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Observaciones ante el trigésimo Consejo Ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa


R. Nicholas Burns, Subsecretario para Asuntos Políticos

Ljubljana, Eslovenia
5 de diciembre de 2005

Sr. Presidente, señoras y señores, estoy profundamente agradecido por esta oportunidad que me han brindado de hablar hoy en nombre de los Estados Unidos. Es un gran placer estar aquí en Lubliana en representación de nuestra Secretaria de Estado Condoleezza Rice. En su nombre, deseo subrayar la gran importancia que los Estados Unidos conceden a esta organización, la OSCE, y a su historial de 40 años de trabajos en pro de la causa de la libertad, la prosperidad y la seguridad en toda la zona transatlántica.

También deseo agradecer a nuestros anfitriones eslovenos la labor que han venido realizando durante todo el año y sus desvelos en la organización de este Consejo Ministerial. Creemos que Eslovenia, como Presidente en ejercicio, es un ejemplo excelente de la promesa de la OSCE. En particular, nuestro agradecimiento y felicitaciones al Ministro Dimitrij Rupel, por la infatigable labor que ha desarrollado el año pasado.

Hace treinta años, cuando se fundó la OSCE, Eslovenia no existía como estado independiente. En la violenta desintegración de la antigua Yugoslavia, hace tan sólo un decenio, la OSCE y otras instituciones internacionales contribuyeron a asegurar un futuro estable y pacífico para este país. Los eslovenos reconocieron rápidamente el valor de integrarse plenamente en la comunidad internacional. El hecho de que hoy Eslovenia ha asumido esta función de líder como Presidente en ejercicio, es la mejor demostración del valor de la OSCE misma y sus históricos triunfos.

También deseo agradecer al Diputado Alcee Hastings, Presidente de la Asamblea Parlamentaria de la OSCE. El Diputado Hastings es estadounidense y estamos muy orgullosos de todo lo que ha hecho por esta organización, y por todo el tiempo, creatividad e ideas con que ha contribuido a su éxito. Tenemos una deuda de gratitud con nuestros miembros del Parlamento en la OSCE, que representan los valores democráticos de esta organización. Apoyamos firmemente la labor de la Asamblea Parlamentaria y le agradecemos a usted, Señor Diputado, y a todos sus colegas de todos los demás países representados en torno a esta mesa, todo lo que están haciendo.

La OSCE es una plataforma esencial para la promoción de la causa de la libertad humana. En su segundo discurso inaugural, mi Presidente, el Presidente Bush, dijo que "la política de los Estados Unidos es procurar y apoyar el crecimiento de las instituciones y los movimientos democráticos en cada país y cultura, con el objetivo final de acabar con la tiranía en nuestro mundo." Estas palabras son la expresión no sólo de la política de los Estados Unidos, sino que son también la expresión de la OSCE.

Como estados participantes en la OSCE, reconocemos que la libertad, los derechos humanos y la democracia no están limitados a quienes hablan un idioma determinado o son parte de una determinada etnia o cultura. Son el derecho nato de todos los individuos en todos los países del mundo. Creemos en el derecho a la libertad, la prosperidad y la seguridad de cada país y, del mismo modo, aceptamos de grado la obligación de ayudar a aquéllos cuya libertad no está asegurada. Tenemos que abrazar el mandato de apoyar la democracia. Si la CSCE no hubiera adoptado la postura en los decenios de 1970 y 1980 de que la democracia era el futuro de Europa, Europa podría ser todavía mitad libre y mitad esclavizada, como lo era durante la época comunista. Todavía tenemos la obligación de tender la mano a quienes viven en países donde la dictadura es norma, ayudar a los pueblos de esos países y promover los valores democráticos.

Reconocemos que, a través de nuestra participación en la OSCE, estos derechos universales de democracia, derechos humanos, estado de derecho, desarrollo económico y seguridad pueden ser un agente catalizador del cambio. Entendemos que las ideas de dignidad humana y potenciación democrática son demasiado poderosas para que se les pueda dar marcha atrás, bloquear o evitar.

Hay quienes afirman en este debate mundial que estamos manteniendo hoy sobre el futuro de la democracia en el mundo, que quienes vivimos en países democráticos no debemos tratar de imponer la democracia a los países que todavía no son libres. Nosotros no imponemos la democracia. La democracia es el derecho natural de todos los pueblos. Creemos que son los regímenes autoritarios, dictatoriales y totalitarios los que no se deben imponer a ningún pueblo del mundo. La dictadura la imponen la policía secreta, los órganos judiciales corruptos y politizados, y los instrumentos de gobierno autoritario. Todos los que formamos parte de la OSCE debemos apoyar la democracia como futuro de todos los estados de Europa, del Este y del Oeste.

Nosotros tenemos la gran fortuna de vivir en un tiempo de cambio aquí en Europa que nos permite abrigar grandes esperanzas. Cuando se fundó la CSCE, este continente estaba dividido. Fue en el decenio de 1990 cuando la mayor parte de Europa Central y Oriental consiguió su libertad y aseguró su futuro en la OTAN y en la Unión Europea. Hoy tenemos la misma obligación con los pueblos del Cáucaso, los Balcanes y Asia Central. Por tanto, nuestro objetivo estratégico primordial debe ser crear, entre todos los miembros de esta comunidad transatlántica, un continente unido, libre, estable y pacífico.

La OSCE es una institución transatlántica encargada de impulsar esa causa. Por tanto, en nuestro país apoyamos a la OSCE, deseamos fortalecerla, y no queremos verla debilitada.

La Secretaria Rice ha estado recientemente en Kirguistán. Allí dijo, después de reunirse con las autoridades kirguises, que "la democracia tiene que servir a su propio pueblo" tanto en elecciones como en instituciones democráticas que derivan su legitimidad de las elecciones. La OSCE recientemente, bajo la dirección de Marc Perrin de Brichambaut como nuestro nuevo Secretario General – y estamos muy complacidos de verle aquí y de apoyar la excelente labor que esta realizando– ha observado elecciones en Kirguistán, Albania, Kazajstán y Azerbaiyán, y lo ha hecho muy bien. Los Estados Unidos opinan que el adelanto político se produce cuando se respetan los principios incorporados en los acuerdos básicos de la OSCE. Por consiguiente, exhortamos firmemente al Gobierno de Uzbekistán a cooperar plenamente con la OSCE y a renovar el mandato del centro de Tashkent. Continuamos, junto con otros muchos países, pidiendo al Gobierno de Uzbekistán que permita que se lleve a cabo una investigación internacional de los acontecimientos de Andijon.

En Ucrania, Georgia y Kirguistán, los observadores de elecciones de la OSCE desempeñaron una función neutral, pero autorizada, para ayudar a esos países a alcanzar más libertades. Los Estados Unidos aplauden la labor de la Oficina de Instituciones Democráticas y Derechos Humanos (ODIHR). Es la "norma de oro" en todo el mundo en lo que se refiere a prácticas de observación de elecciones. Los Estados Unidos toman nota de la valiosa información facilitada por ODIHR sobre nuestro propio procedimiento de elecciones en los Estados Unidos, y pedimos a todos los estados de la OSCE que acojan de buen grado las visitas de seguimiento de las elecciones de la ODIHR. La ODIHR debe ser respetada y reforzada. Desempeña la función esencial de esta organización, que es apoyar a la democracia y las elecciones, a lo que, dicho sea de paso, todos nosotros nos hemos comprometido.

La OSCE brinda un foro en el que podemos enfrentarnos a los problemas e imperfecciones de nuestras respectivas sociedades. Buen ejemplo de ello ha sido la Conferencia de Córdoba de este año, ya que en ella se ha abordado el antisemitismo, el antiislamismo, el racismo y la xenofobia. Esperamos con interés la celebración de futuras conferencias como la de 2006, y acogemos con agrado la oferta de Rumania de servir de anfitrión de una reunión de alto nivel en 2007.

En nuestro trabajo, tenemos valiosos socios en la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales. Tienen un papel esencial en la promoción de los principios y valores de la OSCE. Una sociedad civil fuerte, independiente y transparente, libre de injerencias o presiones gubernamentales: eso es lo que contribuye de manera fundamental a la promoción de la democracia y los derechos humanos. Uno de los principales cambios que hemos visto en políticas internacionales durante la última generación ha sido el auge de las organizaciones no gubernamentales, en número, en calidad y en el efecto que tienen el mundo. La gran mayoría de ellas, la abrumadora mayoría, hace una labor excelente en materia de desarrollo, estado de derecho y democracia. Por tanto, debemos darles la bienvenida en nuestras sociedades, y mi país ciertamente abre los brazos a todas las organizaciones no gubernamentales que trabajan en los Estados Unidos.

La OSCE está en la vanguardia de algunas de las cuestiones de seguridad más arduas e intratables a las que se enfrenta hoy Europa. Cuestiones regionales, como los llamados "conflictos congelados", deben ser un sector de especial preocupación de seguridad para todos nosotros. La labor de la OSCE en este aspecto– ya sea en el Grupo de Minsk, en misiones en el terreno, o a través de la labor del Presidente en ejercicio o el Consejo Permanente – debe ser una de nuestras cuestiones de más alto grado de prioridad. Son cuestiones difíciles de resolver, algunas de ellas duran ya decenios. Pero ninguna organización está en mejores condiciones para hacerlo. La OTAN no puede hacerlo, la Unión Europea no puede hacerlo, el Consejo de Europa no puede hacerlo, las Naciones Unidas no lo están haciendo. Así pues, realmente le incumbe a la OSCE encargarse de esta tarea de resolver estas cuestiones que venimos arrastrando desde la guerra fría y permitir a estas sociedades mirar hacia adelante y modernizarse..

Animado por este sentimiento, los Estados Unidos se suman a otros gobiernos de la OSCE para aplaudir el plan de acción diplomático del Gobierno de Georgia para Osetia del Sur. Esta es una nueva y audaz iniciativa para hacer adelantos y todos debemos apoyarla. El plan no es definitivo, pero es la mejor base que hemos visto hasta ahora sobre la que se puede avanzar. Aplaudimos la declaración conjunta de Georgia y Rusia del 30 de mayo sobre el cierre de las bases rusas en Georgia. Es un importante paso hacia el cumplimiento de los restantes compromisos con arreglo a la Cumbre de Estambul de 1999.

Todas las delegaciones en torno a esta mesa saben la importancia que concede mi gobierno a estos compromisos. Para nosotros, su cumplimiento sigue siendo un requisito previo a la ratificación del Tratado Adaptado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa. Estas no son palabras vanas: un principio básico del Tratado es el derecho de los estados soberanos a decidir si permiten el estacionamiento de fuerzas extranjeras en su territorio. Moldova y Georgia han tomado su decisión: las fuerzas deben salir, y todos los estados miembros de la OSCE deben respetar esa decisión y apoyarla.

Por tanto, lamentamos la continua falta de acción en 2005 respecto a la retirada de las fuerzas militares rusas de Moldova, y pedimos a la Federación Rusa que recurra a su vasta influencia en la región para reanudar y dar cima a esta importante tarea. Esto serviría de aviso al régimen separatista de Tiraspol de que un status quo que pueden considerar conveniente no puede durar toda la vida. Los Estados Unidos estaban complacidos de participar en las conversaciones sobre la solución política de la cuestión de Moldova en calidad de observador. Estamos trabajando en estrecha colaboración con la Unión Europea y confiamos en que estas conversaciones puedan cobrar nuevo ímpetu.

Observamos con gran satisfacción las acciones emprendidas por Azerbaiyán y Armenia para resolver el conflicto de Nagorno-Karabakh. Creemos que 2006 puede ser el año en que Armenia y Azerbaiyán adopten medidas importantes hacia una paz firme y justa. Instamos a las autoridades de Azerbaiyán y Armenia a trabajar sin descanso con los presidentes del Grupo de Minsk para alcanzar este objetivo y transformar las lamentables divisiones del pasado, a fin de que el pueblo del Cáucaso pueda dejar atrás el conflicto de Nagorno-Karabakh.

Entre los grandes éxitos de la OSCE se cuentan los resultados de las diecisiete misiones en el terreno. Desearía aprovechar esta oportunidad para elogiar a las misiones en el terreno y su trabajo, que se ocupa de las cuestiones fundamentales de estabilidad económica y social, la potenciación económica y social de las mujeres y los jóvenes, la lucha contra la trata de seres humanos y los estupefacientes, y la formación de las fuerzas de policía en los derechos humanos. La OSCE ha desarrollado una labor especialmente fructífera en los Balcanes, donde ha alentado a comunidades que hace sólo diez años estaban en guerra a reintegrarse en la sociedad civil.

La OSCE, señoras y señores, también sigue estando pletórica de promesas para el futuro. Si bien estamos preparados para entablar debates que fortalezcan a la OSCE y acrecienten su eficacia, seguimos convencidos de que la OSCE no está "averiada" y que no necesita arreglos. Por tanto, todo intento de reformarla debe dar por resultado su fortalecimiento, pero no su menoscabo. También debemos reforzar la ODIHR, en particular su mandato en relación con las elecciones.

La gran promesa de la OSCE se cumple cuando 55 Estados participantes, como grupo, convienen en perseguir determinados objetivos. Nuestra combinación de adopción de decisiones por consenso y aplicación descentralizada nos da fuerza y flexibilidad. Desde sus comienzos, el consenso ha sido un medio de formular nuestros ambiciosos objetivos y hacer importantes decisiones. Pero una decisión del Consejo Permanente es el principio, no el fin, de una cadena de acontecimientos: tras llegar a una decisión, se deben adoptar las medidas apropiadas para cumplir fielmente los deseos del Consejo y una serie de decisiones adicionales que siguen a continuación. Aunque ningún órgano u oficina de la OSCE puede actuar contra los deseos del Consejo Permanente, o de este consejo – el Consejo Ministerial – los representantes de la OSCE tienen un margen de acción considerable para concentrarse en las decisiones cotidianas, mientras trabajan hacia el logro de nuestros objetivos comunes adoptados por consenso. Este es un principio importante. No podemos alcanzar nuestros objetivos si no confiamos en nuestra propia gente para llevar a cabo las decisiones que se adoptan por quienes se sientan en torno a esta mesa – y confiamos en que los representantes de la OSCE, sus colaboradores, sus misiones en el terreno, den cumplimiento a nuestra voluntad.

Este año celebramos nuestro trigésimo aniversario. Es obvio que se ha hecho mucho, pero también que queda mucho por hacer. Por tanto, para terminar, quisiera repetir las palabras del presidente de los Estados Unidos que firmó el Acta Final de Helsinki, el Presidente Gerald Ford, pronunciadas hacer treinta años en la CSCE: "La historia juzgará a esta conferencia no por lo que digamos hoy aquí, sino por lo que hagamos mañana; no por las promesas que hagamos, sino por las promesas que cumplamos".

Muchas gracias.


[Fin]


Dado a conocer el 5 de diciembre de 2005
  
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