Quiteña
 
 

Comprende la producción realizada en toda la Audiencia de Quito, desde Pasto y Popayán por el norte hasta Piura y Cajamarca por el sur.

El mestizaje racial se evidencia en un sincretismo cultural, manifiesto en el arte y en los testimonios materiales del período colonial. El arte adquiere características tan definidas en nuestro territorio que permiten defender la existencia de la llamada Escuela Quiteña

El Arte Colonial Ecuatoriano, a través de la llamada Escuela Quiteña, es una de las manifestaciones más ricas del mestizaje y del sincretismo, en el cual aparentemente la participación del indígena vencido es de menor importancia frente al aporte europeo dominante.

El español venció en la conquista y por ello colonizó el territorio americano e impuso sus normas socio-políticas, económicas y filosófico-religiosas. Las características de la Escuela Quiteña, que reflejan su origen europeo son: la producción imperante fue la sagrada y la obra de arte sirvió de eficaz herramienta de catequesis católica, puesto que el objetivo claro fue el adoctrinamiento religioso por lo que el mecenazgo estaba en manos de los evangelizadores, a través de las distintas comunidades religiosas; el procedimiento de enseñanza y producción artística fue asociativo, de carácter gremial medieval; el individuo no era valorado como autor, salvo muy contadas excepciones, era el ejecutor de una voluntad divina o el intermediario eficiente para la propagación del culto y de la fe; por las dos características anteriores la obra colonial es mayoritariamente anónima; las técnicas artísticas responden fielmente a la larga tradición estética europea; el estilo artístico iba acorde con los movimientos dados en España, la cual a su vez, respondía, aunque tardíamente, a las transformaciones estilísticas del resto de Europa; en la primera época, existió la presencia de artistas europeos y abundancia de obras traídas de la Península; hubo una aplicación fiel a los principios que dictaba la iconografía católica, es decir el respeto a las formas específicas de representar las imágenes religiosas.

El aporte aborigen es más sutil: el indígena fue vencido, subyugado, dominado; como ser colonizado no disponía de su total libertad y por lo tanto su creatividad estaba reprimida, sin embargo, en la Escuela Quiteña, las características que denotan su raigambre indígena son:
· se da una "quiteñización" de los personajes, muchos tienen rasgos mestizos y  atuendos locales ;
· aparecen con frecuencia costumbres ancestrales aborígenes;
· las escenas se ubican en un ambiente propio del paisaje andino, de sus ciudades, de su arquitectura;
· existe la presencia de fauna local (llamas en lugar de camellos y caballos; cuy en sustitución del Cordero Pascual; monos, zarigüeyas, tapires, felinos, junto con los clásicos borregos de los pastores, etc.),  y la flora nativa se descubre en guirnaldas, bordados, incrustaciones, platería, tallas, etc.)  al igual que la adopción de plantas vernáculas sustituyendo las de la iconografía tradicional europea; · en escultura y pintura hay presencia de personajes y costumbres propios del medio; · el ejecutor de la obra de arte es el artesano local, de milenaria tradición artística propia; se da una adopción por "naturalización" de los santos europeos, por ejemplo, San Jacinto de Polonia, en nuestro medio se conoce como San Jacinto de Yaguachi; · a diferencia de la concepción unidireccional y lineal de la cronología europea occidental donde los sucesos siguen una línea que va del pasado que lo imaginamos a nuestras espaldas hacia  el presente que es nuestro aquí y ahora y que se orienta hacia el futuro que está delante de nosotros; la concepción espacio-temporal del indígena es bidireccional pues considera que el pasado está hacia adelante, pues es lo conocido, lo que debemos mirar para asimilar las experiencias, mientras que el futuro está hacia atrás, es lo desconocido, es lo que no podemos mirar, es lo incierto y oculto, pero además el tiempo se lo concibe como circular, cíclico, repetitivo, a veces con hechos del pasado, presente y futuro que son casi simultáneos, concatenados, pues funcionan plenamente con el principio de causalidad. Creo que estos complejos conceptos aparecen en la pintura quiteña mestiza donde con frecuencia se representan en un mismo lienzo escenas complementarias que facilitan la lectura tanto secuencial como simultánea; esto permite en un limitado espacio bidimensional, ubicar, en diferentes planos, una historia de amplio espectro temporal; se da la utilización de materiales locales y desconocidos en Europa (chocoto y cangahua), palo de balsa, chonta, piedra guamanga, cabuya y chaguarquero, cochinilla, semillas ecuatoriales, baba de tuna, etc.

El resultado de los aportes de uno y otro lado del Atlántico se hace tangible a través de las manifestaciones mestizas y simbióticas donde tan importante es lo aprendido de Europa como lo conservado de América.