E l C U E R P O
Asumo
en huesos frágiles
el explendor del
ser y su destierro
mi médula salvaje
mi ambigüedad
tajeada por las
uñas de Dios.
1
El
cuerpo.
Sólo
somos
su
huésped transitorio.
Su más
desheredado habitante
mortal.
2
Desde
el
alba del hueso
la
carne
es un
latido anterior a si misma.
3
La
carne
sólo
piensa cuando el pulso vacila
y en
su lugar se instalan
los
enigmas.
4
Cuando
la carne aúlla
o se
desangra
el
hombre resplandece en su verdad
de sed
de
lumbre y brama.
5
Entre
la carne altiva
y sus
jirones
un
cielo sumergido todavía
sin
playas.
6
La
carne.
Su
batalla
entre
la seducción y el desengaño.
De lo
humano
hereda
la imprudencia y el goce
de
exponer su intemperie desnuda
ante
los astros.
Como
único escudo
la
piel.
Ese
milagro.
7
Mis
pieles sucesivas
obsesivas
fueron
aniquilándome
devastándome
al
desaparecer en apariencia
y
rescatarme luego
en
carne viva.
8
Nuestros pequeños universos
huyen
como
huyó todo lo que sombra tuvo
y fue
bajo
la piel.
9
Llevo
en
carne abierta
los
trofeos
de la
resurrección y el desarraigo.
Y en
los cuerpos ajenos
el
gran riesgo
de
amarlos.
10
Amo
esta
carnadura
que
sigue contemplándome
debajo
de mis párpados.
Amo
esta
muerte viva
clandestina
que
siempre se me muere antes de tiempo
y
siempre resucita.
11
Quizá
tras
evadirme de las venas
y el
tiempo
sueñe
volver a ser junto a mi sombra
el
reverso del fuego.
12
El
fuego.
Siempre el fuego.
Nadie
podrá
jamás avasallar
su
llama
sin
apagar el mundo.
13
La
carne
es una
amante
que
hasta el fin se desnuda.
En
ella
hasta
el dolor se asemeja
al
deseo.
14
Los
instantes
son ya
evanescencia.
Si nos
desintegramos
es
para asir mejor la madera
infinita
15
Agotado el combate
la
soledad nos nace como una herrumbe
esteril abierta impredecible
en su
aire de piedra.
16
Como
zona de riesgo
elijo
el espejismo de mi primera
eternidad.
MEMORIAS DEL ADIOS
A la poesía y a la muerte
hay que merecerlas.
ATRAPADOS
Sólo
tengo de vos
una
fotografía con pómulos rasantes
tu
pelo de llanura sobre los hombros tensos
y sin
brazos
-no he
podido inventarlos todavía-
y tu
extraña manera
de
acompañarme a solas
de
este lado del mar.
Vivías en París
(lo
especifica el dorso de la fotografía)
ignoro
si habrás muerto.
Importa
el
desamparo de tu mirada inmensa
que me
atraviesa
y
sigue camino a mis espaldas
sin
dejarme jamás.
Mirás
hacia el vacío.
Un
abrazo
sin
tiempo que se abraza a sí mismo.
Mirás
como
buscando la huella de un albatros.
Algo
que implora
un
límite para poder llegar.
///
Ni
siquiera conozco tu sombra.
Sin
embargo
regreso sin descanso
y me
tiendo a tu lado en tu voz
en tu
sed
en el
tacto insaciable
con
que rastreo a ciegas tus rasgos
con
mis dedos.
Y te
llevo a mi piel.
Y
siento que tus muslos
aprietan con el celo de lo deshabitado.
Gozamos
el
secreto pacto
de
lejanías
que anuda nuestros cuerpos
en
una memorable batalla despojada
de
heridas y arrogancias.
Una
trama ilesa
bellamente perversa insiste en atraparnos.
Y
estamos atrapados
aquí
en el
Sur más sur.
En
esta factoría de la imaginación oculta
en el
reverso
de los
acantilados.
LOS CHICOS DE LA CALLE
Oh, niños asesinos, oh salvajes
antorchas.
Cortazar
Ragazzi di vita
los
llamó Pasolini
con su
piedad adversa
desollada.
Y nos
los deja así
sin
otra identidad que la mugre
y la
llaga.
Debajo
del
abrigo de su costra de escaras
-cristos breves-
los
chicos de la calle
no
saben todavía que su sombra atrapada
crece
para
la historia
de la infamia.*
El
dolor
nunca
es niño.
Y en
ellos ni siquiera es dolor.
Es una
humillación
de la
esperanza.
* Borges
LA
JAULA
Quién
soy
sola
de mí para violarme
con
verdades ajenas
si aún
las propias no han sido
deslindadas.
Quién
se interna
en la
palma de mis manos
luego
de cercenarlas.
Quién
me vacía
huye y
no regresa
sin
despojarme de la amarra.
Quién
seduce
mi
cólera
penitencia incendiada.
Me
atrevo a liberar
en mis
arterias
los
ángeles salvajes
que
fueron propiedad natal
del
alba.
Enclaustrada
en una
libertad que me condena
a su
sed cavernaria
abruman las respuestas.
MANUSCRITO
Apuntes en el
Museo del Prado
1975
1
Locura
Expiación
Condena
Cruz
Furor
Metamorfosis del delirio
En la fiel ciudadela del Museo del
Prado
la eternidad
pariendo la belleza como un
cataclismo
Los amados Malditos
Sus dominios
Por altos tragaluces
el humo en llamarada de los juegos
prohibidos
2
Pavor
Hedor rasante
Cataclismos
La médula del tiempo
desbordando éxtasis apocalíptico.
Y mi señor El Bosco
arrasado y magnífico de bestias y de
pájaros
incendios y cilicios
dejándose indagar tras la burbuja
feroz
de su hermetismo.
Seguro de que nadie lo ha rozado
jamás
Nadie lo ha visto.
3
Quienes
descubran este manuscrito
sólo hallarán vestigios de terrible
candor
Crímenes inefables
Misteriosas
garras de seducción y desconsuelo.
El hombre
en su círculo
infinito.
Porque siempre habrá un niño
en su reemplazo.
Siempre lo habrá nacido de la arena
de los halcones
de los petroglifos.
Siempre
un pequeño dios
desalojándonos para reiniciar
el exterminio.
F E
Ha de haber algo mas.
Tiene que haberlo.
Detrás del llanto?
No.
Detrás del ultimo instante
en que creemos. |