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Mamíferos presentes en Chile.(*) La taxonomía y sistemática de la mastofauna chilena están sólidamente establecidas. La taxonomía y sistemática de los micromamíferos están bastante cimentadas. Las investigaciones sistemáticas sobre micromamíferos se han enfocado actualmente hacia mayores detalles de evolución de grupos específicos. Los mamíferos resultan un grupo muy diverso. Sus 147 especies constituyen el 3,6 % del total de mamíferos vivientes. Resulta notable también su alto grado de endemismo, siendo principalmente las especies terrestres, que inclusive incluye un orden completo de mamíferos endémicos para Chile; Microbiotheria (Spotorno, 1995). La fauna actual de mamíferos no introducidos ni asilvestrados de Chile está compuesta en un 60 % por roedores, 14 % por carnívoros, 10 % por quirópteros, 7 % por artiodáctilos, 6 % por marsupiales y en un 3 % por armadillos. El conocimiento de la fauna actual de mamíferos sudamericanos es pobre; sin embargo, dentro de este contexto, el conocimiento de los mamíferos presentes en Chile es relativamente bueno, pero el avance que se está logrando en otros países del área pronto superará el existente para el nuestro. Sobre los quirópteros presentes en Chile hay poco publicado. El estado de conservación para estos quirópteros no está diagnosticado, en el “Libro Rojo de los Vertebrados Terrestres de Chile” (Glade, 1987), con excepción del Piuchén (Desmodus rotundus) cuyo rango de hábitat está restringido a determinadas zonas costeras entre la IV y V Región. Esto indicaría que hasta la fecha de publicación no se encontrarían con problemas de conservación, situación que perfectamente puede haber cambiado. La especie Marmosa (=Thylamys) elegans ha llegado a Chile como un invasor de tierras tropicales, distribuyéndose en la actualidad por un vasto sector geográfico que abarca desde nuestra frontera septentrional a los bosques valdivianos, desde el nivel del mar, hasta unos 2.500 metros, aproximadamente. Esta especie sería al único marsupial factible de ser encontrado en la zona de estudio. El antiguo orden de mamíferos Edentados (Cyngulata) está muy bien representado en la zona de estudio. Contrariamente a lo que podría pensarse, casi nada se sabe de los edentados. El Piche (Zaedys pichiy) ocupa un ambiente perfectamente definido sobre la precordillera, donde localiza sus actividades en el conjunto ecológico conocido como "Tolar", que corresponde a un matorral bajo, integrado por pequeños arbustos. Aquí se desempeña como un influente ecológico de importancia, que destruye en parte a la vegetación “dominante" para intervenir, por otro lado, en el desarrollo que alcanzan las poblaciones de artrópodos, cuyos estados larvarios y adultos forman parte de su alimentación omnívora. Los carnívoros chilenos están contenidos en tres familias: Felidae, Mustelidae y Canidae.Las dos primeras familias contienen especies con gran estabilidad nomenclatural, presentan escasa diversidad y se sabe muy poco en cuanto a su distribución. El caso de los cánidos es el opuesto. Han sido bastante estudiados y trasladados a distintos géneros nomenciaturales. Actualmente, Berta (1987) sólidamente los reconoce dentro del género Pseudalopex. Poco se sabe con relación a los pequeños felinos chilenos. Miller & Rottman (1976), constituyen a la fecha, la fuente mas completa sobre la ecología de estos animales. La mayoría de estos estudios sobre félidos chilenos se refieren al puma (Felis concolor), Para la zona de estudio sin embargo, poca es la información de que se dispone. Iriarte et al. (1990), especulan para las latitudes tropicales, que la competencia impuesta por el jaguar (Panthera onca) podría desplazar al puma (que es más pequeño), hacia presas de menor tamaño, en contraposición a los hábitos de caza de esta misma especie mas al sur (Torres del Paine), donde es el único predador de gran tamaño. Sobre otros felinos chilenos, existe poca información. Sobre el colocolo (Felis colocola), los primeros datos fueron aportados por Wolffsohn (1908). Sobre el gato andino (Felis jacobita), todo lo que se conoce se refiere a su distribución en Chile, pero algo mas se sabe sobre su biología en Argentina. Los representantes de la familia Mustelidae en la zona de estudio, corresponden al Chingue (Conepatus chinga rex) y Quique (Galactis cuja). Ambas han sido vistas a gran altura. C. chínga rex sobre los 2.500 m.s.n.m., y G. cuja sobre 3.800 m.s.n.m. Es interesante destacar que todos los carnívoros presentan problemas de conservación. Esto es debido principalmente a la presión de caza ejercida sobre ellos por parte del ser humano, como protección, deporte, y explotación comercial. Se desconoce por completo el valor ecológico y biológico que tienen estas especies para su ecosistema. No existe tampoco la idea por parte de los pobladores locales de implementar un plan de explotación eco-turística de esta mastofauna, como ha empezado a ocurrir en otras áreas de nuestro territorio, como los bosques de la zona sur, por ejemplo, donde ya se ha iniciado la implementación de eco-tours, turismo aventura, y safaris fotográficos. En Chile no existen perisodáctilos nativos, y solamente uno introducido en forma silvestre (Sus scrofa), por lo que todos los ungulados chilenos son artiodáctilos. En general, los camélidos altiplánicos han sido extensamente estudiados, como Lama guanicoe, registrada en la alta cordillera central, en comparación, poco se sabe de los otros ungulados nativos. Del único ciervo presente en la zona de estudio (Pudu pudu), a la fecha hay solamente un trabajo de investigación al respecto (Spotorno et al. 1987). Sobre los ciervos introducidos al país hay pocas publicaciones, pero todas ellas son coincidentes en considerarlos dañinos. Existen antecedentes de especies de Dama dama y Cervus eleaphus en la zona de estudio, pero restringidos a cotos de caza y particulares. No hay datos de asilvestramientos en la región. El estado de conservación de los mamíferos nativos presentes en las zonas de estudio, está dado en la recopilación de Benoit (1989), situación que a la fecha se ha hecho más insostenible, por la intensa presión antrópica que sufren los bosques de la zona de intervención, por lo que urge cambiar el uso de aquellos lugares a turismo o esparcimiento, en el ideal de los casos, o a una forma de uso que requiera un impacto antrópico mínimo, antes que la única flora y fauna que podamos encontrar y conocer sea ruderal.
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