jueves 30 de marzo de 2006

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LA PREGUNTA

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Cuando mi hijo tenía 5 años -ahora tiene 9- me preguntó: "Papá quién era Pinochet". Bueno… (carraspera), era un tipo militar, que aliado con otras personas, civiles y otros militares, cuando te digo civiles era que no eran militares (a los chicos hay que explicarles todo, paso a paso ¡¡huff!), que un día dijo: "estoy cansado de este mal gobierno y YO voy a ser el salvador de LA PATRIA. Entonces… (una palabra que figura muchas veces en cualquier cuento infantil), habló con su gente, civiles y militares, y les dijo: "Yo estoy cansado de este mal gobierno, ustedes ¿qué opinan?". "Nosotros también", dijeron los que lo escuchaban. Entonces agarró aviones, tanques, soldados y metralletas y fue a sacar al Presidente. Los aviones bombardeaban el palacio de gobierno, los tanques bombardeaban el palacio de gobierno y las metralletas bombardeaban el palacio de gobierno y sacaron al Presidente. Propiciaron; en verdad le dije, "hicieron hacer que el Presidente se matara". A estos chicos hay que explicarles todo. Porque sino, no entienden. Después -le dije- tomaron preso a mucha gente, a mucha gente mataron, a otros se los llevaron a una isla, a otros lo botaban al mar, a otros lo mandaban a lejanos países, a otros lo hacían desaparecer, a otros le cortaban la garganta, a otros lo encerraban en el Estadio Nacional, a otros lo metían preso en un buque. No dejaban salir de las casas después de la siete de la tarde, prohibían alguna música, prohibían algunos libros. Incluso acá en Natales quemaron libros en la plaza pública.
Termino de decir esto y mi hijo comienza a reírse frenéticamente, se tiende en el sofá y no para de reírse, ríe y ríe. Entonces… me dice. "Que buen chiste papá, estuviste genial, es el mejor cuento que me has contado, es lo que tú dices: Lo más importante es la imaginación".

sábado 25 de marzo de 2006

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Los chicos en las casas

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Queda casi nada de aquel tiempo en que la juventud se tomaba la calle, la escuela, los talleres, las plazas, la universidad y el estandarte. La juventud estaba con los obreros, con los jubilados, junto a sus padres reclamando el sobre miserable que pagaba el patrón, reclamando siempre reclamando las injusticias de un país injusto. Los chicos eran baluarte, díscolos e insumisos, no dejaban pasar una de más. Se levantaban al menor requerimiento de la sociedad. No eran acomodaticios. No lucraban con la pena y la desdicha. Estaban inmediatamente dispuestos a inmolarse por una causa justa. Si ellos consideraban que la injusticia estaba lejana, también la sentían suya. Podían caminar desde Valparaíso a Santiago gritando consignas: Ho Chi Min, Ho Chi Min lucharemos hasta el fin. Podían dar su sangre por el lejano Viet-Nam. Era el reservorio del anhelo incumplido. Colocaban el pecho, el sentimiento y las ganas en vislumbrar un futuro mejor. Un futuro mejor en donde el mastodonte ingrese a prisión. Nada se le escapaba. Eran veloces, auténticos, gigantes. Después, llegó la noche negra. Un mediocre militarcillo arruinó a un país ya arruinado, y los chicos estuvieron ahí. Algunos se inmolaron. Otros fueron masacrados. Confinados a una lejana isla. Expatriados. Asesinados. Pero los chicos no se rindieron. Presentaron batalla. Con piedras, poemas, con descaro. Combatieron. En gran parte debido a ellos se recuperó la democracia. Creo que debido a ellos se recuperó la democracia. Llegaron los viejos. Los señores políticos, la mejor definición que en su vida dijo el dictador-ladrón de Pinochet, y tomaron el control del país. La restauración de la democracia. Se apropiaron de frases hechas y de un cielo que siempre le fue lejano. Mejor dicho, de un cielo en donde se podrían hacer buenos negocios. Los chicos a estudiar. Los obreros a trabajar. Y los ingenieros comerciales a comerciar. 

Y continua la modorra. Leyes injustas. Nadie sabe quién es el Ministro del Trabajo. No tiene importancia. El 90% de los escolares no sabe cómo se llama el Ministro de Educación. Los chicos en la casa. Los viejos, siempre viejos,ocupando cargos en el Gobierno. Todos sabemos que un viejo puede perfectamente tener treinta años. O veinte. Es que ellos nacieron viejos. Es que esta democracia es vieja. Con vicios viejos. Con injusticias viejas. Con dádivas viejas.
Mientras tanto, los chicos en las casas. ¿Hasta cuándo?

miércoles 22 de marzo de 2006

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Raigambre Popular

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- Oye, bueno dime... cómo haces tú para que la gente te crea, porque yo a ti no te creo. Dime.
- Nada compadre, hablo solamente, y lo hago bien. Años en la política me dan el impulso y carisma necesario para que la gente me crea. Mi condición de funcionario público y mis ansias de servicio a la comunidad avalan ciertamente mi condición de líder innato y mi raigambre ante la gente, porque yo ahora no voy a hablar de pueblo ¿cachai?, sino que de la gente. Nunca jamás hago prácticas reñidas con la moral revolucionaria, por eso siempre me presento ante el ampliado de mi Partido ¿cachai? Y le confiero un carácter progresista y único ante cada demanda que la gente me da en su calidad de demandantes del sistema democrático en que estamos envueltos ¿cachai?.
- Pero me ha tocado observar que en la vida cotidiana a ti no te gustan los judíos, los negros ni los tipos que caminan con las manos en los bolsillos.
- Esa es otra cuestión compadre, no mezclemos las peras con los limones. Mi vida íntima es mi vida íntima. Eso pertenece completamente a la esfera privada ¿cachai?. Los miembros de mi Partido eso lo saben, a veces hacemos mofa de aquello. Acá lo importante es lo que yo realizo en aras de un mayor bienestar para la gente. - Al final, no tengo por qué explicarte nada. Tu eres un pendejo que escribes puras huevadas y yo a ti no te digo nada. Chao, que te corto.
- Pi, pi, pi, pi, pi.

martes 14 de marzo de 2006

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La espera

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Dos semanas frenéticas de tensa espera. Ya a un vecino mío le había tocado. Claro que pensé en eso. No lo voy a negar. Sabía que en ocasiones similares la danza de los mediocres se torna insoportable. También sabía que ese no era mi caso. Entonces esperé. Dos semanas arrolladoras. Los nervios alterados. La fluoxetina me entregaba un vago efecto. Poco a poco fui aumentando la dosis. ¡Maldito teléfono! ¿Es que nadie llama? Solo a veces, un vendedor, un amigo, la cuenta de Entel, una chica, otra chica.
¡Corta rápido por favor!, Llámame más tarde, La otra semana, corta. Y así, día tras día. Era insoportable. Es que ustedes no se imaginan. Recuerdo que a mi vecino le tocó cuando estaba en Europa disfrutando de sus vacaciones. Creo que la noticia lo sorprendió en el Museo del Prado. No recuerdo bien, ¿o fue en Turín? Yo estaba en mi casa y esperaba, esperaba hasta las dos de la mañana, me levantaba a las seis y esperaba. Nada. Absolutamente nada. Esperaba. Claro, ustedes no se complican, solo les importa su trabajo, pasar el mes, el año. La verdad que yo no los entiendo a ustedes. No los entiendo. Seguramente no saben esperar. Yo sí, yo sabía. Nada. Nadie de allá llama. ¡Oh Dios!
Hasta que llegó el día en que nadie llamó. Me enteré por los diarios. Fue horrible. Me quería morir. Ocurrió.
No fui nombrado Gobernador de Última Esperanza. Seguiré esperando. Con la esperanza que me nombren Embajador en la Unesco, Agregado Cultural en Birmania o Asesor de lo que sea. Yo sé esperar. Esperar.

miércoles 8 de marzo de 2006

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Tommy

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Ese chico se las trae. Tommy desde el anonimato te ofrece de inmediato un puñal y un verso de Verlaine. Flaco, desgarbado y con una pinta de último pirata arrojado a la costa. Tiene pocas cosas que ofrecer. Una cita de Kierkegaard. Un poema de Teillier. Una corrección al último Diccionario de la Lengua Española. Para los detentadores de la eficacia, evidentemente que aquello es poca cosa. ¡Vaya que poca cosa! Tommy es Tommy. El borracho más señorial de la población Las Vertientes de Punta Arenas. Terror de las chicas que visten en Versace. Poca gente es amiga de Tommy. Tommy es amigo de Tommy, y también de dos o tres palurdos que nunca metieron un gol. Es que Tommy es complicado. Considera que las estrellas son absurdas. Que las ballenas no debieran existir. Que la noche es una prisión celeste. Tommy te sorprende a cada instante con un verso olvidado. Se emociona fácilmente con el infeliz que acaba de ingresar a prisión por un crimen deleznable. Sufre por el desdichado que acaba de matar a su mujer. Se retuerce de dolor por la mujer que acaba de morir en manos de su amante. El vuelo de la mariposa lo trastorna. El discurso de la de los políticos lo hace vomitar. Piensa que todos los borrachos se van al cielo. Eso puede resultar raro ya que él no cree en el cielo ni en Los Jaivas. Tommy sabe que Punta Arenas no se merece a un Tommy, es la ciudad en la cual pernocta. Le cuesta mucho disimular su talento. Debe hacerlo. El sabe que sabe. Sabe que es el mejor porque sabe que no es el mejor. Y eso siempre es terrible. Un día llegó a mi casa traído por el viento. Se tomó una cerveza, un whisky, un ron cola, una botella de menta, otra cerveza, un cognac, un vino, un pisco sour y más cerveza. Mientras tanto iba poco a poco desgranando La Divina Comedia. Es un orfebre calificado, con un pedazo de nada puede fácilmente hacerte una joya. Viste un viejo abrigo de cotelé color verde. En cualquiera ese viejo abrigo es un viejo abrigo. En Tommy resulta un frac, un atuendo de gala. Aparenta ser un vagabundo en un paisito en donde muchos aparentan ser subsecretarios. Posee un arsenal constante de citas de milenarios autores. Alejado de la sociedad de los que saben, vive con su madre a quien adora. Al igual que un tipo llamado Einstein, tuvo problemas para terminar sus estudios. Al igual que un tipo llamado Cristo, se inmola día a día en busca de dos o tres justos, que sepan escuchar la voz del Mesías. Un día lo trajo el viento. Un día el viento lo llevará. No necesita más. Se acabo el tiempo de la sabiduría. Ahora hablan los diletantes de la nada. Ahora es el tiempo de las jóvenes y gloriosas mujeres que acaparan puestos en el gobierno. Nadie reparará en un tipo que viste un viejo abrigo de cotelé color verde, que adora a su madre y que al igual que Einstein, tuvo problemas para terminar sus estudios.

martes 7 de marzo de 2006

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El ojo de la papa

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Doña Rosa Martínez es una mujer de las de antes. No me pregunten cómo eran las mujeres de antes. No sabría responderlo exactamente. Pero Rosa Martínez es una de ellas. Trabajadora, abnegada, mantiene su casa, mantiene a un flaco perezoso, vende prietas, vende milcaos, vende reitimientos, vende todo lo que se le cruza por delante. Encuentra un diente de ballena, ella lo vende. Le regalan un cuero de zorro, ella lo vende. Compra y venta es su vida. Debe hacerlo. Está en su derecho. Como buena chilota de vieja data, también mantiene sus ancestrales creencias; cree en la fiura, el trauco y la pincoya. Pero la semana pasada me demostró una imaginación a toda prueba. Ya se la quisiera García Márquez. Me vino a comprar papas para sus benditos milcaos.

-Tiene papas de su quinta.
-Sí Doña Rosa.
-Quisiera llevar 7 kilos.
-Como no, estas son las mejores papas del mundo.
-Eso ya lo sé, cada vez salen más ricas.
-Así es Doña Rosa.
-Y son papitas con ojos azules.
-¿Cómo con ojos azules Doña Rosa?
-Claro, con ojos azules.
-No entiendo.
-Se acuerda de esa mujer que a veces atendía el negocio y que tenía los ojos azules. De repente desapareció, de un día para otro, de esto hará unos dos años, yo a veces pienso que: ¿No estará enterrada en su quinta? No se enoje, mire que es una broma nomás. ¿Cuánto es?
-$2100.
-Gracias. Hasta luego.
-Hasta luego Doña Rosa.

viernes 3 de marzo de 2006

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Chendo

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Trabajar en un almacén parece la cosa más fácil del mundo. Parece como no trabajar. Esperar que venga el cliente, atenderlo y ¡ya! Luego viene otro, y otro y otro. Nada tan fácil como eso.Debes hacer eso durante 14 horas. De 9 a 11 de la noche. La cosa se complica un poco cuando además tienes un hijo de 8 años que va a la escuela. Ese hijo de 8 años entra a clase a las 8 de la mañana. Por lo tanto tienes que levantarte a las 7. Vestirlo, bañarlo, acicalarlo, darle desayuno y despedirlo. Como eres papá soltero, ocupas una hora, de 8 a 9 en lavarle su ropa. Se abre el almacén a las nueve y comienza el jaleo. Llegan vendedores, compradores, Testigos de Jehová, vendedores de rifas, gente que pregunta la hora, una vecina que quiere fiado medio kilo de chorizos. Mientras tú lees a Borges, entra un señor que necesita $200 en zanahorias. Te preparas para el almuerzo. Debes cocinar. Mientras tanto sigues atendiendo el almacén. Cocinas y sigues atendiendo el almacén. Atiendes el almacén y cocinas. ¡Hoy tenemos Bife a la Portuguesa! Terminas con la comida cuando llega tu hijo. Desvestirlo, cambiarlo de ropa. Darle su comida. Comer. Mientras sigues atendiendo el almacén. Luego hacer las tareas con tu hijo. Seguir leyendo a Borges. Atendiendo el almacén. Zapallo, helados, bebidas, cigarrillos, papas, caramelos. Preparar un post para el Milodón. Un post para la Inmaculada. Jugar con tu hijo. Atendiendo el almacén. Salir a pagar las cuentas del teléfono, el gas, el agua, la luz. Volver. Seguir atendiendo el almacén. Jugar con el hijo. Preparar la cena. Ver las noticias. Seguir atendiendo el almacén. Acostar al hijo, contarle cuentos y seguir atendiendo el almacén. Contestar los correos. Escribir un par de poemas. Ordenar la mercadería. Poner al día los libros del almacén. Colocar en la mochila del hijo los cuadernos que necesitará el día siguiente. Avanzar siete páginas del libro de Borges. Ya son las once de la noche y debes cerrar. Sales a la calle a colocar los postigos y dar por terminado el día. En ese momento es cuando pasa Chendo Silva, que vive acá a la vuelta. Borracho, todo el día tomando, el holgazán más holgazán del pueblo. Y te dice: "vago de mierda".

jueves 2 de marzo de 2006

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Quiero que sepas

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Que mis padres me abandonaron de niño. Que a los siete años tuve amigdalitis, fue terrible, uno de los dolores más intensos de mi vida. Creo que nada se compara con eso. Tres semanas en cama después de la operación. Un carro tirado por caballos me aplastó la pierna a los diez. Mi abuela me dijo que: "para otra vez tenga más cuidado". Jugando al fútbol tuve esguince y yeso; tres semanas con la pierna derecha inmovilizada. Fatal. A los 17 le rompí la nariz a un matón de la otra cuadra. 8 días preso en la cárcel vieja de Puerto Natales. A los 23 me casé, me separé y las dos cosas fueron bestiales. No quiero hablar de ello. Me niego hablar sobre ello. Sufrí. Tres veces tuve accidentes de automóvil. Dos veces tuve gonorrea, también un almacén de ladillas. A los treinta me tomaron preso por espía en Río Gallegos. Un mes en la cárcel. El juez, Federico Pinto Kramer -anti-chileno a ultranza- descubrió que era espía en el momento exacto en que había problemas limítrofes. Llegó el momento en que me quedé sin dinero y amigos. O sin amigos ni dinero. Me enfermé. Tuve escalofríos. La pasé mal. Quise matarme. Me sentí solo. Preparé una soga. Fui cobarde. Fui tonto. Tú lo sabes. Te hablo de las cosas malas de mi vida. Porque también la pasé bien. ¡Vaya que bien! Te hablo de mis desastres. De mi infierno. Te hablo de cosas que tú nunca imaginaste. Que yo nunca te conté. Nadie confiesa cárcel, gonorreas ni ladillas. Todos somos limpios, nuestra vida es sencilla y los buenos se van al cielo. Pero ahora quiero hablarte de mi desastre más completo. Aquello que nunca te dije. Aquello por lo cual aún sigo sufriendo. Quiero que lo sepas. Este es un momento confesional y quiero que lo entiendas. Se que eres inteligente y necesito tu atención. El desastre más completo es; el haberte conocido. Ese ha sido mi karma y mi desdicha. Espero no tener que verte en mil temporadas. ¡Infierno Negro!

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