Buenos Aires.- El actor mexicano Gael García Bernal encabezó esta noche la fiesta del “Grito” de Independencia que la Embajada de México organizó en Argentina y en la que participaron más de dos mil personas que vitorearon a los héroes patrios.

La conmemoración del Bicentenario, que se realizó en el Palais de Glace de Buenos Aires, convocó a los mexicanos que viven en la capital argentina, los que están de paseo y hasta a porteños que tienen diversos lazos de fraternidad con México.

Hubo ambiente festivo desde el principio, con tequilas, cervezas y vino tinto argentino de por medio, pero la locura se desató cuando García Bernal apareció en el escenario para convertirse en la estrella de la noche.

"Es muy importante recordar que México, que nosotros somos mucho más que las circunstancias que se están viviendo ahora", dijo el actor en referencia a la guerra contra el narcotráfico emprendida por el presidente Felipe Calderón, y que ha dejado 28 mil muertos.

Entre los alaridos de sus admiradoras, García Bernal convocó a ser optimistas y a celebrar de cualquier manera para honrar la lucha que logró que hace doscientos años México comenzara su vida independiente.

Fue breve el saludo del actor, pero bastó para animar aún más a las dos mil almas que se reunieron en el centro de exposiciones y que trajeron una rica variedad de distintivos del país azteca.

Hubo trajes de china poblana, chiapaneca, charros y mariachis, lazos tricolores en el cabello, rebozos verdes y rojos, banderas tricolores en las mejillas o en todo el rostro,máscaras de El Santo y Blue Demon, camisetas de la Selección, y sobre todo muchas banderas a la espalda.

La fiesta fue animada siempre con música, desde el actor y cantante Ari Bricman, que acompañado sólo con su guitarra abrió el espectáculo con baladas románticas que antecedieron una emotiva interpretación a miles de voces de "Las mañanitas", dedicada a la Nación.

Luego vino un cuarteto de guitarras que bajó los decibeles con canciones clásicas como "Si nos dejan" y "Sin ti", que eran acompañadas a coro por la gente que disfrutaba que aquí, a diferencia de México, no había ley seca, y por doquier corrían los caballitos de tequila.

Pero no podían faltar los mariachis, que asomaron después del discurso del Embajador Francisco del Río, y que cerraron una noche a pura nostalgia para los mexicanos que, a 10 mil kilómetros de distancia, intentaron celebrar su propio Grito.