VENTAJAS DE LA EDUCACIÓN DIFERENCIADA

Entrevista con María Calvo Charro.
María Calvo Charro es doctora en Derecho y profesora titular de la Universidad Carlos III de Madrid. Desde hace años defiende las ventajas de la educación diferenciada, no mixta, amparándose en estudios científicos, psicológicos y jurídicos. La invitan a numerosos congresos y ha escrito libros y artículos sobre este modelo educativo, guiada por una “preocupación” que no puede ocultar: “no se respeta el derecho de los padres a elegir en libertad e igualdad de oportunidades el colegio que desean para sus hijos”, afirma. La nueva ley educativa no tranquiliza el panorama porque “es un ataque frontal y directo contra los colegios diferenciados”. Con cuatro hijos en edad escolar (dos y dos), María Calvo es ante todo una madre que ha decidido defender públicamente la educación que considera mejor para sus hijos.
En nuestro país, la educación diferenciada es minoritaria y recibe poco respaldo institucional. Desde un punto de vista pedagógico, ¿nos encontramos ante un anacronismo educativo o ante una opción razonable?
Nos encontramos ante una opción no sólo razonable, sino más que deseable. Se trata de un sistema pedagógico moderno y progresista que atiende a la educación personalizada de los alumnos, sacando lo mejor de sí mismos, en cuanto hombres y mujeres con sus peculiares características. No obstante, a pesar de las ventajas demostradas, la educación diferenciada en España está en crisis por dos motivos: ignorancia y miedo. Ignorancia, pues aún hay quien piensa que educamos a nuestras hijas para ser débiles y dependientes, para dedicarse a las tareas del hogar, dejando únicamente a los chicos la actividad pública o profesional. ¡Qué gran error!. La educación diferenciada es precisamente una de las herramientas más importantes para la emancipación de la mujer. Y miedo, porque en nuestra sociedad existe un temor generalizado a ser ‘políticamente incorrecto’, a cuestionarse el ‘dogma’ de la coeducación como si fuera un sistema infalible y el único que pudiera garantizar la igualdad de oportunidades.
Precisamente, algunos reprochan a la educación diferenciada que atenta contra el principio de igualdad de oportunidades. ¿Está fundamentada esta crítica?
En absoluto. En contra de lo que muchos piensan, la educación diferenciada garantiza en mayor medida la igualdad de oportunidades ya que atiende a las problemáticas propias y específicas de cada sexo. La meta es la misma para ambos sexos: alcanzar el mayor desarrollo personal y el mejor rendimiento académico posible. Pero el camino para llegar a ella es diferente, ya que niños y niñas son diferentes. Por ejemplo, existen estadísticas que demuestran cómo las chicas acceden en mayor medida a carreras de ciencias (o tradicionalmente masculinas) cuando están solas. En los colegios sólo de chicos éstos elevan su nivel académico, entre otras cosas, porque se les respeta su ritmo cognitivo y de maduración, más lento que el de las niñas. Ignorar estas diferencias es injusto y supone un perjuicio evidente para los chicos. Por tanto, lo que dificulta la igualdad de oportunidades es precisamente la falta de respeto por las diferencias.

Usted sostiene además que la educación mixta refuerza los estereotipos sexistas. ¿Puede explicarse?
Efectivamente; en los colegios mixtos, los estereotipos se refuerzan. El varón, más inmaduro que las niñas de su misma edad, vive como dominado por ellas, ya que le aventajan en destrezas verbales, maduración y responsabilidad. Esta diferencia es real y persistente en el tiempo. Ante esto, muchos niños reaccionan a la contra, con excesos de violencia y posicionan su rol a través de actitudes machistas. Los comportamientos estereotipados y discriminatorios están a la orden del día en las escuelas mixtas, dificultando la convivencia en el aula que se llena de tensiones y conflictos.

Muchos países europeos y Estados Unidos vuelven a este modelo educativo. ¿A qué se debe el cambio?
En esta materia, España camina en dirección diametralmente opuesta a la de países como Estados Unidos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia, Alemania, Australia, Escocia o Suecia. Tras casi 30 años de educación mixta, se han dado cuenta de que las cifras de fracaso escolar (sobre todo masculino), absentismo y violencia (incluyendo el acoso sexual) han crecido mucho. Además, reconocen que la coeducación no ha traído la tan pretendida igualdad de sexos ni de oportunidades. Buscando soluciones a esta situación, sobre la base de estudios, estadísticas e investigaciones, han concluido que es necesario atender a la diferente forma de aprender de niños y niñas. Sin complejos, aceptando que son iguales (en derechos, deberes, humanidad y dignidad) pero diferentes en su forma de aprender.

¿Qué problemas educativos puede generar no respetar las diferencias sexuales en la escuela?
El problema más llamativo y preocupante es la pérdida de identidad de los varones. Son los niños los que salen perdiendo porque en las aulas mixtas se impone el “ideal femenino”. Es decir, el profesor exige a los niños que sean igual de ordenados, puntuales, quietos, delicados y obedientes que las niñas. Y esto no sirve para los chicos porque tienen otra forma de aprender. Su mayor activismo resulta fatigoso para el profesor que, al compararlos con las niñas, tiende a castigarlos en mayor medida por comportarse “como chicos”. Esta situación ha llevado en algunos casos a un fenómeno curioso pero altamente preocupante: diagnosticar a muchos niños el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, cuando en realidad su único problema es el de ser varones, activos, enérgicos, competitivos y muy movidos, en clases compartidas con niñas más pausadas, tranquilas y disciplinadas.

En Suecia, la Presidenta de la Comisión para el Estudio de la Educación, Christ Heister, ha publicado un informe en el que afirma que la causa del fracaso escolar radica en la obstinación por negar las diferencias entre niños y niñas. ¿Qué relación hay entre educación mixta y fracaso escolar?
La educación mixta en sí misma no es la culpable del fracaso escolar. Sí lo es, sin embargo, el empeño por despreciar las diferencias entre sexos en las aulas mixtas. Cuando en los centros coeducativos los docentes dejen de imponer la igualdad radical a martillazos y sean conscientes de las diferencias de los niños y las niñas, no sólo en la forma de aprender, sino sencillamente de ver y vivir la vida, estaremos comenzando a solucionar una de las causas del fracaso escolar. Pero no la única. Es decir, no podemos estigmatizar a la educación mixta como si fuese la única causante del 30% del fracaso escolar que padecemos en España, porque hay otros factores que sin duda están contribuyendo a esta situación.
¿A qué factores se refiere?
Me refiero a factores como la crisis de la familia; el desprestigio del esfuerzo personal; la falta de autoridad de los padres y profesores; la regla hoy tan extendida del “todo vale” que convierte al alumno en un ser indiferente y sin ilusión. Estas son otras de las problemáticas que deberíamos tener en cuenta a la hora de replantearnos la educación en España.
Frente a estos problemas ¿qué ofrece la educación diferenciada?
En primer lugar, un mayor rendimiento académico. Tenemos estadísticas, informes y estudios, que así lo reflejan. Por ejemplo, el informe PISA 2003, realizado para los países de la OCDE, demuestra que calificaciones se elevan de forma considerable al separar a niños y niñas. Al elegir este tipo de colegios, los padres hacen una clara apuesta por lo académico. Es decir, asumen que estos centros no son lugares de socialización donde sus hijos van a encontrarse con el sexo opuesto para hacer amistades o tener romances. Por el contrario, son centros de alto rendimiento y exigencia, donde se da primacía a lo académico.
Aparte de las frías estadísticas, tenemos la experiencia de muchos colegios en España, casi todos religiosos, que antes eran diferenciados y gozaban de prestigio por su elevado nivel académico, y que al convertirse en mixtos (unos para “modernizarse”, otros para poder acceder a los conciertos educativos o subvenciones de la Administración) sufrieron un espectacular “bajón” en el rendimiento académico de los alumnos.
Pero lo más importante es la felicidad de nuestros hijos. Que nuestros hijos y nuestras hijas vayan tranquilos al colegio, sin distracciones innecesarias, sin tensiones, con naturalidad.
¿La felicidad de los hijos? ¿Qué tiene que ver la felicidad con la educación diferenciada?
Muchísimo. Un niño será feliz en la medida en que se sienta a gusto, relajado y tranquilo en su colegio. En los centros mixtos muchas niñas, por desgracia, no saben lo que es ir tranquilas al colegio. Cuando son pequeñas, el mayor activismo y movimiento de los niños las perturba. Luego, en la época de la pubertad, el sentirse observadas de continuo por el sexo opuesto las distrae y hace que estén más pendientes de los demás que del desarrollo de su propia personalidad. En este sentido, cabe destacar un dato: las cifras de anorexia en los colegios mixtos son mucho más elevadas que en los diferenciados. A estas edades, las chicas trabajando codo con codo con un varón pueden sentirse muy vulnerables. Y esto, dejando de lado casos extremos de violencia de género o acoso sexual que convierten para ellas el colegio en una auténtica pesadilla. En cuanto a los chicos, muchos se sienten frustrados cuando tienen que ir a la zaga, detrás del ritmo más precoz de las niñas. Además en colegios masculinos se liberan de los estereotipos y son más “ellos mismos”, sin que necesariamente se les tache de malos o hiperactivos por jugar y actuar como lo que son, varones.

A diferencia de otros países, en España no se abre paso la educación diferenciada. ¿Por qué sigue habiendo tantas trabas para que los padres elijan este modelo educativos?
En España los padres no somos libres para elegir el colegio que deseamos para nuestros hijos: mixto o diferenciado. Se ha impuesto un modelo único: el coeducativo, como si se tratase de un dogma intocable, la solución única a todos los problemas de la educación. De este modo, se está vulnerando el artículo 27 de la Constitución, que reconoce el derecho a la educación y la libertad de enseñanza que, como ha señalado el Tribunal Constitucional, forman parte de su contenido esencial el derecho a elegir. Pero ¿cómo vamos a ejercer el derecho a elegir si no tenemos dónde elegir? Actualmente, apenas el 1 por ciento de los centros escolares son de educación separada y ninguno es público. Los colegios mixtos públicos son el modelo único y obligatorio, encumbrados sin, al parecer, demasiadas reflexiones o estudios que lo justifiquen. Mientras los países más desarrollados de nuestro entorno siguen la línea del reconocimiento fundado de la necesidad de aceptar las escuelas diferenciadas como un modelo beneficioso y una buena alternativa a los colegios mixtos, en España este es un asunto que no se puede ni plantear. De hecho, la tendencia del Gobierno central y de muchos autonómicos es la de eliminar cualquier posibilidad de concierto con los colegios diferenciados a los que califican injustificadamente de antisociales y discriminatorios. La realidad es que no sólo se rechaza este modelo pedagógico sino que además no se estudia ni se analizan sus posibles beneficios. Sencillamente se intenta que la sociedad desconozca su existencia.

Si la enseñanza diferenciada presenta ventajas ¿por qué reservarla únicamente a los hijos de padres que pueden pagar un centro privado?
Efectivamente. Deberían abrirse al máximo las opciones para que los padres decidan en libertad lo que deseen para sus hijos. Sólo desde la libertad se puede enseñar para la libertad. Se trata de debatir sobre qué es lo mejor para nuestros hijos, dar información a los padres y concederles el derecho, ahora negado, de elegir libremente una de las opciones. Está en cuestión la propia libertad de educación. Lo que en un Estado democrático resulta cuando menos llamativo.
Es necesario superar las barreras ideológicas y reconocer la realidad de las distorsiones que presenta el sistema y que se agravan seriamente en los centros escolares ubicados en zonas socialmente desfavorecidas. La clave del éxito radicará en el equilibrio entre el reconocimiento de la diferenciada y la garantía de la igualdad de oportunidades entre sexos.
“Las diferencias entre sexos son innatas, no culturales”
¿Cuáles son las diferencias entre un chico y una chica que justifican una educación diferenciada?

Las diferencias son muchas y muy significativas. Pero, lo más importante y sorprendente, desde el punto de vista científico, es que son diferencias innatas. Es decir, no se deben a unos hábitos adquiridos a lo largo de nuestra vida o a unos roles histórico-culturales que nos hayan sido impuestos. Por el contrario, su origen se encuentra en las diferencias estructurales y funcionales entre el cerebro femenino y el masculino, existentes incluso antes de nacer.
Afirmar algo así habría sido considerado una aberración hace diez años, pero los avances de la neurociencia y de la técnica han permitido a los más prestigiosos científicos afirmar que se trata de una realidad empírica demostrada. Un ejemplo: el Instituto Nacional de Salud de Washington demostró recientemente que el cerebro femenino madura años antes que el masculino y que la región del cerebro que coordina la función lingüística es un 30% más pequeña en los hombres que en las mujeres, aunque tengan idéntico coeficiente intelectual. Ni más ni menos inteligentes, sencillamente somos diferentes.
¿Qué consecuencias tienen estas diferencias neurológicas?
Estas diferencias cerebrales provocan no sólo que el ritmo de maduración de niños y niñas sea diferente, sino que además sean distintos en intereses; aficiones; gustos; juegos; forma de socializarse; de exteriorizar los sentimientos; reacciones ante idénticos estímulos…tantas cosas. Todo ello hace que no se les pueda exigir o imponer la misma forma de enseñanza, ya que aprenden de forma diferente.
Además, debemos sumar otra diferencia: el desarrollo muscular de los chicos provocado por la influencia de la testosterona. Esto les hace mucho más proclives al movimiento. Son por lo tanto más inquietos, brutos y activos. Ni mejores, ni peores, tan sólo maravillosamente diferentes

Entrevista con María Calvo Charro.

María Calvo Charro es doctora en Derecho y profesora titular de la Universidad Carlos III de Madrid. Desde hace años defiende las ventajas de la educación diferenciada, no mixta, amparándose en estudios científicos, psicológicos y jurídicos. La invitan a numerosos congresos y ha escrito libros y artículos sobre este modelo educativo, guiada por una “preocupación” que no puede ocultar: “no se respeta el derecho de los padres a elegir en libertad e igualdad de oportunidades el colegio que desean para sus hijos”, afirma. La nueva ley educativa no tranquiliza el panorama porque “es un ataque frontal y directo contra los colegios diferenciados”. Con cuatro hijos en edad escolar (dos y dos), María Calvo es ante todo una madre que ha decidido defender públicamente la educación que considera mejor para sus hijos.

En nuestro país, la educación diferenciada es minoritaria y recibe poco respaldo institucional. Desde un punto de vista pedagógico, ¿nos encontramos ante un anacronismo educativo o ante una opción razonable?

Nos encontramos ante una opción no sólo razonable, sino más que deseable. Se trata de un sistema pedagógico moderno y progresista que atiende a la educación personalizada de los alumnos, sacando lo mejor de sí mismos, en cuanto hombres y mujeres con sus peculiares características. No obstante, a pesar de las ventajas demostradas, la educación diferenciada en España está en crisis por dos motivos: ignorancia y miedo. Ignorancia, pues aún hay quien piensa que educamos a nuestras hijas para ser débiles y dependientes, para dedicarse a las tareas del hogar, dejando únicamente a los chicos la actividad pública o profesional. ¡Qué gran error!. La educación diferenciada es precisamente una de las herramientas más importantes para la emancipación de la mujer. Y miedo, porque en nuestra sociedad existe un temor generalizado a ser ‘políticamente incorrecto’, a cuestionarse el ‘dogma’ de la coeducación como si fuera un sistema infalible y el único que pudiera garantizar la igualdad de oportunidades.

Precisamente, algunos reprochan a la educación diferenciada que atenta contra el principio de igualdad de oportunidades. ¿Está fundamentada esta crítica?

En absoluto. En contra de lo que muchos piensan, la educación diferenciada garantiza en mayor medida la igualdad de oportunidades ya que atiende a las problemáticas propias y específicas de cada sexo. La meta es la misma para ambos sexos: alcanzar el mayor desarrollo personal y el mejor rendimiento académico posible. Pero el camino para llegar a ella es diferente, ya que niños y niñas son diferentes. Por ejemplo, existen estadísticas que demuestran cómo las chicas acceden en mayor medida a carreras de ciencias (o tradicionalmente masculinas) cuando están solas. En los colegios sólo de chicos éstos elevan su nivel académico, entre otras cosas, porque se les respeta su ritmo cognitivo y de maduración, más lento que el de las niñas. Ignorar estas diferencias es injusto y supone un perjuicio evidente para los chicos. Por tanto, lo que dificulta la igualdad de oportunidades es precisamente la falta de respeto por las diferencias.

Usted sostiene además que la educación mixta refuerza los estereotipos sexistas. ¿Puede explicarse?

Efectivamente; en los colegios mixtos, los estereotipos se refuerzan. El varón, más inmaduro que las niñas de su misma edad, vive como dominado por ellas, ya que le aventajan en destrezas verbales, maduración y responsabilidad. Esta diferencia es real y persistente en el tiempo. Ante esto, muchos niños reaccionan a la contra, con excesos de violencia y posicionan su rol a través de actitudes machistas. Los comportamientos estereotipados y discriminatorios están a la orden del día en las escuelas mixtas, dificultando la convivencia en el aula que se llena de tensiones y conflictos.

Muchos países europeos y Estados Unidos vuelven a este modelo educativo. ¿A qué se debe el cambio?

En esta materia, España camina en dirección diametralmente opuesta a la de países como Estados Unidos, Nueva Zelanda, Reino Unido, Francia, Alemania, Australia, Escocia o Suecia. Tras casi 30 años de educación mixta, se han dado cuenta de que las cifras de fracaso escolar (sobre todo masculino), absentismo y violencia (incluyendo el acoso sexual) han crecido mucho. Además, reconocen que la coeducación no ha traído la tan pretendida igualdad de sexos ni de oportunidades. Buscando soluciones a esta situación, sobre la base de estudios, estadísticas e investigaciones, han concluido que es necesario atender a la diferente forma de aprender de niños y niñas. Sin complejos, aceptando que son iguales (en derechos, deberes, humanidad y dignidad) pero diferentes en su forma de aprender.

¿Qué problemas educativos puede generar no respetar las diferencias sexuales en la escuela?

El problema más llamativo y preocupante es la pérdida de identidad de los varones. Son los niños los que salen perdiendo porque en las aulas mixtas se impone el “ideal femenino”. Es decir, el profesor exige a los niños que sean igual de ordenados, puntuales, quietos, delicados y obedientes que las niñas. Y esto no sirve para los chicos porque tienen otra forma de aprender. Su mayor activismo resulta fatigoso para el profesor que, al compararlos con las niñas, tiende a castigarlos en mayor medida por comportarse “como chicos”. Esta situación ha llevado en algunos casos a un fenómeno curioso pero altamente preocupante: diagnosticar a muchos niños el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, cuando en realidad su único problema es el de ser varones, activos, enérgicos, competitivos y muy movidos, en clases compartidas con niñas más pausadas, tranquilas y disciplinadas.

En Suecia, la Presidenta de la Comisión para el Estudio de la Educación, Christ Heister, ha publicado un informe en el que afirma que la causa del fracaso escolar radica en la obstinación por negar las diferencias entre niños y niñas. ¿Qué relación hay entre educación mixta y fracaso escolar?

La educación mixta en sí misma no es la culpable del fracaso escolar. Sí lo es, sin embargo, el empeño por despreciar las diferencias entre sexos en las aulas mixtas. Cuando en los centros coeducativos los docentes dejen de imponer la igualdad radical a martillazos y sean conscientes de las diferencias de los niños y las niñas, no sólo en la forma de aprender, sino sencillamente de ver y vivir la vida, estaremos comenzando a solucionar una de las causas del fracaso escolar. Pero no la única. Es decir, no podemos estigmatizar a la educación mixta como si fuese la única causante del 30% del fracaso escolar que padecemos en España, porque hay otros factores que sin duda están contribuyendo a esta situación.

¿A qué factores se refiere?

Me refiero a factores como la crisis de la familia; el desprestigio del esfuerzo personal; la falta de autoridad de los padres y profesores; la regla hoy tan extendida del “todo vale” que convierte al alumno en un ser indiferente y sin ilusión. Estas son otras de las problemáticas que deberíamos tener en cuenta a la hora de replantearnos la educación en España.

Frente a estos problemas ¿qué ofrece la educación diferenciada?

En primer lugar, un mayor rendimiento académico. Tenemos estadísticas, informes y estudios, que así lo reflejan. Por ejemplo, el informe PISA 2003, realizado para los países de la OCDE, demuestra que calificaciones se elevan de forma considerable al separar a niños y niñas. Al elegir este tipo de colegios, los padres hacen una clara apuesta por lo académico. Es decir, asumen que estos centros no son lugares de socialización donde sus hijos van a encontrarse con el sexo opuesto para hacer amistades o tener romances. Por el contrario, son centros de alto rendimiento y exigencia, donde se da primacía a lo académico.

Aparte de las frías estadísticas, tenemos la experiencia de muchos colegios en España, casi todos religiosos, que antes eran diferenciados y gozaban de prestigio por su elevado nivel académico, y que al convertirse en mixtos (unos para “modernizarse”, otros para poder acceder a los conciertos educativos o subvenciones de la Administración) sufrieron un espectacular “bajón” en el rendimiento académico de los alumnos.

Pero lo más importante es la felicidad de nuestros hijos. Que nuestros hijos y nuestras hijas vayan tranquilos al colegio, sin distracciones innecesarias, sin tensiones, con naturalidad.

¿La felicidad de los hijos? ¿Qué tiene que ver la felicidad con la educación diferenciada?

Muchísimo. Un niño será feliz en la medida en que se sienta a gusto, relajado y tranquilo en su colegio. En los centros mixtos muchas niñas, por desgracia, no saben lo que es ir tranquilas al colegio. Cuando son pequeñas, el mayor activismo y movimiento de los niños las perturba. Luego, en la época de la pubertad, el sentirse observadas de continuo por el sexo opuesto las distrae y hace que estén más pendientes de los demás que del desarrollo de su propia personalidad. En este sentido, cabe destacar un dato: las cifras de anorexia en los colegios mixtos son mucho más elevadas que en los diferenciados. A estas edades, las chicas trabajando codo con codo con un varón pueden sentirse muy vulnerables. Y esto, dejando de lado casos extremos de violencia de género o acoso sexual que convierten para ellas el colegio en una auténtica pesadilla. En cuanto a los chicos, muchos se sienten frustrados cuando tienen que ir a la zaga, detrás del ritmo más precoz de las niñas. Además en colegios masculinos se liberan de los estereotipos y son más “ellos mismos”, sin que necesariamente se les tache de malos o hiperactivos por jugar y actuar como lo que son, varones.

A diferencia de otros países, en España no se abre paso la educación diferenciada. ¿Por qué sigue habiendo tantas trabas para que los padres elijan este modelo educativos?

En España los padres no somos libres para elegir el colegio que deseamos para nuestros hijos: mixto o diferenciado. Se ha impuesto un modelo único: el coeducativo, como si se tratase de un dogma intocable, la solución única a todos los problemas de la educación. De este modo, se está vulnerando el artículo 27 de la Constitución, que reconoce el derecho a la educación y la libertad de enseñanza que, como ha señalado el Tribunal Constitucional, forman parte de su contenido esencial el derecho a elegir. Pero ¿cómo vamos a ejercer el derecho a elegir si no tenemos dónde elegir? Actualmente, apenas el 1 por ciento de los centros escolares son de educación separada y ninguno es público. Los colegios mixtos públicos son el modelo único y obligatorio, encumbrados sin, al parecer, demasiadas reflexiones o estudios que lo justifiquen. Mientras los países más desarrollados de nuestro entorno siguen la línea del reconocimiento fundado de la necesidad de aceptar las escuelas diferenciadas como un modelo beneficioso y una buena alternativa a los colegios mixtos, en España este es un asunto que no se puede ni plantear. De hecho, la tendencia del Gobierno central y de muchos autonómicos es la de eliminar cualquier posibilidad de concierto con los colegios diferenciados a los que califican injustificadamente de antisociales y discriminatorios. La realidad es que no sólo se rechaza este modelo pedagógico sino que además no se estudia ni se analizan sus posibles beneficios. Sencillamente se intenta que la sociedad desconozca su existencia.

Si la enseñanza diferenciada presenta ventajas ¿por qué reservarla únicamente a los hijos de padres que pueden pagar un centro privado?

Efectivamente. Deberían abrirse al máximo las opciones para que los padres decidan en libertad lo que deseen para sus hijos. Sólo desde la libertad se puede enseñar para la libertad. Se trata de debatir sobre qué es lo mejor para nuestros hijos, dar información a los padres y concederles el derecho, ahora negado, de elegir libremente una de las opciones. Está en cuestión la propia libertad de educación. Lo que en un Estado democrático resulta cuando menos llamativo.
Es necesario superar las barreras ideológicas y reconocer la realidad de las distorsiones que presenta el sistema y que se agravan seriamente en los centros escolares ubicados en zonas socialmente desfavorecidas. La clave del éxito radicará en el equilibrio entre el reconocimiento de la diferenciada y la garantía de la igualdad de oportunidades entre sexos.

Las diferencias entre sexos son innatas, no culturales”

¿Cuáles son las diferencias entre un chico y una chica que justifican una educación diferenciada?

Las diferencias son muchas y muy significativas. Pero, lo más importante y sorprendente, desde el punto de vista científico, es que son diferencias innatas. Es decir, no se deben a unos hábitos adquiridos a lo largo de nuestra vida o a unos roles histórico-culturales que nos hayan sido impuestos. Por el contrario, su origen se encuentra en las diferencias estructurales y funcionales entre el cerebro femenino y el masculino, existentes incluso antes de nacer.
Afirmar algo así habría sido considerado una aberración hace diez años, pero los avances de la neurociencia y de la técnica han permitido a los más prestigiosos científicos afirmar que se trata de una realidad empírica demostrada. Un ejemplo: el Instituto Nacional de Salud de Washington demostró recientemente que el cerebro femenino madura años antes que el masculino y que la región del cerebro que coordina la función lingüística es un 30% más pequeña en los hombres que en las mujeres, aunque tengan idéntico coeficiente intelectual. Ni más ni menos inteligentes, sencillamente somos diferentes.

¿Qué consecuencias tienen estas diferencias neurológicas?

Estas diferencias cerebrales provocan no sólo que el ritmo de maduración de niños y niñas sea diferente, sino que además sean distintos en intereses; aficiones; gustos; juegos; forma de socializarse; de exteriorizar los sentimientos; reacciones ante idénticos estímulos…tantas cosas. Todo ello hace que no se les pueda exigir o imponer la misma forma de enseñanza, ya que aprenden de forma diferente.

Además, debemos sumar otra diferencia: el desarrollo muscular de los chicos provocado por la influencia de la testosterona. Esto les hace mucho más proclives al movimiento. Son por lo tanto más inquietos, brutos y activos. Ni mejores, ni peores, tan sólo maravillosamente diferentes