• Ella

    Ella le tenía miedo a las alturas. Un miedo razonable dado el increíble largo de sus piernas. Después de haber corrido y saltado en su niñez, tomó conciencia un día de que se había vuelto inusitadamente alta y empezó a tropezar torpemente y sin motivo, como una garza ciega. Con los años, sus pasos, antes largos y desenfadados, se volvieron cortos y medidos. Y ahí quedó, casi inmóvil sobre sus magníficas piernas; atrapada en la tela invisible que el tiempo fue tejiendo alrededor de ella.

    Comentarios

    Paz Absoluta 1
    Clara Ruiz / Flying
  • El mismo sueño

    Al cabo de dos años soñando el mismo sueño (un sueño banal en el que era interrumpido en su lectura por un hombre que lo molestaba con comentarios sin importancia), Aurelio había agotado los recursos razonables para cambiar la suerte de sus noches, recursos que habían llegado al extremo de reubicar su sitio de lectura en lugares impropios o de disimular su apariencia con ropas y postizos. Vencido por este individuo que parecía no tener otro oficio que importunarlo, decidió de mala gana limitar sus ratos de lectura a la vigilia.

    Comentarios

    Paz Absoluta 1
    foto: Henry Byron / Recurrencia
  • Ana en reposo

    Después de un día de intenso trabajo; un día de tacones altos, taller negro de seda, y reuniones importantes, ella vuelve a su casa anticipando el íntimo placer de desnudarse. Apenas llega, se sirve una copita para aflojar las tensiones frente al balcón. Diez... quince... veinte minutos dejándose mecer por el aroma de un buen Oporto y la voz de Louis Armstrong al fondo. Ya relajada, se quita los zapatos, se estira suavemente, y empieza a desvestirse sin apuro, dejando su ropa dispersa camino al baño. Y toda su inteligencia y sagacidad va cayendo, como su ropa, en cualquier parte. Frente a la tina, abre las llaves, deja correr el agua que emana un vapor cálido, suelta su pelo revolviéndolo con un rápido movimiento de cabeza, derrama sales y colonias, y se va sumergiendo... Entonces ya ella no es Ana, la mujer eficiente y desabrida de una gran corporación, sino una diosa en reposo que se baña en aguas perfumadas.

    Comentarios

    Paz Absoluta 1
    foto: Clara Ruíz / Ya regreso
  • Yo iba tranquilo

    Yo iba tranquilo, despreocupado. Caminaba de vuelta a la casa como camina uno a esa edad cuando se es alto y desenvuelto. La tarde era espléndida y tenía un viento de frente que despejaba mi cara. No pensaba; miraba. El cielo azul, el aire fresco y mi juventud...Yo iba tranquilo; iba feliz. Hasta que vi aquel pájaro pequeño de plumas azules y grises con un ala rota dando brinquitos, como un ángel caído.

    Comentarios

    Paz Absoluta 1
    Clara Ruiz / Interseccion
  • Después de todo

    Siendo muy joven le dijeron que todos los caminos conducen a Roma; entonces se echó a andar segura de que acabaría llegando a su destino. Se dice que llegó a Roma a los sesenta y un años, cuatro meses y cinco días, solo que no se dio cuenta; después de todo, ella ya no era la misma.

    Comentarios

    Paz Absoluta 1
    foto: Fernando López / Después de todo
  • Alejandría

    Hacía años que había perdido todo interés en los otros. Su empresa era vasta: nueve mil libros repartidos sobre repisas de madera que cubrían las altas paredes de su estudio. En ese espacio repleto, sólo quedaba lugar para su escritorio, su vieja poltrona de lectura, y aquel adusto reloj de pie, obstinado en recordarle la vanidad de su empeño.

    Comentarios

    Paz Absoluta 1
    Clara Ruiz / Alejandria
  • Hasta pronto

    Vuelvo en unos meses. Quiero escribir cuentos más largos. Mientras tanto, siéntanse como en su casa, libres de entrar y salir a su antojo, de merodear entre las fotos y los cincuenta y tantos cuentos de este blog; libres de quedarse también. Hasta pronto, Dot

    Comentarios

    Paz Absoluta 1