2.--------- EL PODER COMO FUNDAMENTO:
El repaso histórico que vamos a hacer es "fundamental" para comprender el presente, las características internas de los diversos fundamentalismos contemporáneos y su identidad de fondo, identidad en instancia última enfrentada a las libertades humanas.
2-1.- Nota sobre el "poder":
Nos es imposible profundizar aquí en lo que entendemos por "poder" en general y sus formas contrarias de manifestación. Por falta de espacio vamos a dar una breve definición de "poder" en relación con el fundamentalismo y con las religiones que le sostienen.
En este caso limitado y concreto, entendemos por "poder" el conjunto de instrumentos materiales y simbólicos por los que una minoría dominante puede lograr tres cosas: una, mantener y aumentar su riqueza; dos, interpretar los dogmas religiosos y desarrollar nuevos fundamentos dogmáticos y último, tres, imponerlos a la mayoría prohibiendo o marginando las interpretaciones de esa mayoría.
Como se aprecia, de inmediato aparece el dinero, el verdadero dios. Lo que ocurre es que en cada época histórica ese dios, ese dinero, se ha manifestado ante la especie humana con una faz diferente. Se trata de rastrear esas diversas envolturas hasta encontrar su contenido interno. Ello nos exige un triple esfuerzo que no podemos hacer ahora: uno, definir el equivalente universal como momento simbólico-material de ruptura de la unidad individuo-colectivo debido a las fuerzas centrífugas inherentes a la transformación de la abstracción-intercambio en abstracción-mercancía, es decir, el hundimiento en la alienación como mercancía y la irracional alternativa ilusoria e idealista como salida y salvación; dos, concretar este momento alienador en el contexto sociohistórico para descubrir la concreta inversión ideológica realizada y saber definir la conexión estructural entre inversión ideológica y poder de clase y último, tercero, descubrir las contradicciones internas, resistencias y luchas, movimientos contestatarios que obligan al poder simbólico-material a readecuar el dogma mediante otro esfuerzo fundamentalista. El poder en general, y sus manifestaciones concretas, aparecería así como fuerza consciente, pero dentro de la falsa conciencia necesaria, en la producción social de alienaciones.
Una vez descubierto sabremos más científicamente qué es el fundamentalismo e incluso podremos aventurar algunas posibles tendencias evolutivas a medio plazo. Haremos un rastreo cronológico empezando por las religiones más antiguas ciñéndonos únicamente a las surgidas en sociedades clasistas y de castas sociales ya muy escindidas. Romperemos la línea cronológica en el caso del cristianismo, que será analizado en último lugar.
2-2.- Hinduismo:
Las tribus dravídicas, aborígenes de los valles del Indo y Ganges, resistieron tenazmente a las invasiones arias. Incluso derrotadas y ocupadas sus tierras natales, mantuvieron sus religiones y culturas propias. En un principio, entre los siglos XV-X adne, los arios fueron inferiores culturalmente aunque superiores militarmente. Tal superioridad permitió a los arios apropiarse de partes mayores del excedente de modo que, entre los siglos VII-V adne y tras el proceso de sedentarización, la sociedad resultante estaba claramente separada y escindida en castas sociales, que cumplían la función de las clases sociales.
El hinduismo se formó a lo largo de este proceso de invasión, expoliación de la tierra y explotación y opresión. Inicialmente ambos grandes bloques etnonacionales enfrentados mantuvieron sus claras diferencias religioso-culturales, pero gradualmente el emergente poder fue dando cuerpo al hinduismo. Este sancionó religiosamente la estratificación de castas en cuatro niveles. El más importante y alto, la casta dominante, correspondía a los brahamanes. Después venían los guerreros y administradores políticos. Luego estaban los comerciantes, agricultores y artesanos. Por último, los parias, los impuros, los esclavos, los mendigos.
Las tres primeras castas eran de origen ario y el hinduismo sancionaba su superioridad. La cuarta casta estaba formada por la mayoría de la población y eran los descendientes de las tribus aborígenes prearias. Los brahamanes eran los depositarios del saber y del conocimiento, de los ritos políticos-religiosos y estaban unidos por estrechos intereses materiales y consanguíneos a los príncipes, militares, administradores, campesinos, comerciantes y artesanos. En el siglo V adne el hinduismo se unifica en el "Código de Manú" cuando empiezan a formarse dos corrientes opositoras: el budismo y el jainismo.
El hinduismo no tuvo apenas necesidad de reformar sus dogmas mientras se mantuvo la estabilidad de dominación. Pero a partir del siglo IV adne tuvo que cambiar para resistir la fuerza de ambas nuevas religiones, especialmente del budismo. Tuvo que popularizarse, acercarse más al pueblo y a las nuevas realidades sociales. Amplió la espectacularidad de su liturgia y tendió a reducir su abigarrado panteón ante las presiones budistas y luego islamistas. Más tarde, el occidentalismo le supuso nuevas exigencias de adecuación de sus fundamentos: siempre buscando mantener su capacidad de implantación político-religiosa en beneficio del poder de las castas dominantes.
2-3.- Budismo:
El jainismo y el budismo fueron respuestas críticas al hinduismo. No nos extenderemos sobre el primero. Sobre el segundo hay que decir que apareció embrionariamente en el siglo VI adne pero que no tomó cuerpo ni consistencia teológica hasta el siglo III adne. Durante ese tiempo y en especial en los siglos V-IV adne estuvo recorrido por no menos de diecisiete corrientes y seis sectas diferentes fundadas por "maestros" que se suponen contemporáneos de Buda.
Tal complejidad fue debida a que en realidad el budismo originario era una alternativa al hinduismo de sectores sociales ricos y bien establecidos. Sectores nacidos al amparo del desarrollo económico que comprendían que el hinduismo estaba perdiendo capacidad de implantación en las cada vez más amplias castas oprimidas. También comprendía que el hinduismo no podía responder a las filosofías ateas y materialistas en auge. El budismo tenía miedo a la violencia de las masas y defendía la propiedad pese a sus críticas al sistema. De hecho el poder nunca le persiguió.
Es más, en el siglo III adne cambió el contexto sociopolítico, económico y militar formándose un poder imperial, el mauriano, que tuvo necesidad de una centralización religiosa más adecuada que la hinduista. El emperador Azoka fue el verdadero creador del budismo no sólo al elevarlo al rango de credo oficial sino al codificar las múltiples tradiciones sobre Buda y escribirlas en placas de piedras colocadas en caminos, pueblos y templos. Para entonces los templos budistas eran ya centros económicos y religiosos altamente degenerados.
La integración del budismo en la lógica del poder le supuso una lucha claramente fundamentalista: el núcleo ortodoxo recluido en los monasterios insistía en mantener el dogma budista mientras que la mayoría pretendía suavizarlo, hacerlo más comprensible y abierto a otras capas sociales y culturas religiosas. El primer núcleo se llamó 'hinayana' o "camino estrecho" y el segundo 'mahayana' o "camino ancho". La lucha fue muy dura entre ambas corrientes.
La minoritaria tenía la fuerza de la tradición y el poder económico; la mayoritaria contaba con su poder de atracción. La solución vino no del debate teológico sino de los intereses de poder. La corriente "renovadora" se impuso a la "fundamentalista" porque el rey Kanishka comprendió que los "modernistas" tenían más implantación de masas. Este rey controló lo decisivo del concilio de Cachemira que dio la victoria a la corriente 'mahayana'.
2-4.- Confucianismo:
La evolución religiosa china es con mucho la que mejor refleja la esencial y directa conexión del fundamentalismo con el poder. Sus tres componentes decisivos -confucianismo, taoísmo y budismo chino- tienen una diáfana relación con el poder: tanto que es una relación directa y oficial aunque una tras otra todas las revueltas campesinas se reclamasen de corrientes heréticas taoístas y sobre todo budistas. Recordemos en este sentido la impresionante experiencia histórica de la secta secreta del Loto Blanco ya fuerte en el siglo XII dne y muy activa en las revueltas campesinas de final del XIX y de los bóxeres de comienzos del XX. Por contra, la fusión de las tres religiones con el poder era visible hasta en la indumentaria de los chinos ricos: sombrero confuciano, túnica taoísta y sandalias budistas.
K'ong fu tseu o Confucio recopiló las corrientes conservadoras que buscaban poner orden en el caos de la China del siglo V adne. Sintetizó una enorme masa de ritos creando uno único que fusionó con el culto a los antepasados familiares y al poder estatal. Integró en él a dioses y demonios, pero supeditados al rigor del credo dirigido casi exclusivamente al poder: burócratas estatales e imperiales, ancianos jefes de linaje y centros de poder regional. Pero los cambios sociales y las presiones del taoísmo obligaron a los confucianos a un debate fundamentalista siglo y medio después: el "renovador" era Meng tseu o Mencio que suavizó muchos ritos ampliando así las bases.
Paralelamente las corrientes que no estaban de acuerdo con Confucio se unificaron alrededor del pequeño libro 'Tao te-king', de Lao tse. Los taoístas ortodoxos vivían en reclusión y aislamiento en monasterios apartados. Bien pronto surgieron núcleos más abiertos pero no revolucionarios. Absorbieron a los sacerdotes y shamanes de viejas religiones locales convirtiéndose en serios competidores del confucianismo y del taoísmo ortodoxos. Muy pocos de ellos crearon sociedades secretas como la de La Vía de la Gran Paz que fue exterminada por el poder confuciano-taoísta dominante tras la sublevación campesina de 175 dne.
A partir del siglo I dne se introdujo en China el budismo 'mahayana' con el apoyo del poder establecido y de ahí su expansión entre sectores urbanos, comerciantes, artesanos e intelectuales que no encontraban respuestas en el confucianismo y taoísmo. Para el siglo IV ya se había formado la secta 'Maitreya' que criticaba a los otros budistas su inmovilismo y apoyo al poder. Entre el 477 y el 535 se sucedieron cinco revoluciones encabezadas por esa secta que quemaron los templos budistas ortodoxos. Todas ellas fueron aplastadas con brutalidad por la alianza del poder con las tres religiones oficiales.
Las tres religiones fueron instrumentos del imperio variando su utilización según las necesidades y contradicciones sociales. Cada una jugaba un papel preciso, tenía un bloque de clases al que representar y del que sacaba fuerzas y legitimidad. Pero se centralizaban alrededor del poder imperial y éste era su fundamento y razón de existencia.
2-5.- Judaísmo:
El monoteísmo fue una construcción del poder hebreo que comenzó con la centralización monoteísta del rey Josías en el 621 adne. Se trataba de la tercera etapa del judaísmo. La primera fue 1.500 adne cuando las tribus eran nómadas del norte de Arabia. Es la etapa de la religión clánica politeísta fuertemente influenciada por otras religiones más evolucionadas, incluso es posible que el nombre de Jahvé, que apareció al final de esta etapa, no fuera judío.
La segunda etapa comenzó con la sedentarización tras la conquista de Palestina. Durante la guerra se mantuvo la antigua religión siendo el llamado "período de los jueces", pero con las riquezas de la conquista aparecieron las clases sociales, la pobreza se acentuó y las nuevas clases ricas aceptaron ritos y costumbres cananeas: el dios Baal. La opresión y la miseria fueron el caldo de cultivo ya en el siglo IX adne pero sobre todo en el VIII adne de los llamados "profetas" que denunciaban la corrupción y traición religiosa. No eran sacerdotes oficiales sino miembros del pueblo que reivindicaban la reinstauración de los fundamentos religiosos históricos.
La tercera fase comenzó al ser patente la debilidad judía ante Estados circundantes muy superiores. Josías mandó escribir el 'Deuteronomio' para fortalecer la unidad política, lo cual no impidió la ocupación asiria en el 586 adne y el cautiverio hasta el 538 adne. La vuelta del cautiverio no trajo la independencia nacional sino la dominación persa que instauró en Judea un poder delegado en manos de la minoría rica político-religiosa en detrimento de las masas. Entonces se revisaron, censuraron, borraron y reescribieron los libros primeros de la Biblia.
Es en este siglo V adne cuando se oficializa el estricto monoteísmo judío tal cual aparece en el 'Pentateuco'. Artajerjes I nombró delegado suyo a Nehemías en 445-433 adne. Con permiso persa, reconstruyó las murallas de Jerusalén, prohibió los matrimonios de judíos con extranjeros, endureció el culto y expurgó los restos politeístas clánicos, pero no prohibió las ideas religiosas babilónicas que penetraron en la Biblia y de ella pasaron al cristianismo y al islamismo.
Comenzó entonces la cuarta fase, la de la diáspora. Controlado férreamente el poder interno político-religioso por la clase dominante que aceptaba a los sucesivos invasores extranjeros, cundió el desánimo y aumentó la emigración. La diáspora es la marcha de emigrantes por hambre o exiliados políticos. En Judea el poder político-religioso ayudaba al ocupante a reprimir revueltas y luchas de liberación nacional. Por fin la guerra dirigida por los macabeos en 165-142 adne logró la independencia y la mantuvo hasta la invasión romana en el 63 adne.
En el siglo I dne existían cuatro grandes partidos: saduceos, que eran conservadores; fariseos, reformistas y ortodoxos en religión; esenios, místicos y ascetas que esperaban en sus grutas la liberación pacífica y zelotes, organización armada de mayoría campesina que se enfrentaba a Roma. Hubo muchas luchas y choques locales hasta estallar dos grandes guerras de liberación: la del 66-70 dne y la del 132-135 dne. En ambas las clases dominantes judías optaron por los invasores y utilizaron la religión oficial como fuerza desmovilizadora. Venció Roma.
2-6.- Islamismo:
Mahoma elaboró su credo religioso en dos grandes fases: la primera pero no definitiva en La Meca y la definitiva y segunda en Medina. En la primera ofrece un credo abierto y dialogante; en la segunda todo lo contrario: cerrado y violento. Esta contradicción es manifiesta en el Corán y tiene su origen en las agudas diferencias socioeconómicas y de clase entre ambas urbes. Además, integró cuatro religiones anteriores: politeísmo tribal árabe; judaísmo; zoroastrismo y cristianismo. El estricto monoteísmo proviene de la fase de Medina, ciudad en la que el poder socioeconómico estaba más centralizado que en La Meca y en la que existían centros judíos y cristianos.
Mahoma no dejó nada escrito por él mismo y existen datos fundados para pensar que era analfabeto. En el 632 dne, fecha de su muerte, no había un texto codificado del Corán que se creó como tal "libro sagrado" en los años 644-656 dne cuando el califa Otmán mandó compilar todos los dichos atribuidos a Mahoma, seleccionarlos y escribirlos; después se destruyeron los no escogidos. Abd-al ibn Masud, contemporáneo de Mahoma, denunció la desaparición de críticas del profeta a las clases dominantes. El propio califa Otmán, y todos los Omeyas de Siria, era denunciado por Abu Zarr por su vida contraria al Corán que él mismo había mandado compilar.
El Corán no tiene estructura lógica interna ni orden cronológico. Sus llamados a la igualdad social y a la caridad, son muy pocos y abstractos. Insiste en la lucha contra el fraude en pesos y medidas, en apoyo a los grandes comerciantes. También es conservadora su crítica a la usura y al acaparamiento. Por eso el Corán es interpretado de muchas formas, casi todas legitimadoras del poder establecido. Sobre todo del patriarcado. El Islam recogió la misoginia de las religiones anteriores. Elevó la virilidad al máximo por necesidades militares: Mahoma prohibió la tradición de matar a las niñas recién nacidas "sobrantes". Las pérdidas de guerra las palió santificando la poligamia masculina.
Permitió a las mujeres heredar sólo la mitad de lo de los hombres.
El Islam nació envuelto en sangre. Mahoma era vengativo y cruel. Desde el principio se libró una guerra contra tribus y ciudades resistentes al islamismo. Los primeros califas, Abu Bekr y Omar, eran más estrategas militares que políticos y maestros religiosos. Las guerras giraban alrededor de los derechos nacionales y religiosos de los pueblos pero también, simbolizando todo ello, en su rechazo al diezmo o 'zakat' islámico en beneficio de La Meca y Medina y al "ejército de Alá" con el fruto del saqueo y del botín de guerra. Sin embargo, eran tales y tan duras las condiciones de explotación en imperios como el bizantino, persa y visigodo, que los musulmanes encontraron bastantes facilidades de penetración y muchos aliados sinceros.
Al poco de la muerte de Mahoma empezaron las disensiones internas por motivos de corrupción. La primera ruptura que culminó en una guerra se dio en vida de Otman. Las masas árabes empobrecidas se unieron a los que criticaban al califa su forma de vida y a quienes aseguraban que había manipulado la redacción del Corán en beneficio de los ricos. El movimiento contestatario pidió la sustitución de Otman por Alí, primo y yerno de Mahoma y devoto cumplidor de su credo. El grupo primero y principal de sus seguidores se llamaron 'jarichies' y al poco surgió una rama interna llamada 'chiies'.
La guerra se libró en 656-661 y acabó con la muerte de Alí renaciendo luchas esporádicas hasta el estallido de la gran revuelta del 744-750, exterminada por el terror. Los 'jarichies' supervivientes se dividieron en dos tendencias opuestas, una pacifista y mística y otra resistente y reivindicativa. Mientras los 'chiies' se organizaron por su parte desbordando "por la izquierda" a los 'jarichies'. Estalló la guerra en 680 siendo vencidos y su líder Husayn muerto. Pero los poderes ortodoxos no pudieron exterminan al 'chiismo'.
2-7.- Cristianismo:
Digamos dos cosas: una, aunque hay dudas razonables sobre la existencia histórica de Jesús el Cristo, no es éste un tema que ahora nos interese y otra, que sí nos interesa, es muy poca, por no decir nula, la credibilidad histórica que se debe dar a los "textos sagrados" del cristianismo. Ninguna religión se sustenta sobre tamaño cúmulo de mentiras, falsificaciones y mitos como lo hace el cristianismo.
El primer texto cristiano data del año 68 y es el Apocalipsis. Originariamente el cristianismo fue una secta hebrea que tomó fuerza fuera de Judea, sobre todo en Asia Menor y Egipto y en menor medida cuantitativa aunque sí con tremendas consecuencias cualitativas en el área cultural helénica. El cristianismo no estuvo presente y por tanto no pudo jugar ningún papel en las guerras de liberación nacional judía.
El cristianismo tuvo un largo período de formación pues empieza en la mitad del siglo I y acaba en el V con el triunfo del dogma cristológico en el Concilio de Calcedonia. A lo largo de estos 400 años sufrió tres etapas de desarrollo.
La primera etapa es la más breve pues se prolonga un poco más que el siglo I. En ella el cristianismo es una secta que espera el inminente fin del mundo, la llegada del salvador y la instauración del reino en la Tierra según se narra con pelos y detalles en el Apocalipsis, que es un libro de odio y venganza, pero de espera e inactividad escatológica mientras feroces luchas de liberación nacional judía, malestar y protestas esclavas en Roma e Italia, luchas de clases dentro de Roma, guerras de resistencia étnica o "nacional" a las legiones romana, etc., tienen lugar en muchas partes.
La segunda etapa aparece a comienzos del siglo II y crece con la estabilización de Roma a mediados del siglo. Para entonces se habían escrito ya los textos atribuidos a Pablo, muy pocos son suyos y los suyos tienen interpolaciones y traducciones sectarias. A partir de la mitad del siglo se escriben los evangelios, muy contradictorios entre sí, los Hechos de los apóstoles y algunas epístolas colectivas. Para final del siglo se constata la entrada creciente de personas ricas, de las clases dominantes, cultas y formadas en la filosofía platónica. Especial importancia tuvo Filón de Alejandría, que abrió la puerta a la helenización platónica del judaísmo.
Cuatro procesos estrechamente unidos a la posterior fundamentación dogmática del cristianismo marcan la etapa: abandono de la inminencia escatológica, del mesianismo justiciero pero pasivo e integración acelerada en el orden político establecido; impresionante sectarización de los cristianos de esa época a pesar del esfuerzo unificador; victoria de las corrientes antihebreas y aparición del mito de Judas como traidor a Jesús, que se introduce en los evangelios y último, incontenible y aceptada impregnación de múltiples religiones politeístas en los entonces núcleos fundamentales pero aún no dogmáticos del cristianismo.
La tercera y definitiva etapa va del comienzo del siglo III hasta el comienzo del siglo IV, como fase de ascenso en la escala de poder, y concluye con la fundamentación del dogma cristiano realizada en el Concilio de Calcedonia del año 451. Es entonces cuando el cristianismo adquiere su fundamento dogmático y su definitiva aleación con el poder establecido. Aun y todo así, nunca serán resueltos los problemas que ya entonces quedaron irresueltos.
El comienzo del siglo III asiste al aumento incontenible del misticismo, corrientes orientalistas, esotéricas, neopitagóricas y neoplatónicas. El cristianismo estaba en mejores condiciones que otras religiones para aceptar e integrar esas modas gracias a su estado embrionario, muy difuso e impreciso. Pero también al fortalecimiento de tres de las cuatro características ya desarrolladas en la etapa anterior, pues la segunda, la multisectarización, daría paso a la ultracentralización. Se ha sobredimensionado en extremo la tradición de las persecuciones de cristianos, aunque existieron si bien todo indica que los arrepentimientos y escaqueos fueron considerables mientras que los mártires menos de lo creído.
Para inicios del siglo IV el cristianismo era una fuerza influyente aunque no de masas. Una fuerza con mayor arraigo dentro de los poderes estatales que sociales, especialmente dentro del ejército pues el cristianismo supo asimilar casi toda la liturgia dedicada a Mitra, dios muy similar al mito entonces vigente de Jesús. Mitra contaba con amplios seguidores dentro de la oficialidad legionaria. En la guerra civil entre Constantino y Majencio, ambos dirigentes intentaron atraer a su bando a los cristianos sabedores de su fuerza en el ejército y Estado. Constantino fue más astuto y jugó mejor sus cartas. Tras la derrota de Majencio en el 312, Constantino no tardó mucho en devolver al favor al cristianismo. El edicto que lleva su nombre se redactó en el 313.
No nos importan ahora las críticas y dudas a su veracidad histórica. Sí nos importa la permanente ayuda de Constantino a la Iglesia cristiana. El emperador, que oficialmente seguía siendo un dios para la religión tradicional romana apareciendo así en sus monedas, intervino dictatorialmente en el Concilio de Nicea del 325 para imponer la tesis oficial que coincidía con los intereses del Estado. Este Concilio es decisivo en la fundamentación dogmática del cristianismo, pero aún así no derrotó definitivamente a otras sectas cristianas, la arriana en especial, y tampoco elevó su prestigio filosófico y ético-moral entre los paganos. Por eso el Estado dictó severas represiones antipaganas entre las que destacan las de los años 341, 346 y 356.
El fundamentalismo cristiano se construyó mediante una doble guerra de exterminio: al exterior, contra el saber pagano y al interior, contra corrientes cristianas que no aceptaban las tesis provenientes de la alianza de la iglesia de Roma con el Imperio romano. La violencia y la muerte fueron más decisivas en ambas que el debate y la razón.
Externamente, al principio y con las enseñanzas de Filón de Alejandría, quiso integrar al paganismo. Justiniano, Clemente de Alejandría, Orígenes, san Agustín lo intentaron. Al fracasar se recurrió a la represión. Se destruyeron la inmensa mayoría de los textos de Celso, Juliano, Porfirio, Libiano, Cecilio, Luciano de Samosata, y Simmaj no discutía por miedo. Se destruyeron bibliotecas, liceos y centros de estudios y los templos quemados, transformados en iglesias o almacenes. Se asesinó a matemáticos y sabios, como Ipatias. Las ideas paganas se conservan sólo por las citas parciales recogidas en las críticas cristianas. Leyéndolas vemos su innegable actualidad y permanencia histórica.
Internamente la lucha por la fundamentación dogmática se libró mediante guerras, presiones, amenazas y palizas dentro mismo de las reuniones conciliares, destierros y persecuciones. No debe sorprendernos: el emperador Constantino, santificado y equiparado a los apóstoles, era un criminal sin escrúpulos que asesinó a familiares suyos.
Si en el Concilio de Nicea del 325 la amenaza imperial fue decisiva, en el de Efeso del año 431 Cirilo de Alejandría llevó a un grupo de monjes para "convencer" a los disconformes. Pocos después, en el de Efeso del 449 Dióscoro llevó otro grupo al mando de Varsuna "convenciendo" a los obispos que firmasen un papiro en blanco. Dióscoro pateó en la sala al principal oponente, Flaviano, que además fue apaleado. Pese a todo, la lucha continuaba y en el 451 el Concilio de Calcedonia fue un permanente acto de presión, chantaje, corrupción y compra-venta de votos. Cuando se reza el "Credo" se reza algo impuesto suciamente. Aun así, los perdedores tuvieron que ser machacados en una guerra feroz que se extendió por Egipto, Palestina, Siria...
El fundamentalismo cristiano sólo fue admitido como tal después de recibir el visto bueno de los poderes de clase establecidos. Constantino sancionó las decisiones de Nicea. Teodosio I las de Constantinopla del 381. Teodosio II las de Efeso del 341. Marciano las de Calcedonia del 451. Justiniano las de Constantinopla del 553. Constantino Pogonatos las de Constantinopla de 680...La historia posterior del catolicismo, culto ortodoxo, anglicanismo y protestantismo, por citar los más conocidos, sólo se comprende en cuanto componentes internos de las pugnas entre poderes de clase existentes en sus momentos.
No hace falta extendernos sobre la impresionante lista de papas, patriarcas, obispos anglicanos y predicadores protestantes que durante siglos han defendido a muerte la fusión del poder terrenal con el celestial. El fundamentalismo cristiano nació, creció y se reprodujo gracias al poder del dinero y al dinero del poder. Los otros fundamentalismos religiosos no han alcanzado ese grado espeluznante de fusión consciente con los poderes establecidos, aunque también lo han hecho.
Se habla mucho de la Santa Inquisición pero olvidamos los inmensos sufrimientos humanos causados por la evangelización forzada de continentes enteros, el apoyo al tráfico de esclavos, al colonialismo e imperialismo, al oscurantismo irracional, al nazi-fascismo y franquismo, a la guerra fría y al anticomunismo fanático, a las dictaduras militares latinoamericanas, a las "democracias" occidentales, al patriarcado... Criticamos con razón a Juan Pablo II y denunciamos el asesinato interno de Juan Pablo I, pero no decimos nada de las organizaciones y sectas contrarrevolucionarias protestantes pagadas por la CIA. ¿Para qué seguir? Dios se condena a sí mismo. ¿Y la Teología de la Liberación? Hablaremos de ella en el último capítulo.
2-8.- Identidades:
El fundamentalismo es uno al margen de sus diversas expresiones. Nos hemos limitado a una muy breve descripción de sus principales manifestaciones históricas. Podemos ahora extraer cinco grandes constantes o puntos de identidad.
El fundamentalismo ha surgido en el proceso de unificación de las religiones. Estas se han formado por sedimentación de religiones y cultos más reducidos, locales o regionales, incapaces de responder a lo nuevo. Tiene importancia este origen complejo y diversificado ya que luego, en las luchas por mantener los fundamentos o readecuarlos, aparecen, reviven de manera nueva según las necesidades del presente esas diversas raíces. Ello obliga al poder que quiere asegurar los fundamentos bien a tener en cuenta esos pasados, bien a rechazarlos. Ambas alternativas traen considerables problemas. Podrá ocultarlos durante un tiempo, pero volverán a aparecer y siempre con nuevas formas que ocultan un problema histórico irresuelto e irresoluble.
El fundamentalismo aparece cuando la fracción hegemónica de la religión, tras fusionarse con el poder de clase establecido, define el dogma. Son diferentes los procesos por los que una fracción se hace hegemónica, lo decisivo es que llega el momento en el que todas han de dar el paso. Es condición previa a la elaboración de los fundamentos, el que una fracción logre la hegemonía sobre las demás. Por lo general se consigue fusionándose con los sectores más poderosos del Estado y de las clases dominantes. Una vez asegurada la posición de privilegio y poder, esa fracción dicta el dogma. El tiempo que tarda en hacerlo, las dificultades y vaivenes que se dan, etc., depende de que cada contexto político-religioso, pero ese paso está dado. Más incluso, si por las razones que fueran, el salto cualitativo no se diera nunca, la religión entraría en una lenta o rápida descomposición multisectaria.
El fundamentalismo no logra empero su absoluto éxito. Tendrá que pasar todavía una serie de exámenes prácticos resueltos siempre con violencia, fuerza del poder y miedo. Tiene que sufrir ese bautismo por dos razones: una, porque siempre hay sectores disidentes, mesiánicos o progresistas que no aceptan el tremendo giro a la derecha, o también sectores que se han aliado con otros poderes y fracciones de clase. Por muy fundamentado que esté el dogma siempre hay vacíos irrellenables, conceptos difusos y polisémicos que requieren interpretación permanente. Otra, porque además, por debajo de esos enfrentamientos, perviven los diferentes orígenes religiosos, costumbristas, clasistas y etnonacionales, que han confluido en la religión y que han tenido que ceder mucho o poco en el proceso de fundamentación dogmática. De modo que cuando se agudiza el descontento social, emergen al exterior.
El fundamentalismo, superada esa primera crisis de infancia, empero no encuentra la paz perpetua. Puede mantenerla durante un cierto tiempo según las circunstancias, pero tarde o temprano reaparecerán viejas disputas con nuevas formas o, en momentos críticos, graves escisiones. Estas nacen en momentos de tránsito de un modo de producción a otro, cuando toda la estructura material de la religión se demuestra superada por la realidad y consiguientemente su estructura ideal, pese a su autonomía relativa, queda también envejecida. Cada religión tiene sus formas de salir de la crisis. Alguna, como el cristianismo, produce ramas nuevas que se distancian mucho del tronco inicial, pero que son mucho más rentables para las nuevas clases dominantes, como los casos del anglicanismo y protestantismo.
El fundamentalismo, por último, tiene una identidad de género y una supremacía lingüístico-cultural. La primera es determinante, diciéndolo con redundancia: fundamental. El patriarcado ha sido siempre una de las instancias centrales en la dogmatización religiosa. Al margen de sus formas de expresión en cada dogma religioso, el patriarcado ha sabido y podido mantener su poder e incluso incrementarlo abandonando viejas religiones y aceptando otras nuevas. Ha podido y puede conceder algunos "derechos" a las mujeres, pero siempre relativos al contexto social y a la dinámica objetiva y subjetiva de explotación. También la supremacía lingüístico-cultural ha ido unida a los procesos de fundamentación. Cuando se han dado en un marco uninacional, han beneficiado claramente a la cultura de la clase dominante. Cuando se han dado en un marco plurinacional han beneficiado a una nación sobre otras. Las religiones proféticas han sido más opresoras nacionalmente que las sapienciales, aunque también éstas han tenido y tienen sus responsabilidades, muchas veces brutales.
3.- Fundamentalismo cristiano.