martes, 5 de febrero de 2013

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Gunther Plüschow: El marino

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Por Edgardo Cea Oyarzún

El aviador en su primer viaje, filmando a bordo del Parma

NAVEGANDO POR LOS MARES DEL RECUERDO

El 1º de Noviembre de 1928 un barco velero, proveniente de lejanos mares, surcó las agitadas aguas del Estrecho de Magallanes, descubierto en un día igual pero del año 1520 por el célebre navegante portugués Hernando de Magallanes.

La pequeña embarcación nunca regresó a Europa de donde un día soltó amarras, se quedó en la Patagonia, varada en una playa lejana de las islas Malvinas. Sus tripulantes corrieron distintas suertes: unos murieron, otros se marcharon y solo uno quedó amarrado a estas tierras donde echó raíces, José Schmidt, piloto del barco. El velero era el “Feuerland” (“Tierra del Fuego”) de la expedición del marino, aviador y periodista alemán Gunther Püschow.

En su libro titulado “Las Maravillas de Tierra del Fuego” escrito en 1930, Püschow relata su maravilloso viaje realizado a bordo del cúter de alta mar “Feuerland”. La nave zarpó del puerto alemán de Büsum y luego de cruzar el Océano Atlántico llegó a Punta Arenas en la fecha antes señalada.

Cinco aventureros navegaron durante un año en el insigne velero por distintas latitudes. Visitaron Portugal, Brasil, Uruguay y Argentina, hasta llegar a la antigua Sandy Point. Durante todo ese recorrido se filmó una película y se escribió un libro, finalidad de la Plüschow Expedición.

El “Feuerland” es una de las naves más pequeñas que ha atravesado el Atlántico. Se trataba de un cúter de alta mar, dotado de las siguientes características: 35 toneladas registradas, 16 metros de eslora, 5 de manga y 2,40 de puntal. Poseía un motor Deutz Diesel de 50 HP que le permitía desarrollar una velocidad de 8 nudos, con un consumo de 7 litros de aceite crudo por hora, con 120 metros cuadrados de paño y con dos palos; el mayor y mesana.

José Schmidt, el piloto que trajo desde Europa la embarcación junto con Püschow, dejó de navegar y se dedicó a las faenas ganaderas. Precisamente, fue él quien contó a “Noticias Gráficas de Magallanes” pormenores de esta apasionante aventura que inició cuando tenía 22 años. He aquí lo dicho:
“Mi compañero Püschow escribía para la Editorial “Ullstein” y la empresa estaba interesada en publicarle un libro sobre Tierra del Fuego que él tanto ansiaba conocer. Otras firmas lo ayudaron con el equipo filmador, motores para la embarcación, etc. Y se ordenó la construcción del “Feuerland” en los astilleros de Büsum…
“Püschow era el capitán pero a bordo no se usaba distintivos. Se vestía de acuerdo con las exigencias del clima de las distintas latitudes que visitamos. Por eso, en ocasiones, el capitán escribía en traje de baño sobre un escritorio improvisado que generalmente era un barril. Cuando cruzamos la línea del Ecuador, yo me dediqué en gran parte del tiempo, a cocer velas, descalzo y sin camiseta, bajo un sol de fuego…
“Todo fue hace muchos años. Püschow murió en un accidente de aviación, el piloto Christiansen volvió a Europa, el cameramen Kurt Neubert se fue a los Estados Unidos y el Grumete Harry Stoll partió sin rumbo. La embarcación fue vendida a una firma en las islas Malvinas y yo pasé a tomar el mando como capitán cuando tenía 24 años y navegué hasta los 30.

José Schmidt nos dice que el “Feuerland” era un cúter macanudo. “Con el pasé muchas veces a la cuadra del Cabo de Hornos…”. La travesía del Océano Atlántico en la “nuez flotante” como lo llamaba Püschow, es una de sus grandes aventuras que ha quedado impresa en un film y en un libro, que más tarde, con orgullo leerán sus hijos. 


Bibliografía de apoyo: Periódico “Noticias Gráficas de Magallanes”
Viernes 15 de Noviembre de 1946. Pág. 7.

lunes, 3 de diciembre de 2012

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Gunter Pluschow en el país de las maravillas

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Por Jorge Díaz Bustamante


Galería de Fotos de Gunther Plüschow



































Hermosa y encantadora es esta vida de una libertad sin límites. Pero también aquí llegó el momento de la despedida. Y para que esta despedida fuera para mí aún más difícil, he podido vivir una experiencia única, un viaje nocturno por el seno de Última Esperanza”.

Desde Puerto Bories, invitado por el administrador del frigorífico Mister Dick, en una verdadera tarde de verano, utilizando una pequeña lancha salvavidas, con motor acondicionado de un viejo automóvil Ford, Gunther Pluschow se internó en las tranquilas aguas del seno de Ultima Esperanza, acompañado por dos trabajadores de la zona, uno de ellos de origen alemán.

Ninguna brisa mueve la superficie del agua, lisa como un espejo, negra y plana. Aquí y allá se reflejan las montañas altas que nos rodean, las cumbres coronadas de nieve. La noche es profundamente oscura, las estrellas brillan en el cielo claro y las montañas extienden sus sombras oscuras sobre las aguas. Nosotros nos deslizamos; sólo el ojo experto del marino puede adivinar donde se encuentran las aguas navegables, donde las rocas anuncian su límite”.

El viaje tenía como objetivo recorrer hasta el último rincón del largo brazo de mar hasta llegar a las inmediaciones del Ventisquero Balmaceda.
Nosotros espontáneamente paramos el motor, no se escucha ningún ruido, hechizados contemplamos esta maravilla, mientras que dentro del juego de las potentes fuerzas de la naturaleza, de vez en cuando, se desprenden masas de hielo del ventisquero, poniendo las olas en movimientos riegosos a nuestra lancha

El viaje continuó hasta una bahía rodeada de bosques vírgenes. Se acercaron a la playa solamente iluminados por la luna, allí bajaron a tierra. Uno de los acompañantes, conocedor del lugar, se internó en la oscuridad y vuelve con agua fresca del ventisquero. En la fogata beben un reconfortante café.
Plüschow se recuesta sobre un viejo árbol caído y contempla extasiado el amanecer en el lugar: “¡Indescriptible este mundo de las maravillas! Ventisquero junto a ventisquero se vierten en formas nunca vistas a las aguas de un azul intenso. De todas partes saludan las cimas de las montañas, reflejándose en las aguas. Bosque de un verde intenso se extiende hacia arriba, al costado de los ventisqueros. Un río ancho lleva agua gélida del ventisquero hacia las profundidades”.

Más tarde, emprenden el regreso navegando hacia Puerto Consuelo, donde son recibidos en forma amable por la familia Eberhard, que los esperaba con un suculento almuerzo. Ya en Puerto Natales, Plüschow, no tiene palabras para agradecer a Mr. Dick. ¡ha sido encandilado por la exhuberante naturaleza de la zona! Regresa a Punta Arenas, en un viejo y destartalado omnibus Ford, que le toma doce horas en llegar a destino, por un camino interminable. El vapor zarpa a medianoche, bajo una lluvía torrencial. Plüschow, sólo se atreve a exclamar:
“¡Yo volveré, yo ya lo siento ahora!”

Las bellezas naturales de la Patagonia cautivaron a Gunther Plüschow, el aviador y marino alemán, que cruzó el Océano Atlántico, en una pequeña goleta, la “Feuerland”. Durante muchos años, el excombatiente de la guerra, soñó realizar este viaje. Apoyado por la editorial Ullstein, de Berlín, adquirió los equipos necesarios; una pequeña embarcación, un hidroavión, cámaras cinematográficas y el material necesario para llevar a cabo su expedición.
Realizó varios viajes sobre los canales fueguinos, sobrevoló los cielos de toda la región tomando fotografías y filmando películas en su hidroavión conocido como el “ Cóndor de Plata”, Junto a Ernest Dreblow su inseparable compañero.
 De regreso en Alemania, da a conocer la región a través de la película “Las maravillas de Tierra del Fuego” y de los libros “Silver Kondor Uber Feuerland” (“El Cóndor de Plata sobre Tierra del Fuego”), “Segelfahrt ins Wunderland” (“Viaje a vela al País de las Maravillas”) del que hemos obtenido las referencias de su viaje nocturno por Ultima Esperanza.
Isot Plüschow (esposa de Gunther) rescata los últimos días del osado piloto, amo de los cielos australes, en su bitácora de vuelo anota:
Un enorme bloque de hielo, brillando verde, flota ante nuestros ojos en el agua azul del único compañero acuático de nuestro Cóndor de Plata. Todos los sueños de los tiempos de mi niñez, que me acompañaron durante toda mi vida, se han convertido en realidad”.
Plüschow amaba la libertad y emprendió el gran vuelo perenne hacia la eternidad. El 12 de diciembre de 1996, se inauguró un monolito en recuerdo y reconocimiento del piloto alemán. Esta ubicado a un lado del camino principal de ingreso al Parque Nacional Torres del Paine, a la vista de la bahía Tsingtau del Lago Sarmiento.

 Bibliografía: Revista Impactos 1995 - 1997

lunes, 4 de octubre de 2004

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Capitán Gunther Plüschow

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Hace nueve años que Gunther Pluschow, el héroe de Tsingtau, el vencedor de la Tierra del Fuego ha muerto, sin embargo, nos parece que fue ayer cuando lo vimos surcar los aires en el "Cóndor de Plata" romántico nombre de su aeroplano, el primero que volara por los cielos de Puerto Natales.
Aviador y marino alemán que en 1928 cruzó el Océano Atlántico en una pequeña goleta, seguramente la nave más pequeña que ha hecho esta travesía fondeando en Punta Arenas en octubre de ese mismo año.
Gunther Pluschow realizó este viaje después de haber soñado treinta años con visitar Tierra del Fuego, aviador y marino es combatiente de la gran guerra, en la que por sus hazañas mereció el nombre de "El Volador de Tsingtau" y era también un gran periodista.
La Editorial Ullstein, de Berlín le ayudó a llevar a cabo su empresa. Así adquirió un barco, un hidroavión, cámaras cinematográficas y el material necesario para llevar a cabo su expedición.
Realizó varios viajes sobre los canales fueguinos, voló sobre la Tierra del Fuego entera, junto con Ernesto Dreblow, inseparable compañero de vuelos, que compartiera su trágica muerte.
Después realizó vuelos sobre Ultima Esperanza, voló sobre el Payne y filmó las bellezas naturales de las cordilleras. Dos años duró la expedición y Pluschow volvió a Alemania, dio a conocer nuestra región en Europa y América, a través de la película "Las maravillas de Tierra del Fuego" y su libro "Silver Kondor uber Feuerland"; "El Cóndor de Plata sobre la Tierra del Fuego".
Posteriormente volvió e inició nuevos vuelos sobre el Payne, un día que volaba la región de Lago Argentino, lo sorprendió "El Pampero" que soplaba huracanado. El "Cóndor de Plata" no resistió los embates del vendaval; el hielo y la intemperie habían roto sus alas. Por eso cayó vencido con sus heroicos tripulantes.
Con la tragedia del 31 de enero han desaparecido dos grandes hombres, ha quedado inconclusa una obra científica de valor inapreciable

"El Austral", Puerto Natales 30 de enero de 1940.

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