a rendirnos una adoración limitante con la idolatría.
A partir de esta reivindicación de nuestras prodigiosas desilusiones, hemos emborrachado nuestros cuerpos hasta la locura...
hemos crucificado nuestros sexos en las caderas de lolitas y proxenetas...
hemos viajado en alguna dirección huyendo de nosotros mismos, sin rumbo, sin destino, porque el hombre no tiene sino sus dos pies, sus zapatos rotos, y un camino que no conduce a ninguna parte...
hemos ido a reposar en los pinares nocturnos fuera de la ciudad agobiados por la angustia, la soledad y el aburrimiento...
hemos hecho fogatas en la oscuridad, y asado en las brasas un recuerdo de amor, o un pedazo de ternera...
nos hemos amado sin pasión bajo el fuego trepidante de las locomotoras, porque lo que verdaderamente amábamos no era digno de nosotros...
nos hemos desvestido bajo el foco de bujías glaciales de luz y mirado nuestro sexo como un gusanito triste...
nos masturbamos con sadismo y brutalidad y a ese acto solitario consagramos un amor puro y esquizofrénico...
hemos dormido en nuestros cuartos tristes como en las oscuridades del topo, sin importarnos que el mundo sigue girando movido por un misterioso mecanismo...
hemos bailado danzas locas con negras sudorosas bajo el resplandor de las antorchas en la selva, o bajo biliosas bujías de prostíbulo...
hemos alabado a los pederastas que se besan a la luz del sol desafiando los sexos y el rubor de los policías que guardan la moral pública...
hemos hecho conspiraciones con el hampa para que realicen impunemente sus violaciones, sus incendios, sus genocidios, sus profanaciones, sus asesinatos y sus hurtos...
hemos convidado a los garitos a nuestras amistades reputadas para que los desplumen los tahúres con barajas marcadas, y luego hemos repartido las ganancias...
hemos destruido los lamparios del templo en la oscuridad límite del alba para esquivar la mirada iracunda de los dioses dormidos...
hemos robado en el comercio lo que necesitaba el apetito y apedreamos las vitrinas inaccesibles a nuestro deseo...
hemos asaltado en la noche a un transeúnte para conocer el rostro del miedo y luego lo pusimos en libertad. Nos hemos burlado de su miedo y del orín que destilaba por el pantalón ante la amenaza metafísica de nuestros puñales niquelados cortantes como chispas de hielo...
hemos blasfemado en el silencio para que retumbe la voz en los nidos de los rascacielos y golpee con furia las ventanas de las habitaciones donde se reza o se copula...
hemos escarbado los basureros como gatos famélicos en busca de la suciedad humana y nos ha parecido que el hombre es el animal más puerco de la zoología...
hemos fumado colillas de cigarrillos en los escupideros de los teatros, prefiriendo los de boquilla y los nimbados de colorete...
hemos hecho mixturas de sustancias viscosas y hemos transubstanciado el alcohol en una loca explosión de vértigos...
hemos bebido tragos acerados que quemarían los cinco estómagos de la vaca, y derretirían las entrañas poderosas del buitre...
hemos alucinado el espíritu con drogas y mescalinas para que sucumba la razón y flote el subconsciente tenebroso legendariamente oprimido...
hemos engañado a las amantes con votos de fidelidad, pero las traicionamos con rameras que nos aseguran bajo juramento de honor las cruces de la sífilis, y una maravillosa colección de blenorragias. En sus lechos podridos gozamos del amor impuro y de las enfermedades...
nos hemos cansado de amar en lechos católicos y en lechos mercenarios, y en el colmo del hastío ensayamos el odio y la indiferencia sádica hacia los sexos. hemos elegido en cambio las vulvas de las ranas o el sexo hiriente de las lechuzas por parecernos de sexualidad más idealista...
hemos prometido la desesperación y la muerte, porque la felicidad y la vida son heredad común de los idiotas y de los cocheros...
creemos enormemente en la santidad del crimen y hemos crucificado en altares de sangre a nuestras vírgenes para que regresen Atila, Nerón, Eróstrato, Judas y todos los asesinos de la historia... hemos deseado instaurar un gobierno que sea superior en crueldad a todas las tiranías criminales...
hemos deseado que sucumban los débiles, los justos, los desheredados, los puros de corazón y los imbéciles...
hemos añorado en calidad de hombres libres el retorno implacable de la inquisición, de las persecuciones y de las pestes mortíferas que han azotado a la humanidad para que el espíritu sea ungido por la sangre y el sufrimiento...
nos hemos orinado en los asfaltos calientes para ver ascender el humo en forma de plegaria hasta cielos de creencias contradictorias...
dejamos de creer en los dioses vencidos por la máquina para revertir nuestro ateísmo militante en la adoración de las locomotoras y los cohetes de velocidades supersónicas y ultraluminosas...
hemos comulgado, orado sin fe, profanado y blasfemado para desafiar la indignación de los dioses y para que lo divino penetre nuestra carne miserable así sea a través del rayo o del remordimiento...
hemos padecido la miseria con un odio a muerte por el Capital, pero no trabajamos porque el trabajo es atentatorio contra la poesía y contra la dignidad humana...
hemos comido migajas de pan negro y bebido aguas sucias en las alcantarillas para defender el ocio contra el trabajo y la inutilidad de toda acción. Pero también nos hemos hartado de menúes europeos en los "night clubs" con el producto de nuestras actividades anormales...
nos hemos bebido, comido, fumado y acostada a la burguesía que ve en nosotros la continuación de los valores aristocráticos, pero nos burlamos de su admiración y de paso nos vomitamos en sus floreros y en la bóveda azul de sus retretes...
hemos abdicado los últimos gramos de amor a cambio de una nota de jazz que reviente en nuestros oídos como la trompeta del juicio final...
hemos identificado las profecías del apocalipsis con la guerra atómica, y nos lamentamos con la cobardía de nuestros jefes de Estado que no se deciden a matarnos...
somos partidarios de las guerras termonucleares y de las armas radioactivas, y estamos políticamente de parte de la potencia que quiera destruirnos y estallarnos como una bomba de jabón en un día pálido de la primavera...
hemos dudado de toda fe, de toda verdad revelada y heredada, no creemos en nada, ni siquiera en nosotros, pero hemos ratificado la bondad de nuestros instintos insaciables, y la confusión maravillosa de la esperanza...
hemos conservado la sangre fría ante las desgracias innumerables de nuestro tiempo...
hemos predicado la necesidad del suicidio y regalamos la receta de nuestros venenos letales. Festejamos la muerte de esas víctimas que sucumben ante la evidencia de nuestras predicaciones malignas, y nos regocijamos porque no despertarán nunca más en la eternidad...
hemos hecho el amor en sitios prohibidos para prolongar el espasmo y los sacudimientos ante el peligro, y nos han encarcelado por aplicar la estética en el erotismo. Porque nos hemos amado bajo los vientres chispeantes de las locomotoras, en los confesionarios, las tumbas putrefactas, los sanitarios públicos, los ascensores, las terrazas celestes, los anfiteatros con los muertos, y bajo los semáforos que iluminan nuestros cuerpos semidesnudos en la semioscuridad acechada por los serenos y las sirenas de los altos hornos industriales...
hemos destruido ídolos de barro y plomo por el solo placer de destruir y renegar de las tradiciones, de los santos de los héroes...
hemos hecho una literatura alucinada convocando las inmundicias, las libertades, las dudas, los furores y las iniquidades, y nos hemos escandalizado con el poder de nuestro genio negativo...
Somos de una raza nueva que santifica el placer y los instintos, y libra al hombre de los opios de la razón y de los idealismos trascendentes...
Todo lo que tenemos para ofrecerle a la juventud es la locura, pues es necesario enloquecernos antes de que llegue la guerra atómica. El hombre será aniquilado por el hombre. La humanidad borrará en un segundo la historia infame que escribió en un millón de años. Nosotros nos apresuramos a saludar regocijados su desaparición, y nos vomitamos jubilosamente en su inútil historia de miles de siglos. Estamos asqueados, y nos negamos a sobrevivir en esa ilustre inmundicia...
El sol nace siempre según su eterna costumbre sobre la cima de las cordilleras, pero nunca lo vemos porque nos levantamos cuando estalla con los últimos arreboles de alba eléctrica de la nueva noche.
Estamos aterrados de nuestra maldad y solicitamos al Estado que abra para nosotros los manicomios, los presidios y los reformatorios, porque somos geniales, locos y peligrosos, y no encontramos otros sitios más decentes para vivir en la sociedad contemporánea.
Todavía ustedes los moralistas, los racionalistas y los estetas se estarán preguntando: "Y más allá del horizonte de la locura ¿cuál es realmente el fin del nadaísmo?" Y nosotros diremos: "El Nadaísmo no tiene fin, pues si tuviera fin ya se habría terminado. Nosotros nos contentamos con progresar devotamente hacia la locura y el suicidio. Hacemos el mal, porque el bien no sienta a nuestro heroísmo".

Ilustración: Carlos Besoain

Página dedicada al poeta Gonzalo Arango ACÁ

10 agosto, 2004

Gonzalo Arango: La conciencia del Nadaísmo


El nadaísmo surge en Colombia con la fuerza devastadora de volcán en erupción. Gonzalo Arango, Jotamario y Humberto Navarro -sus principales ejecutores- derriban las musas acarameladas de complacientes transeúntes literarios. A su paso caen los mitos, inauguran el desorden para instaurar el orden.
Eran absolutamente antisociales, irreverentes, solapadamente canallas, adoran lo repudiable, ensalzan lo ruin, coronan al sifilítico y se van por la vida dando patadas a los cinco continentes: eran jóvenes, veloces y audaces, el desenfado, el vituperio y la rabia por la sociedad establecida llegaba hasta los límites inciertos de la sinrazón.
La década del 60 en Colombia, queda marcada por la influencia de este grupo de violadores de los usos y las "buenas costumbres". Gonzalo Arango, fundador y una de las principales voces del dadaísmo decía: "no dejar una fe intacta, ni un ídolo en su sitio". En base a un estilo demoledor y centelleante, impactos publicitarios y venganzas a la luz de la luna, se fueron haciendo un lugar fantasmagórico en las letras de su país. Esta corriente que comienza en 1958 y termina en 1971, aplasta de un violento golpe las primorosas y empaquetadas virginidades literarias.

INMACULADA DECEPCION ofrece a sus lectores un texto escogido de El Profeta, Gonzalo Arango.

Elegía a "Desquite"

Si, nada más que una rosa, pero de sangre. Y bien roja como a él le gustaba; roja, liberal y asesina. Porque él era un malhechor, un poeta de la muerte. Hacía del crimen una de las bellas artes. Mataba, se desquitaba, lo mataron. Se llamaba "Desquite". De tanto huir había olvidado su verdadero nombre. O de tanto matar había terminado por odiarlo.
Lo mataron porque era un bandido y tenía que morir. Merecía morir sin duda, pero no más que los bandidos del poder.
Al ver en los diarios su cadáver acribillado, uno descubría en su rostro cierta decencia, una autenticidad, la del perfecto bandido: flaco, nervioso, alucinado, un místico del terror. O sea, la dignidad de un bandolero. Pero lo era con toda el alma, con toda la ferocidad de su alma enigmática, de su satanismo devastador.
Con un ideal, esa fuerza tenebrosa invertida en el crimen, se habría podido encarnar en un lider al estilo Bolívar, Zapata o Fidel Castro.
Sin ningún ideal, no pudo ser sino un asesino que mataba por matar. Pero este bandido tenía cara de no serlo. Quiero decir, había un hálito de pulcritud en su cadáver, de limpieza. No dudo que tal vez bajo otro cielo que no fuera el siniestro cielo de su patria, este bandolero habría podido ser un misionero, o un autentico revolucionario.
Siempre me pareció trágico el destino de ciertos hombres que equivocaron su camino, que perdieron la posibilidad de dirigir la Historia, o su propio Destino.
"Desquite" era uno de ésos: era uno de los colombianos que más valía: 160 mil pesos. Otros no se venden tan caro, se entregan por un voto. "Desquite" no se vendió. Lo que valía lo pagaron después de muerto, al delator. Esa fiera no cabía en ninguna jaula. Su odio era irracional, ateo, fiero, y como fiera tenía que morir; acorralado.
Aún después de muerto, los soldados temieron acercárcele por miedo a su fantasma. Su leyenda roja lo había hecho temible, invencible.
No me interesa la versión que de este hombre dieron los comandos militarse. Lo que me interesa de él es la imagen que hay detrás del espejo, la que yacía oculta en el fondo oscuro y enigmático de su biología.
¿Quién era en verdad?
Su filosofía, por llamarla así, eran la violencia y la muerte. Me habría gustado preguntarle en qué escuela se la enseñaron. El habría dicho: yo no tuve escuela, la aprendí en la violencia a los 17 años. Allá hice mis primeras letras, mejor dicho mis primeras armas.
Con razón…se había hecho guerrillero siendo casi un niño. No para matar sino para que no lo mataran, para defender su derecho a vivir, que, en su tiempo, era la única causa que quedaba por defender en Colombia: la vida.
En adelante, este hombre, o mejor, este niño, no tendrá más ley que el asesinato. Su patria, su gobierno, lo despojan, lo vuelven asesino, le dan una psicología de asesino. Seguirá matando hasta el fin, porque es lo único que sabe: matar para vivir (no vivir para matar). Solo le enseñaron esta lección amarga y mortal, y la hará una filosofía aplicable a todos los actos de su existencia. El terror ha devenido su naturaleza, y todos sabemos que no es fácil luchar contra el Destino. El crimen fue su conocimiento, en adelante sólo podrá pensar en términos de sangre.
Yo, un poeta, en las mismas circunstancias de opresión, miseria, miedo y persecución, también habría sido un bandolero. Creo que hoy me llamaría "General Exterminio".
Por eso le hago esta elegía a "Desquite", porque con las mismas posibilidades que yo tuve, él se habría podido llamar Gonzalo Arango, y ser un poeta con la dignidad que confiere Rimbaud a la poesía: la mano que maneja la pluma vale tanto como la que conduce el arado. Pero la vida es a veces asesina.
¿Estoy contento de que lo hayan matado?
Si.
Y también estoy muy triste.
Porque vivió la vida que no merecía, porque vivió muriendo, errante y aterrado, despreciándolo todo y despreciándose a sí mismo, pues no hay crimen más grande que el desprecio de uno mismo.
Dentro de su extraña y delictiva filosofía, este hombre no reconocía más culpa, ni más remordimiento que el de dejarse matar por su enemigo: toda la sociedad.
¿Tendrá alguna relación con él aquello de que la libertad es el terror?
Un poco sí. Pero, ¿era culpable realmente? Si, porque era libre de elegir el asesinato y lo eligió. Pero también era inocente en la medida en que el asesinato lo eligió a él.
Por eso, en uno de los ocho agujeros que abalearon el cuerpo del bandido, deposito mi rosa de sangre. Uno de esos disparos mató a un inocente que no tuvo la posibilidad de serlo. Los otros siete mataron al asesino que fue.
¿Qué le dirá a Dios este bandido?
Nada que Dios no sepa: que los hombres no matan porque nacieron asesinos, sino que son asesinos porque la sociedad en que nacieron les negó el derecho de ser hombres.
Menos mal que Desquite no irá al infierno, pues él ya purgo sus culpas en el infierno sin esperanzas de su patria.
Pero tampoco irá al cielo, porque su ideal de salvación fue inhumano y descargó sus odios eligiendo las víctimas entre inocentes.
Entonces, ¿adónde irá Desquite?
Pues a la tierra que manchó con su sangre y la de sus víctimas. La tierra, que no es vengativa, lo cubrirá de cieno, silencio y olvido.
Los campesinos y los pájaros podrán ahora dormir sin zozobra. El hombre que erraba por las montañas como un condenado, ya no existe.
Los soldados que lo mataron en cumplimiento del deber le capturaron su arma en cuya culata se leía una inscripción grabada con filo de puñal. Sólo decía: "Esta es mi vida".
Nunca la vida fue tan mortal para un hombre.
Yo pregunto sobre su tumba cavada en la montaña: ¿No habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?
Si Colombia no puede responder a esta pregunta, entonces profetizo una desgracia: Desquite resucitará, y la tierra se volverá a regar de sangre, dolor y lágrimas.


gonzalo arango

santificado sea tu nombre por este instante
y por todos los otros que vendrán junto
al inhóspito ulular del melodrama cotidiano,
que puede llegar a ser violento, dulce o suicida.

te doy las gracias por besar la lápida sin asco
y con cierto dejo de breve orgullo,
poco me importa que hayas renunciado a tu santidad
en aras de follarte una quimera inconclusa;
tampoco me importa tus diatribas iconoclastas
o si fuiste un muchacho bien de vida mal,
pero por ti conocí el agradable sabor de la derrota
y a ese medellín sangriento de viejas calles insomnes.

padre nuestro que estás donde estás;
ruega por ti, por nosotros y por los que ya no están,
y te doy nuevamente las gracias por vivir, respirar,
y festejar junto a ti, la vivencia de la belleza
en su decrepitud; venga a nosotros tu reino.

hugo vera miranda

03 junio, 2004

GONZALO ARANGO ENVIA SU TESTAMENTO A LA INMACULADA DECEPCION

TESTAMENTO

DECLARO solemnemente que no escribo para la Inmortalidad. Escribo modestamente para esta vida y para los que viven aqu�, y ahora.Deseo una gloria que me alcance en mi carne y en este instante, no después. Escribo a velocidades de planeta, a contra reloj contra la muerte. Deseo conquistar mi vida como única finalidad del arte. A esta conquista sacrifico gustosamente la pureza, la perfección y toda idea de Absoluto. Por toda gloria
busco la plenitud de los sentidos, el éxtasis de mi cuerpo en otro cuerpo. No pretendo ser clásico al estilo de los estilistas que sacrifican una aventura por una metáfora. Yo , en cambio, lo dejo todo, desde Adán hasta Marx, por meterme a un filme de vaqueros con mi amante. En eso me distingo de la raza bastarda de los intelectuales.

Confieso a la manada de truhanes que se interesan por estas cosas del Esp�ritu, que no me interesa perdurar en los manuales de literatura para estudiantes de retórica. Mis libros no tienen ese aroma que santifica las almas e ilumina los claustros sombr�os de la virtud.

No dejo nada ejemplarizante para retornar al buen camino a los extraviados, pues yo soy la negación de todo camino. Y si por azar queda algún testimonio en este sentido, es porque yo mismo, por encontrar un camino, me extraviéen la ausencia de caminos.

No tengo nada que enseñar en los internados de monjas y de curas donde la moral acoraza a la juventud contra los goces naturales de la vida.

Me niego a ser fosilizado, maquillado y momificado en un pénsum como Gloria Nacional,Apelo a mi desprecio por la cultura para que no se inscriba mi nombre en textos escolares para luego ser babeado por maestros de urbanidad y buen decir. Al diablo con esos burros presumidos que apestan a pederastia de monasterio, a espiritualismo de sacrist�a, a sobaco sudado, nicotina, alcanfor de castidad, y los mil hedores pestilentes del racionalismo cristiano.

Exijo el honor de que me borren de la memoria de las futuras generaciones. Pido para m� la gloria de ser un maldito, un proscrito, un excomulgado de toda moral, de toda estética, de toda esperanza. ¡Que mi gloria me la den en la cama!

Quiero ser olvidado definitivamente, fervientemente; o en caso contrario, odiado con pasión, como un remordimiento que roe la noble causa del Esp�ritu humano. No deseo sobrevivir a mi propio horror, y al desprecio que me inspiró el Humanismo y la sensibler�a utilitaria y futbolera del siglo 20.

Exijo el derecho de elegir para mi memoria la ingratitud de la posteridad, puesto que antes de morir ya habré sido ingrato con este mundo.

Aspiro a ser como escritor el Arquitecto de la Destrucción. Instalado en mi trono planificaré el caos, la ruptura del orden, la desesperanza inminente, el aniquilamiento total, el triunfo de la desesperanza.

No pretendo ser benefactor ni creador de nada con el sucio barro de que están hecha la Humanidad y sus utensilios. Reclamo, a cambio de mi inutilidad, silencio para mi tumba, desprecio y horror para mis huesos culpables.

No dejo descendencia f�sica ni patrimonio moral para ser devorado por la rapiña insaciable de los roedores del alma. Mi destino me concierne a mi solamente, y me hundo con él por dignidad y por indiferencia.

Asumo con orgullo mis maldiciones y mis desdenes. No repart� pan a los miserables, ni fe a los dudosos, ni consuelo a los dolientes. Ejerc� una rara caridad repartiendo asco a los puros y desdicha a los infelices. Contagié la desesperación como una peste sagrada, pues tal misión me fue encomendada por el
Demonio para preparar el advenimiento del Imperio de la Ignominia.
Fui irrelevante y eficaz en mi tarea de proclamar el desastre, el terror, la ausencia de sentido, y por cumplir la voluntad satánica fui condecorado con las rosas de la lujuria y la locura.
Que mi lápida sea la de un monstruo. De todos modos ya estaré podrido antes de ser olvidado. No necesito una piadosa inmortalidad para mis gusanos. Ellos impondrán un silencio reverente que se parezca al asco, y harán vomitar a los
compasivos y a los tiernos de corazón.

No se asomen a mi tumba, granujas, no peregrinen sobre mi cadáver. Mi apelación al olvido es cuestión de dignidad estética. Sobre todo no babearse, no moquear, no orar, no mear sobre mi tumba, nada de ofrenda floral: no es manera de venerar
al trágico y al guerrero.

Mi gloria sólo puede ser celebrada con el canto, la danza, la org�a, la embriaguez, las formidables fornicaciones en forma de himnos como yo las celebraba con espléndidas mujeres en los cementerios metropolitanos, cuando era morboso y eleg�aco.

Ah, recuerdo los orgasmos contra las losas fúnebres, las paredes de las tumbas temblaban; gritaba de un placer tan bruto que los muertos aterrados se sacud�an el polvo creyendo que el Juicio Final tocaba a sus puertas, y que mis éxtasis eran el trompeteo alegre de la Redención. ¡Pobres almas sin cuerpo! En su impotencia suplicaban cambiar su Eternidad por 5 minutos de vida con mi amada, como antes se promet�an en el lecho Oh amada m�a, por entre tu carne palparé tus huesos para reconocerte el D�a de la Resurrección.Y as� iba a olvidar mi agonismo bajo los sauces fúnebres. Allá recordaba que el arte no justifica ser eterno, que lo que justifica la inmortalidad es esta vida.

Que mi gloria sea viril fue siempre lo que quise en este mundo. Después, la literatura, lo mismo que mi alma, que se las lleve el Diablo, si a ése le placen tales porquer�as.

Amén.