el 5 de julio
de 1951
la cigüeña
me trajo de
París.
maldita
puta
cigüeña
deberías
haberme
dejado
allí.
jueves 24 de agosto de 2006
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La cigüeña que vino de París |
martes 8 de agosto de 2006
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Adiós a Estella Díaz Varín (1926-2006) |
Por Aristóteles España
Una de las grandes escritoras de Chile y Latinoamérica, construyó una escritura en los límites del lenguaje y la vida, nos propuso una estética de la cotidianidad con la fuerza de las grandes artistas, sus palabras estaban llenas de orillas e imágenes de pájaros que inundaban el mundo con sus graznidos de ausencia. Así era ella, transformaba la realidad para hacerla más digna de ser gozada.
Alone la comparó con Vicente Huidobro; Enrique Lihn decía que era una de las pocas artistas con voz propia en nuestro país; Pablo de Rohka consideraba que era la Estrella (como su nombre) de la literatura chilena después de la mitad del siglo XX. Compartió la bohemia de los años 50 en Il Bosco, y otros espacios de la época, en recitales memorables en el Parque Forestal junto a Pablo Neruda, Francisco Coloane, Carlos Droguet, el mítico Chico Molina, Luis Oyarzún, Jorge Millas, Martín Cerda, Luis Sánchez Latorre.
Por nuestra parte, la conocimos a fines de los años 70 en casa de la poeta y fotógrafa Leonora Vicuña. Celebramos el cumpleaños de alguien. Estaba Jorge Teillier, Germán Arestizábal, José María Memet, Ramón Díaz Eterovic, Alvaro Ruiz, Verónica Poblete, Bárbara Martinoiya, Rolando Cárdenas, y otros fantasmas amigos de la época. Allí nos contó de su vida en Santiago, de cómo a los 16 años le escribió un poema al Traidor González Videla, al igual que Neruda. "A los 16 años uno se equivoca, me dijo", mientras bailábamos una polka y brindamos por una amistad que se prolongó hasta el día de su muerte. Habíamos leído "Razón de mi ser"( 1949); "Sinfonía del hombre fósil"(1953); Tiempo, medida imaginaria (1959), libros fundamentales pero absolutamente desconocidos.
Le gustaba recitar "Los motivos del lobo", de Rubén Darío, ciertos versos de "Las Flores del Mal" de Baudelaire y solía inventar poemas de autores inexistentes con los cuales se burlaba de sus auditorios. Dura Stella, le decíamos y ella se reía como una niña grande que hace maldades.
Nos propuso una estética de la fuerza contra la adversidad. Nadie como ella la vivió en carne propia. Ignorada por su partido, por academias y círculos literarios fue, sin duda, la más grande de todas. Admirada, arrogante, estuvo ajena al poder y la gloria. Pudo haber sido Agregada Cultural de nuestro país en cualquier rincón de la tierra, pero su actitud crítica, mordaz, llena de entusiasmo y sabiduría le impidieron muchos honores de parte de las instituciones del Estado de su propio país. Sin embargo, fue reconocida por sus pares, y este jueves 15 de junio fue homenajeada por los artistas chilenos. Nunca habíamos visto a tanto poeta junto nos dijo una escritora amiga. Discursos de la Sociedad de Escritores de Chile, lecturas de amigas y amigos, actores, músicos, titiriteros, niños poetas, cineastas, escritores de la más diversa animalidad y especie se dieron cita para darle la despedida final. Su legado será eterno. Habrá que solicitarle a las autoridades construír una plaza con su nombre o tal vez un parque donde puedan llegar los jóvenes -quienes más la lloraron- a leer sus versos, a enamorarse en primavera con sus textos de "Los dones previsibles" donde habla de la nostalgia como ríos azules que se dibujan en los ojos del cielo. Los autores cubanos la incluyeron en su Colección de Clásicos de nuestra lengua; publicada en Argentina, EEUU, Perú, Colombia, aquí en nuestra Patria Feliz del Edén, recibió, como todos los grandes artistas, como Gabriela Mistral, el Pago de Chile. Su obra se encuentra en el portal de "www. google.com".
SANTIAGO, JUNIO 15 DE 2006
sábado 22 de julio de 2006
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Poesía en Magallanes |
A toda hora y a cada instante la Patagonia nos brinda su cuota de surrealismo instantáneo. Si metemos en una coctelera un encuentro de poetas en Puerto Natales, una rubia argentina, 3 medidas de Raúl Zurita, una pizca de maletín, un árbol torcido, un gringo slowly y a Madonna cantando "la isla bonita", obtendremos un post redondito.
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miércoles 31 de mayo de 2006
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natales |
la vaca de mi tía manuela
puerto natales no debiera llamarse puerto natales
sino carreta, trompo, pelota número cinco, trencito a bories;
cierta vez viajando en el colectivo 60 en buenos aires
sentí el olor de la vaca que ordeñaba mi tía manuela,
aquella noche vería bailar a julio bocca en el colón
y de acompañantes el establo, la vaca y mi tía manuela.
otra vez en el tortoni escuchando recitar a borges
se produjo el mismo fenómeno y entonces pensé que yo
nunca salí de mi pueblo, de mi barrio, de mi infancia,
que si yo aterrizo en viena, parís o amsterdam
seguiré siendo un campesino, que si alguna vez ingresé
al incierto desamparo de la poesía fue por la ventana,
por puro molestar; que si alguna vez estuve
en el balcón de la casa rosada fue por extravagancia
pueblerina y eso se me nota, yo soy la tía manuela,
también soy la vaca de la tía manuela.
por eso, para no ofender las narices citadinas
o la nariz de alguna golfa respingada, para poder
entrar al cine a ver alguna de bergman, o para visitar
alguna tenebrosa oficina pública me pongo colonia,
de la mejor, pero indudablemente se me nota;
por eso llevaré para siempre esta historia,
mi historia, la de ser un campesino,
llevaré para siempre este olor, el olor de bosta
de la vaca de mi infancia, y el de haber nacido
en un pueblo que debió llamarse
carreta, trompo, pelota número cinco, trencito a bories.
una mañana en puerto natales
íbamos con mi novia al puerto,
íbamos con mi novia a comprar pescado,
al puerto,
de improviso el cielo estalla,
una bandada de gorriones
se posa delicadamente sobre la nieve;
la nieve del puerto.
me alejé de mi novia,
el pescado se olvidó de mí
y eché a volar con los gorriones.
mensaje a débora en pinar del río
salgo a navegar con mi alma pirata
en mares indómitos de alcohol
dulces putas infectadas de melancolía
vienen a mi encuentro,
la noche sangra en la letanía de un perro
y un tiburón lleno de flores
se encuentra varado en mi abdomen,
en lo alto la cruz del sur
abajo el cementerio; el polvo de los huesos
se funde con el polvo de los caminos,
los turistas trepan a los cerros
cantandocantando
verybonitonatalesyesyes.
a través del insobornable espejo
vemos pasar la velocidad del minuto
nos desprendemos del disfraz
y el espanto de las arrugas
horroriza nuestra conciencia;
llevamos en la frente los crímenes
que por lamentables descuidos
no hemos cometido.
¿a dónde ir con nuestro esqueleto?
el gusano perfectible sabe,
en el truco de la vida
él siempre tiene el as de espadas.
ella era una reina y se llamaba gabriela
la conocí en tres pasos en un año de frágil memoria
alta, de ojos verdes y pétrea como diosa secular,
traía de equipaje el árido norte en la mirada
un bolso de eterna emigrante y dos o tres libros
bajo el brazo, su hechizo fue instantáneo
y al borde de la colina hicimos el amor.
en mi mente siempre está el recuerdo
de aquella antigua muchacha que llegaba del norte
y que amé en tres pasos sobre la colina, en donde
me dijo que para nosotros no habría término ni olvido,
por eso escribo este poema, para ella, la mejor de todas,
ella que era una reina y se llamaba gabriela.
natales
vivo en natales en donde las putas ¡enhorabuena!
son más respetadas que el señor gobernador,
donde mi profesora aún después de cuarenta años
sigue sorprendiéndome con el brío de su ignorancia,
vivo en un pueblo que navega a la deriva
con timoneles 4 x 4 que no conocen el color de la dicha
el sabor de la derrota ni el gusto del desánimo,
alguna vez llegaré a un preacuerdo con este pueblo
de groseros militantes de la inercia inequívoca
en donde el paisaje es lo único que cambia;
en donde la personalidad más destacada es el cura párroco,
en donde un amigo es quien te hiere menos.
algún día llegaré a un acuerdo con este pueblo
que siempre me tuvo en el banco de reservas.
seguramente el acuerdo tendrá que ver con el olvido
y la premura de alejarnos definitivamente.
llegará el momento en que no derramaré una lágrima
desde el balcón gris de mi soledad.
es duro vivir en el incierto girar de natales
en donde cíclicamente se desarrolla el eterno
reality show del duende, el organillero
y la pelirroja que se escapó con el tragasable.
alguna vez podré escribirte algo mejor natales,
mientras tanto no me sale nada más que esto;
palabras, palabras, palabras que se las lleva el viento austral
y que habrá de retornar cual brisa fresca del reencuentro
a instalarse de nuevo en nuestros corazones.
natales vos sabés que a pesar de esto y de todo
yo te quiero, y nunca olvides lo que un día
me dijiste frente al mar "...yo también te quiero".
lejos de natales I
el partir nunca es un acto solitario,
cuando la sombra del viajero se mece
en la luna de otros lares
va con él la dispersa memoria
de aquello que dejó en su camino,
un amor de furia de los mares
el surcado rostro de la madre ausente
dos o tres promesas que no se cumplieron
y en el recuerdo, el mar, el viento, las montañas.
el partir nunca es un acto solitario,
le sigue a su partida el viento inexorable,
el recuerdo de aquel difuso bar
donde entre dimes y diretes se bebe a sorbos
el brebaje incierto del desamparo,
el aroma de los pinos de la plaza principal,
la imagen del orgulloso dorotea
y de la lancha que ingresa a la bahía.
el partir nunca es un acto solitario,
se parte, es cierto que se parte
pero también se queda,
se queda en la retina de los que no partieron
en las calles tantas veces recorridas
en la impaciente espera de los viejos afectos
en las sigilosas estanterías de los recuerdos.
el partir nunca es un acto solitario,
nos acompaña siempre la luna natalina.
lejos de natales II
lejos de este pueblo de putas y caranchos
un sol más alto guía nuestros pasos,
se acaba la daga sutil de la rutina
la certeza del filo de los puñales
la emboscada del profesor de castellano.
lejos de este pueblo de isométricos bastardos
la vida es plena y el corazón en calma,
se terminan los círculos nefastos
los mitos de una estancia apacible
la solapada sapiencia del jurado.
lejos de este pueblo de sierpes insaciables
nos espera un arroyo cristalino
culmina el relincho de nuestro desencanto
el entorno feroz de la ignominia
los poetas que cantan a la nieve.
lejos de aquí fluye la vida
existen los colores, las uvas, los grillos,
hermosas mujeres entre dalias y ambrosía
todo esto existe; lejos de aquí.
lunes 22 de mayo de 2006
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carlos besoaín |
Es el bendito rey Midas de la poesía. Todo lo que toca lo convierte en poema. El vuelo del moscardón. La puta que murió de amor. Y el novillero que acaba de recibir la alternativa. Muchos poetas tienen razones suficientes para publicar sus obras. Muchos lectores tienen razones suficientes para no leerlas. Eso no pasa con Carlos Besoaín. Él tiene razones suficientes para el momento de la revelación. Para que tú y yo tengamos un anochecer compartido. Para que tú y yo podamos perdonarnos. Para que tú y yo sepamos que; CADA DÍA MUERE el que yo fui.
CONJUGACIONES
YO TE ODIO
tú lo envidias
ellos se detestan,
nosotros vivimos en una comunidad pequeña
*
SEÑALES DE TRÁNSITO
CRUCES DE MADERA
cruces de miradas
cruces de metal
cruces de ceniza
cruce con cuidado
(y a veces ceda el paso)
**
NUESTRA
TIBIA INCLINACIÓN A Dios
y nuestra vieja condición de diablos.
***
EL VIENTO ES un fantasma largo
****
SOMOS LA EYACULACIÓN de alguien
*****
DANDO TUMBOS A la tumba
******
ELLA ME MIRA con la vulva
*******
EL HOMBRE DE la calle es ambicioso: quiere la eternidad
********
LA BELLEZA ES fugaz, ¿cuánto la cobras?
*********
EL MIEDO ME grita: -¡Ponle nombre a todo!
**********
NO ME ACUERDO de tu cara pero sí de tu alma
***********
LA MANO QUE destruye la flor esparce su semilla
************
EL ALMA SE apronta a navegar sobre otro nombre
*************
VIVES EN EL amor, por eso hay que temerte
**************
DIOS ES TAN callado que da miedo
pavor de que no exista
***************
NADA DURA PARA siempre
sólo el porvenir
****************
NACE, ALQUILA VIDEOS y muere
*****************
PECHOS
USO LOS TIMBRES para llamar a tu alma
******************
PALABRAS
CUANDO SEPA MANEJARLAS dejaré el oficio:
y aceptaré el reto de los jardineros
*******************
CHARCOS
MI DOBLE VA conmigo cabeza para abajo,
nuestras suelas se tocan
mientras se abre la flor de mi paraguas
********************
CHIMENEAS
FUMAN LAS CASAS el opio de la tarde
*********************
RECUERDO CUANDO OFICIÉ de asistente
en el parto de mi segundo hijo...
Salió cubierto de sangre,
del cuerpo de la que entonces
era mi mujer. Y aún
resuena, en mis oídos,
su llanto cortando
el frío de la noche invernal
del campo uruguayo.
Hoy su risa me acompaña.
**********************
INVIERNO
LAS ESTUFAS SE pusieron a cantar
***********************
VULVA
PUERTA ENTRE PARÉNTESIS
*************************
A VECES LA noche dura todo el día
**************************
EL DESTINO JUEGA al ajedrez y es invencible
***************************
ME ATORÉ CON un beso que trajo la memoria
****************************
ELLA ME MIRA con la vulva
*****************************
CADA DÍA MUERE el que yo fui
******************************
Ilustración de Carlos Besoaín
sábado 28 de enero de 2006
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Juan Pablo Riveros |
Solitario
Un carancho monta guardia
con su hambre al hombro.
viernes 29 de julio de 2005
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HOMENAJE A MARINO MUÑOZ LAGOS |
Vemos en la fotografía al poeta
ruso Evgueni Evtuchenko, junto
a Marino Muñoz Lagos en
su visita a Puerto Natales.
Los mejores homenajes son aquellos que se brindan en forma oportuna y contribuyen a dignificar la obra del escritor. Obra que habitualmente recorre caminos marginales en nuestro país, que se dice tierra de poetas, pero en verdad carece de lectores que la asuman como un ejercicio cotidiano de comunidad y diálogo. El medio literario nacional abunda en ejemplos de creadores que han sido olvidados, y sin ir más lejos, el poeta magallánico Rolando Cárdenas aún espera en Santiago un gesto de sus coterráneos para regresar a su tierra, al paisaje austral que con tanto acierto y belleza cantó.
Los poetas -y nuestro homenajeado es un ejemplo de ello- contribuyen a fijar la memoria emotiva de un pueblo, a templar su lenguaje y a nombrar las cosas y los personajes que le dan identidad. Por eso, siento que el homenaje de hoy es oportuno y necesario, porque, parafraseando lo que escribiera Nicomedes Guzmán en un prólogo que ya carga algunos años desde su publicación, la sensibilidad de Marino Muñoz Lagos ha estado y está al servicio de Chile, y en particular, me permito añadir, de Magallanes.
Muñoz Lagos está sólidamente arraigado a la más rica tradición de la poesía magallánica y del sur de Chile, a la que ha entregado su vida de poeta y también de infatigable difusor del trabajo de otros escritores, a través de sus crónicas en "La Prensa Austral", con una generosidad y continuidad poco frecuente en el panorama de las letras chilenas. Dudo que exista en Magallanes un autor que no le adeude algunas líneas de estímulo, un consejo y por qué no, algún juicio crítico siempre útil en ese aprendizaje permanente que es la escritura. También puedo dar fe del aprecio que generan sus columnas en escritores de otros rumbos y como al dibujarse el mapa de la geografía poética nacional, su nombre brota de inmediato, incuestionable.
Y como no recordar, su fructífera labor a la cabeza de la Sociedad de Escritores de Magallanes, materializada en la edición por más de un año del suplemento literario de la misma sociedad, la creación de la editorial de autores regionales, y la publicación de una de las más completas antologías existente hasta hoy de cuentistas y poetas de la zona. Los escritores valen por la calidad de sus obras, y también por los esfuerzos que despliegan para unir a sus pares y proyectar sus creaciones. Y en estos dos sentidos, sin duda alguna Marino Muñoz Lagos ha dado más de una enseñanza, sobre todo en estos tiempos de individualismos y de muchas tareas pendientes para reactivar el amor por los libros, por la palabra escrita tantas veces condenada a perecer y sin embargo, tantas veces victoriosa, unida al origen del hombre, a su historia y a sus valores más preciados.
Poeta de nacimiento y profesor por vocación, Muñoz Lagos se afincó el año 1948 en la ciudad de Punta Arenas, y nunca más se ha alejó de ella, sentando fuertes raíces familiares y poéticas a orillas del Estrecho de Magallanes. Como no entonces, compartir este homenaje con su esposa, doña Lala y su hijo Marino Andrés, que son el núcleo esencial de los afectos que han acompañado al poeta. Desde entonces, junto a su derrotero de maestro de varias generaciones de puntarenenses, Marino Muñoz, no está de más recordarlo en esta ocasión, ha construido una voz lírica respetada por sus pares y recogida en numerosas antologías y revistas publicadas en Chile y el extranjero. Su obra como sabemos se inició en 1949 con el libro "Un hombre asoma por el rocío", y ha proseguido, entre otros, con los títulos: "El solar inefable" "Dos cantos", "Chile a través de sus poetas", "Los rostros de la lluvia", "Entre adioses y nostalgias", "De distancias y soledades"; y "La muerte sobre el trébol" libro editado el presente año y que reúne algunos de sus más apreciados poemas.
A estos títulos, y sin pretender ser exhaustivo en el recuento, se unen otros libros, como "Crónicas del diario soñar" y "Crónicas de sur a norte" en los que Muñoz Lagos revive anécdotas de sus andanzas con escritores como Nicomedes Guzmán, Pablo De Rokha, Mario Ferrero y Pablo Neruda; fragmentos de la vida magallánica de antaño y apuntes sobre las obras de un vasto conjunto de escritores y poetas. Estas crónicas muestran otra faceta del trabajo de Muñoz Lagos, la del testigo y protagonista de la vida literaria y social de la región.
Muñoz Lagos ha dicho que su poesía es "inevitablemente humana, auténticamente provincial y emotivamente familiar". Un certero resumen para comprender las claves de su andadura poética en la que emergen, una y otra vez, distintos elementos del quehacer y de las vivencias cotidianas y terrestres del poeta. Los versos de Muñoz Lagos, lo he dicho en otras ocasiones, tienen al mismo tiempo la suavidad de la nieve y el ímpetu del viento que ha acompañado su existencia. Su poesía, en apariencia sencilla, tiene la vitalidad del poeta sensible que sabe captar la anónima biografía de sus semejantes y recrear en logradas metáforas el rigor o las bondades del entorno geográfico en que habita. Sus temas suelen ser familiares. El padre como eterno diálogo con la vida, la madre que arrulla los afectos, el vino fraterno, el paisaje, el amor, los recuerdos de la infancia, el lar de origen. Sus versos hablan de pescadores y artesanos, del pan familiar, de los bares donde brindan los amigos, de la lluvia que empapa las mantas de castilla, de viajeros solitarios que se juegan al naipe sus destinos y de los fantasmas azules de la nieve. Muñoz Lagos es el poeta de la nostalgia y del hombre enfrentado a sus tareas cotidianas. Sus textos dan cuenta de una artesanía laboriosa que decanta los versos hasta dotarlos de una pureza que refleja la fibra de un poeta con voz propia, segura, reconocible. En él, y para decirlo al correr de uno de sus versos: "La poesía enseña sus secretos (...) y hacen suyos la emoción y el entendimiento".
Conocí a Marino Muñoz Lagos a comienzo de la década de los años ochenta y desde entonces hemos mantenido una amistad férrea, alimentada con cartas, libros y largas conversaciones en Santiago o en su cálido hogar de Punta Arenas, donde siempre encontramos las palabras adecuadas para recordar a los amigos y hablar de la literatura que nos apasiona. En la memoria conservo una noche santiaguina, en la que al calor de unas copas, el también muy querido poeta magallánico Rolando Cárdenas nos emocionó con la declamación del poema de Marino "Retrato vivo de mi padre muerto". "Lo conocí de cerca. Lo traté tantas veces. Conversamos del tiempo, del trigo y de la esperanza", termina diciendo ese poema, uno de los más bellos de la poesía chilena en torno a la figura del padre. También recuerdo otro momento, más reciente, cuando tuve la oportunidad de acompañarlo en el lanzamiento capitalino de la edición bilingüe de su libro "Los rostros de la lluvia", fruto de la traducción efectuada por el profesor estadounidense David Petreman; o una noche de amistad en la añosa Casa del Escritor, junto a Jorge Teillier que en su poema "Blasón de la Frontera" establece que: "desde un finisterrae sueña Muñoz Lagos en volver a asomarse en Mulchén al rocío"; o por último, esos días maravillosos que compartimos durante el Encuentro de Escritores Magallánicos del año 1982, junto a queridos escritores como Francisco Coloane, Rolando Cárdenas, Oresthe Plath y Osvaldo Wegmann, por mencionar solo a cuatro de los que ya no están con nosotros, pero que de seguro habrían alzado jubilosos sus voces en este acto, porque en distintas épocas compartieron amistades y afanes.
A Muñoz Lagos le agradezco su generosidad para compartir su experiencia, sus conocimientos literarios, su amistad ilimitada. En su poesía encuentro imágenes de mi tierra natal con las que me conmuevo e identifico, y más allá de eso, el sello de un gran poeta que, en verdad, es injusto limitar a un espacio geográfico o a una tendencia poética. La poesía de Marino Muñoz Lagos está destinada desde hace mucho tiempo a permanecer entre nosotros, a ser un referente en la poesía chilena, y esta noche no me queda más que brindar por sus primeros ochenta años y agradecerle el fuego inclaudicable de su poesía, su generosidad de camarada en la ruta, su ejemplo de hombre justo y sereno.
Ramón Díaz Eterovic
Teatro Municipal de Punta Arenas.
Martes 19 de julio de 2005.
sábado 9 de abril de 2005
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RAÚL GONZALEZ TUÑÓN |
EL CEMENTERIO PATAGÓNICO
A veces el viento patagónico es un cazador barbudo y alto.
Viene como la música, trae los ruidos del desierto y la montaña.
Marcha de puesto en puesto entre balleneros, entre quillangos.
Marca de pueblo en pueblo entre gin, entre pescadores, entre fulleros.
Marcha de campamento en campamento
Entre canallas enriquecidos con la sangre de los desgraciados.
Marcha de puerto en puerto entre rufianes, entre palomas heladas y garúas,
entre asesinatos, entre monedas chilenas y argentinas.
Oh, trashumante.
Las prostitutas de los climas sureros lo siguen, alucinadas.
Todas las prostitutas -en su mayoría pelirrojas- lo siguen.
Él, el viento cazador, continúa su marcha
Y v a perderse hacia quién sabe qué archipiélago,
Hacia quién sabe qué cinematógrafo,
Hacia quién sabe qué enloquecida alcantarilla.
A veces, nuevo avatar, el viento patagónico es una sirena del aire.
En los hangares de las madrugadas atrae a los aviadores.
Los pequeños mecánicos comprueban con júbilo
La velocidad del viento a ras de tierra
y cuando arriba el altímetro señala una capa favorable de aire
La sirena los lleva en su canto,
la terrible sirena los lleva con sus canto de brumas, y lloviznas y nieve,
y ellos van a estrellarse
sobre enormes malolientes colonias de elefantes y lobos marinos,
sobre plantas de petróleo, sobre columnas de asustados guanacos,
sobre los rojos galpones de las curtidas villas del Sur.
Cazador o sirena el viento manda en la Patagonia.
Cazador o sirena se detiene en el corazón de la Patagonia.
Él, cazador o sirena,
camarada de los auténticos trabajadores de la Patagonia, se detiene
y va a rendir a la ceniza de los obreros asesinados por el Gobierno,
un homenaje de silencio cargado de tormenta. Oh trashumante.
En Santa Cruz, entre el mar y los montes
yo he visto el pequeño cementerio de los huelguistas fusilados.
Unos mal enterrados, en la fosa abierta por ellos,
asoman la punta del zapato con tierra y lagartijas.
Otros, enterrados vivos quizá.
una mano de hueso implorante picoteada por los cuervos.
Y no es extraño ver a lo largo del camino
restos de otros,
curioso contenido de la intemperie.
Las caravanas de los desposeídos de la tierra, las largas filas de linyeras forzados,
la multitud de todos los países que se dirige al sur de la tierra
en busca del pan y de la muerte,
la multitud de todos los países que se dirige al sur de la tierra
en busca de la nostalgia y el olvido,
se detiene ahí, donde, oasis del viento patagónico, la tierra estéril lanza sus perros amarillos.
Allí, donde la aullante tierra reseca desafía las nubes,
viajeras de tres cielos.
Allí, donde las brújulas de los barcos perdidos, ya fantasmas,
señalan contra las costas, al fin, el rumbo de una próxima venganza.
Y es inútil, tuertos, sin pierna, todos los marineros han partido.
Todos los petroleros ha partido
y las calderas pueden estallar a la salida del gran golfo.
Todas las prostitutas han partido detrás del viento cazador.
Todos los aviadores de línea han despegado
y van detrás de la sirena viento.
Los peones del campo, las hormigas del cuero, el frigorífico y la lana han partido.
Y los recaudadores de Tierras y Colonias han partido.
Y ellos quedaron solos ente el mar y los montes
y ellos quedaron solos sin nombres y sin cruces
y ellos quedaron solos con las blusas agujereadas
y con lo agujeros de la carne sin carne.
Únicamente el viento cazador o sirena, adormece dulcemente su muerte.
Adormece delicadamente su putrefacta muerte, esa útil muerte.
Ese violento arroyo de ceniza
Que subterráneamente ha de desembocar en la revuelta
Y en cuyas aguas, grises y calientes, mi voz templa un acero conocido.
sábado 5 de febrero de 2005
[+/-] |
JAVIER RUIZ CÁRDENAS: POEMAS |
>DÓNDE ESTARÁ ESE NATALES
Dónde estará
ese Natales abrigadito
desde una residencial
con sillones rojos
y afuera el frío
de la noche que no cesa
aquel estudiante
de las cinco de la tarde
cuando en invierno
todo es oscuro
y por las calles entumecidas
los habitantes caminan
rápidamente
hacia sus casas
o al torneo de básquetbol
un amigo muerto
se ha quedado para marcarnos el tiempo
alejados de ese Natales
con pocas luces
siempre frío
la escarcha al atardecer
y la novia que nos esperaba a la salida del liceo
qué será de esa plaza
con sus pinos pulcramente podados
perfectamente redondos
para el escondite de los enamorados
TENGO MANZANAS EN EL CUERPO
Tengo manzanas en el cuerpo
y una infinidad de árboles
de ramas que revientan naciendo
tengo la leche del ternero
en mis venas
y un cuerno parido a la hora del sueño
tengo doncellas que danzan
al tiempo de mi nacimiento
y una dulce arpa
entre mis dedos
tengo entre todo el firmamento
una estrella que es mi preferida
tengo toda la tarde por paisaje
y un sol tardío que me calienta
tengo amigos tibios
como estufas invernales
tengo un camino antiguo
lleno de pasos familiares
SOY SAGRADO
Soy sagrado
Y el desprecio de una palabra
me hiere más que mil cuchillos
abro mi alma
y veo como se avecinan
las flores olorosas de los huertos
y las espadas invisibles de mis enemigos
cierro mi alma
y mi jardín se hace noche
y llora porque se pudrirán
sus mejores frutos
pero mi alma se abre
y cierra a mi voluntad
pues yo soy el dueño de mi cuerpo
domingo 5 de septiembre de 2004
[+/-] |
POEMAS DE CARLOS BESOAIN |
LOS PIBITOS
Los pibitos son guitarras
con las que cantan los días…
LA MIRADA
El sol se va a gobernar
la otra parte del mundo,
a iluminar los jardines
y los arsenales
y aquí
ya comienzan a verse
las estrellas,
(en tus ojos).
En tus maravillosos ojos
de mujer que ríe en silencio…
LA MUJER CASTA
Esa tu castidad
que se derrumba
como un glaciar
cuando entro, cuando
dejan de
sonar los relojes.
Esa tu castidad
que se derrumba.
El agua se desprende
y cae suavemente sobre el pueblo.
DE SASTRE
ella
se fue para
vestir
santos
y yo me
quedé
para
desvestir
mujeres…
( Ja, Ja )
A ESTA PENA DE AMOR
Qué sería de mi vida
sin tu rencor…
una ensalada sin sal,
una mañana sin sol,
un paredón sin cal.
Qué sería de mi vida
sin tu rencor…
un cielo sin palomas,
un soldado sin curitas,
un comensal que tiene las medias rotas,
un Boing 707
sin turbinas.
( Qué diablos sería
de mi vida
sin tu rencor ).
Ese rencor que uno no entiende
ese rencor que casi duele…
( Un revólver sin tambor,
un tango sin bandoneón).
Qué diablos sería de mi vida
… sin tu adiós.
… A esta pena de amor.
lunes 30 de agosto de 2004
[+/-] |
aristóteles españa: dawson |
Este poeta fue encapsulado en una remota isla de la Patagonia durante la brutal represión del tirano Pinochet. Tenía por ese entonces solo 17 años y era una verdadera amenaza para el acorazado ejército chileno. Esa isla se llama Dawson, debiera llamarse Isla Vergüenza, Isla Ignominia, Isla Puta. El poeta se sigue llamando Aristóteles España, una figura mítica de la poesía chilena. Inmaculada Decepción presenta una pequeña selección de su libro; Dawson.
LLEGADA
Bajamos de la barcaza con las manos en alto
a una playa triste y desconocida.
la primavera cerraba sus puertas,
el viento nocturno sacudió de pronto mi cabeza rapada
el silencio
esa larga fila de Confinados
que subía a los camiones de la Armada Nacional
marchando
cerca de las doce de la noche del once de septiembre
de mil novecientos setenta y tres en Isla Dawson.
Viajamos
por un camino pantanoso que me pareció
una larga carretera con destino a la muerte.
Un camino con piedras y soldados.
El ruido del motor es una carcajada,
mi abrigo café tiene barro y bencina:
nos rodean
bajamos del camión
uno dos tres kilómetros
cerca
del
mar
y
de
la
nada,
¿Qué será de Chile a esta hora?
¿Veremos el sol mañana?
Se escuchan voces de mando y entramos a un callejón
esquizofrénico que nos lleva al Campo de Concentración,
se encienden focos amarillos a nuestro paso,
las ventanas de la vida se abren y se cierran.
CAMINOS
Nos llevan a cortar leña por los bosques,
de sol a sol,
custodiados por patrullas
que apuntan directamente a la cabeza.
ordenan cantar y correr,
agujerean nuestra sensibilidad,
quieren destruirnos como guijarros
bajo la nieve,
humillarnos,
Mientras entonamos en alta voz:
"Bajo la linterna, frente a mi cuartel,
sé que tú me esperas mi dulce amada bien".
Y el viento invade los parques de mis sombras,
desordena los faroles, las plantas escarchadas.
Me acuerdo de Rosita en la última navidad,
o con su uniforme de colegiala y sus cuadernos.
(A lo mejor nunca leerá este poema).
Hay olor a nubes enterradas,
nos golpean,
mientras una rata camina entre la hierba.
"Si es que llega un parte y debo yo marchar
sin saber querida si podré regresar".
Sólo vemos galerías pintadas de insomnio,
postes amontonados,
manos que sangran,
en el trayecto al Campo de Detenidos,
y fusiles,
y mitades,
encerrados en un laberinto de crueldad y miseria
en el paralelo 53 sur de este mundo.
Y NO ERAN PERROS
Anoche al acostarme
escuché ladridos
en algún lugar del Campamento.
Y NO ERAN PERROS.
COMPAÑEROS
Compañeros, tenemos que buscar una razón
más poderosa que el Partido,
un cauce, un islote, un diminuto ventisquero
que sirva al menos como punto de inicio
y empezar a caminar hacia el reencuentro,
que será una casa -me imagino- amplia,
como los patios de mi pueblo natal,
lleno de grandes ventanales
para que entre libremente el aire
y escuchemos a los árboles del pensamiento;
ese día que -pienso- no está lejano,
llegará como un potro salvaje y se posará
sobre los muslos desnudos de nuestras reflexiones.
sábado 14 de agosto de 2004
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Juan Pablo Riveros: El frío no es otra cosa que el silencio de Dios |
Por Alejandra Zúñiga Sepúlveda
Aunque el currículum de Juan Pablo Riveros dice que es economista, al presentarse se define, ante todo como poeta. En las manos sostiene orgullosa la cuidada edición de su tercera obra: "El Libro del Frío", que toma como punto de partida el diario del almirante Richard E. Byrd, "Alone".
Riveros nació en Punta Arenas en 1945. Su niñez transcurrió en isla Picton, de donde evoca su primer contacto con la nieve y la naturaleza: "tenía tres años, e iba a caballo con mi madre a visitar a unos amigos. Yo estaba cubierto con una manta… de pronto me asomé y vi el paisaje nevado, un árbol y un zorro. Ahí tuve el primer choque con la hermosura vasta e imponente de la naturaleza".
Según su autor, "El Libro del Frío" se instala en las desolaciones implacables de la antártica y cuenta las etapas del solitario viaje de Byrd. Aclara que "lo que hice con el libro de Byrd fue un trabajo de destilación, de alambiques, completando informes que él no tuvo tiempo de terminar, recurriendo al privilegio de haber sido algo a sí como un copo de hielo en algún lugar siempre oculto de su refugio. Me entumí con su frío, y con el mío, me deleité con sus comidas, me maravillé con su música, me ensimismé con un universo espantosamente hermoso".
Explorando el frío
Tras su infancia en isla Picton, cursó sus estudios en el Liceo San José de Punta Arenas. Luego de estudiar en la Universidad de Concepción, volvió a la ciudad entre 1978 y 1980. Se había separado de su primera esposa y pasaba por una experiencia muy profunda, de búsqueda y reflexión.
De esos años, recuerda un invierno extremadamente frío y en el que nevó mucho "yo leía mucho a Rimbaud y a raíz de eso nació mi primer libro "Nimia", poemas en prosa. Un día en la Biblioteca Municipal pedí un libro sobre la nieve y me encontré con "Alone" del explorador norteamericano Richard E. Byrd, en que relata su experiencia en la noche polar de 1934". Riveros explica que " contrató mucha gente y llevó 600 toneladas de víveres e implementos. Su idea era probar que las leyes que rigen el clima del planeta se definen en la Antártica. Instaló un campamento, "Little América", y luego de meditar quién era el elegido para partir a una base aislada a 200 kilómetros, donde se harían las mediciones, decidió que iría él mismo".
Si bien en 1980 Riveros se encontró con "Alone" por primera vez, noi terminaría de leerlo hasta 1984, cuando lo compró en un puesto de libros en la calle. En ese entonces escribía "La Tierra sin Fuegos", su segundo libro, canto épico que habla de la extinción de los yámanas, selknam y onas.
En memoria de Remigio Sapunar Marín
Tras su estada en Punta Arenas, Riveros se trasladó a Concepción donde instaló una librería en la que trabajó durante ocho años, renegando de su profesión de economista. En 1988 nacen los primeros borradores del "Libro del Frío", ese mismo año cerró la librería y se trasladó a Arica, para reinsertarse en el mundo académico a través de la Universidad de Tarapacá. Sobre su experiencia en el norte del país, declara que "Arica es donde peor lo he pasado en toda mi vida. La gente es fría, impersonal y envidiosa, por lo menos en el ambiente donde me moví. Lo bueno fue que me puse a escribir fuertemente y conocí a Remigio Sapunar Marín, a quien está dedicado este libro, que es el primer poemario que se ha escrito sobre la Antártida".
La personalidad de Sapunar, también magallánico, impactó fuertemente en Juan Pablo Riveros. "Fue un gran hombre, un tipo como pocos, de profunda vocación de médico, de los que pensaba en todo menos en cobrar la cuenta. El me incentivó a estudiar un doctorado a la Universidad de Chile. Murió de un infarto fulminante en 1993. Realizó una importante labor en beneficio de los más necesitados. Hoy en Arica un Consultorio de Salud lleva su nombre. Siento que al publicar este libro, de alguna manera, cumplí con él", añade.
Riveros define su obra como "poesía trascendente" y se declara "muy conocido en ciertos ambientes y desconocido en el pavoneo literario nacional. No estoy en la vitrina y no quiero estar. Hace poco fui a un encuentro literario den Valdivia, y se me acercó mucha gente porque creían que había muerto. Incluso una alemana me agradeció haber escrito "La Tierra sin Fuegos", y me contó que lo está traduciendo.
-¿Qué influencias reconoce en su obra?
-"Pertenezco a la línea de César Vallejo, poeta peruano. Algunos dicen que este libro sigue la tendencia de Vicente Huidobro, por la luminosidad y el vuelo. Objetivamente, este libro es una gran volada, diametralmente opuesto a "La Tierra sin Fuegos".
-¿Qué simboliza el frío?
-"Incomunicación, soledad, olvido, frío espiritual que genera el hombre. En este caso, el frío no es otra cosa que el silencio de Dios".
-¿A quién está dirigido el libro?
-"Como dice Teillier, uno le escribe a sus amigos, que son como cuatro o cinco. Si otras personas lo leen y sintonizan, macanudo".
-¿Irá a Punta Arenas a presentarlo?
-"Si me invitan, feliz. Piense que acá uno no sólo tiene que investigar, escribir el libro y editarlo, sino además publicarlo. Lo que sí puedo decir es que estará pronto en las librerías de allá".
Juan Pablo Riveros tiene cuatro hijos y un nieto que lleva su nombre pero no conoce, porque vive en Puerto Natales. Trabaja como profesor del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile y confiesa que muy seguido, vuelve en sueños a la isla Picton.
jueves 12 de agosto de 2004
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POEMAS DE PAVEL OYARZUN |
Rimbaud
No hay descanso para el insigne en la búsqueda frenética:
el oro del Sol.
Arden las arenas de África al paso de este hombre.
Fe y blasfemia al mismo tiempo,
y casi no hay tiempo,
ni agua,
ni piernas para la marcha ( la pierna derecha en ruinas:
espantad las moscas;
el zumbido de la muerte).
Dios se ahoga en su boca: escupe sangre.
No hay descanso. Va tras el oro del Sol,
para apagar su sed de luz,
poseído por la santa fiebre,
bajo terribles dolores,
alucinado
- El horizonte que le divide los ojos en dos hemisferios
es una marca de nacimiento-
No hay paz para su alma, con los pies en la tierra,
o arrojado al piélago que llama desde lejos,
en los arrecifes - voz hundida de arenales -
acantilados,
piedras y ultratumba.
Partir es delirio; llegar es abismo.
Dos caras de la moneda. De todas las monedas del aire
- oxígeno arduo para el que avanza en el yermo-
No hay destino digno, y por lo tanto verídico
sobre la faz del día.
No hay dónde quedarse en este mundo
sin entregar el corazón a la parálisis.
Sólo queda el camino,
caminar.
Quietud es lepra.
La ruta de este hombre es temible.
Es trabajo de bestias en la cantera del tiempo.
Es guerra a cuchillo con el presente.
Entonces,
movimiento perpetuo.
La marcha y el insomnio.
Arder en la realidad del cielo.
- Emprendió viaje en dirección del Sol, como Icaro,
pero no ha caído-
Los pasos ciegos
En memoria de César Vallejo.
Caminar con pena durante horas,
tragando mucho aire envilecido y doliente
al mismo tiempo.
Caminar con rumbo ciego.
Caminar y caminar durante horas enteras,
con una pena de médula y de osamenta.
Dar miles de pasos tristes en el paseo.
Caminar por inercia.
Caminar en círculos.
Caminar en línea recta.
Volver sobre los pasos.
Salir a las bocacalles.
Entrar a los bandejones.
Detenerse en las esquinas.
Girar sobre los talones entristecidos.
Seguir la marcha hasta el cansancio.
Caminar para matar el tiempo del llanto.
Caminar ensombrecido hasta los huesos.
Caminar de rumiante y de siniestro.
Caminar de luto y de asesino.
Caminar,
Caminar con pena durante horas,
en solitario,
sin Dios ni ley.
Esenín
En las inmensas llanuras de Rusia,
La aldea de Constantinovo podría no haber existido.
Ser un punto imaginario realmente.
O la sombra de un caballo muerto sobre la nieve.
Un abismo de hielo.
Una alucinación en la ventisca.
Un espejismo labrado por el dolor los mujiks.
Pero allí nació Esenín. Serguei Esenín.
Allí la crianza única de su canto de soberano granuja
en los
trigales.
Todas las aguas del río Oka pasaron por el cauce de sus ojos.
Todas las canciones de su pueblo
dieron frutos en el árbol de su boca.
Todo el licor de la "Rus" maduró en la copa de sus manos.
Allí creció su corazón de ave migratoria.
Un día dejó su aldea
( dejó al niño que fue, mirando tras el ventanuco rústico
de
la isba).
Marchó a las temibles ciudades.
Anduvo entre muros.
En calles lisa y llanamente tristes.
Hizo rodar la manzana de su infancia
a los pies de las multitudes,
bajo el alumbrado público,
Cruzó la noche de orilla a orilla.
Probó mujeres y vinos: apagó la sed de otro tiempo
Allí, entre la muchedumbre, habló del reino de la infancia.
La secreta canción del viento en las espigas:
El lento paso del día aguas abajo;
los abedules, los espíritus del pantano, los animales.
Marchó con el pueblo. Se envolvió en las consignas
a todo pulmón,
en las horas de la revuelta: había señales en las alturas,
y en plena calle. El mar de los hombres:
La revolución.
El asalto al cielo por un instante.
- El más amado de los poetas bajo el sol de Rusia -
De una ciudad a otra, sin embargo,
Esenín bajaba los ojos de mujik sin tierra,
ante las avenidas y callejones a la vista
-a años luz del niño pescando en el río-
Y fue un desalmado de sí mismo.
Un nudo ciego para su vida.
Caía como fruto amargo en Moscú,
San Petersburgo, Berlín, París, Nueva York,
Leningrado
( caían las hojas en el árbol de la memoria).
Dio con su propia sangre, finalmente,
en un cuarto de hotel
Despedida de este mundo y saludo,
con el sombrero en alto, al mismo tiempo.
Abrazó a la muerte como a una muchacha en un baile.
Lo espera el camino a Constantinovo desde entonces
martes 10 de agosto de 2004
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Rolando Cárdenas: algunos poemas |
BUSQUEDA
A veces es bueno abandonarse al propio olvido
como si el saber sonreír
fuera más fácil que morder una fruta.
Ir por las calles perfectamente solo,
sin más compañía que nuestra cotidiana tristeza y nuestros pasos,
amando una vez más la sencillez del aire
de la manera como se recuerda la infancia,
o ese otro tiempo pulverizado
cuando se buscaban las primeras estrellas en las charcas.
Es bueno sentarse entre amigos y vasos
a observar como todos abandonan algo suyo
en la música que los impulsa y transforma en seres sin huesos,
mientras la noche trepa por los muros
buscando también dónde esconder su espera,
y después salir hacia el alba
con un poco más para alimentar futuras soledades.
Es bueno comprender que estamos hechos de recuerdos,
un poco de tiempo que crece sin escucharnos
y de muchas cosas que no comprendemos.
A veces es bueno detenerse a contemplar la hoja que cae
cuando la palabra primavera
no es lo que nosotros quisiéramos que sea.
ELEGIA DEL FUTURO SUICIDA
Yo hablo de la integridad
como si la palabra misma fuera indivisible,
o como si todo alguna vez no retornara a nada.
Pero esto no es así.
Llega un momento en que se acaba el sueño,
La mano ya no quiere aprisionar.
La flor se desploma sobre el musgo.
Los ojos quedan secos.
La caricia no existe.
Ni la palabra amada.
Ni el rumor que se levanta del saucedal frondoso.
Nada importa que el viento golpee en cada puerta.
Ni que la lluvia humedezca nuestro calzado y nuestra alma.
Ni que la abulia sea un buitre que devora a pedazos la esperanza.
Se quiere aprisionar la risa en el puño
como una mariposa,
pero ella se aleja hacia otros privilegios.
No quiere compartir el beso que la boca entrega en la ausencia,
ni el cuerpo que se da en la hora furtiva,
ni la palabra que impulsaría a conquistar el aire.
La soledad alzándose, infatigable planta,
va construyendo un clima de sonrisas enlutadas.
La memoria yace derribada por la astenia
en actitud de delirio.
Ni siquiera es capaz de crear el grito salvaje de la angustia.
La indiferencia penetra por la piel royéndola de a poco.
El asombro por lo que no creímos
se va quedando sólo en pesadumbre
que nos va señalando nuestra propia miseria resignada.
La alegría misma ha quedado derribada en algún rincón de nuestro propio
olvido.
La lengua no blasfema.
Está extática y sola.
A su lado está también la canción trunca
que en un principio pregonaba la fuerza.
El corazón se va quedando solo.
Solo en el día.
Solo en la noche,
como un grito abandonado y yerto.
Ya nada es demasiado indispensable,
sólo el aire.
Lentamente el cansancio va forjando su lágrima.
Todo es latir apresurado hacia el final,
porque en la hora dura no queda nada:
la pureza,
el tiempo del amor iluminado,
el beso antiguo
son casi dolorosa inexistencia.
Pero se llega al día límite
que nos espera como un muro infranqueable
despojado de todo,
que es una manera de mostrar la certeza.
También se puede sonreír al borde de la vida.
( "Transito breve")
LOS FANTASMAS
A Jorge Teillier.
Han de venir de pronto
por una tarde llena de lluvia,
a esa hora en que el panteonero se levanta desde el N.O.,
en el antiguo cementerio,
para soplar por la bahía
y calles inclinadas donde no reinan las hojas.
Las tinieblas caerán con frío
hasta hacer desaparecer las siluetas
de viejos pontones carboneros.
Y será de nuevo la infancia desvelada
en una pieza obscura, sin respirar casi.
Y toda la casa estará llena de ellos
y todos ellos alrededor de la lluvia
y del viento que silba en los alambres.
Así transcurrían esos días
en una casa brumosa y encantada,
junto a una abuela tierna
como si fuera a nombrarla.
Cuando era fácil asombrarse
ante palabras llenas de innumerables secretos
de los que alguna vez pasaron
por aquellos pueblos fantasmas
donde la muerte alejaba a los pájaros.
Sus voces los hacían respirar y moverse en las sombras
alguna de esas noches
en que la luna y el mar se detenían
para resucitar antiguas leyendas chilotas
de barcos iluminados con extraños tripulantes deformes.
Así sucederá.
Porque me basta saber que el panteonero
se levanta de nuevo desde el N.O.
con aquellos que han perdido la memoria bajo la tierra
y me toca con una mano helada.
REGRESO
Un día regresaremos a la ciudad perdida
como las estaciones todos los años,
como una sombra más en las tardes,
preguntando por antepasados
o por el río en cuyas aguas se quebraba el cielo.
Será en invierno
para revivir mejor los grandes fríos,
para ver de nuevo
el humo negro de los barcos cortando el aire,
para escuchar en las noches
los pequeños ruidos de la nieve.
Nos sentaremos a la mesa como si tal cosa
a probar el pan de otros días.
Un pájaro que cruce por la ventana
nos hará pensar en el bosque de pinos
donde el viento se revolvía furioso.
También preguntaremos por antiguos amigos
pensando quizás en el rostro de alguna muchacha.
Aún existirá el boliche
donde se reunían viejos campesinos.
Nos invitarán a beber y a conversar
asuntos que nadie olvida.
El tiempo no es más que regreso a otro tiempo.
"Todos nos reuniremos alguna vez bajo tierra".
Alguien nos reconocerá a la vuelta de la esquina.
Será como venir a saludar desde otra época.
( "En el invierno de la provincia")
LAS NOCHES BLANCAS
Y era una luz que parecía estar a toda hora,
cuando los días comenzaban a crecer
curvándose hacia lentos países nevados.
Se transmitía sin límites
en un quehacer casi silencioso
desde los cielos rojos y llenos de colinas
donde hasta tarde navegaban los pájaros.
También parecía venir por el mar
con un rumor misterioso y de color ceniza.
Antigua claridad de los hielos que se quedó allí
desde la primera noche polar,
verificando un remoto rito que detenía las sombras,
pero que al mismo tiempo transcurría.
Se estaba con nosotros largas horas
como si nos quitara el sueño o el cansancio,
envejeciendo con los pastos y el viento.
Como un recuerdo que lo inunda todo
emergen esos días meridionales
desde el tiempo del hombre que perdió su sombra,
porque esas noches lejanamente iluminadas
venidas por el hielo, el mar y el cielo rojo,
no parecían extrañas en la tierra dispersa,
rodeando esa casa
perdida en un gran soplo blanco.
( "Poemas migratorios")
QUE TRAS ESOS MUROS
Desde afuera, qué intriga.
Quiénes habitan esa débil luz, indeterminada lámpara.
Quiénes son los comensales, quién el que no está.
Quiénes son los moradores, allá de sus visillos
prolongando sueños con silencios de abeja
escanciando en un gran rito rojo.
Qué tras esos muros que detienen nuestros pasos.
Cualquiera habitación es extraña, nos fecunda
con su misterio y debe transcurrir algo más que
la simple complicidad de la noche.
Cuerpos, rostros y manos colmando un hondo hallazgo,
muros que los protege, mesa que los perfuma.
Feroz en el ausente tras esos muros.
Bienvenido el que llega a reencontrar su lecho.
Todas las estaciones semejan casas incógnitas.
La abstraída presencia de llaves, de ventanas, de puertas,
son muros infranqueables para no profanar todas las vidas.
Qué, tras esos muros,
espesos de guardar una obstinada intimidad tan invencible.
( "Qué tras esos muros")
SIGNOS VISIBLES
Desde adentro de la distancia
regresaremos hacia los frutos
guardados en el rincón propicio.
Nada cambia en la casa.
El sol arroja su luz todos los días,
siempre una nueva piel al tacto.
Mensajero de buenas venturas, va y viene
y se queda dormido en su ritmo,
en sus pliegues más hondos
para proteger intocados el sueño de sus seres.
Moradores somos de su presencia,
un recuerdo de tierra o madera mojada
poblados de su fecundidad
vigilia para comarcas y rumores de árboles nocturnos.
Pero un signo visible es la ausencia.
En tu nueva habitación,
es el alimento.
( "Vastos Imperios")
lunes 9 de agosto de 2004
[+/-] |
poema inédito de alfonso alcalde |
Salmo del Progenitor
No es que me dé vergüenza recordarlo.
Ahí viene mi padre poniendo en orden
las herramientas antes de fabricarme.
Siempre tan exagerado para sus cosas:
asegurando a sus amigos que mascaría
el mar o desclavaría las estrellas
para hacer mellizos
en menos que canta un gallo.
El día que llegó dispuesto
a emprender la hazaña
le trajo un regalo a mi mamá.
Eran flores de papel y ella movía
sus grandes ojos donde nadaba libremente
el resto del mundo.
Entonces mi papá la tomó de la mano
y yo escuchando
tiritando a la intemperie
con mi cargamento alerta
de huesos y ojos alrededor.
Todo es posible. Escoger a ciegas
el destino de 100 años, pedir un capricho
mientras
se derrumban las galaxias,
borrar siempre un nombre en la arena,
sentir como el rocío
la primera tibieza de la vida
y golpear una puerta y ser recibido
como después de un largo viaje.
Luego escuché el disparo inicial.
Se pusieron a levantar mis cimientos.
Mi padre moviendo el barro como si fuera
el sencillo pan del Universo
y mi madre llorando y sufriendo
sabiendo de antemano todos los dolores
de cabeza que le iba a ocasionar
tan pronto como naciera.
Y tal como lo predijo, así no más fue.
(Del libro inédito Los Salmos Cotidianos).
textos de alfonso alcalde
el espectador siempre tiene la razón
Una bailarina que practicaba en público el desnudo total, llevada por un exceso de entusiasmo dejó caer un seno en el escenario. Luego invitó al más curioso de los espectadores a mirar por ese ojo prohibido. En el fondo de la pieza estaba tejiendo una señora de edad y aspecto respetable. Afuera llovía sin consuelo y hasta se escuchaba un piano triste, blando, sonando muy bajo, suave como si tuviera frío, lo que no era efectivo.
truco irreverente
El conejo sacó de su sombrero al empresario del circo y éste lo dejó cesante ante las burlas de la selecta concurrencia. Desde ese mismo instante los números de fondo fueron el león amaestrando a la domadora, el cuchillo tirando el arma al artista y el sable que se tragaba una garganta. El empresario, ante las continuas protestas del público, no tuvo más remedio que reincorporar el conejo al elenco estable, pero ya nunca fue lo mismo según una infidencia hecha por sus íntimos.
acción que motiva desconcertante desembolso
La flaca descubrió una noche que el placer era sólo un invento porque nadie lo había disfrutado en vida. Puso como ejemplo su más reciente experiencia cuando, después de pulverizar la cama, el soldado que pasó la noche con ella vistiese con el apresuramiento que exige la estrategia militar.
Más tarde dijo que la vibración de la corneta, llamando nuevamente a las filas, le produjo el verdadero placer que esperaba.
Ella se sintió como intermediaria de la maniobra, señalando que era una víctima de los preparativos de la guerra. Sin embargo, lo que más le dolía era la exigencia del nochero del hotel que la obligó a pagar de su propio peculio la cama que quedó reducida a escombros con el entusiasmo.
efemérides peligrosa
A la hora de la sed una botella de vino tinto sospecha que le ha llegado la hora y tiembla: no quiere morir. El borracho parte de su casa y en el camino se encuentra con su mejor amigo que lo invita a celebrar el acontecimiento.
Los dos comprenden la situación y caminan en demanda de otro bar porque son humanos por sobre todas las cosas.
castigos corporales repercuten cuando menos se piensa
Un niño rebelde es obligado a tomar dos platos de sopa al día.
Cuando grande trabaja de payaso en un circo y le basta apretar una goma para que salte un chorro de lágrimas de la nariz, de las orejas y de sus manos. Esta virtud lo transforma en un misántropo. Más tarde se dedica a decorar los muros de la cárcel con mujeres en trajes de baño, invierno y verano, manifestando a quien quiera escucharlo que no está arrepentido de haber dado cuenta de su madre un día de invierno, cuando el viento del sur lo incitó al crimen sin ningún otro argumento valedero ante la justicia o la ley.
no hay que cambiar muy seguido de oficio
Un especialista tiene la fórmula secreta para hacer el pastel de mil hojas más delicioso de la tierra. Después cambia de rubro y se pone a fabricar ataúdes. Son pocas las personas que comparten su abatimiento mientras lo miran trabajar.
suma y resta de nefastos intereses
Madame de Savigne fue la amante de Gaudin de Sainte-Croix, un hombre de carácter débil, manco, amable. Mientras la mujer trataba todos los días de ultimar a su marido, Sante-Croix, dando muestras de una empecinada porfía, le suministraba los antídotos correspondientes, temeroso de quedarse con la viuda para siempre. La señora calculó que el veneno no era tan fulminante como para ver sus planes coronados por el éxito y optó por aumentar la dosis. Otro tanto disponía Sainte-Croix con los neutralizantes. El juego llegó a ocuparles el día entero y tanto la envenenadora como el salvador del difunto dedicaron lo mejor de su tiempo a este deporte mientras el suscripto pasaba de hora en hora de la vida a la muerte o al revés con recuperaciones que parecían milagrosas hasta caer de nuevo abatido con la respiración corta.
Un día el bueno de Sainte-Croix sufrió un grave accidente y esa noche murió; mejor dicho estalló volando hecho añicos, al extremo que ni un solo filamento de su persona fue encontrado por quienes se dedicaron a su búsqueda.
los deseos configuran aspectos temibles de la personalidad
Es un hecho que W. H. Hudson congestionó la libido transformando el deseo sexual en una ecuación equívoca. En su libro La Edad de Cristal, el mundo se convierte en un paradisíaco predio agrícola. El trabajo no escasea, hay tiempo para la premeditación y la alevosía. La mujer es una abeja productora (una por casa) que lava, teje, copula, intriga, satisface, molesta, agravia, adula, enternece. Sobre sus hombros pesaba la responsabilidad de la reproducción. El resto de las damas vivía de los efluvios del amor vegetal controlado por una yerba reducidora de los deseos hasta que el aburrimiento de las mujeres en estado de merecer armó la revuelta, y con esos precedentes en la mano, gente sin escrúpulos inventó más tarde el biógrafo.
una madre, gracias a dios, puede elegir el futuro de sus hijos
La flaca al ver por primera vez un preservativo asoció la idea a un acuario con pequeños peces.
Su sentido del humor llegaba a tales extremos que se permitía cortarles la punta sin que el galán la sorprendiera, de modo que todos sus hijos eligieron la carrera del mar cuando llegó el momento de ganarse la vida por su propia cuenta.
peripecias del soldado
Ya le dije al mariscal del campo con todo respeto -Usted me envía al matadero. Está previsto que en este ataque nadie escapará con vida. Ahora bien, usted me obliga a disparar con este torpe fusil que tiene un corcho en la punta, mi general. Usted me dice que aguardamos la hora cero para asaltar al enemigo que nos espera con las ametralladoras camufladas en la casamatas. Mi capitán, no es que yo sea cobarde. saludo a la bandera antes de partir, soy joven, difícil sostener que tengo derecho a la vida porque la guerra es la guerra, eso está claro, mi cabo, pero el hecho de que yo me haya enredado con su mujer, después de todo, se puede arreglar con un trato de caballeros. En todo caso cuando se acueste con ella dígale que mis últimas palabra fueron: ¡Viva la patria, viva el amor!, pero lo le dé mayores detalles cuando se ponga a llorar y salga a buscarme en medio de la noche, mi sargento cornudo.
todo éxtasis esconde una trampa
A veces es un solo pez que hurga el océano, el que predicará su verdad en el desierto. Es como si resbalara una estrella sangrante para que usted pida algún capricho: que ella abra las piernas hasta más arriba de la cintura mostrando soles descomunales, ese vapor que emigra del sexo y que acorta y alarga las mareas. Busca, a tienta pero con ahínco, su media naranja, sabe que tiene que invitarla a comer, besarle las agallas, usufructuar del vaivén un tanto cómplice del océano y por último dejarse llevar por el deseo como enviado por una tercera persona. Y en esas circunstancias se ajusta a la acción determinada por el libreto que lleva en las manos. Es sólo un actor que sabe que deberá permanecer en el escenario el tiempo reglamentario de los tres actos y en los cuales amará, odiará y procreará. De modo que cuando aparece colgando el anzuelo, es el propio pez el que tiene que improvisar el resto de la acción y ni siquiera tomar algún tipo de precaución para preservar la vida. Todo ha sido reducido a una burda maniobra, a un melodrama tan grotesco en que simplemente el pez cae en la trampa y empieza a descender el telón y se escuchan los aplausos y también los solitarios silbidos de rigor, que nunca faltan.
domingo 8 de agosto de 2004
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Poemas de Muñoz Lagos |
Osvaldo Wegmann
Se dice con mucha propiedad que Chile es un país de poetas; que posee los más notables vates del continente, y exhibimos con orgullo dos Premios Nobel de Literatura, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, que han obtenido el codiciado galardón, honrando así a Chile, después de largos años cultivando con gran acierto el difícil género de la poesía, su poesía, que ha trascendido mucho más allá de las fronteras de la Patria y es conocida en diversos continentes.
Magallanes no está ausente de esta inquietud, del cultivo de esta manifestación de un arte hermoso y difícil, que ha producido también valores, algunos de los cuales son conocidos en el resto del país y hasta en el extranjero. Tal es el caso de Marino Muñoz Lagos, incluído en varias antologías y en revistas chilenas y vencedor en concursos nacionales e internacionales, como el de Mendoza, Argentina, celebrado hace algunos años.
Marino Muñoz Lagos no sólo se preocupa de su arte, sino que se ha interesado por la labor de los demas poetas de la región, tomando a su cargo la responsabilidad de seleccionar la producción de treinta poetas que figurarán en la "Antología Poética de Magallanes", que se publicará este año con el auspicio de la Sociedad de Escritores de Chile - Filial Magallanes y con el aporte económico de la I. Municipalidad, gracias a la comprensión e interés del Alcalde Jorge Vega Germaín.
Marino Muñoz Lagos es maestro de escuela, prematuramente jubilado que dedica sus horas libres a la lectura y al cultivo de las letras. Escribe siempre y selecciona, con severo espíritu autocrítico. Y esto lo hace desde hace mucho antes de que lo conociéramos hace poco más de medio siglo y se crió en el norte, en su pueblo natal que recuerda en sus poemas, donde habla de los volantines de la infancia, de los trompos, de la lluvia y de los trenes. Estudió pedagogía en Victoria y se tituló de maestro. Ejerció algunos años en Antofagasta, que siempre recuerda en sus escritos y se vino a Punta Arenas cuando frisaba poco más de veinte años, destinado a la Escuela Fiscal Nº 1. Era un muchacho delgado, de enrulada cabellera rebelde, que usaba una gabardina clara. Era alegre y animoso, extrovertido, sobre todo para exteriorizar su entusiasmo. Muy pronto se hizo de amigos, de muy buenos amigos, que aún conserva y fue acogido en los diarios, donde publicó sus poesías y colaboraciones en prosa, una prosa poética sin rebuscamientos, que tiene armonía y musicalidad. De aquella época es también el soneto "Mi chomba marinera", que celebramos tanto y que no aparece en ninguna de sus obras.
El poeta publicó cinco libros: "Un hombre asoma por el rocío", en 1940; "El solar inefable", en 1953; "Dos cantos", 1955; "Los rostros de la lluvia", 1970 (Premio Municipal de Poesía en Santiago), y ahora este "Entre adioses y nostalgias", que acaba de editar en los talleres de Hersaprint. De su producción recordamos con agrado sus poemas "Canto de amor desde un banco de escuela" y "Retrato vivo de mi padre muerto", que nos impresionaron hondamente.
"Entre adioses y nostalgias" está dividido en dos partes: "Rosa de Lagos" y "Trenes hacia el olvido". La primera está dedicada a recordar a su madre, nunca olvidada, a quien visitaba todos los años en Talcahuano: "La primavera comenzaba"/ cuando la muerte floreció/ en tu rostro - dice - Te ibas como fuiste/ madre pequeña y tenue/ abierta como una ventana/ desde donde se divisa/ el caer de la lluvia".
En otro de los poemas de este libro, el poeta expresa:
"Y te fuimos naciendo los hijos/ de pueblo a pueblo/ rostros que tú acogías/ con la ternura triste de la lluvia del sur/ entre relámpagos y ríos caudalosos/ y castillos de madera/ que aromaban con su aliento/ las estaciones ferroviarias".
Otros títulos son: "La gran ciudad", "De asombros y ternuras", "Casa de madera", "Lo que nunca vuelve", "Nuestras manos" y "Adiós oceánico".
En "trenes hacia el olvido" (libro segundo), le canta a la estación ferroviaria abandonada: "Ayer no más fue el centro/ de la pequeña aldea, el caudal/ de noticias y canciones/ de rostros y canastos/ de adioses y hasta siempres/. "Hoy llora sus tristezas/ junto e un tren que es como un barco/ naufragando en la niebla".
Entre otros poemas destacamos "Compañero de banco", "El tren de las ocho"; "Otra vez el pan", "Volantín del ayer", "La muerte sobre el trebol", "Plaza de armas"; "La muerta más hermosa". Termina con "La mujer amada", donde escribe: "Soñamos el mañana/ de cantos en semilla/ Y tiernos floreceres/ igual que ayer/ cuando fuimos hermanos/ del pan y la alborada/ de la luz y los anchos caminos/ que recorren los ojos/ del hijo/ y la mujer amada".
En las solapas del libro se reproducen los más elogiosos juicios de escritores y críticos, sobre la labor poética de Marino Muñoz Lagos. Opinan Mario Bahamonde, Francisco Santana, Gonzalo Drago, Andrés Sabella, Nicomedes Guzmán y Carlos René Correa.
Bella edición de más de 80 páginas, cuidadosamente impresa, está ilustrada con hermosísimos y significativos dibujos de ese gran artista y amigo de los escritores que es Pedro Olmos.
Celebramos la aparición de este quinto libro de Marino Muñoz Lagos, el poeta y amigo con quien, durante más de treinta años de amistad, hemos hablado tantas veces de literatura, en torno a una mesa cordial y frente a un vaso de vino. Con nosotros han estado también escritores de la importancia de Nicomedes Guzmán, su entrañable amigo, de Rubén Azócar, de Pablo de Rokha, y una vez también Pablo Neruda, que nos concedió el honor de compartir su mesa y nos entregó su autógrafo, en el viejo Centro "Austral".
La Prensa Austral, 6 de agosto de 1981.
viernes 6 de agosto de 2004
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CELINE: DE ARMANDO ROA VIA |
El libro "Hotel Celine" de Armando Roa Vial es un espacio donde confluyen los fantasmas del escritor, alucinaciones y, como telón de fondo, la poesía que invade mundos, axiomas, sonidos guturales donde se advierte la presencia de un hondo pesimismo sobre el ejercicio de la creación, en todas sus formas. El poeta indaga en el túnel del tiempo, que a ratos es como un espacio donde la nostalgia invade adjetivos, esos epicentros donde la memoria histórica es tratada con un tono melancólico, evocativo, en una muestra de oficio de un poeta cuyo talento fue reconocido hace años, cuando aún era estudiante universitario, por Jorge Teillier y Armando Uribe Arce.
En el Hotel Celine se recluyen, hospedan, duermen, sueñan, poetas, mendigos, trashumantes sin oficio conocido, personajes que entran y salen de novelas de Gogol, Kafka, Sábato, que trazan borradores de la irrealidad, luego la convierten en ficciones para que los verdaderos autores puedan mirarse con dignidad frente al espejo y convertir la palabra en magia colosal, en laberintos donde recodos y lugares como este Hotel puedan ser observados desde el más allá cuando los lectores, atrapados por el vértigo, duerman el sueño de los justos en un cielo también inventado por estos seres que han hecho de la fábula la continuidad de sus vidas, el eje de sus vidas, mejor dicho.
"Para los huéspedes del Hotel Celine, el único orgullo está, precisamente, en no tener nada de que enorgullecerse", dice el autor en la nota introductoria. Lo que puede analizarse como una metáfora de la no existencia, es aquí un corpus donde la muerte camina como en los poemas de Nicanor Parra, Georg Trakl, Robert Browning, es decir, por lugares donde La Parca es parte de nuestra cotidianidad, de nuestros besos y sueños.
Armando Roa Vial, con el pretexto de jugar con los ratones y gatos de un Hotel indaga en el significado y la validez del ejercicio poético en tiempos actuales. La responsabilidad de los artistas frente a la palabra, la forma de abordar lecturas en distintas lenguas, la necesidad de crear una poética frente a estos temas, porque los poetas ya bajaron del Olimpo pero no cortaron las malezas. Esa es la propuesta de un creador que ha hecho de la poesía una forma de vida en un Chile cada vez más alejado de este arte. Memorable es el poema dedicado a Paul Celan: "In Memoriam": "Que estamos solos/ desamparados/ que la ansiedad y el hastío nos ordeñan la sangre/ que trabamos amistad con la muerte para dejar de morir/. Paul Celan lo sabía/ Y lo escribió en el Sena".
Este libro debió ser galardonado con el Premio Municipal de Santiago o el Premio del Consejo Nacional del Libro y la Lectura este año, pero los jurados dijeron otra cosa.
El poeta nació en Valparaíso en 1966. Es ensayista, traductor, antologador, narrador. Estudió Leyes en la Universidad Diego Portales de Santiago recibiéndose de abogado en 1991.Estudió chelo, armonía, contrapunto. Admirador de la literatura inglesa y norteamericana, su obra ha sido recopilada en antologías y revistas nacionales y extranjeras. Ganador del Premio Pablo Neruda y el Premio Nacional de la Critica en Poesía. Actualmente desempeña la docencia en la Universidad Finis Terrae.
Aristóteles España
sábado 31 de julio de 2004
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Juan Pablo Riveros: De la Tierra sin Fuegos |
De este extraordinario poeta rescatamos algunos poemas de su libro De la tierra sin fuego. Nadie como Juan Pablo Riveros escribe y describe a los primigenios habitantes del Sur del Mundo. Allá en la Patagonia. Nació en Punta Arenas (1945). Poeta, Doctor en Economía. Ha publicado los libros: "Nimia, poemas en prosa " (1980), "De la tierra sin fuegos" (1986) y "Libro del Frío" (2000). "De laTierra sin Fuegos" es el primer poemario magallánico dedicado al tema del exterminio indígena. Su más reciente obra: "Libro del Frío", obtuvo el "Premio Municipal de Santiago", versión 2001, y el premio en el género poesía a la "Mejor obra editada", del Consejo Nacional del Libro; el galardón más destacado de la literatura nacional entregado cada año por dicha institución.
Qawashqar
Hicieron tierra los abismos
del mar y los pantanos del sur.
Su residencia: islas de granito
dentado y collares de fiordos,
lagos y ríos.
Nómades pequeños,
independientes, cohesionados
por una canoa de troncos.
Sin jefes. Ni ciudades.
Su economía. Mariscos, caza, pesca
y ballenas varadas en cualquier orilla.
Rudimentarias sus técnicas,
móviles sus fuegos protagónicos.
Expertos imitadores del vuelo de las aves,
del ronquido de las focas, de los discursos
humanos. Taciturnos,
como paisaje que esculpe el desmembramiento
de glaciares que se licúan.
monótonos, sus cantos.
GUSINDE
De los miles de aborígenes
que cruzaban con sus frágiles canoas
la inmensidad de los canales de la Patagonia Occidental
hoy, los escasos sobrevivientes,
llevan una existencia miserable.
Ciertos patrones de goletas loberas,
portan una tripulación mínima, pero
muchos víveres y alcohol.
Al hallar las canoas,
dan a los aborígenes el licor,
hasta que ebrios déjanse robar
los cueros de nutria. Otros son obligados
a seguir la cacería
mientras la tripulación
se divierte con las indias.
¿Recompensa?
Algunos víveres medio descompuestos,
un poco de licor,
un pantalón roto.
EJERCICIOS NAVALES
Para ciertos marinos mercantiles,
un deporte disparar sus fusiles
a las canoas de madera.
Otros preferirían como blancos
para sus ejercicios de tiro de cañones,
el humo que salía de las chozas.
MUJERES ALACALUFES
Sus vidas,
como fuegos entumidos
en alguna costa del Sur,
más sensibles a la mordedura del viento
que a la temperatura mínima del agua.
Sumergidas tras cholgas,
machas o erizos,
las mujeres, junto al fuego,
comen luego mariscos y charlan
tranquilas,
dueñas absolutas de la Historia.
TRADUCCION
Pido a un joven alacalufe
traducir:
la madre mece a su niño.
De inmediato responde
en su lengua: Porque
está llorando.
sábado 10 de julio de 2004
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EL MEJOR POETA DE MAGALLANES |
De un tiempo a esta parte se vienen elaborando distintos ranking sobre poetas del fin del mundo. Elaboraciones que tienen como principales ejecutores los mismos poetas, sus parientes o entenados, y a lo sumo el kioskero de la esquina que siempre va por el lado de quien más le compra. Se juntan en tabernas oscuras o en un cómodo departamento y empieza el billboard poeteril. Fuera de Shakespeare, el Dante y Cervantes, fulanito de tal es mejor que fulanito de tal. Que según un crítico de morondanga, avecindado en la capital, dijo que tal poeta es el mejor de Magallanes. Otro que recién viene saliendo del Lomit`s, dice que no; que este otro es el mejor poeta que el anterior, y así por el estilo . BASTA. Lo que debe hacer un poeta es cosa de su incumbencia y no le compete a nadie si mañana es pillado con un alijo de coca, maneja un taxi o se gana el Loto. Mientras tanto, nadie es mejor que el otro. Se escribe porque se debe hacer eso o no se debe hacer nada. Por el gusto exclusivo de escribir, para ahuyentar los fantasmas y para darle una patada a la muerte. No se escribe ni para los críticos, ni para ser el mejor u obtener los favores de una princesa. No hay poetas buenos ni malos, solo poesía. Que pueda ser buena o no, eso dependerá del tiempo y la distancia. No sigamos más con los ranking, que para lo único que sirve es para seguir escuchando al imbécil del hijo de Julio Iglesias, que no me acuerdo cómo se llama. Buenas Tardes.
martes 29 de junio de 2004
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MARCELA MUÑOZ MOLINA |
ALEJANDRA
Tal vez, si no hubiera leído
A Bretón a los catorce
A Eluard a los quince
O a Artaud a los dieciséis.
Quizás, si Desnos no me
Hubiera atrapado a los veinte.
Y René Char no hubiera sido
Tan certero y tan tajante.
Si todos juntos,
No me hubieran volado la cabeza
Una y otra vez.
Quizás, no hubiera caminado tanto,
Juntando piedritas
A orillas del mar.
No habría sentido tanto frío
Ni tanta hambre
Ni tanto miedo.
Tantas vueltas para terminar
Leyendo a la Pizarnik
A los treinta y cinco.
Y saber,
Que los aplausos para los poetas,
Llegan siempre tarde
Y siempre son absurdos.
EN MAÑANAS COMO ÉSTA
En mañanas como ésta
solo soy un fantasma, aquí
y en cualquier ciudad del mundo
un alma que transita
sin rumbo y desconocida
apenas el vapor de un alma…
cruzo avenidas,
avenidas infinitas
sin dar con mi reflejo en las vitrinas.
En mañanas como ésta
me levanto en cualquier ciudad del mundo
me levanto en Bruselas, Barcelona
en Buenos Ares
donde ahora no soy nadie
y donde alguna vez fui
un sol, una explosión, un relámpago.
Camino entre gente que me parecen fantasmas
y yo misma soy un fantasma para ellos,
no llega el aire a mis pulmones
…en mañanas como ésta.
SUBIENDO CALLE VALDIVIA
Cuando esta ciudad me deje de doler,
y yo deje de verla
como la sala de un hospital inhóspito y frío.
Cuando mi memoria se borre
con el barrido de una ola
y tenga que descubrir otra vez
por qué nací en los cerros.
Cuando las calles de esta ciudad
no sean los laberintos oscuros de hoy
aunque los árboles estén amarillos
y el sol no se descuelgue de su lugar.
Cuando me olvide
que la risa y el llanto
y mi lamento de animal herido
respiraron casi a mismo ritmo
en esta ciudad
que es toda mía.
Cuando el tiempo me gire,
para ser otra vez
la niña con sombrero que corría
buscando mariposas por la pampa.
Tal vez,
entonces,
tome un bus
y vuelva a Puerto Natales,
como una desconocida
que después de cincuenta años,
vuelve a cruzar por la plaza
sube por calle Valdivia,
y entra a la casa amarilla
de los abuelos que nunca mueren.