Antes de escuchar la condena que lo mantendrá detenido en el penal de José C. Paz, el militar, que respondía a los alias de "Gastón" y "Vargas", se excusó de pronunciar unas últimas palabras, agradeció a su abogado y permaneció en silencio, como en todo el juicio.

Se trata de la primera condena judicial a este ex agente que en la década del 90 trabajó en las Secretarias de Energía e Inteligencia del Estado, y fue custodio de la entonces secretaria de Medio Ambiente, María Julia Alsogaray.
 
En el juicio por el atentado a la AMIA, que mató a 85 personas, Vergez quedó sindicado como el agente que le ofreció un millón de dólares al detenido  Carlos Alberto Telleldín para que desviara las investigaciones hacia un grupo de jóvenes libaneses y paraguayos dedicados al cultivo de marihuana.

Vergez había llegado hasta Telleldín aprovechando la vieja amistad con el fallecido padre del detenido, el comisario Raúl Telleldín, jefe del Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba (D-2) y cofundador con él del "Comando Libertadores de América".

Durante las audiencias se escucharon una treintena de testimonios que alcanzaron su mayor dramatismo cuando cristina Zamponi evocó que Vergez iba a buscarla a la casa de sus padres y la llevaba a hoteles para violarla.

En mayo de 1977, Vergez viajo de La Perla a Buenos Aires, para ocuparse de Coccoz, llamado en el ERP "teniente Pancho", quien habia sido detenido herido de bala en Lanús y que tras veinte días de tortura se manteía en silencio sin colaborar con sus captores. Fue entonces cuando comenzó a ir a la casa de los padres de Zamponi en La Lucila, a donde ella se había mudado junto a su hijo de tres años, para presentarse como el "capitán Rodolfo" e informarle que estaba en tratativas con su marido con miras a llevarlos a ambos a Europa y que tenían prohibido salir de la vivienda. En alguna de esas ocasiones sacaba a la mujer de la vivienda "y la llevaba a hoteles para violarla", dijo Zamponi, por lo cual se pidió también que se lo investigue por este delito.

Finalmente, Zamponi y el niño fueron enviados a Europa con pasaportes confeccionados en el Primer Cuerpo del Ejército, y con datos supuestamente aportados por Coccoz (aunque resta investigar el verdadero origen) fueron secuestrados Gallego Soto y Casariego de Bel, así como también el director y principal accionista del diario El Cronista Comercial, Rafael Perrota, también desaparecido.

Casariego del Bel, nacido en España, era jefe de inversiones extranjeras del Ministerio de Economía de la Nación y se oponía a la estatización de la compañia de electricidad Italo, sde la que había formado parte del directorio el entonces ministro José Alfredo Martínez de Hoz. El empresario secuestrado se había desempeñado como asistente personal del ministro de Salud del primer gobierno peronista, Ramón Carrillo y había sido "embajador· del exiliado Juan Perón ante Fidel Castro y Ernesto "Che" Guevara. Según la versión de los represores, GS integraba una red de informantes del PRT-ERP, al igual que Perrota, cuyo caso no fue ventilado en el juicio.