El mecenazgo del BBVA saca los colores a Ordoño II

Trabajo complicado Alfredo Álvarez Arranz, director de Glaukos, la empresa encargada de llevar a cabo la restauración, destaca que el proceso ha sido complicado. Esta compañía conoce a la perfección los entresijos de la Catedral leonesa, ya que ha llevado a cabo, entre otros trabajos de recuperación, los del retablo mayor, la puerta principal, el sepulcro de Ordoño II que está en el museo,... La iglesia de Palat del Rey ha sido otro de los centros de actuación en la ciudad. «Lo más complicado ha sido la limpieza de la escultura principal del sepulcro, un trabajo con mucho detalle y altorrelieves en los que el polvo se había acumulado durante siglos». De hecho, a pesar de estos relieves, el restaurador asegura que muchas de las partes parecían casi planas. «El sarcófago aparecía totalmente tapado, cubierto de un polvo que anulaba muchos de los volúmenes». Su contemplación ahora resulta sorprendente. Sin embargo, las partes más dañadas del conjunto escultórico eran las dos escenas que se representan en el tímpano, especialmente la superior, que corresponde al añadido del siglo XV. «Hubo que realizar trabajos de soporte, pero sobre todo estaba deteriorada la pintura, con exfoliaciones y escamas», apunta Álvarez Arranz. Los mayores daños afectaban a la última policromía, realizada hace aproximadamente un siglo; mientras que los colores originales, en las partes que se pueden observar, mostraban mejor poder de fijación. Los restauradores se han limitado a limpiar y fijar las policromías que ofrece actualmente el sepulcro, retirando barnices y suciedad, sin entrar a recuperar las capas más antiguas. El restaurador describe el proceso realizado para la recuperación del sepulcro: «En primer lugar se lleva a cabo una higienización de la superficie, para retirar la suciedad, y después se aplica una limpieza físico-química que se realiza de cuatro formas diferentes. A continuación se producen las fijaciones puntuales que requiera la policromía, se aplica una protección muy suave para la pintura». Las rejas que protegen el sepulcro y las zonas que son de piedra sin policromar también han recibido sus tratamientos de limpieza y protección. Iluminación eliminada Otra de las tareas realizadas por el equipo de restauración se centró en la eliminación de la iluminación artificial, colocada hace unos años. «Los cables se habían introducido por una grieta del conjunto, con lamparillas superpuestas, que ahora han sido retiradas», explica Álvarez Arranz. Ahora el sepulcro luce nueva cara. La conservación en el futuro depende, según los restauradores, de «medidas preventivas como el control de la temperatura, humedad e iluminación, algo que en un museo es fácil de vigilar, pero resulta casi imposible en un edificio abierto al culto. Sí influirá para una mejor conservación que se haya retirado la iluminación. Ahora el sepulcro se observa con la luz indirecta que entra desde las capillas de alrededor». Labor de mecenazgo Esta no es la primera restauración que el BBVA financia en la Catedral de León, porque ya colaboró en la recuperación de las pinturas del claustro bajo. Un mecenazgo que el banco ejerce dentro de lo que denomina su responsabilidad social corporativa, y que ha tenido su reflejo en los últimos años en restauraciones como la capilla de Santiago en la Catedral de Burgos; la de San Sebastián en Palencia o la de Benavente en la Iglesia de Santa María de Medina de Rioseco, sólo dentro de las realizadas en la comunidad de Castilla y León. También han acometido obran de gran trascendencia, como la recuperación del retablo del altar mayor de la Catedral de Toledo. Este programa de restauración del patrimonio histórico artístico forma parte de las inversiones del banco desde hace más de treinta años, según destacan fuentes de la entidad; que apuntan también la labor realizada en pro de las artes plásticas. La última de ellas, la recién inaugurada exposición sobre El retrato español , en el Museo del Prado. En el caso de la restauración del sepulcro de Ordoño II la colaboración se ha establecido tras la petición por parte de las autoridades eclesiásticas, y se ha concretado en una coordinación muy estrecha de las actividades a desarrollar. Actualmente el BBVA está preparando un detallado libro en el que se explicarán a fondo las características de este sepulcro, desde el contexto histórico artístico en el que se enmarca su creación hasta los procesos llevados a cabo para recuperarlo. Este testimonio de la obra de rehabilitación se integra dentro de la colección Obras maestras de los restauradores , que edita el banco. De dos siglos El conjunto del sepulcro se realizó en dos siglos, una primera parte es del XIII y otra, la de arriba, del XV, según explica Máximo Gómez Rascón, responsable de patrimonio del Obispado. «Un primer planteamiento nos llevaría a preguntarnos dónde habían estado los restos de Ordoño II desde su muerte, en el año 924, hasta que se hace la Catedral, a partir de 1250». Encima del sepulcro aparecen un calvario y un descendimiento con una temática y un tratamiento plenamente del siglo XIII. El resto es un añadido del XV. Gómez Rascón tiene una teoría sobre la causa de este complemento: «En el siglo XV se hizo el retablo de Nicolás Francés, que resultaba poco estético por la parte trasera. Por eso se decidió hacer un murete hacia arriba que lo cerrara, y prolongar el sepulcro con una iconografía distinta. Sin el retablo este elemento no tendría sentido, porque el espacio estaría abierto». En esta parte añadida se representa la transfiguración, acompañada de una serie de curiosos personajes: ángeles, santos, apóstoles, un obispo, una infanta, un guerrero, un religioso malencarado,... A la hora de la restauración se ha estudiado el conjunto «desde un sentido arqueologista, con un completísimo diagnóstico. En el aspecto iconográfico sí estaba estudiado, aunque quizá nunca se había ido tanto al detalle. Algo un tanto lamentable, porque es una pieza muy importante para la Catedral, pero también para la capitalidad leonesa, era la cabeza de la revolución en aquel reinado». Gómez Rascón apunta que los reyes no solían ser enterrados en las cabeceras de los templos, «eso era típico de las iglesias de tipo monasterial, de peregrinación, cuando se trataba de venerar a santos». Pero el caso de Ordoño II es una excepción. También lo apunta la experta en escultura gótica Ángela Franco: «El enterramiento del monarca en el muro exterior de la capilla mayor supone una ruptura de las normas para sepulturas reales del siglo anterior. A la muerte de Ordoño II la Catedral asume el carácter de mausoleo regio, pero sin continuidad desde la segunda mitad del siglo X, cuando pasan a asumir esa función sucesivamente la iglesia de Palat del Rey y San Juan, el futuro San Isidoro». La Catedral prerrománica se sustituyó por la románica, y ésta por la gótica. En ella se dedicó «un lugar de privilegio para la erección de un ostentoso sepulcro al monarca». Es de tipo arcosolio apuntado y abocinado, enmarcado por arquivoltas vegetales y heráldica. «En el siglo XV, recuerda, sufre una ampliación, y es posible que las reformas obligaran a retirar la estatua gótica del rey en el momento de desenvainar la espada, que actualmente se encuentra en el Museo Catedralicio, y que en su origen formaría parte del monumento funerario». La doble efigie del monarca en su sepulcro, yacente y vivo, se da con cierta frecuencia en el arte. Dos representaciones bien distintas, apunta Gómez Rascón: una del guerrero, y otra una dormitio , un monarca que transmite un sueño reposado. Los atributos que lucen (túnica talar, broche, corona, cetro, globo,...) sí son similares. B B B