Longitud (cartografía)

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Mapa de la Tierra mostrando meridianos y paralelos.

La longitud, abreviada long., en cartografía, expresa la distancia angular entre un punto dado de la superficie terrestre y el meridiano que se tome como 0° (es decir el meridiano de base) medida a lo largo del paralelo en el que se encuentra dicho punto, una circunferencia cuyo centro es la intersección del eje de la Tierra con el plano del citado paralelo. Habitualmente en la actualidad el meridiano base es el meridiano de Greenwich (observatorio de Greenwich), pero antiguamente hubo muchos otros que servían como referencia (para el mapa de Ptolomeo el meridiano de Alejandría, para los mapas españoles hasta el siglo XIX el meridiano de Cádizobservatorio de Cádiz— o el meridiano de Salamanca —observatorio de la Universidad de Salamanca, utilizado por la Compañía de Jesús—, para los franceses el meridiano de Parísobservatorio de París—, en Argentina a finales de siglo XIX se usó el meridiano que pasa por el antiguo observatorio de la ciudad argentina de Córdoba, etc.).

La longitud geográfica se mide en grados (°), minutos (') y segundos (”) generalmente la cartografía usa grados sexagesimales, minutos sexagesimales y segundos sexagesimales. Existen varias maneras de medirla y expresarla:

  • entre 0° y 360°, aumentando hacia el Este del meridiano 0°;
  • entre 0° y 180º indicando a qué hemisferio (Occidental o W —del inglés West nombre en inglés del punto cardinal Oeste— y Oriental o E —punto cardinal Este—) pertenece;
  • entre 0° y 180° positivos —Este— o negativos —Oeste

Así, noventa grados longitud Este puede representarse 90° o 90°E; y noventa grados Oeste puede ser 270°, 90°O o -90°

y 64º 11' 00” O significa una longitud o meridiano de 64 grados 11 minutos cero segundos Oeste (la O en muchos mapas es substituida por una W); la misma longitud anterior puede ser también expresada usando un signo negativo ya que es una longitud del Hemisferio Occidental: –64°11' 00”.

En navegación marítima la longitud se representa con la letra griega λ(Lambda).

Historia del cálculo de la longitud[editar]

El cálculo de la latitud desde una nave es sencillo, basta con medir el ángulo que forma la estrella polar con el horizonte, mediante un cuadrante, un astrolabio o un sextante, por ejemplo. Pero el cálculo de la longitud en alta mar presentaba serios problemas.

El cálculo de la longitud en teoría se reduce a medir la diferencia horaria entre un punto de referencia y la posición actual de la nave. El problema de la determinación de la longitud según la posición del observador se resuelve gracias a Rui Faleiro durante el primer viaje de circunnavegación de Magallanes, siendo Faleiro el organizador científico del viaje, siendo este descubrimiento una de las razones del viaje, y un gran éxito para la navegación, para la Corona de Castilla y Aragón. La medida de la posición del Sol indicaba el tiempo local, pero el tiempo de referencia no se podía conocer sin relojes suficientemente precisos, que no se vieran afectados por los vaivenes de la navegación o por los cambios de presión y temperatura. Estos relojes no se construyeron hasta los siglos XVIII y XIX.

En esa época se calculaban las longitudes de un modo muy aproximado deduciendo las distancias recorridas por las naves, para esto se usaba un instrumento bastante primitivo llamado bolina o corredera que al poseer como módulos de cálculo en una cuerda una serie de nudos que discurrían en el tiempo de aproximadamente una hora (tiempo que generalmente era inferido con pocos precisos relojes de arena) dando por resultado la actual medición náutica en nudos permitían inferir muy rudimentariamente las distancias longitudinales, es decir las distancias recorridas de Este a Oeste o viceversa, un intento de compensar esas imprecisiones se encuentra en las líneas para navegar que unen puertos u otros sitios notorios en los antiguos portulanos.

Por ello hasta entonces los fallos en la estimación de la longitud produjeron graves imprecisiones (por ejemplo para delimitar cuál era el meridiano de la Línea de Tordesillas) o auténticos desastres marinos: la flota inglesa del almirante Clowdisley “chocó” con las islas Sorlingas en el año 1707 por un defectuoso cálculo de su posición. El mismo problema llevó al navío inglés Centurion en 1741 a vagar por el estrecho de Magallanes sin conocer su posición. Cuando llegó al Pacífico y quiso repostar en las Islas Juan Fernández de Chile, no supo si debía ir al este o al oeste. Tomó la decisión equivocada y acabó en la costa de Chile. Los navíos españoles y portugueses que viajaban al Caribe debían ir en escuadras por rutas establecidas para no perderse, lo que les hacía presa fácil de los piratas y corsarios ingleses. Todas estas circunstancias hicieron del cálculo de la longitud una prioridad estratégica de los gobiernos. Felipe III estableció un premio en 1598 para quien “descubriese la longitud”. Lo mismo hizo el gobierno inglés en 1714.

Otra posibilidad era medir las diferencias horarias entre dos puntos mediante observaciones astronómicas. Si conocemos a qué hora tiene que ocurrir un eclipse en tierra firme en un punto y medimos la hora local de ese eclipse en alta mar podremos calcular la longitud. Los eclipses solares o lunares son escasos pero esto se solucionó después de que Galileo observara los satélites de Júpiter en 1610. Éstas presentan eclipses unas mil veces al año. Galileo propuso que una observación en alta mar de estas apariciones y desapariciones daría una medida exacta de la longitud. El método era correcto y de hecho sirvió para determinar la longitud en tierra firme, aunque presentaba grandes dificultades durante la navegación debido a la poca estabilidad de los barcos.

Esta aplicación práctica de las observaciones astronómicas condujo a la creación de observatorios astronómicos por toda Europa: Cassini dirigió el Observatorio Astronómico de París creado en 1667 por Colbert (ministro de Luis XIV) desde donde fijó la longitud de París utilizando el método de las lunas de Júpiter de Galileo. El Real Observatorio de Greenwich fue fundado en 1675 con la misión de estudiar el mapa celeste de la Luna y las estrellas “para perfeccionamiento del arte de la navegación”. En España, el marino y científico Jorge Juan propuso la creación del Real Instituto y Observatorio de la Armada en San Fernando, en Cádiz, en el año 1753. Con ello se pretendía que los futuros oficiales de la Marina aprendiesen y dominasen una ciencia tan necesaria para la navegación como era entonces la astronomía.

Uno de los cronómetros construidos por John Harrison

Aunque Johann Tobias Mayer encontró un método para determinar con gran aproximación la longitud midiendo el movimiento de libración de la Luna y usando los trabajos previos de Newton y Euler, el cálculo era tan laborioso que el gobierno británico se vio precisado a encargar al astrónomo Nevil Maskelyne en 1766 la elaboración de unas tablas anuales que hicieran innecesarios todos los cálculos. Sin embargo, la solución al problema de la longitud no vino por parte la astronomía, sino por el avance tecnológico en la medición del tiempo, con la fabricación de relojes marinos (cronómetros) cada vez más precisos, la mayoría de ellos de fabricación inglesa. Los primeros fueron construidos por el inglés John Harrison, que construyó hasta 5 versiones de estos relojes tan precisos, consiguiendo una precisión de un tercio de segundo al día.

Finalmente, el problema del exacto posicionamiento de los navíos se ha solucionado gracias al GPS. El sistema GPS (Global Positioning System) está basado en la localización mediante señales que se reciben de un conjunto de satélites artificiales que orbitan alrededor de la Tierra. El receptor recibe las señales de estos satélites y mediante triangulación puede conocer su posición con tan sólo unos metros de margen de error, cuyo valor varía dependiendo principalmente de condiciones ambientales (nubosidad, clima, lluvia), tipo de relieve desde el que estemos midiendo como hondura, quebrada o bosque (si no tiene la señal vista a por lo menos a tres satélites necesarios) y de la calidad del aparato receptor.

Véase también[editar]

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]