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COMENTARIOS A LA ESTRATEGIA ESPAÑOLA 2014-2020 DE RESPONSABILIDAD SOCIAL DE LAS EMPRESAS...

Autor: Lupicinio Rodriguez, socio director de Lupicinio International Law Firm

La responsabilidad social de empresas (RSE) se afronta en España en los últimos años como un reto y una herramienta para contribuir a la recuperación económica, además de ser una forma de acercamiento a la posición europea tras medidas como la Estrategia Europa 2020, la Comunicación de la Comisión en 2011 o la Resolución del Parlamento Europeo de febrero de 2013 sobre el particular.

Dicha estrategia ha de valorar el contexto socio-económico y las características del tejido empresarial teniendo crucial importancia el papel de las empresas en el desarrollo de la sociedad, ya que las economías más avanzadas y competentes siempre coincidirán con un sector empresarial dinámico, moderno y sostenible.

Esta medida no ha de limitarse a la empresa privada debiendo alcanzar al sector público de forma que se conciba como una forma de restablecer la confianza, actualmente perdida, y necesaria para la recuperación económica. Por otro lado, entendemos que no ha de tenerse en cuenta sólo los resultados, si no la forma de obtenerlos lo que a largo plazo se materializaría en la generación de valor compartido y confianza.

La RSE desde Europa y España

Así, la RSE impulsada desde Europa tiene un doble objetivo. Por una lado, maximizar la creación de valor compartido para los accionistas y las personas interesadas que en sentido amplio acabarían comprendiendo a la sociedad en su conjunto. Por otro, identificar, prevenir y atenuar las posibles consecuencias adversas tras haberse sufrido una crisis económica sin precedentes.

En España, lejos aún de los estándares europeos, algunas compañías han sido proactivas en la adopción de la RSE así como de sus principios internacionales de transparencia e información, entre otros. Igualmente se han desarrollado iniciativas públicas destinadas a promover la RSE tanto desde el ámbito nacional como desde el autonómico existiendo incluso un Consejo Estatal de Responsabilidad Social de las Empresas (CERSE) desde 2008 que desarrolla grupos de trabajo en atención a materias concretas como transparencia y comunicación o consumo e inversión socialmente responsable. Este Consejo deberá tener muy en cuenta a los grupos de interés; es decir, aquellas entidades o individuos a los que puede afectar de manera significativa las actividades de las empresas y del resto de organizaciones. Entre otros, los empleados, accionistas, inversores o clientes por lo que el único juicio adecuado que dicho Consejo deberá emitir será integrado y por lo tanto de gran complejidad.

Entre los desarrollos legales que abordan la RSE de forma explícita destacan la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, sobre la igualdad efectiva de mujeres y hombres; la Ley 2/2011, de 4 de marzo, sobre Economía Sostenible que introduce orientaciones para crear condiciones más favorables para un desarrollo económico sostenible, e incluye diversas referencias de impulso a la RSE; la Ley 11/2013 de 26 de julio que incluye las principales medidas que forman parte de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven 2013-2016; o la Ley 19/2013 de 9 de diciembre, de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno, que busca restaurar la confianza en las Instituciones, entre otras.

Elemento clave de competitividad

La RSE se concibe por tanto como un elemento clave para la competitividad de las empresas, alcanzando beneficios en cuanto a la gestión de riesgos, el ahorro de costes, el acceso al capital o la capacidad de innovación. En este proceso juegan un papel esencial las grandes empresas que pueden servir de referencia a las empresas de menor tamaño que realicen iniciativas en este ámbito pese a no contar con un planteamiento formal de la RSE.

Por otra parte, es posible evaluar la percepción exterior siendo reconocidas algunas de las mayores empresas españolas en aquellas materias que guardan relación con la RSE en los índices de sostenibilidad más prestigiosos y en los rankings internacionales de competitividad, lo que supone un indicador del atractivo que cierto país tiene para los inversores. En el caso de España y ante la falta de inversión extranjera propiciada por la depresión económica, puede que éste sea uno de los puntos más sugestivos en cuanto a la implantación de la RSE de cara a atraer este tipo de inversión como una forma de recuperación.

La RSE conlleva en definitiva, un conjunto de valores sobre los que debe construirse una sociedad cohesionada y en los que basar la transición a un sistema económico más sostenible. Contribuiría además a reducir consecuencias de la crisis económica tales como la pérdida de puestos de trabajo, por lo que desde el momento en el que los efectos de estos planes sean palpables, la sociedad en su conjunto apoyaría sin lugar a dudas este tipo de actuaciones. Igualmente está comprobado que promovería la igualdad de oportunidades y la inclusión social por lo que las preocupaciones sociales, medioambientales y éticas llegarían a ocupar un lugar mucho más importante en la sociedad actual. 

Los paquetes de medidas concretas a llevar a cabo son muy amplios y optimistas, por lo que será difícil para las empresas, ya sean pequeñas, medianas o grandes, adaptarlas en su conjunto, pero entre las más beneficiosas para la sociedad en su totalidad, destacarán: Sensibilizar a las empresas con los modelos de gestión sostenible para un desempeño socialmente responsable de su actividad; dar a conocer y divulgar el esfuerzo de las empresas comprometidas con la responsabilidad social empresarial; desarrollar programas para promover el conocimiento y cumplimiento de los principios internacionales por parte de las organizaciones que operan en España. Igualmente, fomentar la fiscalidad responsable en las organizaciones; impulsar actuaciones dirigidas a combatir el fraude, tanto laboral como fiscal, y la economía sumergida; promover la ética y la transparencia en las organizaciones, así como los programas de lucha contra la corrupción; impulsar actuaciones dirigidas a facilitar la conciliación de la vida personal, familiar y laboral de los trabajadores y la corresponsabilidad en la asunción de responsabilidades familiares y de cuidado o; impulsar el emprendimiento social y el consumo responsable.

En conclusión, apoyar el desarrollo de las prácticas responsables de las organizaciones públicas y privadas teniendo en cuenta los principios de voluntariedad, transparencia, cohesión social y sostenibilidad, contribuirá a la competitividad del país y a su transformación. Acciones necesarias para la adaptación a las actuales necesidades, caminando hacia una sociedad y una economía más productiva, sostenible e integradora, por lo que cualquier medida en torno a la RSE habrá de valorarse como algo positivo y en el futuro exigibles a cada empresa o negocio que, al fin y al cabo, conforman una parte importante de la sociedad.