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José Manuel Durão Barroso Presidente de la Comisión Europea Discurso sobre el estado de la Unión 2012 Sesión plenaria del Parlamento Europeo/Estrasburgo 12 de septiembre de 2012

European Commission - SPEECH/12/596   12/09/2012

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COMISIÓN EUROPEA

José Manuel Durão Barroso

Presidente de la Comisión Europea

Discurso sobre el estado de la Unión 2012

Sesión plenaria del Parlamento Europeo/Estrasburgo

12 de septiembre de 2012

Sr. Presidente,

Señorías,

1. Análisis de la situación

Es un honor para mí comparecer hoy ante ustedes para pronunciar este tercer discurso sobre el estado de la Unión, en un momento en que la Unión Europea sigue estando en crisis.

Una crisis financiera y económica. Una crisis social. Pero también una crisis política, una crisis de confianza.

La crisis tiene su origen en:

las prácticas irresponsables del sector financiero;

la deuda pública insostenible, y también

la falta de competitividad de algunos Estados miembros.

Además, el euro se enfrenta a sus propios problemas estructurales. Su estructura no ha resistido. Se han generado desequilibrios.

Esto ya se ha corregido. Pero a costa de un esfuerzo doloroso, difícil. Los ciudadanos se sienten frustrados. Están preocupados. Sienten que su forma de vida está en peligro.

El sentido de ecuanimidad y equidad entre los Estados miembros se está erosionando. Y si no hay equidad entre los Estados miembros, ¿cómo puede haber equidad entre los ciudadanos europeos?

Durante los cuatro últimos años, hemos tomado muchas decisiones difíciles para hacer frente a esta crisis sistémica. Pero, a pesar de todos estos esfuerzos, nuestras respuestas aún no han convencido a los ciudadanos, a los mercados ni a nuestros socios internacionales.

¿Por qué? Porque, una y otra vez, hemos dado pábulo a las dudas. Dudas sobre si algunos países están verdaderamente dispuestos a realizar reformas y recuperar la competitividad. Dudas sobre si otros países están verdaderamente dispuestos a apoyarse recíprocamente con objeto de que el euro y el proyecto europeo sean irreversibles.

Hemos asistido en demasiadas ocasiones a una espiral viciosa. Primero, se toman decisiones muy importantes para nuestro futuro durante las cumbres europeas. Pero luego, al día siguiente, vemos como algunas de las mismas personas que tomaron las decisiones las sabotean. Afirman que van demasiado lejos o que no avanzan lo bastante. Y así tenemos un problema de credibilidad. Un problema de confianza.

No es aceptable presentar estas reuniones europeas como si fueran combates de boxeo, afirmando que hemos noqueado y vencido al rival. No podemos pertenecer a la misma Unión y comportarnos como si no lo hiciéramos. No podemos poner en peligro nueve decisiones correctas con una acción o declaración que ponga en duda todo lo que hemos conseguido.

Esto, Señorías, pone de manifiesto la esencia de la crisis de confianza de la Europa política. Si las fuerzas políticas europeas no respetan las normas y las decisiones que ellas mismas han establecido, ¿cómo van a poder convencer a los demás de que están decididas a resolver juntas esta crisis?

Sr. Presidente,

Señorías,

2. El reto – Una nueva reflexión sobre Europa

Una crisis de confianza es una crisis política. Y lo bueno es que, en una democracia, no hay problema político para el que no podamos encontrar una solución política.

Por ello, quiero debatir hoy aquí con ustedes las cuestiones políticas fundamentales: dónde nos encontramos actualmente y cómo debemos avanzar. Quiero centrarme en la dirección política y la visión que inspirará nuestras decisiones políticas.

Evidentemente, no voy a enumerar todas y cada una de estas decisiones. Acaban de recibir la carta que he enviado al Presidente del Parlamento Europeo y que establece las prioridades inmediatas de la Comisión. Las debatiremos con ustedes antes de adoptar el Programa de trabajo de la Comisión a finales del otoño.

El mensaje que hoy les dirijo es el siguiente: Europa necesita una nueva dirección. Y esa dirección no puede basarse en viejas ideas. Europa necesita una nueva reflexión.

Cuando hablamos de la crisis, y todos hablamos de ella, ¿hemos extraído verdaderamente todas las consecuencias de nuestra acción? Cuando hablamos de la globalización, y todos hablamos mucho de ella, ¿hemos considerado realmente su impacto sobre el papel de cada uno de nuestros Estados miembros?

El punto de partida para una nueva reflexión sobre Europa consiste en extraer realmente todas las consecuencias de los retos a los que nos enfrentamos y que están cambiando nuestro mundo de forma fundamental.

El punto de partida es dejar de intentar responder a las preguntas del futuro con los instrumentos del pasado.

Desde el comienzo de la crisis, hemos visto una y otra vez que los mercados mundiales interconectados son más rápidos y por ello más eficaces que los sistemas políticos nacionales fragmentados. Esto socava la confianza de los ciudadanos en la toma de decisiones políticas. Y alimenta el populismo y el extremismo en Europa y en otros lugares.

La realidad es que en un mundo interconectado, los Estados miembros de Europa no pueden por sí solos dirigir con eficacia el curso de los acontecimientos. Pero, al mismo tiempo, aún no han dotado a su Unión
—nuestra Unión— de los instrumentos necesarios para hacer frente a esta nueva realidad. Estamos en una fase de transición, en un momento definitorio. Este momento exige decisiones y liderazgo.

Sí, la globalización exige más unidad europea.

Más unidad exige una mayor integración.

Una mayor integración exige más democracia, una democracia europea.

En Europa, esto supone, ante todo, aceptar que estamos todos en el mismo barco.

Supone reconocer que nuestros intereses europeos son comunes.

Supone asumir la interdependencia de nuestros destinos.

Y supone exigir un verdadero sentido de responsabilidad y solidaridad comunes.

Porque cuando se está en un barco en medio de la tormenta, lo mínimo que se exige a los demás miembros de la tripulación es una lealtad absoluta.

Es la única forma de seguir el ritmo del cambio. Es la única manera de alcanzar la escala y la eficiencia que necesitamos para ser un actor a nivel mundial. Es la única manera de proteger nuestros valores, porque también se trata de valores, en un mundo cambiante.

En el siglo XX, un país de solo 10 o 15 millones de personas podía ser una potencia mundial. En el siglo XXI, incluso los mayores países europeos corren el riesgo de ser insignificantes al lado de gigantes mundiales como Estados Unidos o China.

La historia se acelera. Gran Bretaña tardó 155 años en duplicar su PIB per cápita, Estados Unidos 50 y China solo 15. Pero si nos fijamos en algunos de nuestros nuevos Estados miembros, la transformación económica que están experimentando no es menos impresionante.

Europa tiene todos los activos necesarios. De hecho, en mucha mayor medida que las generaciones anteriores que se enfrentaron a retos similares o incluso mayores.

Pero tenemos que actuar en consecuencia y movilizar todos estos activos conjuntamente.

Ha llegado el momento de hacer que los objetivos, las decisiones y las acciones concuerden.

Ha llegado el momento de poner fin a las respuestas fragmentarias y de actuar sin ton ni son

Ha llegado el momento de aprender las lecciones de la historia y escribir un futuro mejor para nuestra Europa.

Sr. Presidente,

Señorías,

3. Respuesta a la situación - el «pacto decisivo para Europa»

Lo que hoy pido y les presento es un Pacto Decisivo para Europa.

Un pacto decisivo para proyectar nuestros valores, nuestra libertad y nuestra prosperidad hacia el futuro de un mundo globalizado. Un pacto que combine la necesidad de mantener nuestras economías sociales de mercado, por una parte, con la necesidad de reformarlas, por otra. Un pacto que estabilizará la UEM, impulsará el crecimiento sostenible y restaurará la competitividad. Un pacto que establecerá un contrato de confianza entre nuestros países, entre los Estados miembros y las instituciones europeas, entre los interlocutores sociales, y entre los ciudadanos y la Unión Europea.

El Pacto Decisivo para Europa significa que:

No debemos permitir ninguna duda sobre la integridad de la Unión o la irreversibilidad del euro. Los países más vulnerables no deben dejar ninguna duda sobre su voluntad de realizar reformas. Ni sobre su sentido de la responsabilidad. Pero los países más fuertes no deben dejar ninguna duda sobre su voluntad de mantenerse todos juntos. Ni sobre su sentido de la solidaridad. Ninguno de nosotros debe dejar ninguna duda de que estamos decididos a reformar. REFORMAR JUNTOS.

La idea de que podemos crecer sin reformas o de que podemos prosperar solos es simplemente falsa. Debemos admitir que estamos en el mismo barco y solucionarlo juntos.

Este pacto decisivo exige completar una unión económica profunda y verdadera, basada en una unión política.

a) Unión económica:

Permítanme empezar por la economía europea.

En primer lugar, necesitamos crecimiento. Crecimiento sostenible.

El crecimiento es el elemento vital de nuestro modelo de mercado social europeo: crea puestos de trabajo y sostiene nuestro nivel de vida. Pero solo podemos mantener el crecimiento si somos más competitivos.

A nivel nacional, significa que hay que emprender las reformas estructurales que se han aplazado durante décadas. Modernizar las administraciones públicas. Reducir el despilfarro en el gasto. Hacer frente a los intereses creados y a los privilegios. Reformar el mercado laboral para alcanzar el equilibrio entre seguridad y flexibilidad. Y garantizar la sostenibilidad de los sistemas sociales.

A nivel europeo, tenemos que ser más firmes a la hora de acabar con las barreras, ya sean físicas, económicas o digitales.

Tenemos que completar el mercado único.

Debemos reducir nuestra dependencia energética y aprovechar el potencial de las energías renovables.

El fomento de la competitividad en sectores tales como la energía, el transporte o las telecomunicaciones puede dar paso a una nueva competencia, fomentar la innovación y reducir los precios para los consumidores y las empresas.

La Comisión presentará en breve un Acta Única II. Para hacer posible que el mercado único prospere, la Comisión seguirá siendo firme e intransigente en la defensa de sus normas sobre la competencia y el comercio. Para decirlo francamente, si lo dejáramos en manos de los Estados miembros les puedo asegurar que no resistirían a las presiones de las grandes empresas y las grandes fuerzas externas.

Necesitamos crear un mercado laboral europeo y hacer que sea tan fácil para la gente trabajar en otro país como en su país de origen.

Debemos explorar el crecimiento ecológico y ser mucho más eficientes en el uso de nuestros recursos.

Tenemos que ser mucho más ambiciosos en lo que respecta a la educación, la investigación, la innovación y la ciencia.

Europa es un líder mundial en sectores clave como la aeronáutica, la automoción, los productos farmacéuticos y la ingeniería, con unas cuotas de mercado mundiales por encima de un tercio. La productividad industrial aumentó un 35 % durante la última década, pese a la ralentización económica. Y hoy en día, cerca de 74 millones de puestos de trabajo dependen del sector manufacturero. Cada año las nuevas empresas de la UE crean más de 4 millones de puestos de trabajo. Tenemos que aprovechar esta circunstancia invirtiendo en nuestra nueva política industrial y creando un entorno empresarial que fomente el espíritu emprendedor y apoye a las pequeñas empresas.

Esto supone hacer que el marco fiscal sea más sencillo para las empresas y más atractivo para los inversores. Al mejorar la coordinación fiscal se beneficia a todos los Estados miembros.

Además necesitamos una política comercial proactiva para la apertura de nuevos mercados.

Este es el potencial de la economía europea. Esta es la mina de oro que aún no se ha explorado por completo. La aplicación en su totalidad del Pacto por el crecimiento acordado en el Consejo Europeo de junio puede llevarnos muy lejos.

Y podríamos ir aún más lejos, con un presupuesto de la Unión Europea ambicioso pero realista, dedicado a la inversión, el crecimiento y la reforma. Seamos claros. El presupuesto europeo es el instrumento para la inversión y el crecimiento en Europa. La Comisión y este Parlamento, de hecho todas las fuerzas proeuropeas, ya que muchos Estados miembros apoyan nuestra propuesta, deben ahora dar su apoyo conjunto al marco financiero plurianual adecuado que nos llevará a 2020. Ello no supondrá una gran carga para los Estados miembros, gracias especialmente a nuestra propuesta de nuevo sistema de recursos propios. Pero puede dar un gran impulso a sus economías, sus regiones, sus investigadores, sus estudiantes, sus jóvenes que buscan empleo o sus PYME.

Es un presupuesto para el crecimiento, la cohesión económica, social y territorial entre los Estados miembros y en los Estados miembros.

Es un presupuesto que ayudará a completar el mercado único tendiendo puentes entre nuestras infraestructuras de energía, transporte y telecomunicaciones mediante el Mecanismo «Conectar Europa».

Es un presupuesto para una agricultura moderna, orientada al crecimiento y capaz de combinar la seguridad alimentaria con el desarrollo rural sostenible.

Es un presupuesto que fomentará una Europa innovadora e intensiva en investigación por medio de la iniciativa Horizonte 2020. Porque necesitamos esta escala europea para la investigación.

Esto será una verdadera prueba de credibilidad para muchos de nuestros Estados miembros. Quiero ver si los mismos Estados miembros que hablan permanentemente de inversión y crecimiento van a dar ahora su apoyo a un presupuesto para el crecimiento a escala europea.

El presupuesto es también la herramienta que apoya la inversión en nuestro programa de crecimiento, la estrategia Europa 2020, que necesitamos ahora más que nunca.

La estrategia Europa 2020 es la forma de modernizar y preservar la economía social de mercado europea.

Señorías,

Nuestra agenda de reforma estructural exige un importante esfuerzo de ajuste. Solo podrá funcionar si es ecuánime y equitativa. Porque la desigualdad no es sostenible.

Estamos asistiendo en algunas zonas de Europa a una verdadera emergencia social, con un aumento de la pobreza y enormes niveles de desempleo, especialmente entre nuestros jóvenes.

Por eso debemos reforzar la cohesión social. Es una característica que diferencia a la sociedad europea de otros modelos alternativos.

Hay quien dice que, debido a la crisis, el modelo social europeo ha muerto. No estoy de acuerdo.

Cierto es que debemos reformar nuestras economías y modernizar nuestros sistemas de protección social. Pero un sistema de protección social eficaz que ayude a las personas necesitadas no es un obstáculo para la prosperidad. Es realmente un elemento indispensable para ella. De hecho, son precisamente los países europeos que tienen los sistemas de protección social más eficaces y la cooperación social más desarrollada, los que se figuran entre las economías mundiales más competitivas y que más éxito han tenido.

La ecuanimidad y la equidad suponen dar a nuestros jóvenes una oportunidad. Ya estamos haciendo mucho. Y, antes de finales de año, la Comisión lanzará un paquete de iniciativas para la juventud que establecerá un sistema de garantías juveniles y un marco de calidad que facilitarán la formación profesional.

La ecuanimidad y la equidad suponen también crear sistemas fiscales mejores y más justos.

Si se pone freno al fraude y la evasión fiscal, las arcas públicas de toda Europa podrán disponer de miles de millones adicionales.

Por este motivo, la Comisión luchará por llegar a un acuerdo sobre la Directiva revisada sobre fiscalidad del ahorro, y por unos mandatos para negociar con terceros países unos acuerdos más estrictos sobre fiscalidad del ahorro. Su conclusión sería una fuente importante de ingresos fiscales legítimos.

Además, la Comisión seguirá luchando por un impuesto sobre las transacciones financieras que sea equitativo y ambicioso, que haga posible que los contribuyentes se beneficien del sector financiero y no solo que el sector financiero se beneficie de los contribuyentes. Ahora que está claro que solo podemos llegar a un acuerdo al respecto mediante una mayor cooperación, la Comisión hará todo lo posible para hacer que se avance de forma rápida y eficaz con los Estados miembros que estén dispuestos a ello. Porque se trata de la ecuanimidad. Y la ecuanimidad es una condición esencial para que las reformas económicas necesarias sean social y políticamente aceptables. Y, ante todo, la ecuanimidad es cuestión de justicia, de justicia social.

Sr. Presidente,

Señorías,

Frente a la crisis, se han adoptado decisiones importantes. Se están aplicando medidas de reforma y consolidación en toda la Unión Europea. Se están poniendo en marcha garantías conjuntas de apoyo financiero y las instituciones europeas han dejado patente de forma continuada que defienden el euro.

La Comisión es muy consciente de que en los Estados miembros que están realizando las reformas más intensas hay dificultades y ajustes complicados, a veces muy dolorosos, pero solo podremos alcanzar un futuro mejor a través de esas reformas, que eran necesarias desde hace mucho tiempo. Es sencillamente imposible volver a la situación anterior.

La Comisión continuará haciendo todo lo que esté en sus manos para respaldar a esos Estados miembros y ayudarles a impulsar el crecimiento y el empleo, por ejemplo, a través de la reprogramación de los Fondos Estructurales.

Permítanme decir unas palabras sobre Grecia. Creo firmemente que este otoño tenemos la oportunidad de llegar a un punto de inflexión. Si Grecia despeja todas las dudas sobre su compromiso con las reformas, y si todos los demás países despejan todas las dudas sobre su determinación de mantener Grecia en la zona del euro, lo podremos conseguir.

Creo que si Grecia cumple sus compromisos debe permanecer en la zona del euro, como miembro de la familia europea.

Garantizar la estabilidad de la zona del euro es nuestro reto más urgente. Es una responsabilidad conjunta de los Estados miembros y de las instituciones comunitarias. El BCE no puede financiar a los Estados, y no lo hará. Sin embargo, cuando los canales de transmisión de la política monetaria no funcionan correctamente, la Comisión considera que forma parte del mandato del BCE tomar las medidas necesarias, por ejemplo en los mercados secundarios de deuda soberana. De hecho, el BCE no solo tiene el derecho sino también el deber de restablecer la integridad de la política monetaria. Por supuesto, corresponde al BCE, como institución independiente, determinar qué acciones debe llevar a cabo y en qué condiciones. Todos los actores, y quiero decir realmente todos los actores, deben respetar la independencia del BCE.

Señorías,

He hablado sobre las medidas de política económica que debemos aplicar con carácter de urgencia. Es algo indispensable, pero no es suficiente. Debemos ir más allá.

Debemos culminar la Unión Económica y Monetaria. Debemos crear una unión bancaria y una unión fiscal, así como los correspondientes mecanismos institucionales y políticos.

En el día de hoy la Comisión presenta propuestas legislativas para establecer un mecanismo único de supervisión europeo, que es un trampolín hacia la unión bancaria.

La crisis ha puesto de manifiesto que, si bien los bancos han pasado a ser transnacionales, la reglamentación y la supervisión siguen siendo nacionales. Y, cuando ha habido problemas, han sido los contribuyentes quienes han tenido que pagar la factura.

Durante los últimos cuatro años, la UE ha revisado la reglamentación aplicable a los bancos, situándose a la cabeza a la hora de cumplir los compromisos del G-20. Sin embargo, ya no es adecuada una mera coordinación: debemos avanzar hacia decisiones comunes de supervisión, es decir, dentro de toda la zona del euro.

El mecanismo único de supervisión propuesto hoy creará una arquitectura reforzada, con una función primordial para el Banco Central Europeo, y una articulación adecuada con la Autoridad Bancaria Europea, que restablecerá la confianza en la supervisión de los bancos de la zona del euro.

Será una supervisión de todos los bancos de la zona del euro. La supervisión debe poder llegar a todos los rincones porque los riesgos sistémicos pueden estar en todas partes, no solo en los denominados bancos de importancia sistémica. Por descontado, ello se realizará dentro de un sistema que asocie plenamente a los supervisores nacionales.

El paquete está formado por dos textos jurídicos, uno sobre el Banco Central Europeo y otro sobre la Autoridad Bancaria Europea, que van juntos. Está claro que este Parlamento tendrá un papel crucial en la aprobación de este nuevo mecanismo y, posteriormente, en la supervisión democrática del mismo.

Se trata de un primer paso decisivo hacia la unión bancaria que propuse ante esta cámara en junio. La implantación del supervisor europeo es la prioridad más importante por el momento, porque es la condición previa para gestionar mejor las crisis bancarias, desde la resolución bancaria hasta el seguro de depósitos.

De modo paralelo, la Comisión seguirá trabajando en la reforma del sector bancario para asegurarse de que desempeñe su papel en la financiación de la economía real. Ello significa mejorar la financiación a largo plazo para las PYME y otras empresas. Significa también establecer normas sobre los índices de referencia, de modo que no se vuelva a producir ninguna manipulación de los tipos de interés bancarios que afectan a las empresas y a quienes tienen hipotecas. Significa asimismo aprobar legislación para garantizar que los bancos ofrezcan un trato justo a los consumidores y reconsiderar la estructura de las actividades bancarias para eliminar los riesgos inherentes.

En todo ello, el papel de este Parlamento es esencial. La Comisión desea trabajar en estrecha asociación con Sus Señorías.

Por otro lado, una unión económica más profunda tiene un segundo elemento, que es el avance hacia una unión fiscal.

Las razones de tal unión fiscal son obvias: las decisiones económicas de un Estado miembro tienen efectos sobre los demás Estados miembros. Necesitamos, por ello, una mayor coordinación en materia de política económica.

Asimismo necesitamos un marco más fuerte y más vinculante para la toma de decisiones nacionales en las políticas económicas clave, como única forma de evitar los desequilibrios. Aunque se han hecho muchas cosas en este terreno, por ejemplo mediante las seis medidas de gobernanza económica («six pack») y las recomendaciones específicas por país, es esencial adoptar otras medidas para combinar las condiciones específicas con incentivos específicos y hacer que la Unión Económica y Monetaria sea realmente sostenible.

A fin de obtener resultados duraderos, debemos establecer una plena gobernanza económica comunitaria, junto con una capacidad fiscal comunitaria auténtica y creíble.

Para ello no necesitamos separar instituciones o crear otras nuevas. Más bien al contrario: para conseguir resultados eficaces y rápidos a este respecto, lo mejor es trabajar con las instituciones existentes y a través de ellas: la Comisión Europea, como autoridad europea independiente, supervisada por el Parlamento Europeo, como representación parlamentaria a nivel europeo.

Y en ese marco es en el que, a lo largo del tiempo, puede avanzarse hacia una auténtica mutualización de la amortización de la deuda y de la emisión de deuda.

Así pues, la reforma económica y una verdadera Unión Económica y Monetaria son los motores que pueden hacer que nuestro barco avance.

La Comisión publicará ya durante este otoño un plan general de profundización de la Unión Económica y Monetaria.

Este plan se presentará ante esta cámara, dado que estas cuestiones deben ser debatidas por los representantes del pueblo y con ellos.

Al mismo tiempo, servirá como contribución al debate del Consejo Europeo de diciembre que se preparará con el informe que el Presidente del Consejo Europeo, el Presidente del Banco Central Europeo, el Presidente del Eurogrupo y yo mismo presentaremos según se nos ha pedido.

Nuestro plan determinará herramientas e instrumentos y presentará opciones de redacción jurídica que les dará efecto, desde la coordinación de políticas hasta la capacidad fiscal y la amortización de deudas. Y, en caso necesario, como en el caso de la deuda pública garantizada de forma conjunta y solidaria, indicará los cambios del Tratado necesarios, porque algunos de esos cambios exigirán modificar el Tratado. Será un plan en el que se señalará lo que es preciso hacer no solo en las próximas semanas y meses, sino también en los próximos años.

Sr. Presidente,

Señorías,

b) Unión política:

En última instancia, la credibilidad y sostenibilidad de la Unión Económica y Monetaria depende de las instituciones y de la estructura política en las que se enmarca.

Por ese motivo, la Unión Económica y Monetaria plantea la cuestión de una unión política y de la democracia europea que debe respaldarla.

Si deseamos conseguir que la Unión Económica y Monetaria tenga éxito, debemos combinar ambición y una planificación temporal adecuada. Debemos adoptar medidas concretas ahora, con vistas a una unión política.

Me gustaría que se creara un espacio público europeo, en el que se debatieran los problemas europeos desde un punto de vista europeo. No podemos seguir intentando resolver problemas de dimensión europea solo con soluciones nacionales.

Este debate debe celebrarse en nuestras sociedades y entre nuestros ciudadanos, pero hoy deseo hacer un llamamiento también a los intelectuales europeos, a los hombres y mujeres del mundo de la cultura, a que participen en este debate sobre el futuro de Europa. Y les hago también este llamamiento a ustedes. Esta es la casa de la democracia europea. Debemos reforzar el papel del Parlamento Europeo a nivel europeo.

Y debemos fomentar una complementariedad y cooperación verdaderas entre el Parlamento Europeo y los Parlamentos nacionales.

Ello no puede llevarse a cabo sin el reforzamiento de los partidos políticos europeos. Muy a menudo, hay una desconexión real entre los partidos políticos de los países y los partidos políticos europeos aquí en Estrasburgo. Debemos reconocer que, con demasiada frecuencia, el debate político se presenta como si se produjera únicamente entre partidos nacionales. Incluso en las elecciones europeas no se ve el nombre de los partidos políticos europeos que se presentan: lo que se ve es un debate nacional entre partidos políticos nacionales. Por esta razón, necesitamos un estatuto reforzado para los partidos políticos europeos. Mercado complace anunciar que la Comisión ha adoptado hoy una propuesta a este respecto.

Una manera de profundizar en el debate político paneuropeo sería que los partidos políticos europeos presentasen su candidato para el cargo de Presidente de la Comisión ya en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Ello puede hacerse sin modificar el Tratado y sería un paso decisivo para que quedase todavía más claro que esos comicios ofrecen la posibilidad de efectuar una elección europea. Hago un llamamiento a los partidos políticos para que se comprometan a dar ese paso, con lo que se europeizarían más dichas elecciones.

Sr. Presidente,

Señorías,

Una auténtica Unión Europea política significa que debemos centrar la actuación europea en los problemas reales que importan y deben resolverse a nivel europeo. Seamos francos: no todo puede ser prioritario al mismo tiempo. A este respecto probablemente se puede hacer algo de autocrítica.

Una integración adecuada consiste en decidir desde una nueva óptica el nivel más apropiado de actuación. La subsidiariedad es un concepto democrático esencial y debe utilizarse en la práctica.

Una unión política significa también que debemos reforzar los cimientos de nuestra Unión: respeto de nuestros valores fundamentales, Estado de Derecho y democracia.

En los últimos meses se han podido observar amenazas para el entramado jurídico y democrático en algunos de nuestros Estados europeos. El Parlamento Europeo y la Comisión han sido los primeros en dar la alarma y han desempeñado un papel decisivo a la hora de poner coto a estos preocupantes acontecimientos.

Sin embargo, esas situaciones han puesto de manifiesto también los límites de nuestras disposiciones institucionales. Necesitamos un conjunto de instrumentos mejor desarrollado, no solo la alternativa entre la mano suave de la persuasión política y la mano dura del artículo 7 del Tratado.

Por otro lado, nuestro compromiso de defender el Estado de Derecho es la razón de nuestra intención de crear una Fiscalía Europea, tal y como se prevé en los Tratados. En breve presentaremos una propuesta.

Sr. Presidente,

Señorías,

Una unión política significa, además, hacer mayores esfuerzos para desempeñar plenamente nuestro papel en el mundo. Compartir la soberanía en Europa significa tener más soberanía a nivel mundial.

En el mundo actual, el tamaño es importante.

Y los valores marcan la diferencia.

Por ello, el mensaje europeo debe ser un mensaje de libertad, democracia, Estado de Derecho y solidaridad, que son nuestros valores, los valores europeos.

Nuestros ciudadanos y el nuevo orden mundial necesitan más que nunca una Europa activa e influyente. Es importante que tengamos éxito no solo para nosotros sino también para el resto del mundo. Necesitamos una Europa que mantenga sus valores, una Europa que sea capaz de defender su convicción de que los derechos humanos no son un lujo del mundo desarrollado, sino que deben considerarse valores universales.

La gravísima situación de Siria nos recuerda que no podemos permitirnos ser meros espectadores. Es necesario que surja una Siria nueva y democrática. Tenemos una responsabilidad conjunta de que así ocurra y de trabajar con quienes, dentro del orden mundial, deben cooperar también en la consecución de ese objetivo.

El mundo necesita una UE que siga situada a la vanguardia de la ayuda al desarrollo y la ayuda humanitaria, que defienda las economías abiertas y luche contra el proteccionismo, que encabece la lucha contra el cambio climático.

El mundo necesita una Europa que sea capaz de desplegar misiones militares para ayudar a estabilizar la situación en zonas en crisis. Debemos poner en marcha una revisión global de las capacidades europeas y empezar a planificar una defensa verdaderamente colectiva. Necesitamos reforzar nuestras Política Exterior y de Seguridad Común y un aplicar enfoque común de los asuntos en materia de defensa porque juntos tenemos la capacidad y la dimensión necesarias para transformar el mundo en un lugar más justo, basado en normas y respetuoso de los derechos humanos.

Sr. Presidente,

Señorías,

4. Modificación del Tratado, dimensión 17/27 y ampliación del debate público

a) Federación de Estados nación. Modificación del Tratado

Una profunda y verdadera unión económica y monetaria, una unión política coherente, con una política exterior y de defensa coherente, significa, en última instancia, que la actual Unión Europea debe evolucionar.

Que no nos asusten las palabras: debemos avanzar hacia una Federación de Estados nación. Es lo que necesitamos. Es nuestro horizonte político.

Es lo que debe guiar nuestro trabajo en los próximos años.

Hago un llamamiento en el día de hoy a la creación de una Federación de Estados nación. No de un súper-Estado, sino de una Federación democrática de Estados nación que puedan abordar nuestros problemas comunes compartiendo soberanía de modo que cada país y cada ciudadano disponga de mejores medios para controlar su propio destino. Se trata de la Unión con los Estados miembros, no contra los Estados miembros. En la era de la globalización, unir soberanías significa más poder, no menos.

Hablo deliberadamente de una Federación de Estados nación porque en estos tiempos de turbulencias, de ansiedad, no debemos dejar la defensa de la nación solo en manos de los nacionalistas y los populistas. Creo en una Europa en la que las personas se sientan orgullosas de sus países, pero también de ser europeas y de nuestros valores europeos.

La creación de esta Federación de Estados Nación precisará en último término la adopción de un nuevo Tratado.

Y no lo digo a la ligera. Todos somos conscientes de lo difícil que se ha hecho modificar el Tratado.

Es algo que debe prepararse bien.

Las conversaciones sobre la modificación del Tratado no deben desviarnos ni retrasarnos respecto a lo que podemos y debemos hacer ya hoy.

Una Unión Económica y Monetaria profunda y verdadera puede ponerse en marcha en el marco de los Tratados vigentes, pero solo podrá culminarse modificándolos. Así que pongámonos a trabajar ya ahora, pero tengamos presente en nuestras decisiones actuales la perspectiva futura.

No debemos empezar con la modificación del Tratado. Debemos determinar las políticas que necesitamos y los instrumentos necesarios para aplicarlas. Solo entonces podremos decidir qué instrumentos nos faltan y cómo solucionarlo.

Acto seguido, debe celebrarse un amplio debate en toda Europa. Un debate que debe llevarse a cabo antes de que se convoque una convención y una conferencia intergubernamental, un debate que tenga una dimensión verdaderamente europea.

La época de la integración europea con el consentimiento implícito de los ciudadanos ha acabado. Europa no puede ser tecnocrática ni burocrática ni siquiera diplomática. Debe ser cada vez más democrática. El papel del Parlamento Europeo es esencial. Por ello pueden ser tan decisivas las elecciones europeas de 2014.

Antes de las próximas elecciones al Parlamento Europeo en 2014, la Comisión presentará su proyecto de estructura de la futura Unión Europea. Y presentaremos ideas concretas de modificación del Tratado a tiempo para debatirlas.

Expondremos los objetivos que debemos fijarnos, la forma en que las instituciones pueden hacer que la Unión Europea sea más abierta y democrática, las competencias y los instrumentos necesarios para que sea más eficaz y el modelo para que sea una unión de los pueblos de Europa. Estoy convencido de que necesitamos un debate real, y en una democracia el mejor modo de debatir es precisamente en el marco de unas elecciones, a nivel europeo, sobre nuestro futuro y nuestros objetivos.

b) Dimensión 17/27

Sr. Presidente,

Señorías,

Este no es solo un debate sobre la zona del euro en su actual composición.

Si bien una integración más profunda es indispensable para la zona del euro y sus miembros, este proyecto debe seguir abierto a todos los Estados miembros.

Voy a ser muy claro: ¡En Europa no necesitamos más muros que nos separen! Porque la Unión Europea es más fuerte como un todo a la hora de mantener la integridad de su mercado único, sus miembros y sus instituciones.

No se obligará a nadie a unirse. Y no se obligará a nadie a quedarse fuera. La velocidad no vendrá determinada por el más lento o el más reticente.

Por ello, nuestras propuestas se basarán en la actual Unión y sus instituciones, en el método comunitario. Seamos claros, solo hay una Unión Europea, una Comisión, un Parlamento Europeo. No se consigue más democracia, más transparencia, más responsabilidad con una proliferación de instituciones que haría que la UE fuera más complicada, más difícil de entender, menos coherente y menos capaz de actuar.

c) Ampliar el debate público:

Esta es, Señorías, la magnitud de las decisiones que deberemos adoptar con el tiempo.

Por ello, creo que necesitamos que haya un serio debate entre los ciudadanos de Europa sobre el camino que debemos seguir.

Necesitamos un debate sobre las posibles consecuencias de la fragmentación, porque lo que a veces puede producirse, debido a efectos indeseados, es una fragmentación cuando no la deseamos.

Necesitamos un debate sobre lo que podríamos conseguir juntos si los dirigentes políticos evitaran el provincianismo nacional.

Debemos utilizar las elecciones de 2014 para movilizar a todas las fuerzas proeuropeas. No debemos permitir que los populistas y los nacionalistas fijen una agenda política negativa. Espero que todas las personas que se consideran europeas se movilicen y participen en este debate, porque la indiferencia o el pesimismo de los proeuropeos son todavía más peligrosos que el escepticismo de los antieuropeos.

Sr. Presidente,

Señorías,

5. Conclusión: ¿Esto es realista?

En resumen, lo que necesitamos es un pacto decisivo para completar la UEM, basado en un compromiso político en torno a una Europa más fuerte.

El orden secuencial que hoy les presento está claro.

Deberíamos empezar haciendo todo lo posible para estabilizar la zona del euro y acelerar el crecimiento en el conjunto de la UE. La Comisión presentará todas las propuestas necesarias, y hemos comenzado hoy con el supervisor único, para crear una unión bancaria, en consonancia con las actuales disposiciones del Tratado.

En segundo lugar, antes de que acabe el otoño, presentaremos nuestro plan para una verdadera unión económica y monetaria, junto con los instrumentos políticos.

También en este caso presentaremos todas las propuestas en consonancia con las actuales disposiciones del Tratado.

Y en tercer lugar, cuando no podamos avanzar en el marco de los Tratados vigentes, presentaremos propuestas explícitas de las modificaciones del Tratado necesarias con anterioridad a las próximas elecciones al Parlamento Europeo de 2014, que incluirán elementos para reforzar la democracia y la rendición de cuentas.

He aquí nuestro proyecto. Un proyecto paso a paso pero con una gran ambición para el futuro, con una Federación en nuestro horizonte para Europa.

Muchos dirán que es demasiado ambicioso, que no es realista.

Pero permítanme que les pregunte: ¿es realista seguir como hasta ahora? ¿Es realista ver lo que hoy vemos en muchos países europeos? ¿Es realista ver cómo los contribuyentes pagan a los bancos y luego se ven obligados a devolverles las casas que han pagado porque no pueden hacer frente a sus hipotecas? ¿Es realista ver cómo en algunos de nuestros Estados miembros más del 50 % de nuestros jóvenes se encuentra sin empleo? ¿Es realista seguir actuando sin ton ni son y no hacer sino acumular errores con respuestas poco convincentes? ¿Es realista pensar que podemos lograr la confianza de los mercados cuando nosotros mostramos tan poca confianza recíproca?

Para mí es esta realidad la que no es realista. Esta realidad no puede seguir así.

La forma realista de avanzar es la que nos hace más fuertes y más unidos. El realismo consiste en poner nuestra ambición al nivel de nuestros retos. ¡Podemos conseguirlo! Enviemos a nuestros jóvenes un mensaje de esperanza. Si hay una tendencia, que sea una tendencia a la esperanza. Debemos estar orgullosos de ser europeos. Orgullosos de nuestra cultura, rica y diversa. A pesar de nuestros problemas actuales, nuestras sociedades figuran entre las más humanas y libres del mundo.

No debemos pedir perdón por nuestra democracia, nuestra economía social de mercado, que posee unos niveles elevados de cohesión social, que respeta los derechos humanos y la dignidad, la igualdad de género y el medio ambiente. Estas sociedades europeas, con todos sus problemas, se cuentan entre las sociedades más decentes de la historia humana y creo que debemos estar orgullosos de ello. En nuestros países no van a la cárcel dos o tres chicas por cantar y criticar a quien manda en su país. En nuestros países la gente es libre y está orgullosa de esa libertad y entiende lo que significa tenerla. En muchos de nuestros países, concretamente en los Estados miembros más recientes, aún tienen fresco en su memoria lo que era la dictadura y el totalitarismo.

Las generaciones anteriores han superado mayores retos. Le toca ahora a esta generación demostrar que está a la altura.

Ha llegado el momento de que todos los proeuropeos salgan de la rutina y se enfrenten al futuro. La Unión Europea se construyó para garantizar la paz. Hoy en día, esto significa hacer que nuestra Unión pueda responder a los desafíos de la globalización.

Por ello, necesitamos una nueva reflexión sobre Europa, un pacto decisivo para Europa. Y debemos guiarnos por valores que forman el núcleo de la Unión Europea. Creo que Europa tiene un alma. Esta alma puede darnos la fuerza y la determinación para hacer lo que debemos hacer.

Pueden ustedes contar con la Comisión Europea. Yo cuento con ustedes, con el Parlamento Europeo. Juntos, como instituciones comunitarias, construiremos una Europa mejor, más fuerte y más unida, una Unión de ciudadanos para el futuro de Europa y también para el futuro del mundo.

Gracias por su atención.


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