Hace mucho tiempo leí un crudo relato de Zorg. Se titula Ruleta Rusa. Quise comentarlo, invitaros a leerlo, compartir mis sensaciones... Incluso tracé las frases en mi mente. Pero a última hora, como una súbita traición de mi subconsciente, me fallé a mí mismo y, sobre todo, a Zorg.

Hoy he estado releyendo la Espiral de Zorg, que en su ausencia ha quedado en silencio, como un templo de otra época: inhabitado pero no vacío. Sus curvas encierran reflexiones que causan perplejidad y estampas de lo infinito, en una constante variación impredecible. De alguna manera, Zorg ha logrado en sus palabras la hermosa matemática que sólo acontece en la mente de los genios.

Una de las circunvoluciones ha sido ese relato. Con líneas muy sencillas, puede que hasta simples, refleja un mundo decepcionado consigo mismo y plantea una brutal reflexión sobre la vida y la muerte. Pero no sobre ambas por separado, sino sobre la línea que las separa, difusa en su sobria visión. Hay atisbos del Cortázar de las marcas, las aparentes banalidades, las cámaras fotográficas. Me ha encantado la mención de la "Nikon F de 1959" casi como un ser consciente. Espero, pacientemente, nuevos retazos de ese Zorg profundo.

Disfrutad del relato.