La riqueza de una relación como esta, no sólo se manifiesta en la plenitud de lo estrictamente vivencial y en la permanencia en el tejido mismo de lo que se constituye en biografía.
La complejidad de aquellos diálogos, la abstracción individual de una sola idea y en ocasiones de una sola palabra, sólo puede darse entre seres inmensamente compenetrados (más allá incluso de lo comprensible) con el pensamiento y en(entre) sus pensamientos. En la distancia siempre somos para los otros personajes extremos, y el esfuerzo cognitivo por VER y SENTIR al ausente, agudiza todos nuestros sentidos haciéndonos vivir quizás demasiado sensorialmente, es decir a flor de VIDA y bajo la luz absoluta dela IMAGO. Entre dos escritores, de la misma generación y en la misma región, salvando las distancias de sus realidades individuales, esto multiplica el peculio de contenidos transcendentales.
Así, la pequeña carta que traigo hoy al blog, en una sola de sus líneas, produjo en mí una serie de cavilaciones avaladas por el planteamiento de José Lezama Lima: “… hay una red de coordenadas en la poesía, que lleva al hombre a la visión de la gloria: a la resurrección”, que se irían desanudando y desnudando en mis conversaciones con el poeta.
Estudié a profundidad la generación correspondiente a la mía en Cuba, la de Richard, y no sólo su poesía sino la de muchos de sus representantes. Años después, presenté este trabajo de análisis y de compilación en Madrid, invitada por la Casa de América, cuando los españoles vivían la fiebre de “lo cubano”, a principios de la década de los noventas.
Me permitiré subrayar la afirmación de Richard que desencadenó en mí una búsqueda de respuestas y que me estimuló a articular una respuesta, desde luego esbozada solamente por él en su cartita, pero desarrollada por los dos en nuestras largas conversaciones.
Después, y preguntándome si todavía no tendrán vigencia algunos de mis propios postulados, transcribiré el fragmento inicial de mi ponencia, el cual también fue un texto que evolucionó desde una de mis conversaciones con él, hacia el documento. Es en la densidad de esos párrafos donde realmente subyace la revolución que fuimos el uno para el otro.
Luego tendré que hacer silencio. Puesto que me propuse hacer un homenaje al amor, la lucidez, la felicidad, la fijeza y la vida, no tengo deseos de aproximarme de manera torpe ni tortuosa al final, de ninguna manera. Esas otras cartas han de quedarse para otro momento.
No es fácil para una mujer, con el peso de las tradiciones y esa cultura de propiedad por parte de nuestras parejas que todavía nos flagela, hablar detalladamente de su pasado, por más hermoso, ingenuo o luminoso que este sea. Inclusive por más muerto que estuviera.
A pesar de lo especiales que son MIS OTROS, publicar estas cartas ha sido para mí un ejercicio de RESISTENCIA.
Un paso a la vez, dije al principio, porque siempre presentí la posibilidad de tener que callarme antes de tiempo. Bastará con decir que después de perder a Richard he sido feliz, que he amado, que soy y he sido muy amada, que tengo una familia preciosa y una vida que muchos quisieran para ellos. Que he escrito mis libros y viceversa…
Pero los pétalos de la rosa helada preservada por Artaud nunca se derritieron. Quizás cuando yo muera, habrá dos senderos de agua salada desbordando mis ojos cerrados para siempre. Con mi propio final, habrá llegado el deshielo.
XI FRAGMENTO DEL MEMORIAL DESPUES DEL MEMORIAL
10 de Marzo y Te Amo
Hoy me levanté en mi casa leyendo el Memorial de Isla Negra, sin dudas contigo. Tengo el deseo de decirte tantas cosas que sólo son posibles de hacer llegar con el propio cuerpo.
Volví sobre el poema de John Ashbery (AUTORRETRATO EN ESPEJO CONVEXO); es fundamental para saber que algo ha cambiado en el destino del verso y de la escritura en general…
Ayer, cuando salí con R a buscar unas medicinas (que finalmente nunca encontramos) llamó S para poder verla antes de irse y entregarle estas últimas cartas; yo esperaba su llamada como espero todas las cosas relacionadas con poder tener algún tipo de contacto contigo y ya habia dejado a G en alerta para que tomara el recado…. Hoy voy a llevar estas cartas…
Te extraño mucho, ven lo antes posible para vivir ese absoluto que hemos entendido. No dudes mi amor, no mires atrás. Esta ciudad te extraña a ti, a tus cabellos locos y tu risa que estremece. Tu forma de correr descalza por la calle, la tristeza que sale de tus ojos amarillos cuando no puede alguien complacerte y los ruidos que haces cuando tomas el té o esas canciones en perfecto acento del inglés que cantas cuando te bañas. Tus pequeños desordenes que quizás me toque arreglar toda la vida y no me importa, las gesticulaciones con tus labios cuando hablas y la vehemencia con la que discutes todas tus ideas. El otro día me encontré con T y me preguntó que cómo andaba mi bella aérea. ¿Ves mi amor? No sólo yo pienso que andas distraída siempre.
Todo lo poco que tengo te pertenece. Mi casa, mis libros, mi vida. Puedes hacer lo que quieras con todo eso. Ven a ordenarnos, a tomar posesión de mí y de mi circunstancia. Quiero ser tu esposo hasta mi muerte.
También hoy he estado leyendo los cuentos de Hawthorne, por cierto un preferido de Borges; este librito que me mandaste es exquisito… si puedes trata de buscarme cosas de John Barth (yo lo único que tengo de él es Lost in the Funhouse, preferentemente en español, pues me cuesta mucho trabajo leerlo en inglés. También si encuentras algo traducido de Thomas Pyncher o de Jhon Ashbery: como te puedes dar cuenta ahora me ha dado con los norteamericanos postmodernos (qué locura ¿verdad?)…
Ya casi me despido de ti… Te ABRAZO y te BESO mucho… Te espero sin dudas de ningún tipo en mi cabeza… con muchos deseos de abrazarte…. Escucha mi mensaje más allá de las palabras y duérmete en él hasta que regreses.
Otro beso grandote de tu niño que te quiere por siempre. MI AMOR otro beso.
Richard
Visión de la Gloria: Resurrección (Encuentro con la Novísima Poesía Cubana)
(Fragmento)
(,..) El exergo es de José Lezama Lima, y así como él, y nosotros y el mar, “siempre empezando”, hemos vuelto las páginas de un poema que no terminaremos de escribir, porque no podrá ser gracias a un ejercicio de “ética de la forma”, ni podrá ser tampoco el cementerio marino de Valery, donde enterrar los huesos y los corales, y la imagen de un tiempo que nos arrastra después del incendio, entre sus humaredas, de muro a muro y de sueño a sueño. Algo ha cambiado en el destino de lo humano, porque algo ha cambiado en el destino del verso.
Víctimas de la mirada siempre escandalosa del amor, hemos sido testigos del latir, crecer y derretirse del iceberg de las ideologías: sobre la frente “ancha y ajena” de Althusser, chorreando sobre la enorme nariz de Sartre, pasando por las barbas encanecidas del León de Westfalia, hasta llegar al pene, escrupulosamente asesino, blanco, puro y pederasta de Foucault. Gropius abandonó a su Bauhaus, dejando junto a Klee su nombre de “Príncipe de plata”, para pasar a ser un “Dios blanco” de la modernidad en Harvard.
Yo y mi generación, mi generación y sus otros (aquellos que la continúan porque la antecedieron), hemos visto nacer un corazón de plástico tras las rejas desde las que Antonio Gramsci vio un porvenir de viñetas picasianas para sus hijos, sobre el lomo cálido y desteñido de una joroba.
Los testículos ácidos de Woodstock traían en sus espermatozoides otra información genética, distinta a la de Florencia o la de Jaruco. Los hippies que llegaron a Nueva Delhi buscando sus mandalas y entonando sus mantras, no descubrieron mejor a Shiva que a Buda, pero inflaron de opio y de hachís el presente de un Richard Gere por el que se masturba “La humanité” en las salas de cine, o en los rayos violentos de la parábola. El norte también estuvo presente, ¿por qué negarlo?, aunque sus vientos siempre fueron de verano, cuando la única primavera fue la de Praga y, por supuesto, el invierno nos quedó calientito aquí, en este mundo tercero desde el que intento junto a Lezama y a sus hijos esa red de coordenadas en la poesía . (…)
¿Dónde estaban los poetas, aquellos que se alimentaban de las contradicciones de su tiempo? Los 50´s, los 60´s, los 70´s, parieron un monstruo tan hermoso como una flor, y esa flor somos nosotros, los testigos de la ausencia; los bastardos del arquetipo, los disidentes del paradigma. Vomitando junto al último guerrillero que se apeó del Granma, mártires todos en Bolivia junto al Ché, dormidos en la tumba de Cortázar en Montparnasse, en la tumba de Vallejo en Mont rouge. Nosotros: los habitantes de la postmodernidad, es decir dela NADA, refractados por los pétalos de la rosa helada que preserva Artaud.
Y ayer fue febrero, fueLa Habanay fueron sus poetas, mirando la silueta de uno de los últimos paradigmas con el rabo del ojo, ya sin tufillo a ajo, dándonos cuenta de que también allí y desde allí, igual que aquí y desde aquí, algo ha cambiado en el destino del verso.
Estos son también (nunca dejaron de serlo) los hijos de la revolución. Definiéndose en otra fijeza, en otras semejanzas y en otros desencuentros. Ahora, más que nunca, escribiendo como sus desgarramientos desde la revolución y sus revoluciones: desde el dolor.
Nos encontramos en un momento de ruptura, en el internodio de una soga que se tensa. Tiene que ser otra la poesía en el poema. La poesía como experiencia ontológica, la que aproxima el ser a sus tensiones, dejando de ser descripción del mundo para salvarse, es decir para crear su propio mundo.(…).
(…) Es este el intento del poeta de salvarse en la duración incompleta del poema.
© Martha Rivera-Garrido