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  Idolos de River Plate

Bernabé Ferreyra
El primer gran ídolo de River Plate
José M. Moreno
El mejor de todos
Adolfo Pedernera
El cerebro de la máquina

Angel Labruna
Ganador siempre
Juan Carlos Muñoz
Un wing de aquellos
Amadeo Carrizo
El gran arquero
Walter Gómez
La gente ya no come
...
Reinaldo Merlo
Siempre en River
Oscar Mas
El dueño del gol
Norberto Alonso
La magia de la zurda
Ubaldo Fillol
Arquero de River y campeón del mundo
Daniel Passarella
"El Kaiser"
Ramón Díaz
"El Pelado"

Enzo Francescoli
El Símbolo
Ariel Ortega
Esa cintura endiablada...

Pablo Aimar
Pablito, "El Payaso"
Marcelo Salas
"El Matador"
Andrés D'Alessandro
El inventor de "La Boba"
Javier Saviola
El conejo de la suerte
   

Bernabé Ferreyra
El primer gran ídolo de River Plate

  En 1932 River Plate logró su primer Campeonato de AFA del profesionalismo, marcando un total de 84 goles a favor, de los cuales Bernabé Ferreyra aportó la increíble suma de 44 tantos en 33 partidos, con un promedio, no menos espectacular, de 1,33 goles por partido.

...hasta el diario Crítica había ofrecido un premio para el primer arquero que pudiese parar la racha goleadora de Bernabé...
Ferreyra, más conocido como La Fiera, había llegado ese mismo año a River, proveniente de Tigre, por la suma récord de 35 mil pesos, por lo que el Club Atlético River Plate confirmó su fama de Millonario, ya que un año antes había desembolsado 10 mil pesos por Carlos Peucelle. Bernabé Ferreyra fue un revolucionario de nuestro fútbol y sus cañonazos causaron una conmoción impresionante.

Por ese entonces, River estaba situado en Palermo, más precisamente en las avenidas Alvear y Tagle, y el arraigo popular que provocó Bernabé en la década del 30 fue muy notorio.

La gente quedaba asombrada ante cada remate de aquel centroforward, fusilamientos que casi siempre tenían destino de red, que perforaban la resistencia de los arqueros rivales y que provocaban el delirio del público riverplatense.

Sus rivales lo manoteaban, lo agarraban de la camiseta, intentaban tacklearlo (como en el rugby), pero La Fiera siempre se las ingeniaba para sacar sus violentos remates, tan decisivos como contundentes. Pateaba desde afuera del área y la embocaba, pateaba desde cerca y era mortal para los contrarios, remataba con violencia o con suavidad, acomodándola al lado de un palo, pero usualmente, hacia dentro del arco.

Se cansó de hacer goles con la banda roja en el pecho y fue el goleador máximo de aquel torneo del 32, marcando durante las primeras doce fechas consecutivamente, y hasta el diario Crítica había ofrecido un premio para el primer arquero que pudiese parar la racha goleadora de Bernabé.

Nació el 12 de febrero de 1909 en Rufino, provincia de Santa Fe, por eso también era conocido como el Mortero de Rufino. Más tarde, se juntaría con otros monstruos como José Manuel Moreno y Adolfo Pedernera para obtener dos títulos más, los de 1936 y 1937. Debutó frente a Chacarita Juniors el 13 de marzo de 1932 (marcó en dos ocasiones) y su último encuentro fue el 11 de mayo de 1939 frente a Newell´s Old Boys.

Ferreyra fue el primer gran ídolo que se calzó la banda sangre en el pecho, un revolucionario y el pionero de todos los magníficos goleadores que pasaron por esta gloriosa institución. Falleció el 22 de mayo de 1972 y dejó su sello en el aire, por haber marcado más goles que partidos jugados. Todo un récord, toda una Fiera.

Partidos en River: 185
Goles: 187
Títulos: 3
Último partido: 11 de mayo de 1939 (2-2 vs. Newell´s)


José Manuel Moreno
El mejor de todos

  José Manuel Moreno fue considerado por muchos especialistas que lo vieron jugar como el mejor jugador argentino de todos los tiempos. Además, fue uno de los integrantes del mejor equipo de fútbol criollo de la historia, más conocido como La Máquina, en la década del 40.
Este exquisito jugador, de físico privilegiado, había llegado al club en 1933 y empezó a jugar en la quinta división de River Plate. Su debut en la categoría absoluta del fútbol argentino fue dos años después de su llegada a Núñez, el 17 de marzo de 1935 cuando River derrotó a Platense por 2 a 1 y Moreno marcó el primer gol de aquélla jornada.
En un principio, Moreno se ubicó en el sector izquierdo del mediocampo de River, formando una dupla exitosa con Adolfo Pedernera. Con el paso del tiempo y de la década, se movió como inside derecho, una especie de número ¨8¨, de la actualidad. Pero por su forma de jugar y sentir el fútbol hacía que pueda cubrir todos los sectores de la cancha, desde la defensa hasta la posición de centrodelantero.

Tanta espectacularidad tenía su juego, que al juntarse con el ya nombrado Pedernera, Juan Carlos Muñoz, Ángel Labruna y Félix Loustau, escribieron las páginas más doradas de nuestro fútbol, paseando sus memorables actuaciones por todas las canchas del fútbol nacional a principios de los años dorados de nuestro fútbol, los 40.
Moreno era capaz de recuperar el balón en su propio campo, para luego trasladarlo con finura hacia el terreno rival, y finalmente llegar a posición de gol. No en vano es el cuarto goleador histórico del club, con 179 conquistas. En el fútbol actual, un volante externo no podría llegar ni por asomo a esa increíble cifra de goles. Es más, ninguno de los delanteros en actividad cosechan la cantidad de tantos que hizo Moreno a lo largo de su paso por River Plate. Lo curioso es que no aparece en la lista, por dos partidos, entre los diez futbolistas que más veces vistieron la banda sangre.

Aquel virtuoso jugador era un atleta que tenía un físico envidiable y eso lo demostraba en los entrenamientos. Y además, sus frecuentes salidas nocturnas a cabarets eran tan conocidas como sus fintas de los días domingos. A Moreno le gustaba tanto bailar con una dama un tango como bailar a algún defensor de turno. ¨Nunca falté a un entrenamiento¨, se atajaba aquel muchacho, nacido el 3 de agosto de 1916. Y era cierto porque disfrutaba del entrenamiento y se quedaba haciendo piruetas y malabarismo con el balón, una vez que éstos finalizaban.
Además de su gran forma, poseía una técnica espectacular. Era un gambeteador inteligente, siempre encarando hacia delante. También fue muy conocido por otra especialidad de la casa: el cabezazo. Pese a que no era un jugador muy alto, poseía una fuerza de piernas admirable que le permitía saltar muy arriba y ganar en las alturas. Pero, acompañado a eso, era dueño de unos testazos inigualables, con ambos parietales o con frentazos, dignos de tener destinos de red.
Su carrera estuvo interrumpida en River debido al famoso éxodo a México, que incluyó la figura estelar de Moreno. En el país del Norte de América recibió el apodo de Charro y fue muy reconocido pero se sabía que algún día iba a volver. Cosa que aun sigue ocurriendo en estos tiempos, con futbolistas que alguna vez hicieron historia en River y tuvieron que emigrar, en otro momento vuelven a ponerse la camiseta millonaria nuevamente.

Y la vuelta al club causó una conmoción desmesurada. Fue el gran acontecimiento de aquel año 1946, más precisamente un 28 de julio y en cancha de Ferro. En aquella ocasión River Plate se medía con Atlanta y se habían vendido unas 30 mil entradas. Además, hay que tener en cuenta que tanto los socios de Atlanta como los de Ferro no pagaban un centavo y no quisieron perderse el regreso de una vieja leyenda del fútbol criollo. La gente ya no sabía en donde ubicarse y el alambrado terminó cediendo ante tal muchedumbre, mientras que el partido se jugaba con la gente rodeando el campo de juego. River ganó por 5 a 1 y el Charro anotó tres goles.

Volvió y obtuvo más títulos ya con nuevas figuras a su lado como Alfredo Di Stefano y Néstor Rossi. Su último laurel fue el de 1947, cerrando así una década impresionante para River Plate. El partido de su despedida en River fue el 11 de diciembre ante Independiente, después de haber jugado 321 partidos. También tuvo un paso fugaz como director técnico de River pero siempre será recordado por sus malabares dentro de un terreno de juego. Falleció a los 62 años y dejó más de mil recuerdos, más de ciento cincuenta goles, más de trescientos partidos y quien sabrá a cuantos rivales mareados.

Partidos de AFA: 321
Goles de AFA: 179
Títulos de AFA: 5 (1936, 1937, 1941, 1942 y 1947)

Partidos como DT: 16


Adolfo Pedernera
El cerebro de la máquina

  La Máquina, el mejor equipo de todos los tiempos del fútbol criollo, nació el 21 de septiembre de 1941, en Avellaneda, cuando River, que terminaría coronándose campeón, venció a Independiente por 4 a 0, con tres goles de su centroforward Adolfo Pedernera.

Ya desde niño vislumbraba por su técnica de juego, tan prodigiosa como efectiva, Adolfo era un maestro dentro de la cancha y se movía por todo el frente de ataque.
Además, tenía a su lado figuras de la talla de Moreno, Labruna y Loustau, entre otras.
River comenzó a aparecer como un gran equipo a mediados de 1941 cuando Adolfo Pedernera fue colocado como centrodelantero por el técnico Renato Cesarini, por un expreso pedido de Carlos Peucelle, un visionario del fútbol.

Pedernera jugaba como wing izquierdo pero su inteligencia a la hora de dar el toque preciso, en cortada, la manera de manejar los tiempos del partido, fueron determinantes para mudarse hacia la zona central del ataque.

Pedernera fue el director de orquesta de aquella obra maestra del fútbol, era el estratega, el tipo que pensaba las jugadas, el que las armaba, aunque, también las definía en reiteradas ocasiones. Como en 1942, año en que La Máquina llega al cenit, en el cual marca 23 goles en 24 partidos y finaliza como goleador del conjunto Millonario. Y se da el lujo de anotar dos tantos en la penúltima fecha ante Boca, en La Bombonera, después de estar debajo en el tanteador por 2-0 y con un hombre de menos. Con aquel empate, River se consagró campeón y dio la vuelta olímpica en la tierra de su acérrimo rival.

Su último laurel conseguido con la casaca de River fue el título de 1945, ya que más tarde se despediría del club para pasar por 140 mil pesos a Atlanta, y luego por Huracán y Millonarios de Colombia. Aquel muchacho nacido en Avellaneda, Buenos Aires, el 15 de noviembre de 1918, hizo su debut en River Plate con tan sólo 16 años, el 28 de julio de 1935, en un empate 1-1 frente a Ferro Carril Oeste.

Ya desde niño vislumbraba por su técnica de juego, tan prodigiosa como efectiva, Adolfo era un maestro dentro de la cancha y se movía por todo el frente de ataque. Además, tenía a su lado figuras de la talla de Moreno, Labruna y Loustau, entre otras.

A Boca Juniors le marcó cinco goles en dieciocho encuentros y estuvo presente en varias de las goleadas frente al rival de siempre como las del 5-3 en 1939 (un gol) y 5-1 de 1941 (anotó el último).

Fuera de las canchas, Adolfo fundó el sindicato de Futbolistas Argentinos Agremiados (F.A.A.) y encabezó la huelga histórica del 48. Fue director técnico y pasó la última parte de su vida ligado al club de sus amores como director general del fútbol amateur, para demostrarle a los más chicos todo su conocimiento futbolístico, en torno al juego.

Maestro dentro y fuera de la cancha, llevaba las condiciones puras que forman parte de la historia de River, porque Adolfo es una parte grande de nuestra historia y por eso, no sólo el pueblo millonario, sino el fútbol argentino se vistió de luto el día de su partida, el 12 de mayo de 1995, dándole la despedida a uno de los más grandes ilustres de nuestro fútbol.

Toda historia tiene una mejor parte y toda parte tiene un excelente rasgo de distinción: ellos fueron La Maquina y su cerebro, don Adolfo Pedernera, maestro inolvidable.

Partidos en River: 287
Goles: 131
Títulos: 5
Último partido: 17 de noviembre de 1946 (2-2 vs. Huracán)


Angel Labruna
Ganador siempre

  Polémico adentro y afuera de la cancha, goleador desde el principio al fin.

Ganador desde siempre como jugador y como técnico.

Nadie pudo permanecer indiferente ante su figura, amado por los hinchas de River, odiado por los enemigos.

" Mi papá no quería que jugase a la pelota, pretendía enseñarme su oficio pero el potrero me tiraba demasiado. Al final papá se convenció y terminó siendo el delegado del cuadrito que teníamos: El Barrio Parque Fúbal Club. Casi todos los integrantes de ese equipo terminamos en la Sexta División de River."
Hijo del italiano de Avellino, Don Angel, el relojero de Barrio Parque
Nacido el 28 de setiembre de 1918 en Las Heras y Bustamante, muy cerca de la cancha de Alvear y Tagle.

Era hincha de River a muerte, tenía una foto autografiada de Bernabé Ferreyra en la vidriera del negocio de su padre.
En 1934 integraba simultáneamente el conjunto de básquet (cadetes) y la cuarta división. En la cuarta especial cobró su primer dinero: 25 pesos por partido.
Tuvo que elegir deporte y el dijo que si le conseguían empleo elegía el basquet. Menos mal que no se lo consiguieron.

Su ascenso fué vertiginoso y debutó en Primera el 18 de junio de 1939 en La Plata frente a Estudiantes. River perdió 1 a 0. Volvió momentáneamente a la tercera hasta el 15 de octubre, cuando reapareció en primera contra Atlanta y ya no salió más. A los 40 minutos del segundo tiempo gritó el primero de los 292 goles que marcó con la banda roja.

Los primeros tramos de la década del 40 sirvieron de marco para el alumbramiento de la Máquina que logró 3 campeonatos (41/42/45) dos subcampeonatos (43/44) y un tercer puesto: 1946
Dentro de la afinada orquesta que componían entre otros Moreno, Pedernera, Muñoz y Loustau, Ángel era el ejecutor: de los 240 tantos convertidos en esa época, 115 los hizo Labruna.
Es el segundo goleador del fútbol argentino. Cuando entraba al área y agachaba el lomo era gol.

Una mañana de 1939 inauguró su serie contra Boca: el domingo 5 de noviembre, Era el primer clásico que jugaba, estaba 1 a 1 a 15 del final y Labruna hizo el gol del triunfo.

El sentimiento "anti boca" (al cual le hizo 15 goles en su carrera) que siempre exhibió Ángel fue una bandera para todo hincha de River. Siempre luchaba para amargarles la vida.
Su "odio" nació gracias a la influencia de un amigo suyo Pistoletti que fué dejado de lado en Boca y quien decía "todo lo que hago es para que algún día puedas jugar en River y le hagas muchos goles a Boca" y vaya si cumplió Don Angel.

En 1945 se casó con Ana, la mujer que conocía desde los 17 años. Fué padre de dos hijos Angel Daniel (fallecido) y Omar Raúl (actual miembro del cuerpo técnico), a quienes tuvo la satisfacción de ver también con la banda puesta.

Llegó el desastre del Mundial de Suecia en 1958, la ida de River a los 41 años.
" Esa Navidad fué la más triste de mi vida, lloré de amargura cuando recibí el telegrama del club."

Tuvo un fugaz paso por el Rangers de Talca (Chile), por Rampla Juniors de Montevideo y el cierre fue en Platense en 1961 a los 43.

Probó suerte en otros negocios (un hotel en Mar del Plata, una pizzería, una gomería y una consecionaria) pero fracasó en todos.
" Quise alejarme del fútbol y asíi me fué, el fútbol es mi vida" Y se hizo director técnico.

Siempre jugó a ganar en todos los equipos que dirigió: Platense, Defensores de Belgrano, Talleres de Córdoba, Central y por supuesto con River en 1975 tras los 17 años sin títulos.

4 títulos de técnico, uno más en Central y once de jugador en River. Un Ganador Nato.
El último equipo que drigió fue Argentinos.
Amaba las carreras de caballo y la timba y muchas veces se lo veía en el hipodromo.
Amado y odiado faleció a los 65 años de edad.


Juan Carlos Muñoz
Un wing de aquellos
  De corrido, la delantera de aquel extraordinario team de River Plate cae como por efecto de dominó: ¨Muñoz, Moreno, Pedernera...¨
Juan Carlos Muñoz es siempre el primero de aquellos excelentes cinco jugadores...
¨Sale el sol, sale la luna; centro de Muñoz, gol de Labruna¨, cantaba la hinchada del equipo millonario cuando La Máquina salía a cada una de las canchas para aplastar a sus rivales.
De corrido, la delantera de aquel extraordinario team de River Plate cae como por efecto de dominó: ¨Muñoz, Moreno, Pedernera...¨.
Juan Carlos Muñoz, nacido el 6 de mayo de 1919 en Avellaneda, fue un formidable wing derecho de River Plate, que jugó entre los años 1939 y 1950. Y es siempre el primero de aquellos excelentes cinco jugadores que escribieron, acaso, las páginas más doradas de la historia de nuestro fútbol.

Los wings ya no se conocen más por estos tiempos. Algunos los llaman extremos, como el técnico del Seleccionado argentino, Marcelo Bielsa, y otros punteros. Para todos los casos, se tratan de jugadores que juegan pegados a una de las rayas del campo, la derecha o la izquierda y suelen transitarla durante todo el partido.
Rara vez se cierran hacia el centro aunque lo pueden hacer, pero su función, básicamente, pasa por la de gambetear a los laterales, llegar hasta el fondo y centrar al balón para que algún compañero haga el gol.

Muñoz fue un wing derecho que se cansó de servirles asistencias a sus compañeros. Debutó en River ante Atlanta, en una goleada por 4 a 2, el 15 de octubre de 1939. Previamente, había hecho las divisiones inferiores en Independiente de Avellaneda, pero al llegar a la cuarta especial, se quedó sin lugar.
Por un error, fue transferido a Sportivo Dock Sud, hasta que el antiguo presidente del club de Núñez, Antonio Liberti, se lo llevó a su River. Tuvo que esperar hasta 1941 para ser titular y a partir de ese año, el costado derecho del ataque millonario, no cambió de dueño.
Su legado no era sencillo: hacer olvidar las espectaculares actuaciones de Carlos Peucelle, por quien River adoptó el seudónimo de ¨Los Millonarios¨. Y la llegada de Muñoz coincidió con la aparición de muchas joyas en bruto: como Ángel Labruna, Yácono y Vaghi. Sumados a los consagrados José Manuel Moreno y Adolfo Pedernera, River practicó un fútbol de altísimo vuelo durante la década del ´40.

Muñoz, a diferencia de Loustau –wing izquierdo de River-, no era de bajar tanto en el campo para recibir el balón, ya que contaba con un asesor de lujo: el Charro Moreno, quien era capaz de subir el balón, descargarlo a la banda para Muñoz y terminar convirtiendo de cabeza el centro que el propio Muñoz, iba a enviar.
De ahí, de esa capacidad de iluminar ojos propios y ajenos, que aquel equipo es aun considerado como insuperable. Un sin fin de recursos técnicos jamás visto antes, pese a que el profesionalismo previamente había contado con elencos formidables, como el Independiente de 1938 y 1939.

Muñoz fue una bandera de aquellos punteros derechos que marcaron historia, y de la grande en este club. Esa que años posteriores siguieron enhebrando Vernazza, Pedro González, Antonio Alzamendi y Ariel Ortega.

Un icono imborrable de la historia de nuestra institución por sus gambetas, sus centros, sus goles y sus títulos.

Partidos en River: 184
Goles en River: 39
Títulos en River: 4 (1941, 1942, 1945 y 1947)


Amadeo Carrizo
"Yo estoy convencido de algo, el arquero decide solo, no necesita de terceros, en realidad yo iba a las charlas técnicas por respeto."

  Su nombre la ganó al apellido. Fue un precursor , el inventor de un estilo el de arquero jugador. No le gustaba que el más gordito o el más tontito fuera el que iba al arco. Quería darle categoría al puesto.

"Busqué cambiar la imagen que tenían los arqueros y creo que con los años lo logré."

" Lloré tres veces en mi vida y las tres fueron por River: cuando me vine de Rufino solo en tren, cuando batí el record del arco invicto y cuando el escribano Kent me llamó para decirme que mi ciclo había terminado."
En Rufino, nació el 12 de junio de 1926, era de Independinete pero se cambió rapidamente una vez que recibió el calor de la masa millonaria.
Un dia jugó para Buenos Aires Pacífico, jugó en el preliminar y le hicieron varios goles, volvió a los vestuairos, que era un simple vagón de tren, con cara larga pero le pidieron que no se cambie, que tenía que atajar para la primera. El no entendia nada, jugó y ganaron. El potencial centrodelantero había quedado definitivamente archivado.
Una carta del ex atleta Héctor Berra, dirigida a Peucelle, le brindó la posibilidad de probarse en River. Con 19 años en 1945 Amadeo debutó contra el Rojo en Avellaneda, ganó River 2 a 1. En el 47 le tocó el servicio militar.

En la cuarta fecha de 1948 Amadeo reapareció en primera (1 a 1 con Lanús)
Una calurosa tarde de 1965 Norberto Menendez fue uno de los que más cargó a Carrizo, pero se llevó la peor parte, Carrizo reacionó en el túnel y le pegó una trompada al Beto, quien había sido compañero suyo en la década del 50.

La última anécdota de Carrizo vs boca sucedió justamenente en el último clásico que jugó Amadeo: Fue en el Metro del 68, el domingo de la tragedia de la puerta 12. Carrizo llevaba 5 partidos sin que le hagan goles y siempre lucía una gorrita gris a manera de cábala. Rojitas cuando entro se la robó y salió corriendo. Igualmente el partido terminó 0 a 0.

En el tema Selección a Amadeo no se le perdonan los 6 goles que le hizo Checoslovaquia, pero la gran revancha fue en la Copa de las Naciones del 64 en Brasil, Argentina venció sucesivamente a Inglaterra, Brasil y a Portugal, logró la copa y Amadeo fue la figura en los 3 encuentros.

El 14 de julio de 1966 instituyó una nueva marca en el arco: 769 minutos sin goles en contra.

Se consagró campeón en 1952/53/55/56/57
Para Amadeo uno de los secretos del arco pasaba por conocer perfectamente al rival.
"La clave era amagar, yo trataba de hacer entrar al ejecutor en la variante que quería. Le regalaba un rincón, lo invitaba a patear allí y cuando remataba a ese lugar yo salía al mismo tiempo que la pelota de sus pies."
Atajo 18 penales.

Su brillante ciclo en River se cerró en 1969 a los 42 años.
Detrás quedaron 21 años de titularidad indiscutida y 520 partidos jugados.

Walter Gómez
La gente ya no come por ver a Walter Gomez...

  
El 12 de diciembre de 1927 llegaba al mundo el hombre que marcaría a fuego el corazón de los riverplatenses y de todos aquellos amantes del fútbol. En Uruguay empezaba la vida de éste valuarte del balón que tuvo su vida colmada de alegrías y anécdotas dignas de un ídolo.
Por una fotografía el gran Walter llegó a River; ya estaba jugando en Nacional allá por 1946 y era un delantero que los uruguayos querían tener para el mundial de 1950 en Brasil pero en un partido en el que al equipo Bolso le cobraron un penal en contra, los jugadores le reclamaron airadamente al juez y Walter Gómez fue fotografiado con un puño cerrado cerca de la cara del árbitro, en consecuencia lo suspendían por 1 año. Vespucio Liberti lo va a buscar a Montevideo y lo trae para jugar en River. Acá comienza la historia grande de éste flaco y alto uruguayo que empezaba a jugar de 9 y a convertir.

Por estas tierras ya estuvo visto en la cancha de San Lorenzo cuando la selección uruguaya enfrentó a la argentina, Walter tuvo que abandonar el campo de juego producto de un golpe en la nariz y todo el estadio lo aplaudió, desde ese momento Liberti sabía que el uruguayo tenía que jugar en River.

Llegó la suspensión, vino a Buenos Aires y comenzó a jugar para la banda en el año en el que los uruguayos hacían historia en el Maracaná. Aquí fue a jugar a Rosario frente a Newell´s y en el primer minuto de juego Walter Gómez convertía su primer gol en River, como para no meterse en los corazones de la gente, debutando, ganando y haciendo goles desde el arranque.

Con sus goles River ganaba, con sus gambetas, quiebres de cintura y fintas el equipo rendía y las victorias estaban aseguradas. El equipo se quedaba con los dos puntos juegue donde juegue gracias al fútbol que regalaba Walter, entonces en Argentina comenzaba una disputa: se tenía que elegir entre almorzar o ir a ver al uruguayo, el resultado ya lo conocemos la gente no come por ver a Walter Gómez.

El Monumental estaba de bote a bote cada domingo que jugaba River y el uruguayo jugaba como los dioses, a pesar de algunas cosas que hoy en día estarían más que prohibidas como el mismo Walter confesaba “ en el descanso nos fumábamos un cigarrillo en el baño” pero jugando no se notaba en lo más mínimo. Los que si lo notaban eran los de Boca, un verdadero verdugo de los de la ribera. Un partido en su cancha en el que perdía River, Walter tomó la pelota desde la mitad de la cancha y hacía el gol que abriría el camino hacia la victoria. Ellos sabían que cuando jugaba Walter Gómez no había tutía, era partido para River.

Generoso en su juego Walter tenía al lado verdaderos monstruos como Labruna y Pipo Rossi que en la cancha la rompían y afuera hacían desastres. En una oportunidad un grupo de hinchas tiraba piedras el micro en el que viajaban a disputar un partido y Pipo les dijo que se bajaban a pelearlos, Labruna y Gómez corrieron a uno pero el resultado no fue muy bueno, Walter contaba “ lo arrinconamos y le tiré una trompada, el tipo se agacho y se la di en la cara a Ángel, le dejé el ojo hinchado”.

Walter fue sorpresivo dentro y fuera de la cancha, jugó 5 años en River, desde 1950 hasta 1955, debutó con un gol y se fue con un gol (a Racing en un 2 a 2)
Dio 3 vueltas olímpicas 52, 53 y 55 y en 140 partidos convirtió 75 goles. Con una vida llena de victorias, goles y alegrías, Walter comenzó a descansar el 4 de marzo del 2004.

Carlos Reinaldo Merlo
Siempre en River

  
" A fines de 1984, River me dejó libre. Fue una decisión que me golpeó pero tomé con calma.
En el último partido estaba en el banco de suplentes, sabía que era mi último partido con la gloriosa camiseta. El aliento de la gente desde que bajé de la concentración hasta que llegué al banco de suplentes, fue increíble, se me cayeron las lágrimas... y ahí supe en realidad que yo jamás me voy a terminar de ir de River."
Llegó a primera de la mano de Labruna, allá por 1969.
Con su cabello color mostaza, con su pierna fuerte, con su despliegue incansable, con su personalidad ganadora. Llegó a primera pero no fue suficiente. Porque rápidamente tuvo que comenzar una lucha que se iba a prolongar durante años: el resguardo del puesto que tanto le había conseguido conquistar.
Casi todos los años traían un jugador en su lugar pero el se mantenía inalterable, pasaron Ramiro Pérez, el Chamaco Rodriguez, Della Savia, Cierra, Carranza, Raimondo, Russo, Pitarch, De Los Santos, Gallego.

"Tenia 11 años e integraba un equipo de La Paternal que había formado Paranicke, un boxeador que fue sparring de Gatica. Estábamos disputando un campeonato en el club Villa Mitre y me vio Palomino, un hombre que levaba chicos a River. Me dijeron si quería ir y acepté inmediatamente, jugaba de centrodelanatero, habilidoso y todo."

Mi ídolo era Sanfilippo, En la octava, a los 14 años, me agarró Peucelle y me dijo "mire joven, usted tiene que ser mediocampista, tiene muchas condiciones...". Aquellos consejos le sirvieron de mucho.

" A los 13 años ya había aprendido a ganarme el peso, pedí trabajo en un taller mecánico que estaba al lado de mi casa en Paysandú y Añasco, me lo dieron y me acuerdo que ganaba muy poco pero era un dinero que tenía un valor bárbaro. Después fui cadete en una farmacia, luego trabajé en una fábrica de mosaicos de la avenida San Martín. Todo esto fue hasta 1968, cuando River me empezó a pagar una beca. Mi viejo , después de jubilarse como colectivero, se fue a trabajar de gerente a una fábrica de sifones. Al poco tiempo, tuvo un infarto y entonces el único ingreso en casa era el mío.

El debut en Primera fue contra Esudiantes en 1969 (ganaron 1 a 0)
Siempre fui de meter la pierna mas fuerte y ademas gritón con mi vozarrón pero nunca me senti caudillo.

1975 fue sensacional inolvidable, único: Ganamos el Metropolitano y el Nacional.
Con la celeste y blanca jugué solo 3 partidos.
Mejor partido fue en la Libertadores de 1976 con Independiente en Velez: fue el desempate para llegar a la final y lo ganamos sobre la hora con un cabezazo de Pedro Gonzalez.

Mejor gol a Estudiantes en el 73

Mayor alegría haberme recuperado de una lesión de meniscos en 1979, porque muchos pensaron en mi retiro.

Mayor tristeza la final de la Libertadores perdida en 1976 con Cruzeiro.

" A fines de 1984, River me dejó libre. Fue una decisión que me golepó pero tome con calma. En el último partido estaba en el banco de suplentes, sabía que era mi último partido con la gloriosa camsieta. El aliento de la gente desde que bajé de la concentración hasta que llegué al banco de suplentes, fue increíble, se me cayeron las lágrimas... y ahí supe en realidad que yo jamás me voy a terminar de ir de River.

En el 89 volvi como técnico formando una dupla con el Beto Alonso. Cuando el oficialismo perdio las elecciones dejamos nuestro puesto por lealtad al Titi Di Carlo ya que Davicce me ofreció quedarme.

Mostaza Merlo un grande que SIEMPRE estuvo en River

Oscar Mas
El dueño del gol

  
Con tan solo 17 años (nació el 29 de octubre de 1946 en Villa Ballester), debutó en primera el 26 de abril de 1964, por la primera fecha del campeonato, en la cancha de Chacarita. River ganó 1 a0 pero la gran atracción del partido fue el chico petisito, morrudo, encarador e incontenible que llevaba la número 11 y se llamaba Oscar Mas.
Pinino, como le decían en aquellas épocas (porque siempre jugaba con unas bolitas chiquitas llamadas pininas), cumplió velozmente con su ilusión: jugar en River, "es que toda mi vida fui hincha de River. De chico lloraba si perdía. Si un domingo por la tarde alguien quería encontrarme, tenía que ir directamente adonde jugara River. Nunca tenía un mango pero siempre me las ingeniaba para entrar a la cancha. Era travieso y decidido: le hablaba a los controles y de tanto versearlos, al final terminaban dejándome pasar. Así fueron mis primeros contactos con River".

Su historia de todos modos, pudo haber sido otra. Porque Juan Evaristo, un exdelantero de la década del 30 lo llevó a Boca después de verlo jugar en las inferiores de Juvenil Porteño. Luis, su hermano, ya jugaba en Boca y esa circunstancia estuvo a punto de torcerle el rumbo a Pinino. Perro en el partido de prueba tiró un penal desviado a propósito: el quería ponerse la de River. "Los sentimientos me tiraban mucho más. Un día, en 1959, apareció Don Ernesto Duchini y me presentó a Peucelle. Me probé en River un miércoles de abril. Era una pulguita pero los gambeteaba a todos, no me podían sacar la pelota y encima hice un gol. A las siete estaba con el dirigente León Ricard, en la sede de la calle Suipacha, firmando el contrato...". Claro que la firma le trajo un montón de problemas en su casa. Evaristo era íntimo amigo de su padre, casi un hermano , y se ofendió después que Pinino rechazara la posibilidad de ir a Boca. Nunca más los saludó.

La prolongada campaña del Mono en River (382 partidos y 199 goles) le dejó, obviamente, muchas alegrías (los campeonatos ganados después de la larga racha sin títulos), algunas tristezas (las dos finales perdidas por la Copa Libertadores en el 66 y en el 76) " En el fútbol como en la vida, se aprende todos los días. Yo podía pasarme horas escuchando a Renato Cesarini, era una gran persona y un maestro inigualable. El me hizo aprender a pegarle a la pelota con la derecha, una pierna que solo usaba para pararme. Me pasé tantas horas en el frontón, que al final le daba con un fierro. Y Hasta hice varios goles de derecha, eso se lo debo al Tano".

"Labruna era una especie de símbolo, respetaba códigos de vida muy particulares, era un amigo de fierro, de esos que siempre se acercan a dar una mano a quien lo necesita". " Muchas veces me preguntaron- y algunos lo siguen haciendo- si como profesional hubiese jugado en Boca. Siempre dije que no. En uno de mis mejores momentos en el 73 vino el Puma Armando y me dijo "Pinino, usted pida lo que quiera y yo se lo doy...". Lo pensé varios días y le respondí negativamente. Hoy, a la distancia estoy seguro de que no me equivoque. Hubiese sido una traición para la mitad del país que siempre creyó a muerte en mi".

Siempre quiso terminar su carrera en River pero no pudo ser. Paso por varios clubes hasta que un día dio basta. UN domingo de octubre de 1987 jugó su último partido como profesional. Y lo hizo en un equipo llamado Boca de Coronel Suárez. Parece mentira pero no fue el Boca que siempre lo quiso. Los principios valen más que cualquier cosa.

" El hincha siempre esperaba que hiciera algo diferente, que la embocara desde un ángulo cerradísimo o desde cuarenta metros. Yo me daba cuenta de esa ansiedad de la gente y por eso intentaba todo lo que parecía imposible. Me gustaban las definiciones difíciles y estaba convencido de que podía conseguirlas. Todo pasaba por una cuestión de confianza, de seguridad, de determinación".

Norberto Alonso
La magia de la zurda

  Cuando le hizo el gol a Pepe Santoro de Independiente, tirandola por un lado y yendola a buscar por el otro. Muchos dijeron que Alonso era el Pele blanco. La frase sintetizaba a la perfección lo que significaba ese jugador diferente, absolutamente diferente, que se calzaba desde un año y pico antes la camiseta número 10 de River: la que había sido de Labruna, de Sívori y de Ermindo Onega, La que fue de el al cabo durante un largo e inolvidable tiempo.

El Beto nació en Vicente López pero vivió desde chico en Los Polvorines. Jugaba en un equipo llamado El Textil.
Desde allí hacía dos horas de ida y dos de vuelta para llegar e irse de Nuñez. La octava división fue la primera escala de un viaje rápido que pronto lo iba a depositar en el fútbol grande.

Fanático de Los Beatles y de la batería, a los 15 años, junto a un compañero de la matricería en que trabajaba, se pasaba el día cantando y hasta pensó en formar una banda de rock, caddie en las varias canchas de golf que había por su zona, hoy juega muy bien, nada le gustaba más que el fútbol.
Cuando estaba en quinta, Didi lo llevó al Chaco para jugar un partido amistoso. River ganó 2 a 1 pero más allá del resultado el técnico quedó muy conforme con el Beto.

En agosto del 71 llegó el gran domingo. Cancha de Atlanta, derrrota 2 a 1 con Atlanta
Uno de los primeros gratos recuerdos fue el 3 a 1 a boca en Racing cuando River jugó con los pibes contra los profesionales de boca.

En el 72 lo llamaron para la selección.

Alonso fue protagonista de los campeonatos del 75: hizo 20 en el Metro y 7 en el Nacional.

El 12 de agosto de 1976 fue vendido por más de 59 millones de pesos al Olympique de Marsela. En el 77 volvió a River.
Solicitado únanimemente por la gente y por la crítica, más allá de las dudas de Menotti, accedió a la Selección Nacional que se preparaba para el Mundial.
Jugó el Mundial pero de suplente, se enojó con Menotti porque según el no jugó de frente, no le dio la oportuindad que le había prometido.

Fue un año a Velez y volvió en 1984 para un cierre de campaña con toda la gloria.
Ganamos el Metro 85-86, la copa y la copa del Mundo.

Una fria tarde de junio de 1987 ante un Monumental con más de 90.000 personas se despidió del fútbol.

Partidos jugados en River: 372
Goles en River: 149
Títulos en River: 7 (Metropolitanos 1975, 1979 y 1980; Nacionales 1975, 1979 y 1981 y Campeonato de Primera División 1985/86)
* Datos válidos para Torneos de AFA.

Partidos internaciones en River: 47
Goles: 8
Títulos: 2 (Copa Libertadores de América 1986 y Copa Intercontinental de Clubes 1986)



Ubaldo Matildo Fillol
Arquero de River y campeón del mundo

  En un viaje a Buenos Aires y acompañando a un amigo que se iba a hacer una prueba para entrar a jugar en Quilmes, el Pato Fillol terminó jugando en el elenco cervecero. Luego pasó a Racing Club, que era dirigido por el histórico emblema riverplatense, Ángel Amadeo Labruna. Y nuevamente, el destino lo quería ligar con River.
Sin embargo, por aquélla época, River sufría mas desencuentros que alegrías y Fillol dudo y mucho, al punto de haber decidido quedarse en el club de Avellaneda, pero el mismo técnico de Racing, es decir, Labruna, lo hostigó para que se mudase a Núñez con las siguientes palabras: ¨Mire Fillol, si usted no va a River, yo mañana lo cago a trompadas¨
La Selección Argentina de fútbol consiguió en dos oportunidades la Copa del Mundo y en ambas ocasiones, sus dos arqueros titulares pertenecieron al Club Atlético River Plate. En su primer Mundial obtenido, Ubaldo Matildo Fillol fue el encargado de custodiar los tres palos durante el certamen que se disputó en nuestro país y que culminó en el estadio Monumental. El arquero, que era un indiscutido, estaba desde hacía cinco años en la institución de Núñez, pero su historia con River había empezado bastante antes...

Nacido el 21 de julio de 1950, Fillol vivió su infancia en el pueblo San Miguel del Monte, alejado de la ciudad, de la gente, los ruidos y viviendo la vida a otro ritmo. Por eso, a los catorce años, cuando Renato Cesarini se ofreció para llevarlo a hacer una prueba a River, Fillol le dijo que no. Tan sorprendido se quedó el gran Cesarini al escuchar esa respuesta como al verle las manos: ¨Pibe, usted tiene las manos muy grandes, va a ser arquero¨, le había augurado el gran Renato.

Dicho y hecho pero con otros colores. En un viaje a Buenos Aires y acompañando a un amigo que se iba a hacer una prueba para entrar a jugar en Quilmes, el Pato Fillol terminó jugando en el elenco cervecero. Luego pasó a Racing Club, que era dirigido por el histórico emblema riverplatense, Ángel Amadeo Labruna. Y nuevamente, el destino lo quería ligar con River.
Sin embargo, por aquélla época, River sufría mas desencuentros que alegrías y Fillol dudo y mucho, al punto de haber decidido quedarse en el club de Avellaneda, pero el mismo técnico de Racing, es decir, Labruna, lo hostigó para que se mudase a Núñez con las siguientes palabras: ¨Mire Fillol, si usted no va a River, yo mañana lo cago a trompadas¨

Tras una reunión, el Pato le hizo caso a Labruna y tomó la decisión acertada. Llegó a River en 1973 y el arquero y capitán de ese equipo millonario era José Alberto Pérez, más conocido como Perico. Pero al llegar Labruna al mando del equipo de River en 1975, Pérez fue relegado y Fillol se adueñaría del arco durante diez años espectaculares.
Debutó en River el 28 de octubre de 1973 en un River 3, San Martín de Mendoza 0, con la valla invicta. Su último partido con la camiseta millonaria fue el 20 de junio de 1983 en un empate en dos tantos ante su ex club, Racing.

En esos diez años Fillol se transformó, junto a Carrizo, en los dos mejores arqueros de la historia riverplatense, y tal vez, del fútbol argentino. El Pato parecía invencible, sacaba fuerzas de uno vaya a saber donde para llegar a alcanzar las pelotas más difíciles. Volaba a un palo y al otro y no lo podían batir. Tenía un físico elogiable. Unos reflejos de felino y una seguridad envidiable. Además era un gran atajador de penales.
En River atajó 16 penales, de los cuales, 2, pertenecieron a definiciones desde los doce pasos. En el Metropolitano de 1975 fue uno de los pilares de aquel equipo campeón pero su esplendor llegaría en el Nacional de ese mismo año. Algunos compañeros de aquélla consagración aseguran que ¨aquel Nacional del 75 lo ganó Fillol solo¨.

El Pato fue un inmenso del arco. Durante su estadía en River logró siete títulos. Siempre vital, siempre siendo la carta de salvación debajo de los tres palos.

El destino quiso que su carrera siguiese en Argentinos Juniors, cuyo técnico, vaya coincidencia, era Ángel Labruna. Y en entrevistas pasadas, Fillol aseguró que en la primera semana después de su salida del club de Núñez, en vez de agarrar para el entrenamiento de Argentinos, terminaba siempre en el Monumental. La rutina y el corazón le habían jugado una mala pasada.

Increíblemente su carrera la terminó en el arco de Vélez Sarsfield, y ante River en el estadio Monumental. Aquella tarde de 1991 le atajo un penal a Rubén Fernando Da Silva y le quitó a River la posibilidad de pelearle el campeonato a Newell´s Old Boys de Rosario. Tanta idolatría existía de parte del público millonario para con él, que aquella tarde de su despedida fue aplaudido y homenajeado durante todo el partido. Se retiró en su casa, como un grande.

Partidos en River: 361
Penales atajados: 16
Títulos: 7 (Metropolitano 1975, 77, 79, 80. Nacionales 1975, 79 y 81)
Campeón del Mundo con Argentina en 1978 mientras atajaba en River.


Daniel Passarella
El Kaiser

  Nadie se olvidará de aquella imagen de Pasarella que recorrió el mundo en 1978: él, capitán de la selección argentina, en andas de la gente y con la Copa del Mundo en sus manos. El pibe de Chacabuco, nacido en Alsina 236, una calle de tierra, el 25 de mayo de 1953, vivía en aquella fría tarde de junio una de sus horas más gloriosas.
"Daniel, vos vas a jugar en River", le predijo su abuela Ramona, que era la curandera del barrio. Y se lo dio a él que era de Boca como toda su familia. Boca, justamente, fue uno de los cuadros en que se fue a probar y en el que lo rechazaron, allá por 1970, como antes había ocurrido en Estudiantes, Independiente y Chacarita. Las puertas se cerraban pero el no bajaba los brazos, siempre pudo más su amor propio. Cada vez que escuchaba un NO regresaba a su Chacabuco, donde entre otras cosas estudió industrial y trabajó desde los 14 años en un corralón de materiales, como su padre Vicente Uberto, mientras su mamá Elida hacía las tareas de la casa. También durante dos años fue cadete en una tienda del centro. Jugó en Argentino de Chacabuco, como puntero izquierdo y salió tres veces campeón. Pasó a Sarmiento de Junín y allí de tanto romperla su nombre comenzó a trascender. Una vez la selección se presentó en Junín para un amistoso y le pidieron si podía actuar en reemplazo de Antonio Rosl (lesionado). "No contestó, yo juego para Sarmiento porque si me destaco no van a poder decir que fue por mis compañeros".

El tucumano Raúl Hernández (ex jugador de River y uno de sus mejores amigos) se lo llevó a Néstor Rossi que en aquel tiempo dirigía a River. Tenía 20 años el 23 de enero de 1974 cuando Pipo le preguntó si se animaba a jugar contra Boca "Discúlpeme que le conteste, yo me animo a jugar, hay que ver si usted se anima a ponerme" respondió. Daniel actuó de 3, no dejó mover al Mane Ponce, pegó un zurdazo espectacular en el travesaño y fue la figura del superclásico.

River le compró el pase y en sus primeros tiempos de banda roja dejo el sello inconfundible de su personalidad, de su marca, de sus goles de zurda o de cabeza, de tiro libre o penal, ya jugando como segundo marcador central. Llegó Labruna en el 75 y con él el Gringo Artico, el 6 titular. El técnico lo quiso ubicar como 3 y Daniel se negó rotundamente. Empezó la "guerra" con Labruna que una y otra vez lo mandaba al banco o a la reserva. Pero Daniel terminó convenciendo a Labruna y su espalda, rápidamente, empezó a identificarse plenamente con el 6.

En la Selección jugó 84 partidos y convirtió 26 goles. Se fue a Italia para jugar en la Fiorentina y después al Inter. Pero la selección le tenía reservada una revancha (tras el fracaso del 82): el 30 de junio de 1985, cuando Perú le ganaba a Argentina y lo dejaba afuera del Mundial de México, una espectacular corajeada de Danieldesembocó en el gol de Gareca y en el empate salvador. Lamentablemente una enfermedad lo dejó al margen del Mundial 86.

En Fiorentina cumplió una etapa formidable y hasta alcanzó el r récord de ser el defensor más goleador en una temporada de Italia: 11 en el torneo 85-86. Pasó al Inter. Y también dejó un recuerdo imborrable. En Italia es respetado hasta la admiración. Volvió a River para integrar el equipo de Menotti en el campeonato 88-89. Y le dijo adiós al fútbol activo unos meses después. Nacía el Pasarella técnico, tan exitoso como exigente y rígido (En Europa, lo llaman profesionalismo, ironiza)

Como técnico ganó el primer torneo que disputó y después vinieron dos más. El trabajo y la disciplina son valores imposibles de negociar con Pasarella. Es tan respetuoso de eso que hasta se ganó la fama de duro.

Ramón Díaz
El Pelado

  Ganador como jugador y el más ganador de la historia como director técnico del club más ganador de la historia, valga el juego de palabras.
Ramón Ángel Díaz tuvo, si se quiere, la mala fortuna de haber aparecido a la luz en el mundo futbolístico en una época de esplendor para River Plate, que fueron los fines de la década del setenta. En los cuales el equipo dirigido por Ángel Labruna contaba con un plantel exquisito y con futbolistas de enorme jerarquía. Pero Díaz nunca se achicó y en base a formidables y sobre todo, explosivas apariciones, se ganó un lugar entre los titulares ni bien arrancaron los años ochenta.

Nació en la provincia de La Rioja el 29 de agosto de 1959 y se ligó a River desde muy pequeño. Hizo las inferiores en el club de Núñez y fue en esa época cuando se ganó el apodo que aun perdura: ¨en inferiores no me crecía el pelo y por eso me decían pelado¨.

En los primeros tiempos, Ramón Díaz jugaba como media punta por la izquierda ya que era dueño de una zurda prodigiosa y tenía una visión de juego muy interesante. Pero lo que más asombraba era su pique demoledor y su facilidad para gambetear a los arqueros rivales. Tenía una definición espectacular, además.
Debutó en primera división en el año 1978, un 13 de agosto, ante Colón de Santa Fe. La gente comenzó a exigirle a Labruna que lo incluya como titular pero delante de Díaz, figuraba Leopoldo Jacinto Luque, en los planes del entrenador.

Ramón ingresaba en los segundos tiempos y con su frescura liquidaba los pleitos, cuando River ganaba por poco y ayudaba a su equipo a remontar resultados adversos. En sus primeros años, Ramón Díaz obtuvo consecutivamente el tricampeonato de 1979-1980, siendo suplente en los dos primeros.

Pero lo más raro de todo esto, es que con sólo jugar minutos en las segundas partes, le alcanzaba para ser el goleador de equipo, incluso hacía más goles que los delanteros históricos. Pero seguía siendo suplente. El Pelado fue el máximo artillero de su equipo en los torneos Nacionales de 1979 y Metropolitano de 1980.

Ya había cambiado su posición en la cancha. El técnico de la Selección Argentina, César Luis Menotti, en un Campeonato Mundial juvenil Sub-20 decidió ubicar a Díaz como centrodelantero, ya que el media punta era Diego Maradona. Aquella dupla, que se consagró campeona en Japón 1979, fue uno de los logros más recordados de la historia de nuestro fútbol, cerrando una década espectacular.
Ramón fue el goleador de aquel campeonato mundial gracias a sus piques demoledores y a sus definiciones tan espectaculares como eficientes. Ya se había consagrado en el mundo del fútbol y tenía tan sólo 20 años.

Su último campeonato conseguido como jugador, antes de emigrar a Europa, fue el Nacional de 1981 en el cual fue figura. Entre sus actuaciones más memorables de aquella primera etapa como jugador en nuestro club, aparece el 5 a 2 en la Bombonera, ante Boca Juniors, el 2 de marzo de 1980. Aquella jornada, Ramón le anotó dos golazos a Hugo Orlando Gatti, arquero de los de la Ribera. Hizo el primero y el último de una goleada espectacular como visitante.

Después de diez años en el viejo continente, acumulando títulos, muchos goles y más prestigio, el Pelado decidió emprender el viaje de vuelta hacia su primer amor. Entre sus recuerdos por su paso por Europa (jugó en Nápoli, en Avellino, en Fiorentina y en Internacional de Italia), aparecen títulos en el Mónaco de Francia y sobre todo, el último del Inter de Milán, allá por 1989, en el cual fue figura de un campeonato impresionante.

Uno de los torneos más recordados por el público riverplatense de los último tiempos es, sin lugar a dudas, el Torneo Apertura 1991. Por aquellos tiempos, en los cuales comenzaban los campeonatos cortos, River dejó sentado su postura y asumió el rol de campeón desde muy temprano, al ganar 9 partidos en racha. En esos nueve encuentros, Díaz marcó 8 tantos. La noche de su vuelta al club, River derrotó a Rosario Central por 2 a 1 como local. Ramón había marrado un penal pero en los últimos cinco minutos del partido, y con River perdiendo por la mínima, el riojano con dos zurdazos le dio la victoria al equipo dirigido, por aquel entonces, por Daniel Passarella.
Díaz terminó siendo goleador (14 goles) y figura de aquel Apertura 91, que fue su título último como jugador del club. En 1993 se fue a jugar a Japón al Yokohama Marinos, equipo en el cual fue campeón y goleador en su primera temporada.

En 1995 regresó al Club Atlético River Plate pero esta vez para hacerse cargo del equipo como director técnico. Y en sus primeros dos partidos al frente del equipo, dejó eliminado a Vélez Sarsfield de la Copa Libertadores, que era el defensor del título. Al año siguiente, 1996, con Díaz como entrenador, River comenzaba a enhebrar el ciclo más exitoso de los últimos tiempos, al cosechar 5 títulos en un año y medio.

Un record inimaginable ni por el más fanático de club de la banda roja. Le devolvió, desde el banco de suplentes, la alegría al hincha de River, con la obtención de la segunda Copa Libertadores de la historia.
Uno de los equipos más vistosos del club fue, sin dudas, el del Apertura 1996, con Ariel Ortega y Enzo Francescoli como abanderados de un fútbol hermoso. En 1997, el equipo de Ramón se alzó con el tricampeonato (ya lo había obtenido como jugador) con el Clausura y Apertura de ese año, y además, ganó 2 títulos en 5 días: Apertura y Supercopa. Éste último, era el torneo que River más quería obtener, dado que otros equipos grandes de nuestro país como Racing, Boca e Independiente ya lo habían cosechado.

En 1999 Ramón formó un equipo ultra ofensivo con el trío de atacantes formado por Pablo Aimar, Javier Saviola y el colombiano Juan Pablo Ángel. En aquel Apertura River derrotó a Boca en Núñez por 2 a 0 y se adjudicó el torneo en cancha de San Lorenzo de Almagro. Ramón dijo hasta luego por un tiempo y retornó al frente del equipo en 2001 y al año de su vuelta, volvió a gritar campeón detrás de la línea de cal.

Imitando esquemas tácticos aprendidos en Europa (defensa con tres hombres, cinco volantes, un media punta y un centro delantero) River volvió a demostrar un fútbol de altísimo vuelo, como la goleada histórica en la Bombonera por 3 a 0 ante Boca y cosechó así, su último –hasta ahora- laurel con River Plate. Ese fue el séptimo como entrenador y por eso, es el más ganador de la historia del club en ese rubro.

La gente lo recordará siempre por el grito de aliento hacia sus equipos, aquel que decía: ¨Oy, oy, oy, oy , es el equipo de Ramón¨.

Estadísticas:

Como jugador:
Partidos: 177
Goles: 85
Títulos: 5 (Metropolitano 1979, 1980 y 1981; Nacional 1979 y 1981; Apertura 1991)

Como técnico:
Partidos locales: 210
Ganados: 116
Empatados: 53
Perdidos 41
Títulos: 5 (Apertura 1996, 1997 y 1999; Clausura 1997 y 2002)

Partidos internacionales: 91
Ganados: 39
Empatados: 27
Perdidos: 25
Títulos: 2 (Copa Libertadores 1996; Supercopa 1997)


Enzo Francescoli
El Símbolo

 " Alguna vez volveré a River, de eso estoy seguro", dijo cuando fue a jugar a Francia.

Y allá anduvo por Racing Matra de París, después en el poderoso Olympique de Marsella, más tarde en el Cagliari y por último en el Torino.

Fueron ocho años de transitar por las canchas europeas. Nunca se olvidó de la banda roja que vistió por primera vez un viernes 22 de abril de 1983, en la cancha auxiliar del Monumental.
Y volvió el Enzo para dejar bién en claro que las promesas se cumplen. Volvió para el Apertura 94 y la gente lo recibió como si nunca se hubiera ido. Volvió menos explosivo, menos veloz, pero con más oficio, más panorama, y más ascendencia. Y con dos elementos absolutamente intactos: el taleto y esa capacidad de gol que siempre los destacó. Fue goleador y campeón, mejor imposible.

El primer gol de su retorno fué frente a Argentinos Jrs, pero el debut fué frente a Nacional de Montevideo por la Supercopa.
Durante ese Apertura hizo 12 goles que lograron batir el récord de otro compatriota suyo, nada más y nada menos que Walter Gómez.

Se fué el Tolo, paso fugaz de Babignton y viene Ramón con quien lograría muchísimos títulos.
El 96 logró lo que tanto anhelaba: La Copa Libertadores en la cual hizo 6 goles.
Pero no todo terminó ahí. Ese mismo año River arrolló en el Apertura y el Enzo llegó nada más y nada menos que a la cifra de 100 goles en Rosario frente a Central (convirtió dos goles es día del 5 a 2)
De los 100 goles 59 fueron de jugada, 34 de penal, 7 de tiro libre: 40 en los primeros tiempos y 60 en los segundos.
Y quedaron además 10 en la Libertadores y 9 en la Supercopa.

En el 97 dos títulos más para El Enzo y además la Supercopa. Su cifra final de goles fué de 115 conquistas en 198 partidos.

El anuncio que nadie quería escuchar fue dado en la tarde del 18 de febrero de 1998. El retiro estaba consumado.

Pero no todo fue un lecho de rosas en la carrera del Enzo en River. Francescoli nació el 12 de noviembre de 1961 en el barrio Capurro de Montevideo. Llegó a Wanderers en el 77 y tres años después debutó en Primera. Fué campeón sudamericano con el juvenil uruguayo (1981) en Ecuador y participó en el Mundial de la categoría en Australia. Con la selección mayor logró la Copa Nehrú de la India (1982) y la Copa América (1983). En el 83, a los 21 años llegó a River.
Desde el momento en que debutó el 24 de abril de 1983 en el Monumental, victoria 1 a 0 sobre Huracán su evolución fue constante. El "uruguayo, uruguayo" ya era un grito conocido, casi familiar. Eso lo conmovía "es muy díficil ser reconocido fuera del país de uno y lograrlo me hace sentir muy bien" quién nunca fue tan bien tratado en Argentina , ni siquiera en Uruguay.
En 1985 ganó el Olimpia, el balón de oro.

Además de su talento Enzo siempre fue admirado por su humildad, a pesar de ganar todo y ser un grande en el campo de juego lo era todavía mucho más fuera de la cancha donde demuestra día a día la clase de persona que es.
El domingo 9 de marzo de 1986 se consagró campeón argentino con River, 3 a 0 sobre Velez con un penal suyo en el último minuto de juego- Fue el goleador del torneo con 25 conquistas.
El 1 de agosto de 1999 fue el día seguramente más soñado. Fue el día en que 80.000 espectadores colmaron el Monumental con un único motivo: AGRADECERLE AL ENZO. Fue el día en que otro uruguayo, el ilustre Walter Gómez dio el puntapié inicial. Fué el día en que diseñó el equipo de River con muchos amigos y para colmo cerró la noche con un pase a Marco y de este a Bruno para que sellen el último gol de River. Para anunciar que la dinastía Francescoli continúa.
En esa tarde Enzo recogió algo de lo tanto que había sembrado en su brillante trayectoria: su partido despedida se transformó en una fiesta inolvidable para él y para todo River. El Enzo hombre seguirá caminando por la vida con la frente bien alta y las convicciones irrenunciables.
El Enzo símbolo estará siempre.

Ariel Ortega
Esa cintura endiablada...

  La tarde del sábado 30 de abril de 1994 Ariel Arnaldo Ortega escribió una de
las páginas más gloriosas de la historia del Club Atlético River Plate, cuando con una actuación perfecta, que incluye un golazo, fue el héroe del triunfo frente a Boca Juniors en La Bombonera por 2 a 0.
Es que habían pasado ocho años, exactamente 2946 días, de la última victoria millonaria en tierra boquense y además, existía una racha adversa de
resultados que ofendía y provocaba desazón.
Dicen los que saben que los grandes jugadores aparecen en las más difíciles
y éste jujeño, que por ese entonces tenía 20 años recién cumplidos, eligió
un Superclásico para dejar de llamarse Orteguita.
Jugó en una Bombonera repleta de presión con soltura y alma de potrero;
gambeteó y desparramó rivales jugando como wing derecho y no se cansó nunca de pedirla y de resolver en una baldosa. Dejó en ridículos a Mac Allister
(¡pobre colorado!), Navarro Montoya y al experimentado defensor Juan Simón.
A los 14 minutos de la segunda mitad entró al área por la punta derecha
¿cuando no? y sacó un latigazo infernal que se clavó en el ángulo izquierdo de Navarro Montoya. Luego, siguió enloqueciendo rivales y provocó la expulsión de Peralta. Más tarde llegaría el segundo de Hernán Crespo para adornar el resultado.
Ese mismo año, el 11 de diciembre y con un Mundial encima, Ariel volvió a
pisar la cancha de Boca. Esta vez, tenía a un compañero de lujo a su lado:
Enzo Francéscoli. Nuevamente fue la figura del Superclásico, en aquella
inolvidable goleada por 3-0 que le permitió al equipo de Gallego coronarse
campeón invicto -por única vez en la historia- una semana después.
El Chango clavó un derechazo desde afuera del área por encima del cuerpo del
mismo Navarro Montoya y colocó el 2 a 0 parcial. Anteriormente, le habían
cometido el penal que Francescoli luego transformaría en gol.

Claro que la historia de Ortega no empezó en 1994. Ya desde chiquito mamó
esa pasión por la pelota y se la pasaba pateando en la canchita Belgrano que
estaba enfrente de su casa. Dejó de lado los estudios tras finalizar el
primer año y ni siquiera amagó, raro en él, con seguir segundo. Su primer
club fue Atlético Ledesma, que era el club más importante del barrio, y a
los 15 años ya estaba en primera. ¨Mi meta era que me pagaran por jugar en
la liga de Jujuy¨.
Llegó a River en diciembre de 1990 y se sometió a una práctica de quince
minutos realizada por el director general de fútbol amateur, Delem. Volvió a
Jujuy y tras dos meses se integró definitivamente al club en la sexta
división. Disputó once partidos y saltó a la reserva. Por esos días
extrañaba mucho pero el apoyo de sus padres José y Mirta fue importante para
que se quedase en Buenos Aires.

Debutó en primera el 14 de diciembre de 1991 -1-0 frente a Platense- con 17
años y de la mano de Passarella (su padre futbolístico). De ahí entonces, su
vínculo con el hincha quedaría marcado a fuego.

Ganó su segundo título (el primero jugando como titular) en el Apertura
1993. En ese torneo disputó todos los encuentros y convirtió un gol
recordado a Mandiyú de Corrientes en el Monumental el día de su vigésimo
cumpleaños. Repetiría otra vuelta olímpica en el Apertura de 1994 y dos años
más tarde se alzaría con la Copa Libertadores de América y el Apertura ´96.

Sus notables actuaciones provocaron su ida al Valencia español, en lo que
fue en ese entonces el pase más caro en la historia del fútbol argentino: $
12.130.000.
En el viejo continente desparramó alegría por el ya nombrado Valencia y
luego en Sampdoria y Parma. Ya había jugado su segundo Mundial en 1998 en
Francia.
Hasta que un día decidió volver, como una vez lo hicieron Ramón Díaz y Enzo
Francescoli. Ariel Ortega emprendió el viaje de vuelta a Núñez porque en
Europa no entienden mucho de gambetas y lujos.

Fue una tarde lluviosa frente a Rosario Central y fue figura, valga la
redundancia, en la goleada 4-1. Tuvo que esperar tres torneos (tres
subcampeonatos) para alcanzar la gloria nuevamente. Esta vez, retornó como
manija del equipo y no tan pegado a la raya de cal, y se dedicó a enloquecer
a volantes centrales, como a Mauricio Serna el 10 de marzo de 2002. Sí, de
nuevo en el mismo escenario -La Bombonera- y también después de ocho años
sin conocer el triunfo allí.

Tenía que volver el Burrito de las mil y un gambetas para alterar la
historia y sacarnos de encima una mochila pesada. Sirvió a Esteban Cambiasso
(en el primer gol) y a Ricardo Rojas (en el tercero). Robó la pelota a Serna
en la mitad de la cancha, la llevó al área rival, la abrió a Zapata a la
izquierda, la volvió a recibir y dejó solo a Cavenaghi para que éste dejara
a Coudet listo para empalmar el segundo. Tenía que regresar Ariel para poder
gritar en La Ribera. Posteriormente, River gritó campeón por trigésima vez
pero Ortega tuvo que desembarcar en el Fenerbahce turco, pese a que era la
debilidad del presidente José María Aguilar. Tenía un contrato muy
elevado como para mantenerlo. Y ahí está deleitando ojos ajenos y esperando
seguramente por otro regreso al club de sus amores.

Ariel, ¡gracias por volver!, gracias por volver a ganar en la Boca, todos
los riverplatenses lo necesitábamos y hasta la vuelta.

Nacimiento.
- Fecha: 04/03/1974
- Lugar: Ledesma, Jujuy
- Apodo: Burrito

Contextura.
- Altura: 1,70 mts.
- Peso: 67 kgs.

Características.
- Número: 7
- Posición: medio punta
- Pierna hábil: derecha
Debut en 1ra.
14/12/1991 (Platense 0 - River 1)

Partidos.
- jugados en 1ra.: 256
- goles convertidos: 68

- internacionales: 74
- goles convertidos: 10

- selección: 86
- goles convertidos: 17

Titulos obtenidos.
7 (Apertura '91, '93, '94 y '96, Copa Libertadores '96, Clausura '02 -River- y Apertura 04 - Newell´s) * Supercopa Italiana 1999 (Parma) ** 1 Medalla de Oro Juegos Panamericanos Mar del Plata 1995 y * Medalla de Plata en Juegos Olímpicos Atlanta



Pablo Cesar Aimar
El Payaso
El más alegre, sin dudas. El que más hace divertir a los hinchas. Ese es Pablo César Aimar, cordobés, argentino y riverplatense. De baja estatura pero de talento inmenso, es uno de los mejores jugadores de nuestro país en la actualidad. Su mágico fútbol lo ha paseado por todas las canchas del mundo vistiendo la camiseta de River Plate, de la Selección Argentina y de Valencia, su actual club.
El más alegre, sin dudas. El que más hace divertir a los hinchas. Ese es Pablo César Aimar, cordobés, argentino y riverplatense. De baja estatura pero de talento inmenso, es uno de los mejores jugadores de nuestro país en la actualidad. Su mágico fútbol lo ha paseado por todas las canchas del mundo vistiendo la camiseta de River Plate, de la Selección Argentina y de Valencia, su actual club.

Nacido el 3 de noviembre de 1979 en Río Cuarto, éste escorpiano llegó a River en 1994, debido a que sus amigos del pueblo querían venir a probar suerte en el fútbol grande de la Capital Federal. Siempre introvertido y tímido fuera de la cancha, el Payasito brindó una demostración de fútbol en aquella prueba y llamó la atención por su inexpugnable calidad.
Pero como le sucediera a infinidad de chicos que vienen del interior, Aimar regresó a sus pagos allá en Córdoba para jugar en el club Estudiantes. Sin embargo, un llamado de Daniel Passarella, por entonces técnico de River, lo hizo regresar a Núñez, para ya no volverse más.
Producto impecable del semillero millonario, Pablito compartió sus momentos de adolescencia en la pensión del club con sus amigos Franco Costanzo y Guillermo Pereyra, todos ellos cordobeses. En las divisiones inferiores siempre fue un valor destacado a pesar de no tener la contextura física adecuada pero como en nuestro club siempre sobresalió la técnica por sobre el físico, en las categorías menores, Aimar no tuvo problemas en adaptarse rápidamente.

El 11 de agosto de 1996 debutó en la Primera División del fútbol argentino, teniendo a Ramón Díaz como entrenador, en un partido que River perdió por 1 a 0, en Santa Fe, ante Colón. Ya pintaba para crack ese gurrumín. Sin embargo, aquel plantel supercampeón estaba plagado de estrellas, por lo que Aimar tuvo que esperar su momento para decir presente en el fútbol grande.
Sumó un partido en el Torneo Apertura 1997 y ese fue su primer título. Tras la venta de Marcelo Gallardo al fútbol francés, la camiseta número ‘10’ de River tuvo en Pablo Aimar a un exponente genuino y fantástico, con todo el potrero encima. El cordobés le regalaba maravillas a la hinchada que ya comenzaba a idolatrarlo.

Gran pateador de tiros libres, se recuerda mucho un tanto anotado a Gimnasia y Esgrima La Plata en cancha de Vélez Sarsfield, en el partido de desempate para ingresar a la Copa Libertadores de América 2000. River ganó 3 a 2 y Pablito anotó un gran gol.
Asumió la condición de crack indiscutible en el Apertura 99 cuando lideró el ataque de un conjunto impresionante que contaba con un trío de lujo en la ofensiva: Aimar, Javier Saviola y Juan Pablo Ángel. En aquel torneo el equipo dirigido por Ramón Díaz desplegó un fútbol brillante que nacía de los pies de Pablito.
Aimar convirtió goles espectaculares y también decisivos a muchos rivales como a Independiente (1-1 en la sexta fecha). El equipo tenía un andar majestuoso y peleaba el título con Boca Juniors, a quien enfrentó en la undécima, un 17 de octubre, con un Monumental repleto.
Una actuación magistral de Aimar le dio el triunfo a River sobre el elenco dirigido por Carlos Bianchi. A los 37 minutos de la primera etapa Leonardo Astrada habilitó a Pablo, que entró con la marca de Martín Arruabarrena, por el costado derecho. Mató la pelota en el pecho y tras un pique le colgó el balón en el segundo palo al indefenso de Óscar Córdoba, arquero boquense. El gol de Ángel en la segunda mitad cerraría el marcador. River volvió a imponerse en un superclásico, en el Monumental, después de nueve años con Aimar como máximo exponente.

Con aquel triunfo nuestro equipo se trepó a la cima y jamás la soltó. Un golazo de tiro libre a Talleres (4-1), en el Olímpico de Córdoba, para ser profeta en su tierra. Un bombazo en el empate cuatro a cuatro con Chacarita. La fiesta final llegó en la última jornada en el empate en dos tantos frente a San Lorenzo, en el Nuevo Gasómetro, un 19 de diciembre.
Con 19 partidos jugados y 1668 minutos en cancha fue el futbolista de mejor asistencia en aquel campeonato. Con 9 tantos fue el volante más goleador y sin dudas, fue la figura de un equipazo.

Sin Ramón Díaz en el banco y con la llegada de Américo Rubén Gallego, Pablo Aimar lideraría a River hacia un nuevo doblete en la historia del fútbol argentino. El Clausura 2000 también quedaría en manos de la banda roja, con la misma base del título anterior. Aquel fue el tercer y último logro conseguido por el Payasito en River, ya que en enero de 2001 partió rumbo al fútbol español, desembocando en Valencia, quien pagó mas de veinte millones de dólares por su magia.

En este club es considerado ya un ídolo y es el jugador más querido por parte del público valenciano. Ya ha sumado a su palmarés 2 Ligas Españolas (2001-2002 y 2003-2004), 1 Copa de la UEFA (2004) y 1 Supercopa Europea (2004). Tiene más de veinte goles y casi ciento cincuenta partidos en la liga de las estrellas.

Pero no sólo en River y Valencia ha brillado el Payaso. También en la Selección Argentina ha hecho de las suyas. Como juvenil obtuvo 2 campeonatos sudamericanos y una Copa del Mundo, en Malasia 97, Sub 20.
Ya ha jugado un Mundial en Corea-Japón 2002, convirtiéndose en el mejor jugador del plantel argentino, en el marco de una frustrante experiencia mundialista, con el equipo de Marcelo Bielsa eliminado en primera ronda. De todos modos, Pablito espera su revancha en Alemania 2006, donde seguramente será un arma principal en el esquema de José Néstor Pekerman, el entrenador albiceleste. En ese país Aimar jugará su segundo Mundial.

Partidos en River: 83
Goles en River: 22
Títulos en River: 3 (Aperturas 1997 y 1999 y Clausura 2000)
* Datos válidos para Torneos de AFA.

Partidos internacionales en River: 29
Goles: 7


Marcelo Salas
El Matador

  Cuando era pequeño, su madre Alicia Melinao siempre lo llevaba a ver jugar a su padre, así en las canchas de barrio de la sureña ciudad de Temuco, comenzaba el sueño de Marcelo Salas: convertirse en un gran futbolista. Pero mucha agua tuvo que correr bajo el puente antes que Marcelo llegara a ser quien es. Sus inicios, no están marcados, ni por la gloria ni por la fama de hoy, pero el camino de sinsabores que ha tenido que recorrer este joven futbolista, son una muestra de que todo en la vida se puede lograr, sólo hay que tener la intención, muchas ganas y quizás también un poquito de suerte.
Marcelo, comenzó su carrera siendo "alcanza pelotas" del Club Santos de Temuco, pero la agudeza de la mirada de este jugador, lo llevaron al poco tiempo a convertirse en goleador del mismo equipo en la categoría juvenil. Eran los años en que se había propuesto llegar a Santiago y ser titular de uno de los grandes clubes del balompié chileno.

Su padre, hincha número uno, y convencido de que Marcelo, era uno de los grandes, comenzó con las gestiones, muchas veces infructuosas, que permitieran demostrar el talento de su hijo.
Varias fueron las puertas que tocaron entre ellas la de Colo-Colo, primera prioridad para Rosember Salas- pero nadie quería apostar por un desconocido, ¿ no sabían "la cartita" que se estaban perdiendo.

En 1991, Marcelo y su padre viajaron a probar suerte a la capital. El equipo de Universidad de Chile era el elegido. Después de diez minutos de juego con la reserva le otorgaron la titularidad y comenzaron los llamados a Temuco para pedir el pase.

La carrera de Salas recién comenzaba, fue traspasado a Universidad de Chile por la módica suma de 66 mil 856 pesos y en 8 días pasó a formar parte de la selección Sub-17. Su sueldo entonces bordeaba los 50 mil pesos. Fueron días difíciles para Marcelo, tuvo que dejar atrás la tranquilidad del sur e internarse en la selva de Santiago; dejar la casa paterna y pasar a ser huésped donde unos primos santiaguinos.

"Estuve dos o tres años sin salir para ningún lado y pasaba metido en la casa, no conocía a nadie". No se demoró mucho en llegar a la categoría adultos. Vinieron los goles, sus increíbles pases y el apodo de "Matador". Dejó de ser el tímido provinciano que viajaba a la capital en busca de oportunidades. La capital lo obligó a cuidarse, sobre todo de la prensa, dejó de ser un chico alegre e ingenuo. Era un ídolo, una de las grandes promesas del fútbol nacional. Pero como se ha hecho costumbre, todo lo que es bueno es material de exportación. Los clubes extranjeros empezaron a fijar la mirada en el "Matador". Mexicanos, españoles, y más tarde los argentinos no dejaron de gritar las ofertas para tener a Marcelo entre sus filas.

Fue entonces cuando el empresario argentino Gustavo Mascardi, compró a Salas en 2 millones 800 mil dólares, más o menos mil 200 millones de pesos, y en poco días lo transfirió a River Plate por tres millones y medio de dólares. Al poco tiempo, los buenos pases y, por supuesto los goles, Marcelo Salas-quien firmó contrato por tres años con el equipo bonaerense lo situaron en el lugar de honor. Pero nada fue gratis. Tuvo que dejar su país para lograr el triunfo. Aunque le advirtieron lo difícil que podía ser. El se arriesgó. Desde su debut en las canchas trasandinas, el 15 de septiembre de 1996, la prensa de ese país le ha dedicado portadas y artículos que no dejan de elogiarlo y la hinchada le ha demostrado su cariño mediante el canto a todo pulmón de "Chileno... Chileno". El, agradece con goles y con la clásica hincada con el índice apuntando al cielo, como dando gracias a Dios. "Sé que habrá momentos más difíciles, porque el fútbol es así. Pero la alegría de ahora no es comparable a otra cosa. Es mucho lo que significa para mí y para mi familia". En los últimos meses, los teléfonos de River Plate no han parado de sonar. Importantes clubes del viejo continente quiere a Marcelo Salas y lo quieren ya, no importa cuánto cueste. Él señaló una vez: "Desde que empecé a jugar al fútbol, yo siempre tuve en mi cabeza ir a Europa, nunca había pensado antes pasar por el fútbol argentino. Por eso cuando se dio la oportunidad la tomé como un desafío. Tenía mucha confianza. Y espero triunfar antes de cumplir con ese sueño del pibe´´. Ya triunfó pero Salas jugara en el River Plate hasta antes del mundial de Francia, ya que fue transferido al Lazio de Italia el 31 de enero en unas de las operaciones más costosas de fútbol mundial, que involucra 55 millones de dólares y dejará desde julio al Matador con el segundo sueldo de Italia (el primero es el de Ronaldo)

. La transferencia en Argentina significó un desembolso de 20 millones 414 mil dólares: 17 millones 300 mil para River Plate libres de impuestos; dos millones 595 mil del 15 por ciento para el jugador; 346 mil del dos por ciento para la AFA; 173 mil del uno por ciento para Futbolistas Argentinos Agremiados. Salas recibirían un sueldo de 17 millones 500 mil dólares en ocho años, oficialmente son cinco, el límite permitido en Italia. Vivirá en una casa cuyo alquiler mensual asciende a 15 mil dólares; así como un auto valuado en 80 mil dólares. Mascardi recibirá unos tres millones de dólares de Salas, 15 por ciento de los ingresos. Lazio desembolsa al fisco italiano unos 17 millones de dólares en impuesto. Y eso que no se cuenta un seguro de accidente hasta junio por otros 12 millones 500 mil. Es mucho el dinero que recibiría Salas y hay que pensar que Marcelo tiene sólo 24 años.

Salas fue coronado como "Rey de América" en el hotel Victoria Plaza de Montevideo, que se vistió de fiesta para recibir a los 520 invitados de los 52 piases que votaron en la encuesta denominada "América y Europa le responden a El País" realizada por ese medio uruguayo. A la ceremonia, además asistieron cerca de un centenar de periodistas. El salón denominado de "Ball Room", que fue el escenario de la entrega, se llenó de aplausos al ser nombrado el jugador chileno. Ante el reconocimiento, los integrantes de la delegación nacional: Ricardo Abumohor, Alfredo Asfura y Nelson Acosta tampoco ocultaron su orgullo por el delantero criollo. Entre los asistentes a la fiesta había entrenadores, jugadores activos y ya retirados, árbitros y dirigentes, y todo coincidían en alabar las condiciones innatas del goleador chileno. Salas además de la medalla que lo consagra como "Rey de America", recibió el "Balón de Oro" como el mejor jugador del continente y un flamante auto Toyota Tercel 1998. Si bien este no es el primer reconocimiento con que lo distinguen, sin duda es uno de los más importante de su carrera.

SU LLEGADA A RIVER:
Dos veces campeón con Universidad de Chile, a estas alturas los objetivos de Marcelo Salas habían crecido sustancialmente. El plano interno no bastaba. Era necesario consagrarse fuera del país. El año no partió bien en lo grupal, al quedar la selección Sub 23 eliminada en los Preolímpicos de Mar del Plata, aunque el Matador demostraba su efectividad con cuatro anotaciones. Se anunciaban dos grandes desafíos: la copa Libertadores y la eliminatorias mundialistas para Francia 98. En el torneo de clubes, Salas fue la clave en la gran campaña de Universidad de Chile, sólo detenida en semifinales por River Plate, a la postre campeón y fundamental en su destino. Salas se cruzaba con los Millonarios, iniciando de esta manera la historia actual. Pudo ir al Boca Juniors, pero Carlos Bilardo dio una razón para el no: "Nunca un chileno ha triunfado en Argentina". Gran equivocación del doctor. Marcelo Salas asomó en River Plate y se ganó el corazón y respeto de la hinchada de inmediato cuando en su primer partido como titular, frente a Boca Juniors, anotó la cifra del empate parcial a un gol.

A pesar de que inexplicablemente no fue titular, sus apariciones resultaron determinantes en la conquista del Apertura 96. Imborrables son sus dos goles a Vélez Sarsfield, cuando desparramó al meta Pablo Cavallero, entregándole a River aquella corona, tres días después que con la selección igualara frente a Argentina en el Monumental de River. Eran días felices en la Roja donde anotaba goles a Ecuador y Uruguay, aportaciones claves para la clasificación a Francia.

Javier Saviola
"Si fuera por mi, yo en River me quedo toda mi vida"

  Toda su vida se declaró hincha fanático de River, cumpliendo su sueño de vestir la casaca del Millo el día de su debut, el 18/10/98, frente a Gimnasia de Jujuy. Este partido terminó 2-2 y Saviola marcó el segundo tanto de la Banda.

Un día que la Rata nunca olvidará será el 12/12/99 (un día despues de haber cumplido 18 años), ya que marcó dos goles en el triunfo ante Ferro, River se afianzó en lo mas alto de la tabla, Javier alcanzó a palermo en la tabla de goleadores y la hinchada Millonaria le cantó un FELIZ CUMPLEAÑOS, desplegando una enorme bandera felicitandole. "Saviola es el mejor delantero del futbol argentino", Ramon Diaz, noviembre 99
Javier Pedro es, como dice Lito, el ultimo guapo del Bajo Belgrano, que domingo a domingo, alegraba a la hinchada Millonaria. Todos sabemos que la Rata fue el goleador del torneo apertura 99, con 15 tantos; convirtiendo goles de todos los tipos y colores (de zurda, de derecha, de cabeza, de chilena, de taco, etc).
Sus goles son siempre GOLAZOS.
Además, se consagró goleador del Mundial Sub-20, al marcar 11 tantos en 7 partidos. Así se convirtió en el máximo artillero en la historia de los mundiales juveniles. Es ídolo total de la hinchada riverplatense, y con 19 años, ya se metió en la historia grande del glorioso River Plate.
Hasta el 12/11/02, lleva convertidos 46 goles por torneos de AFA, 9 goles por Copas Libertadores y 3 goles por Copa Mercosur. Jugando para el Barca marco 26 goles (7 en la Champions League y 19 en la Liga). Con la Selección Argentina Sub-20 anoto 11 goles.
Recientemente fue transferido al Barcelona de España. Las únicas palabras que tenemos los hinchas son de agradecimiento. SUERTE JAVIER!!!!!!!!!!

"Es un gran jugador. Lo veo y se me pone la piel de gallina. Tiene la calidad de un volante conductor de equipo y a la vez define como Van Basten", Diego Maradona, julio 00

"Me duelen todos los goles que me hacen. Por ejemplo, los de Saviola, que me tiene de hijo...", Oscar Cordoba, arquero de boca, octubre 00
Todo el mundo debe saber que la Rata fue elegido por el prestigioso diario uruguayo "El pais" como el mejor jugador de América en el año 99. Este premio lo han ganado jugadores de la clase de Francescoli, Salas, Chilavert y Romario.

Actualmente, Javier es el 12 avo goleador del fútbol argentino en actividad.

Los casi 26 millones de dolares que pagó el Barca por su pase son record absoluto para el fútbol argentino.

El Conejo fue una figura excluyente del ultimo mundial ganado por Argentina, en donde demostró toda su categoría. Marcó 11 goles (record total) en 7 partidos, se consagró goleador del torneo y gano el balón de oro al mejor jugador. Realmente dio gusto verlo jugar!!!. Además, hay que aclarar que en la final contra Ghana, llevó la cinta de capitán.

Javier Saviola y Pablo Cesar Aimar formaron una dupla letal, dando catedra en cualquier cancha en la que se presentaban (ademas, son íntimos amigos y compartían, entre otras cosas, el fanatismo por el millo y los cuartos en las concentraciones). Ahora, el compañero de la Rata en las concentraciones es su ídolo de toda la vida Ariel Arnaldo Ortega. Debe ser un sueño para Javier estar jugando al lado del Burrito, jugador al que toda su vida admiró. Es más, en el cuarto de la Rata, todavía hay colgado un poster de Ariel Ortega !!! Y encima se entienden a la perfección... cuando arrancan, nadie los puede fenar y despliegan poesía por todo el campo de juego. Gracias Ortega nuevamente por tu vuelta y por amar tanto a River Plate !!!!!

Frases dichas por Saviola:

"Si fuera por mi, yo en River me quedo toda mi vida", Radio River Monumental, enero 00

"El día del debut, Arzubialde me pegó una patada y quedé revolcandome por el piso un buen rato. Me dijo: LEVANTATE PENDEJO DE MIERDA. yo me quedé mirandolo, como diciendo: para que recién empiezo...." , revista El Grafico, diciembre 99

"El gol de River que más grité como hincha fue el segundo de Salas contra el San Pablo, por la final de la Supercopa", revista El Grafico, diciembre 99

"Estoy muy tranquilo en River, que es uno de los mejores clubes de la Argentina y del mundo. Es como mi segunda casa, y , por ahí, en el fondo del corazón uno quisiera quedarse para siempre, pero también tengo claro que alguna vez me gustaría ir al fútbol europeo. Lo ideal sería seguir dos o tres años más, pero nunca se sabe. Lo que tengo claro es que si me voy al exterior, tiene que ser para triunfar, no para probar suerte", revista mistica, julio 00.

"Yo era alcanzapelotas y hacía lo imposible por ver a Francescoli y a Ortega. Me fijaba en lo que hacían ellos, trataba de imitarlos. Y ahora todo eso me pasa a mi.", diario Clarin, julio 00.

"Yo se que si pierdo la humildad, pierdo todo. Vivo pensando en no cambiar. Si me pongo a pensar en todo lo que me pasó en River, me vuelvo loco", diario Clarin, julio 00.

También hay palabras y consejos de jugadores y ex jugadores:

"Una aparición explosiva. Tiene un pique de tres cuartos arrollador. Sabe mucho con la pelota y en el área es mortífero. Lo que más me asombra es su calidad para definir. No hay muchos jugadores en el mundo con su frialdad para hacer lo mejor cuando esta frente al arco" dijo Astrada

"Se que siempre Saviolita me nombra como a su ídolo, se lo oi decir en varios reportajes. Pero no es por eso que tengo un gran cariño futbolístico y humano por él. La verdad que me encanta su forma de jugar, la explosión que tiene en los piques. Además, siempre encara directo al arco, nada de irse para los costados. Otra cosa que me impresionó fue su evoloución en casi un año de primera. No es común que un pibe de 17 años estalle y se adapte tan fácilmente a un ritmo tan exigente. Pero Javier pudo, lo que habla de su gran capacidad.
Lamentablemente no lo pude ver mucho en vivo pero si me acuerdo que hace unos meses, cuando pase por el Monumental a saludar al utilero Pichi Quiroga y a otra gente del club, me crucé con él y estuvimos hablando un poquito. Me encanta como juega, es muy rápido, tiene una habilidad bárbara y también lo noto muy frío para definir. Me asombró su poder de gol. Con un jugador de esas caracteristicas cualquier equipo arranca con ventaja, y hay robo. Y eso es con lo que conto River: individualidades desequilibrantes (como la de Saviolita) para quedarse con un nuevo título", dijo Ortega

"El tenía 10 años, y nosotros 17. Sin embargo jugaba con nosotros y nos pasaba como si nada. Era tan gracioso todo que casi siempre teníamos que parar los partidos porque la abuela le traía el vaso de leche y hasta que no se la tomaba toda no seguíamos" dice Sebastian Cantiani, preparador físico que trabaja en el gimnasio de River desde hace 5 años y tutor de Javier desde que era un bebe.

"Quiero que estés tranquilo, vos sos muy chico y aca las responsabilidades las tienen todos esos jugadores experimentados que ves ahi. Asi que anda y mostrá lo que sabes porque yo y los jugadores te bancamos a muerte", le dijo el Pelado Diaz en el momento de ingresar al campo, el día del debut.

"A ver si bailas a los jujeños como lo hacés en todas las prácticas", le dijo Hernan Diaz el día antes del debut. Revista River Campeón de Ole, diciembre 99


Andrés D'Alessandro
El inventor de la Boba.

  Es el inventor de la Boba, como una vez la bautizó su ex compañero de equipo Eduardo Coudet. La misma consiste en mostrarle la pelota al rival, pisarla de un lado para el otro, volver a mostrársela y salir para el lado contrario, dejando embobado al rival y superándolo en el intento. Una y mil veces la practicó contra cualquier rival de turno y una y mil veces logró zafar de su marcación.

Andrés Nicolás D´Alessandro es el último gran volante de enganche que salió de nuestro fecundo semillero. Los hinchas de River lo pudieron disfrutar durante tres temporadas porque fue transferido en 2003 al Wolfsburgo de Alemania.

Dueño de una zurda mágica y prodigiosa, D´Alessandro ya ha logrado alcanzar muchas metas pese a tener una carrera, relativamente, corta. Nació el 15 de abril de 1981 en el Sanatorio Lavalle, en Capital Federal y siempre vivió en el barrio de La Paternal. Hizo los estudios primarios en la escuela Provincia de Mendoza y al salir de la misma, se iba disparado para mimar a la pelota en el club de su barrio con sus amigos.

Ya desde chico lo apodaron el cabezón por las dimensiones de su cabeza. Su padre fue el gestor de tal seudónimo. En su niñez pasó por varios clubes de barrios practicando baby fútbol hasta que recaló en el mítico club Parque para finalmente arribar al Estrella de Maldonado.

Llegó a River de la mano de Titi Montes y Gabriel Rodríguez y en las divisiones de nuestro club atravesó todas las etapas. Desde infantiles hasta la primera división, a la cual llegó en 2000, con Américo Rubén Gallego como entrenador del primer equipo. Ante Unión de Santa Fe (28 de mayo), por el Clausura, D´Alessandro vistió por primera vez la camiseta de la banda roja en el estadio Monumental.

Lo curioso es que el Cabezón ya había sido conocido en el ámbito futbolístico pero a través de las selecciones juveniles de nuestro país. Jugó en la Selección Sub 23 con tan sólo 18 años. Participó como sparring de la Selección dirigida por Marcelo Bielsa, ex director técnico de Argentina y fue llevado a una gira por España en 1999.

Pero su momento cumbre con las selecciones menores lo cumplió en 2001 al adjudicarse, junto a sus compañeros, el Campeonato Mundial de fútbol disputado en nuestro país. Al lado de Javier Saviola fueron las estrellas de un equipo que vislumbró por su técnica y buen fútbol.
Andrés tenía escasos partidos en Primera División ya que estuvo casi un año sin jugar entre 2000 y 2001, por eso, la oportunidad caída del cielo (una lesión de Livio Prieto le permitió jugar el Mundial) no era digna de ser desaprovechada.

Recibió el balón de plata de la Copa del Mundo en 2001, en el estadio de Vélez y fue, finalmente, reconocido por el mundo del fútbol.
¨Es lindo el reconocimiento de la gente, es lindo que te quieran. El tema del periodismo y las notas fue increíble. El teléfono no paraba de sonar en casa¨, reconocía el niño de Oro tras la obtención de aquel importantísimo logro.

Ex repartidor de pizzas, D´Alessandro comenzó a afianzarse en la primera de nuestra institución y la gente ya lo había adoptado como un ídolo. Su primer título profesional, siendo titular, lo obtuvo en el Clausura 2002, con Ramón Díaz como técnico. En aquel gran equipo campeón, Andrés representó un plantel plagado de estrellas, como Ariel Ortega, Ángel Comizzo, Celso Ayala, Esteban Cambiasso y Fernando Cavenaghi.
Ganó por primera vez en la Boca el día del 3 a 0 con la vaselina de Ricardo Rojas. Le convirtió goles trascendentales, como el del tiro libre a Vélez la tarde del uno a cero en el José Amalfitani.

De su zurda han salido goles magistrales, además de pisadas hermosas, pases precisos para dejar cara a cara un compañero con el arquero rival. A su vez, D´Alessandro cuenta con una personalidad impresionante al ponerse el equipo al hombro en las situaciones más complicadas y por partidos de Copa, como la de la noche victoriosa en el estadio Morumbí de San Pablo, ante Corinthians, por la edición 2003 de la Toyota Libertadores, por 2 a 1.
Como aquel golazo en la Bombonera por el Clausura 2003, la tarde del empate en dos goles, con un zurdazo potente para dejar sin chances a Roberto Abbondanzieri, arquero xeneise. Aunque el gol más lindo que convirtió fue el válido por la 17ma. fecha del Clausura 2003 (que se adjudicó nuestro club) ante Gimnasia y Esgrima de La Plata en Núñez, tras dejar en el camino a tres rivales, arrancando desde afuera del área, y luego sacar un zurdazo seco y espectacular, que se coló lejos del alcance de Olave.

Su juventud, a veces disimulada por la inteligencia que demuestra a la hora de cubrir la pelota y poner nerviosos a sus rivales, y su desfachatez para desenvolverse dentro de la cancha captaron los ojos de los buscadores de talentos de Europa y fue vendido en cifras millonarias al Wolfsburgo alemán, en lo que representó la transferencia más importante en la historia del club germano.
Ya adaptado a la Bundesliga, continuó haciendo historia grande en el Seleccionado nacional de fútbol al adjudicarse el subcampeonato en Perú 2004, de la Copa América.
Pero el título más festejado fue, seguramente, la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 con la Selección de Marcelo Bielsa. En aquel torneo le convirtió un golazo a Australia que le permitió a nuestra selección avanzar en el primer lugar de su zona.

Una de las joyas más preciadas que han salido de nuestro semillero. Un autentico pichón de crack con mucho terreno aun sin descubrir en el mundo del fútbol. Ojalá vuelva a nuestra institución para poder volver a deleitar los ojos de los fanáticos de River Plate. Hasta la vuelta, Cabezón.

Partidos en River: 107
Goles en River: 25
Títulos en River: 3 (Clausuras 2000, 2002 y 2003)
· Datos válidos para Torneos de AFA



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