Oscar 2016: Emmanuel Lubezki, el ‘chivo’ que se convirtió en genio de la luz

Por en Entretenimiento 02/28/16 12:57pm
Emmanuel Lubezki. REFORMA
Emmanuel Lubezki. REFORMA

CIUDAD DE MÉXICO_ De ganar hoy el Oscar, Emmanuel Lubezki se convertiría en el primer artista, en la historia del cine, en ganar tres estatuillas doradas de manera consecutiva. Y, aunque su trabajo en The Revenant no le diera la estatuilla, el Chivo Lubezki ya cambió la historia del séptimo arte.

Al hombre que genera grandes imágenes detrás de la cámara no le gusta aparecer en ella. En más de 25 años de carrera, ha preferido comunicarse con imágenes y no con palabras. Su trabajo habla por él.

Considerado por Alejandro González Iñárritu como “el artista” de su generación, y catalogado como el heredero de Gabriel Figueroa, Lubezki ha utilizado la luz natural no solo para alumbrar su más reciente película, sino toda una carrera llena de éxito.

En medio de una familia que veÌa al arte más como un gusto que como profesión, el pequeño Emmanuel pasaba los días tomando fotografías.

Una Kodak Instamatic 54x era el instrumento que lo acompañaba a todos lados: paseos en el Centro y Chapultepec, museos, conciertos en Bellas Artes, obras de teatro infantiles y toda clase de recorridos que hacía con sus padres y sus hermanos, Alejandro y Pola.

También asistían mucho al cine a ver películas italianas y americanas. Emmanuel se quedaba atento a las imágenes dirigidas por Fellini y Pasolini, aunque no entendiera los diálogos; su memoria fotográfica guardaba escenas de gángsters ideadas por Scorsese, a la par que recordaba todos los modelos de automóviles que veÌa en la calle.

Generaciones arriba del pequeño Emmanuel ya disfrutaban del arte.

Su abuela polaca y su abuelo lituano se conocieron en México, donde se quedaron a actuar en el teatro Irish, y desempeñaban otros trabajos para sobrevivir. Su padre, Muni Lubezki, estudió medicina, psicoanálisis y psiquiatría -fue alumno de Erich Fromm cuando éste vivió en México-, y se daba tiempo para actuar en teatro y cine entre consulta y consulta.

Él y su esposa Raquel -quien estudió psicología, economía y letras- se mantenían ocupados la mayor parte del tiempo, hábito que transmitieron a sus hijos.

“Nuestra vida era mucho de empujarnos a hacer lo que quisiéramos, pero que lo hiciéramos”, comenta Alejandro Lubezki, guionista de cine y hermano de Emmanuel. Para él, sus padres intentaron darles una visión humanista hacia el conocimiento y así tener más opciones para decidir a qué se dedicarían.

Entre distintas actividades, los hermanos Lubezki tomaban lecciones para tocar el piano y la guitarra. Emmanuel era talentoso con el bajo, capacidad que explotó con “Las aves de rapiña”, grupo de rock que formó en su adolescencia con Santiago Ojeda, guitarrista que después formaría parte de Caifanes y Botellita de Jerez.

Sin embargo, el interés por las cámaras seguía presente. El amor por la Kodak Instamatic había quedado a un lado desde que, junto con sus compañeros de secundaria, retrató a través del visor de una cámara Súper 8 un documental sobre la siembra de caña de azúcar en Veracruz.

En esa época, sus amigos le pusieron el apodo que lo distingue a la fecha: el Chivo, por sus rizos y su mentón afilado.
La experiencia de tomar imágenes en movimiento, que el propio Emmanuel ha definido como “un momento mágico”, lo persiguió hasta su etapa universitaria.

Al poco tiempo de haber entrado a estudiar historia en la Facultad de Filosofía y Letras en la UNAM, el joven Emmanuel de 18 años llegó a casa y anunció que había sido aceptado en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) -también de la UNAM-, por lo que dejarÌa la historia para dedicarse al cine.

En 1982, Lubezki dejó la carrera de historia para ingresar al CUEC. REFORMA
En 1982, Lubezki dejó la carrera de historia para ingresar al CUEC. REFORMA

El año en el que Emmanuel Lubezki fue aceptado en el CUEC, el cine nacional se había incendiado.

En 1982, la Cineteca Nacional sufrió un incendio de 16 horas que acabó con más de 7 mil películas y un número incierto de vidas. Fue el año en que José López Portillo dejaba la Presidencia de la República, con una crisis económica e institucional de la que el cine tampoco quedó a salvo.

La Dirección General de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), creada en 1977, quedó a cargo de la hermana del Presidente, Margarita López Portillo, quien decidió desaparecer el Banco Nacional Cinematográfico -que otorgaba créditos para la elaboración de películas– y productoras como Conacite Uno, que realizaba películas de Arturo Ripstein, Roberto Galvadón y otros cineastas.

Lugares como la Cineteca Nacional y los Estudios Churubusco pasaron a ser administrados por la Secretaría de Gobernación; Televisa entraba al celuloide a través de su filial, Televicine, y el cine de ficheras encontraba su época de esplendor ante la baja oferta y calidad del cine nacional.

Lubezki llega en esa época a la escuela de cine de la UNAM que, según Jorge Ayala Blanco -crítico de cine y profesor eméito del CUEC-, se encontraba muy politizada, con una asamblea general de estudiantes que tomaban todas las decisiones por votación, rebasando incluso al director del plantel.

“Él tiene que ubicarse en ese cambio y con esa sobrepolitización de la escuela”, dice Ayala Blanco, quien enseñó a Lubezki materias como Historia del Lenguaje Cinematográfico y Análisis Cinematográfico, “a mi me parecía muy admirable su postura, porque nunca compraba broncas ajenas”.

Alejado de la polémica, el Chivo comenzó a realizar trabajos escolares con sus compañeros de generación, entre ellos Carlos Marcovich y Salvador de la Fuente, y con otros de generaciones más avanzadas, como la de Luis Estrada y Alfonso Cuarón.

“Eran estudiantes inquietos, inteligentes, creativos, propositivos, dispuestos a romper esquemas, experimentar y tomar riesgos ya desde sus primeras realizaciones estudiantiles”, dice a su vez Mario Luna, profesor de la mayoría de cinefotógrafos en México durante 40 años en el CUEC y el Centro de Capacitación Cinematográfica.

A la par de la universidad, Lubezki tomó talleres de fotografía en el Club Fotográfico de México y el Taller de los Lunes con el fotógrafo Pedro Meyer, donde también estuvieron, entre otros, Carlos Marcovich, la cineasta María Inés Roque, el arquitecto Mauricio Rocha y el artista plástico Gabriel Orozco.

“Desde que estudié sabía que lo que quería era dirigir o fotografiar, pero en realidad me gustaba más fotografiar”, dijo el propio Lubezki en 2006, en una charla con el cineasta Alfredo Joskowicz celebrada en el CUEC. “Siempre tuve problemas para relacionarme con los actores y sabía que quería estar en el set; no quería ser editor ni trabajar en postproducción, y lo que quedaba era ser fotógrafo”.

Mientras concluía la carrera, El Chivo también comenzaba a filmar fuera del CUEC.

Su espíritu rockero lo llevó a realizar videoclips de grupos como Fobia, Santa Sabina y Caifanes, incluyendo el guapachoso éxito de La Negra Tomasa.

Igualmente, con su grupo de amigos del CUEC surgió la idea de filmar una película de manera profesional: Camino largo a Tijuana (1988), dirigida por Luis Estrada, donde Lubezki se encargó junto con Cuarón de la producción, ya que Carlos Marcovich fue el fotógrafo.

El mismo año comenzó la grabación de La hora marcada, una serie de terror dirigida y escrita por distintos personajes, entre ellos Alfonso y Carlos Cuarón, Luis Estrada y Guillermo del Toro, además de ser fotografiada por Lubezki y Marcovich.

“Al final de su estancia en el CUEC, Emmanuel ya había encontrado en la fotografía su medio natural de expresión artística, la cual ha desarrollado de manera excepcional”, asegura Mario Luna.

Pronto se uniría a la generación de jóvenes un locutor de radio que ya había musicalizado varias películas y comenzaba a hacer comerciales de televisión, llamado Alejandro González Iñárritu.

Décadas después, se convertirían en la generación de mexicanos más exitosa del cine actual.
En México, una larga tradición de cinefotógrafos ha brindado grandes imágenes a espectadores del cine mundial, aquellos que convierten las ideas del director en imágenes.

Durante décadas, su mayor expositor fue Gabriel Figueroa, quien de la mano de Emilio el Indio Fernández y Luis Buñuel, retrató durante medio siglo el folclor mexicano en más de 200 películas.

Ganador de 17 Arieles y el Premio Nacional de Ciencias y Artes, Figueroa llegó a decir en vida que ya tenía un heredero, y ese era Lubezki.

 

_Por Samuel Adam