Historia del Ferrocarril Argentino
Los ferrocarriles
a partir de la Administración General de los ferrocarriles del Estado
(AGFE) fueron el primer emprendimiento del estado de gran envergadura por el
monto de sus inversiones, la extensión geográfica y por el impacto
que producían en las zonas que circulaban.
El estado Nacional y algunas provincias llevaron a cabo la construcción
y administración de sus líneas, en pleno apogeo de las inversiones
del extranjero.
La constitución de 1853 y la organización de la nación
fueron instancias decisivas en el fomento del transporte ferroviario que se
constituyó vital en la formación y consolidación del Estado.
Los ferrocarriles fueron fundamentales para el funcionamiento de la economía
agroexportadora y se convirtieron en la expresión visible de las inversiones
extranjeras.
El Estado como actor en la problemática ferroviaria, tuvo dos vertientes
como constructor y administrador de los ramales bajo su responsabilidad, estatal
y privada.
Estas funciones las fue asumiendo de modo paulatino y con diferente intensidad.
La AGFE fue una empresa estatal y pública, aunque su grado de autonomía
legal y real estuvo limitada por el marco político y su falta de rentabilidad.
La disyuntiva planteada sobre el rol de los ferrocarriles del Estado, osciló
entre el principio de la subsidiariedad y el de la competencia, y su potenciación
en las primeras décadas del siglo XX con el ascenso del radicalismo.
El Estado intervino desde un primer momento en la actividad ferroviaria en la
doble función de regulador y de empresario, este construyó y aún
operó sus líneas en aquellas regiones alejadas sin posibilidades
de salir con productos al mercado exterior o recientemente incorporadas a la
jurisdicción nacional. Las obras se solventaron con recursos del tesoro
y con préstamos internos y externos a cuenta de los futuros ingresos
fiscales, y en menor medida con los beneficios que podían aportar los
mismos ferrocarriles.
La primera línea se inauguró oficialmente en 1857 y cubría
el tramo de Estación Parque (Actual Plaza Lavalle). A comienzos de 1863
el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires tomo posesión del Ferrocarril
Oeste, con lo cual esta empresa que se inicio primero como privada, se transformó
en una empresa mixta y terminó por ser un ferrocarril del estado provincial.
Simultáneamente, en 1863, se inició la construcción del
Ferrocarril Central Argentino, de Rosario a Córdoba.
En la misma época en 1862, se firmó el contrato para la construcción
del Ferrocarril sud, cuyo trazado de trocha ancha corría desde el Mercado
de Constitución hasta Chascomus.
Este criterio se abandonó a partir del primer gobierno de Yrigoyen.
Hacia 1880 se había construido 2516 kilómetros de vías,
de los cuales, de los cuales 1227 pertenecían al Estado, 2544 al Andino,
427 a la provincia de Buenos Aires y el resto se distribuía entre siete
empresas privadas.
La red ferroviaria alcanzó con la generación del ´80 una
extensión de 9397 kilómetros y las inversiones alcanzaban un monto
de 320 millones de pesos oro.
Las mayores por orden de magnitud eran: ferrocarril
sud, Buenos Aires y Rosario, Oeste, Central Córdoba, Provincia de Santa
Fe, Central Argentino, Pacifico y Gran Oeste Argentino.
Las obras del Estado tendieron a favorecer las comunicaciones de las regiones
más apartadas con los principales centros urbanos en forma directa o
mediante otros ferrocarriles, y donde fuera necesario, estableciendo el acceso
a las puertos fluviales y marítimos. Al principio se propuso la conexión
ferroviaria de Cuyo y el Noroeste con Rosario y Córdoba mediante empalmes
con el Central Argentino. Más adelante, se ampliaron los puntos de uniones
y transbordos con otros ferrocarriles para comunicar a las provincias más
alejadas en esas mismas direcciones. Con el tiempo se proyectaron obras en los
territorios nacionales (Patagonia y el Chaco), la extensión de las líneas
estatales hasta las regiones fronterizas con Chile, Bolivia y Paraguay, y finalmente
se buscó la comunicación con la Capital de la Republica.
En el desarrollo de las líneas estatales hubo un corte abrupto a partir
de la fiebre privatizadora juarista, cuando se enajenaron las principales líneas
troncales.
Luego de la caída de ese gobierno, y en el lapso de unos veinte años,
se produjo una lenta recomposición de las líneas del Estado. Estas
líneas dispersas y marginales, muy alejadas de los principales ejes del
tráfico que las que había explotado el Estado en los años
80, no aportaron ingresos acordes a los gastos que generaron su construcción
y equipamiento.
Hacia 1909 se llevó a cabo la venta del Andino, el único que arrojaba
superávit, lo que agravó los problemas de rentabilidad de las
líneas.
La creación de la AGFE en 1909, fue el
resultado de una evolución de cuatro décadas en la que el aparato
tecno-burocrático fue adecuándose a las necesidades del crecimiento
ferroviario.
El Estado adoleció de una insuficiencia económica de recursos
financieros que signaron el funcionamiento de la red.
A pesar de la precariedad de sus servicios los ferrocarriles estatales acortaron
considerablemente el tiempo de transporte de mercancías y pasajeros desde
las regiones más distantes del Noroeste y la Patagonia hasta los puertos
fluviales o marítimos y hacia los principales centros urbanos. Fueron
los únicos en seguir extendiendo sus líneas después de
la 1ª guerra mundial.
Su tráfico, incluso en términos kilométricos, creció
más que el de los ferrocarriles privados, la red tuvo un crecimiento
por pulsaciones que coincidió con los periodos de bonanza económica
y con facilidades para el acceso al crédito.
El Estado se endeudó para llevar a cabo las construcciones y el equipamiento
de sus ferrocarriles.
Al término del primer gobierno de Irigoyen, se impuso el criterio de
fortalecer la presencia del Estado en el sector ferroviario, que llevó
luego al proceso contrario: las empresas particulares con dificultades buscaron
la venta de sus bienes al Estado, como el Ferrocarril Central de Chubut, el
Trasandino y el Central Córdoba.
Otro problema fue el de acceso directo de las líneas a los principales
puertos y mercados del Litoral. Las primeras líneas estatales se habían
constituido como ramales o tributarios de una línea privada, el Central
Argentino.
Hacia fines del siglo XIX el Estado se puso como objetivo alcanzar el puerto
de Santa Fe con vías propias y de este modo evitar la dependencia de
las líneas privadas.
Sin embargo el objetivo recién se concretó en 1938, a través
de la compra del Central Córdoba los ferrocarriles del Estado llegaron
a Buenos Aires.
Se aceptó un reparto territorial del mercado ferroviario por el que las
empresas privadas controlaron el tráfico en el área pampeana y
su conexión con las economías regionales.
Los ferrocarriles del Estado dependieron de las Compañías privadas
para acceder a las principales ciudades puertos del Litoral hasta el inicio
del siglo XX sin recibir beneficio a cambio.
De los debates parlamentarios se desprende la resistencia de todos los sectores
políticos a la formación de una empresa estatal autónoma.
Los conflictos políticos, la falta de rentabilidad comercial y las fuertes
inversiones que necesitaban los ferrocarriles del Estado pusieron en tela de
juicio el grado de autonomía que tomaron las sucesivas administraciones.
Todas las medidas del Poder Ejecutivo tendieron a controlar las decisiones sobre
los gastos e inversiones pues estas recaían sobre el tesoro nacional.
La AGFE conservó su estructura original con ligeras variantes durante
el periodo de 1910 a 1930, porque a todos los intentos de cambio fracasaron
por las divergencias políticas en el congreso.
La conducción de la AGFE tomó a veces decisiones que implicaron
una autonomía de hecho pero no de derecho, pues la ley de creación
Nº 6751 y el resto de las normativas nunca le otorgaron esas facultades
por sí.
En cada conflicto entre la AGFE y los máximos poderes del Estado, observamos
que las actitudes autónomas de esta desencadenaron, las crisis por la
reacción del Poder Ejecutivo y del Legislativo, avalados por los organismos
de control.
La primera gran crisis en 1918, fue la consecuencia de una serie de factores
técnicos, políticos, internos e internacionales.
Sin embargo pesó sobre todo la actitud de Ramallo encaminada a lograr
una mayor autonomía de acción.
El gobierno de Irigoyen mantuvo un enfrentamiento con el Senado Conservador
que repercutió en la conducción de la AGFE.
A fines de 1929 los Ferrocarriles del Estado fueron sometidos a investigación
en el ámbito de la Cámara de Diputados y por el mismo Poder Ejecutivo.
El Procurador del tesoro Vicente López analizó la documentación
de ambas comisiones. Consideró que los procedimientos aplicados en la
AGFE eran el resultado de una interpretación errónea de las leyes
Nº 6757 y Nº7100, tanto por la AGFE como por el Ejecutivo al autorizar
la ampliación de la red, la compra y la renovación de los materiales,
sin autorización legislativa atribuyéndose facultades que le corresponden
al Congreso.
El creciente endeudamiento que registraba la AGFE fue encauzado por el gobierno
de Alvear, que logró organizar un esquema de financiamiento de largo
plazo de los pasivos acumulados por la AGFE desde la gestión anterior,
a raíz de las inversiones en obras y para cubrir el déficit operativo.
Esto redundó en una mejora de la performance de la AGFE cuyos alcances
se verían truncados por la crisis de 1930.
El Ministerio de Obras Públicas, la Dirección General de Ferrocarriles
(DGF) y la Contaduría General de la Nación tomaron a su cargo
la supervisión de la AGFE, la que perdió la autonomía de
hecho que había usufructuado años antes.
El largo ciclo de resultados negativos no le permitió a la AGFE administrar
sus propios recursos y la llevó a recurrir al financiamiento de corto
plazo; que debió saldarse con recursos del tesoro nacional. Las operaciones
financieras de 1927 permitían cerrar un ciclo de construcciones e inestabilidad
y aspiraban a crear las bases para consolidar un organismo cuya red férrea
era la única en expansión.
La AGFE fue una empresa estatal y pública, en tanto organismo de propiedad
estatal controlado y regulado por otras oficinas y poderes del mismo Estado,
con atribuciones para disponer de los recursos que producía su actividad
y cuando estos fueron insuficientes recibía aportes del Tesoro Nacional.
La gestión estaba a cargo de funcionarios designados por los poderes
del Estado, dependientes de estos y sometidos a su control.
La AGFE constituiría un caso único de empresa estatal con todas
las limitaciones señaladas.
Desde
su nacionalización hasta la fecha, el sistema ha estado bajo jurisdicción
de distintos regimenes. La creación de la Secretaria de Transporte, elevada
al rango de Ministerio, dio lugar a la reformulación en su seno, de la
Empresa Nacional de Transporte (ENT) que tuvo a su cargo la administración
y explotación del sistema.
En 1955 fu creada la Superintendencia de Ferrocarriles y en 1956 se formo la
empresa Ferrocarriles del Estado Argentino (EFEA), que funciono como organismo
autónomo, con un directorio nombrado por el Poder Ejecutivo. Existían
en ese entonces seis administraciones y EFEA hacia las veces de Organismo Central.
En la actualidad la empresa ha tomado el nombre de Ferrocarriles Argentinos.
Argentina luego de la organización nacional se incluye en el mercado
mundial, utilizando el ferrocarril. Pero el avance del mismo depende de las
condiciones de la tierra, en las llanuras primero, en la Patagonia recién
en 1882.
El primer ferrocarril en Patagonia, es obra de Jones, en el valle del Chubut,
con un recorrido de 12 km, en 1865.
El primer antecedente de ferrocarril en Santa Cruz, recién data de 1897,
cuando el diputado Cantón presenta un proyecto para unir las diferentes
líneas de Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz entre
sí, las que se unirían en Bahía Blanca. Este justifica
su proyecto como elemento de población, tanto en la llanura como en la
cordillera, para el desarrollo agrícola-ganadero, sabe de la existencia
de carbón, oro, cobre y “el fierro” “… que se
vayan líneas férreas hasta estos sitios, que se funden colonias
que serán mañana el asiento de grandes y prósperas ciudades
. .” (1) fueron las palabras del diputado Cantón, en la comisión
de Obras públicas.
El diputado señala la importancia de ocupar las tierras frente a disputas
territoriales porque frente al arbitraje triunfa el derecho de posesión.
Los objetivos eran explorar las posibilidades de la región y su vinculación
con el resto del territorio nacional y consolidar la soberanía
Decíamos
que el primer ferrocarril en Patagonia fue el de Puerto Madryn y el valle del
río Chubut (galeses) ya desde 1865, como parte de la necesidad de llevar
la producción agrícola a centros de consumo. Fue idea de los vecinos
Tomás Davies, Ing. Eduardo Jones Williams y Luis Jones. En julio de 1884
se hace un estudio de emprendimiento. El 20 de octubre de 1884, por Ley Nº1539
se da la concesión a Luis Jones y asociados para la construcción.
Sesenta kilómetros era la propuesta, pero no encuentran interesados en
Inglaterra. Hasta que se interesa Asabhel Bell, vinculado al ferrocarril Central
Argentino. En julio ’86 llegan materiales y luego se pasa la concesión
a nombre de Bell, la que luego se transfiere a Chubut Company Limited, en marzo
de 1888 se efectiviza la línea.
El 12 de junio de 1889 se inaugura, llegando hasta Gaiman y Baca de la Zanja,
y luego por Ley Nº 3882 también en 1899, se extiende por el Valle
unos 50 km. más. En el año 1909 llega a Gaiman.
En 1908 la Ley Nº 5559: sobre Fomento de los Territorios nacionales, genera
un proyecto más amplio para poblamiento de Patagonia, propuesto por el
Ministro de Agricultura, Ezequiel Ramos Mejía durante la presidencia
de Figueroa Alcorta. Aquí el rol del estado es diferente (los proyectos
anteriores de la generación del 80 promovía el ferrocarril en
manos privadas) ya que se trata de ferrocarril colonizador que debe estar en
manos del Estado, para poder cobrar fletes más baratos que estimulen
la producción y población. Incluía un interesante sistema
de financiamiento. El ferrocarril incrementaba el valor de la tierra, con la
venta de la cual, luego se pagaba su construcción. Planteaba el estudio-exploración
y la explotación de diferentes líneas:
- San Antonio Oeste (Río
Negro) y Nahuel Huapi.
- Puerto Deseado a Nahuel
Huapi., pasando por San Martín.
Ramales: Colonia Sarmiento hasta Comodoro Rivadavia
Lago Buenos Aires
Colonia 16 de octubre.
El objetivo del proyecto era lograr una comunicación
interna de la Patagonia, la salida de los productos cordilleranos por los puertos
de la Patagonia y la inclusión al sistema ferroviario nacional.
Se busca integrar el territorio por el oeste, y la vinculación de los
puertos: Puerto Deseado, Comodoro Rivadavia y Puerto Madryn. Desde San Antonio
se une al ferrocarril Sur para llegar a Bs. As.
La ley preveía también dos ferrocarril más al Norte. Uno
desde Barranqueras (Chaco), para empalmar ferrocarril central Norte y un ramal
que conecta con Añatuya (Chaco); y desde Formosa hasta la localidad de
Embarcación (Salta). Esta ley también preveía la construcción
de las instalaciones portuarias en las puntas de riel y la posibilidad de subsidios
para empresas privadas que realizaran el servicio de navegación en Patagonia.
Se autorizan inversiones al Poder Ejecutivo, para hacer navegables, dragar o
entrar diferentes ríos, incluyendo limpieza y dragado del Santa Cruz,
en un plazo de 5 años.
Pese al empuje de Ramos Mejía, el sistema ferroviario patagónico
sólo sería ejecutado lenta y parcialmente, no se construyó
la línea cordillerana y los ramales que partían del puerto no
se construyeron más allá de la media del recorrido.
Clemente Dumrauf en “El ferrocarril Central del Chubut” dice que
no avanza porque se oponía a los intereses ingleses, que querían
la patagonia sólo para ganado
Eduardo José Miguez en “Las tierras de los ingleses en la Argentina”
en su relato sobre la companía La Argentina Southern Land Company, empresa
ganadera en el sur de Río Negro y en Chubut, sostiene que demoran el
proyecto ferroviario con el cual se habían comprometido cuando descubren
la baja calidad de la tierra, con la que pensaban financiar la construcción.
Se suma el factor internacional dado por la primera guerra mundial, más
un sector político importante que consideraba que los recursos del Estado
debían destinarse a la pampa húmeda. Con la muerte de Roque Saenz
Peña y el gobierno de Victoriano de la Plaza, en 1914, se abandona el
proyecto de línea férrea San Antonio Oeste (Río Negro)
y Nahuel Huapi, en Pilcaniyeu, reiniciada 20 años después hasta
el final
El
21 de septiembre de 1910 el diputado Nacional Perito Pascacio Moreno, por el
proyecto ampliatoria Ley Nº 5559, incluye el estudio de cuatro obras ramales:
dos en Santa Cruz (Río Gallegos con límite oeste con Chile, prolongación
hasta el río Vizcachas, para poner en valor las tierras y canalizar la
salida de producción por Gallegos, incluso desde Chile), uno en Chubut
y otro en Neuquén
Los fundamentos de Moreno son la topografía general, la constitución
geológica del suelo y la hidrografía favorable a la instalación
del ferrocarril.
Una línea era la
del Turbio y la segunda línea desde San Julián para servir a la
región entre lago Belgrano y Argentino, empalmaría con el de Puerto,
Deseado para conectar con el de San Antonio.
La tercer línea del ferrocarril Rawson/Tecka que se une a la línea
Desado- Huapi.
El otro, desde Nahuel Huapi continuando el recorrido desde San Antonio, hasta
Chile pasando por San Martín, intención de vincular con una salida
al Pacífico, zona con desarrollo económico y población
inmigrante.
Con este ferrocarril se buscaba:
- desarrollo económico
- presencia en el Atlántico
- instrumento de defensa de la soberanía
- aprovechamiento de los recursos naturales
En el año 1911, Norberto Cobos pide al Congreso la concesión de
una línea que parte de Río Gallegos, con la construcción
de dos ramales uno al noroeste y otro al oeste. El diputado se aprobó
pero no se sancionó como parte de la política de Argentina en
la primera guerra.
Se presupone que el primero
unía a Lago Argentino y el otro al valle del Río Turbio para exportar
la lana.
También en el año 1911 Ludovico van Platen pide la concesión
desde Punta Loyola hasta río Vizcacha (Chile), pero no se concretó.
La diferencia de estas dos últimas posturas o propuestas con la del Perito
Moreno era que no buscaban integrarse a la red ferroviaria.
En 1923 un proyecto de ley de Aramburu propone una línea que une el ramal
con la cabecera Comodoro Rivadavia y ferrocarril del Sud.
Pero un proyecto del Poder Ejecutivo para concretar el Plan General de Construcción
Ferroviaria fundamentó que la escasa población implicaba necesariamente
una buena red de comunicación, sinónimo de desarrollo, que como
los particulares hace cerca de diez años que dejaron la iniciativa, es
deber del Estado tomarla. El proyecto que se autofinanciaría, plantea
tres Ferrocarriles:
1. Paralelo a la cordillera
desde Mendoza a la Quiaca
2. Entre Ríos
y Corriente de trocha media
3. Un proyecto de red
para patagonia de trocha económica (0,75) porque el objetivo era poblar,
una vez que cumplan esta función, podían pasar a trocha ancha.
La inversión presupuestaria, derivó en el abandono del proyecto
de la cordillera, quedando sólo dos ramales, desconectados, con cabecera
en
Comodoro Rivadavia y Puerto Deseado respectivamente.
El nuevo proyecto del año 1927, donde el diputado Guillermo Fonrouge,
planteaba argumentos diferentes: defensa de la costa, protección de las
vías de comunicación y comercialización de hidrocarburos,
se mantiene el criterio de 1,676 mts (trocha ancha) para poder ensamblar con
ferrocarril del sur y llegar a Buenos Aires. La otra diferencia era el eje de
la cordillera y no del Atlántico
Para Santa Cruz proponía la unión de Las Heras – Holdich,
como nexo con el sistema ferroviario central. Desde allí por la meseta
a San Julián y desde allí a Río Gallegos por la vieja Ruta
3. Poco claro serán sus fundamentos desde lo económico, “se
sospecha que la principal preocupación era la de asegurarse la provisión
de petróleo a la Capital de la República.(2)
Una iniciativa poco conocida y que no llega al Congreso, en 1927 fue la de Hilarión
Lenzi que propone construir partiendo de Río Gallegos, llegar a Río
Turbio y Lago Argentino, simultáneamente a la de Cobos.
En
concreto la Patagonia tuvo líneas dislocadas que no llegaron a acceder
al Valle cordillerano. Independiente de este proyecto patagónico, en
1905, se creó la línea de Ushuaia, de 19 km., desde el penal a
los bosques, para facilitar la leña que se consumía en el presidio.
Hoy se lo explota con fines turísticos.
Deseado – Las Heras.-
Las Heras era entonces una colonia. En 1909 se designa al Ing.
Juan Briazo como director de la construcción de este ferrocarril. Este
fue un estímulo para afincarse en este territorio. Se inicia el 6 de
mayo de 1909, el desembarco de materiales y personas y el 22 de julio se coloca
el primer riel. El 20 de setiembre corre la primera locomotora, la ’63,
perteneciente a Ferrocarriles Sud. Siendo su maquinista Schoffield
En 1911 llega a Pico Truncado y dos años después 1913, llega a
las Heras, pero queda suspendida por la Guerra Mundial, ya que se dificulta
la obtención de recursos financieros y difícil abastecimiento
de materiales. Luego de la Guerra ya no le interesa al gobierno Nacional.
La mano de obra era de Buenos Aires. En 1908, traen 187 personas y al año
siguiente 627, otro número importante por la cantidad de población
hasta el momento.
El recorrido es de 283 km de trocha ancha, incluye instalaciones compensatorias
como estación, transporte de mercaderías, ingreso de los bienes,
salidas de producción de lana y pasajeros, una vez por semana. Tenía
14 estaciones: Deseado, Tellier, Punta Alta, Antonio de Biedma, Cabo Banco,
Ramón Lista, Jaramillo Fitz Roy, Tehuelches, Minerales, Pico Truncado,
Loluel kaike, Piedra Clavada, Las Heras.
Desde el año 1915 fue administrado por Ferrocarriles del Estado. La cabecera
en Puerto Madryn. Desde el ’56 fue administrado Ferrocarril Roca, bajo
jurisdicción del Ministerio de Defensa. El 14 de enero de 1978 se clausuran
sus servicios.
Llegó a tener 850 agentes.
Primero se lo utilizó para sacar ganado ovino y a fines del ’50
e inicios del ’60 fue usado para actividad petrolera privada, no como
YPF. Los últimos años se usaba para sacar el mineral de plomo,
de Lago Carreras (Chile)
Contribuyó al desarrollo de localidades en torno al ferrocarril, consolidó
la acción portuaria de Deseado e hizo surgir Pico Truncado, aseguró
el crecimiento de Las Heras y tres pueblos: Fitz Roy, Jaramillo y Koluel Kaike
(1) LAFUENTE, Horacio;
La Chocolatería.; Buenos Aires; Floridablanca; 1996; pagina 71.
(2) op. cit. pág. 90.
RAMAL FERROINDUSTRIAL RIO TURBIO
La Segunda Guerra Mundial
obliga a cambiar la política energética dependiente en la Argentina,
aunque, según el economista Horacio La fuente, responde más a
razones estratégicas. En el año 1941, el entonces presidente Castillo
comienza a dar una respuesta institucional a la problemática existente
con la creación de la División Carbón Mineral.
El proyecto logra consolidación cuando, ya en la presidencia de Perón,
se crea el ENDE (Empresa Nacional de Argentina), en el año 1950. Allí
es donde entra en la historia nuestro sur, para construir el ramal
ferroindustrial más austral del mundo, cuyo recorrido es casi paralelo
a los 52º latitud sur.
El ministerio de Obras Públicas ordena hacer el estudio de factibilidad
para la construcción de un ferrocarril que sacará el carbón
al puerto.
El 13 de mayo de 1950, el Poder Ejecutivo, mediante el decreto Nº 9574/50,
determina que la tarea debe ser desarrollada por el ministerio de Transporte,
designando como responsable al Ingeniero Cappa.
Se estudian dos posibles trazados, uno que vinculaba el Yacimiento a Puerto
Santa Cruz y el otro que lo hacía a Río Gallegos. El ingeniero
Cerrato plantea que, en el análisis de la primera opción, realizada
por Belzoni, se tuvo en cuenta que atravesaba una zona con prominente futuro
agrícola-ganadero y una ría de aguas profundas, protegida y de
fácil acceso, pero que implicaba la construcción de una rampa
con una pendiente peligrosa, más cien kilómetros extra de recorrido.
El ingeniero Atilio Cappa realiza el estudio topográfico e hidráulico
del Río Gallegos y Turbio y concluye que el trazado a Río Gallegos
era el que aportaba mayores facilidades económicas y factibilidad, menor
costo y facilidad de traslado para la construcción de un ramal (cuenta
con mejores condiciones altimétricas y podría desarrollarse por
el valle de ambos ríos, evitando la cercanía a la frontera con
Chile, como lo planteaba el proyecto original).
En 1947 siendo Ministro de Marina, el Contralmirante Fidel Anadón elige
Puerto Santa Cruz como lugar de salida del carbón. Se llama a Licitación
Pública Internacional, pero, cuando en el año 1950 fue Ministro
de Transporte y Obras Pública de la Nación, el General Casto,
anula la licitación y se determina que el puerto de embarque sería
la capital de la provincia.
La población reaccionó de inmediato. Se recuerdan las enardecidas
asambleas populares en el ex cine Perfect, el Colegio Salesiano con el apoyo
incondicional de Padre Oliva y varias solicitadas que se publicaron en los periódicos
de la localidad, generándose una nueva propuesta con apoyo popular de
la comunidad de Puerto Santa Cruz, en 1957 y en 1968, donde queda concluido
definitivamente a favor de Río Gallegos.
Las obras se inician en el año 1950 y se
terminan en poco más de doce meses. Se le dio el nombre de ramal ferroindustrial
Eva Perón y luego de la Revolución Libertadora del ’55,
se la cambia por el de Río Turbio. El costo del proyecto
estuvo evaluado en 100 millones, mientras que el proyecto Santa Cruz tenía
un presupuesto superior en 250 millones de pesos. Se
inicia así la construcción de la línea industrial más
austral del continente, actualmente en explotación, que fuera estatal
hasta 1994.
Debido
a la demora que implicaría el traer materiales del extranjero y el costo
de los mismos, se usa el existente. Se traen rieles y durmientes de otros puntos
del país, desde Puerto Madryn, se traen 300 km de vía y 90 km
del ferrocarril de Ushuaia y Tierra del Fuego. El ferrocarril General Belgrano
aporta 250.000 durmientes de trocha ancha (1,35 metros), que fueron cortados,
generando el doble de material, acopiados desde 1921, aunque don Alexis Boichetta
referencia el año ’22.
Las ocho locomotoras Henscheis alemanas a vapor, sin uso, fueron traídas
también de Puerto Madryn. Los ciento noventa vagones de madera, de más
de 6 toneladas fueron aportados por el Ministerio de Marina (desde Puerto Belgrano),
aunque debieron modificarse debido a la trocha.
El Buque Bahía Aguirre, de la Armada Argentina, transportó personal,
eran alrededor de doscientos operarios, en su mayoría del Ferrocarril
del Norte, y material para la construcción de línea férrea,
que llegan en agosto del ’50. En octubre se iniciaron los trabajos; el
personal vivía en carpas o alojamientos improvisados
Eran 50.000 toneladas de material para insumir en seis meses (luego se aportará
más material) Se generan dificultades debido a la falta de instalaciones
portuarias, por lo que se utilizó un pontón de 2000 toneladas,
dos grúas del Ministerio de Obras Públicas y un remolcador. Para
cargar el primer barco se realizó la carga al modo de la Segunda Guerra
Mundial: “se hizo atracar a la nave de proa en la playa, una vez varada,
abrió sus compuertas, bajó la rampa de proa y se comenzó
a cargar con camiones volcadores y pequeñas vagonetas movidas por guinches
que se introducía en la bodega” (1). Este barco fue la motonave
“Santa María de Luján”, de la Compañía
Naviera Pérez Compac S.A. Recién en abril de 1950 se inauguró
el muelle de madera, el muelle El Turbio, con un frente de atraque de 66 metros
y vinculado a la costa con una pasarela de 90 metros. Pero debido a los desniveles
del fondo y el efecto de la marea, los buques sólo podían operar
en pleamar. Sufrió constantes ampliaciones a lo largo de los años
como en 1953 y 1956.
En agosto de 1950 se inician las tareas de enrielado y en la zona portuaria
se arman los galpones Quoncet para talleres y casillas
de madera y edificios de durmientes para viviendas y gamelas (alojamiento y
comedores).
Con el verano se agilizaron las obras y se construyó el puente sobre
el río Gallegos, en dos meses. En abril, estaban casi llegando al Yacimiento
pero las condiciones climáticas (nieve) los detuvieron.
El 24-5-1951 se hace la inauguración provisional sin estar concluido,
llegaba a 190 kilómetros desde Río Gallegos. Al día siguiente,
se inaugura desde el Turbio con un corto tren remolcado por una locomotora piloto.
Pasando el invierno se finaliza la obra de enrieladura, balastado y desagües,
llegando hasta Glën Cross (257 km). De allí el transporte del carbón,
se realizaba en camiones (entre ellos 110 unidades sentinel, ingleses, llamados
“los chufi”, camiones a vapor, definitivamente abandonados en 1959).
Al tren se suman vagones para pasajeros, calefaccionados con la tradicional
estufa patagónica y un coche con camarote.
Con los años se incluyen más inversiones como el sistema de vuelca
de vagones, que aligera la tarea de descarga de carbón.
El ferrocarril se inicia en Río Turbio,
a 250 metros al nivel del mar, descendiendo hacia el este; asciende en dos oportunidades
a la altura de la meseta, y tiene en su trayecto doscientos noventa curvas.
Cuenta con playas de maniobras para la recepción y formación de
trenes, depósitos de locomotoras para su service y alistamiento, talleres
y otras instalaciones para el mantenimiento. Muchos de los cuales
fueron desmantelados entre 1998 y el 2000.
En su máxima envergadura con las locomotoras Mitsubishi
incorporadas en 1956 y 1964 y cambio de vagones, llevaba 1600 toneladas de carbón,
con una dimensión (incluyendo vagón colero y vagones de pasajeros)
de alrededor de 600 mts. El viaje duraba entre 10 y 12 horas, a un promedio
de 25 km/ hora, según las condiciones climáticas (nieve, viento
que puede alcanzar en la zona los 200 km/hora, temperatura que puede llegar
a 30º bajo 0). No solamente necesitaban dos parejas de maquinistas por
tren, sino también operarios para mantener las vías, encargados
de estaciones que se ocupaban de las bandera de señales y llamadas de
teléfono, despachadores (que vigilan y controlan todos los movimientos
del tren), jefes, supervisores, mecánicos, artesanos, operarios y personal
administrativo.
El tipo de riel utilizado es de 17,36 kg/m, con
1400 durmientes por kilómetro y una longitud de 1,35 mts.
El balasto usado para la vía principal y desvío es de canteras
de la zona. A lo largo de su recorrido encontramos diferentes estaciones y playas
de maniobra, aparatos de vías de diferentes características, apartaderos
- con cambios automáticos construidos con rieles que hacen que los trenes
entren siempre por izquierda (idea de don Esteban Tita) - , señales,
pasos a nivel, inyectores de agua. En el recorrido total, el tren debe superar
trece puentes y doscientos treinta y ocho alcantarillas.
La edificación total del ramal es de 11.223 m2 cubiertos, siendo los
más importantes el Taller de Vagones y el depósito de locomotoras,
ambos en Río Turbio.
El mantenimiento de las vías, desde 1950, se hacía con personal
alojado en campamentos a lo largo de la misma, primero en ocho sectores o cantones
y en 1962, se reducen a seis. Hoy dicho mantenimiento, se efectúa con
una cuadrilla volante con asiento en Punta Loyola, un puesto de patrullaje en
Gobernador Mayer y una pequeña cuadrilla en Río Turbio para atender
playas ferroviarias.
La
principal función del ramal fue el transporte de carbón y material
para la explotación minera, aunque también trasladaba pasajeros.
Hasta el año 1995 recorría Río
Turbio – Río Gallegos, con un total de 280 km, en este año
se construye la extensión a Punta Loyola, con un total de 320 km. de
recorrido. La construcción
de la prolongación del ramal se inicia en 1993, que comunica con puerto
Presidente Illia (punta Loyola), ya que permite la entrada de buques de mayor
calado (buques carboneros hasta 62.700 toneladas de porte bruto, con eslora
de 224 metros), contribuye la empresa YCF aportando rieles
y durmientes y el gobierno de Santa Cruz, construyendo el terraplén y
el puente sobre el río Chico.
A lo largo de la vía se encuentran edificios y estaciones y gamelas (hoy
destruidos y desocupados en su mayoría). Son ochos las estaciones, primero
con nombre de estancias, modificado por hombres vinculados a la zona, a propuesta
de Zoccola, gerente de la empresa: Piedrabuena
- Capitán Eyroa (oficial de Armada que actúa en el Atlántico
sur y se casará con una sobrina de Piedrabuena) - Carlos Moyano (primer
gobernador del territorio, 1884) - Ing. Cappa - Comodoro Py (1878 – iza
la bandera Argentina en Cañadón Misiones) – Gobernador Mayer
(tercer gobernador del Territorio) - Ing. Bacigalupo (responsable de la construcción
de la planta depuradora del mineral del yacimiento).
La administración del Ferrocarril funcionó hasta 1950 en la calle
Federico Sphur (Río Gallegos), hoy sede del Club Ferroviario, luego en
un galpón Quoncet, en Avellaneda y El Cano, luego transformada en un
edificio de dos plantas de hormigón armado, trasladándose posteriormente
al mismo la Gerencia de YCF, donde hoy funciona la Secretaría de la Producción
de la Provincia. Las oficinas que maneja actualmente Y.C.R.T
funcionan en Punta Loyola.
Desde el año 1996, los trenes pasan directamente a Punta Loyola. Las
instalaciones de Río Gallegos, han sido desactivadas, abandonadas y destruidas
en un gran porcentaje, por la falta de cuidado y depredación.
En el año 2000 las instalaciones fueron cedidas, por el Gobierno Nacional,
a la Provincia de Santa Cruz.
El ramal ferro-industrial no puede ser concebido sin la consideración
de actores sociales que aportaron sus propias historias desde el inicio, quienes
tendieron los rieles, manejaron las máquinas, repararon las vías,
manejaron las señales, los mineros, los portuarios, los administrativos.
Queremos destacar algunas personas que sistemáticamente aparecen en el
relato histórico de quienes tuvimos oportunidad de escuchar o leer: don
Pascual Etura, don Esteban Tita, ingeniero Livio
Dante Porta, ingeniero Atilio Cappa, don Eleo Zoccola don
Oscar Alexis Boichetta.
(1) Cerrato, Juan Carlos: “Caminería patagónica” Ponencia del IV Congreso internacional de caminería hispánica, Madrid, España. Pág.11
Haga
click en la imagen para visualizar el recorrido del "Ramal Ferroindustrial
Rio Turbio" con sus estaciones |