San Blas
2 de febrero de 2012
De las cuatro actas
griegas de San Blas- uno de los Catorce Santos Auxiliadores-, actualmente
catalogadas no pueden extraerse sino los siguientes datos con visos de autenticidad: médico, obispo
de Sebaste; por voz unánime del clero y pueblo; en Armenia. Vivió en tiempos de
los emperadores Diocleciano y Licinio (307-323), si bien algunos autores lo
hacen contemporáneo de Juliano el Apóstata (361-363).
Decretada la
persecución, San Blas buscó asilo en una
cueva, donde fue descubierto por unos cazadores de fieras, denunciado al
gobernador Agrícola de Capadocia y, después de torturadas sus carnes con peines
de hierro, fue decapitado en el año 316 d. C.
San Blas, oculto por la persecución, sostenía, alentaba y
edificaba ocultamente a los cristianos con su palabra y con el ejemplo de su santa Vida.
La leyenda, al relatar
la estancia de San Blas en las soledades del Argeo, nos describe escenas paradisiacas. Al perseguido por los hombres le
hacen compañía las fieras, que se agrupan en tropel a la entrada de la gruta,
esperando respetuosas a que el santo anacoreta termine su oración, para recibir
de él su bendición y obtener también la curación de sus dolencias. Mientras estaba en prisión realizó
la maravillosa curación de un muchacho que tenía una espina en la garganta y estaba en peligro de muerte.
Su culto, si bien no muy inmediato a su muerte, tuvo una gran extensión, tanto en
Occidente como en Oriente, donde la fiesta se celebraba el 11 de febrero. En Constantinopla había
un templo dedicado a San Blas. En Armenia existió
la Orden Militar de San Blas. La
república independiente de Ragusa (Yugoslavia) lo tenía por patrón principal. En la Iglesia occidental tenía señaladas dos
fiestas: el 3 de febrero, aún vigente en el Martirologio Romano, y el 15 del
mismo mes.
Sólo en Roma tuvo San
Blas 54 iglesias y oratorios bajo su
advocación; y es tan grande el número de monasterios e iglesias que dicen
poseer reliquias del mártir, que resulta insoluble el problema de su
autenticidad y no cabe argüir sino que acaso se trate en muchos casos de otros
santos del mismo nombre.
La gran popularidad de
San Blas se debe esencialmente a los milagros que le atribuyen las actas
apócrifas. Con frecuencia se le invoca
como abogado contra la difteria y todos los males y accidentes de garganta.
En algunos lugares persiste la costumbre de bendecir a las personas el día 3 de
febrero con dos velas- la Candelaria es la víspera- con esta fórmula: «Por la intercesión y los méritos de S.
Blas, obispo y mártir, Dios te libre de los dolores de garganta y de cualquier
otro mal». También se le invoca como abogado contra la peste del ganado,
principalmente el de cerda.
De su iconografía
dedujo el pueblo nuevos incentivos para la devoción: como quiera que, sobre
todo a partir del s. XIV, fuera representado San Blas con un peine en memoria
del instrumento con que le habían rasgado las carnes, los cardadores y sombrereros le erigieron en patrono suyo.
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