El barco ebrio

Revista de poesía - Segunda época

   

POEMAS DE ANA MARÍA LAHITTE

 

 

     

En sololteratura se pueden leer otros poemas de esta escritora y una breve biografía, con imágenes de algunas portadas de sus libros.

   

 

E l    C U E R P O

 

 Asumo

en huesos frágiles

el explendor del ser y su destierro

mi médula salvaje

mi ambigüedad

tajeada por las uñas de Dios.

 

1

 

 El cuerpo.

 

Sólo somos

su huésped transitorio.

 

Su más desheredado habitante

mortal.

 

 

2

 

Desde

el alba del hueso

la carne

es un latido anterior a si misma.

 

 

3

 

La carne

sólo piensa cuando el pulso vacila

y en su lugar se instalan

los enigmas.

  

 

4

 

Cuando la carne aúlla

o se desangra

el hombre resplandece en su verdad

de sed

de lumbre y brama.

 

  

5

 

Entre la carne altiva

y sus jirones

un cielo sumergido todavía

sin playas.

 

  

6

 

La carne.

 

Su batalla

entre la seducción y el desengaño.

 

De lo humano

hereda la imprudencia y el goce

de exponer su intemperie desnuda

ante los astros.

 

Como único escudo

la piel.

 

Ese milagro.

 

 

7

 

Mis pieles sucesivas

obsesivas

fueron aniquilándome

devastándome

al desaparecer en apariencia

y rescatarme luego

en carne viva.

 

 

8

 

Nuestros pequeños universos

huyen

como huyó todo lo que sombra tuvo

y fue

bajo la piel.

 

 

9

 

Llevo

en carne abierta

los trofeos

de la resurrección y el desarraigo.

 

Y en los cuerpos ajenos

el gran riesgo

de amarlos.

 

 

10

 

Amo

esta carnadura

que sigue contemplándome

debajo de mis párpados.

 

 

Amo

esta muerte viva

clandestina

que siempre se me muere antes de tiempo

y siempre resucita.

 

 

11

 

Quizá

tras evadirme de las venas

y el tiempo

sueñe volver a ser junto a mi sombra

el reverso del fuego.

 

 

 12

 

El fuego.

Siempre el fuego.

 

Nadie

podrá jamás avasallar

su llama

sin apagar el mundo.

 

 

13

 

La carne

es una amante

que hasta el fin se desnuda.

 

En ella

hasta el dolor se asemeja

al deseo.

 

 

14

 

Los instantes

son ya evanescencia.

 

Si nos desintegramos

es para asir mejor la madera

infinita

 

 

15

 

Agotado el combate

la soledad nos nace como una herrumbe

esteril    abierta   impredecible

en su aire de piedra.

 

 

16

 

Como zona de riesgo

elijo el espejismo de mi primera

eternidad.


 

 

MEMORIAS DEL ADIOS

 

A la poesía  y a la muerte

hay que merecerlas.

 

 

 ATRAPADOS

  

Sólo tengo de vos

una fotografía con pómulos rasantes

tu pelo de llanura sobre los hombros tensos

y sin brazos

-no he podido inventarlos todavía-

y tu extraña manera

de acompañarme a solas

de este lado del mar.

 

 Vivías en París

(lo especifica el dorso de la fotografía)

ignoro si habrás muerto.

Importa

el desamparo de tu mirada inmensa

que me atraviesa

y sigue camino a mis espaldas

sin dejarme jamás.

 

Mirás hacia el vacío.

Un abrazo

sin tiempo que se abraza a sí mismo.

Mirás

como buscando la huella de un albatros.

Algo que implora

un límite para poder llegar.

 

                            ///

 

Ni siquiera conozco tu sombra.

Sin embargo

 regreso sin descanso

y me tiendo a tu lado en tu voz

en tu sed

en el tacto insaciable

con que rastreo a ciegas tus rasgos

con mis dedos.

Y te llevo a mi piel.

Y siento que tus muslos

aprietan con el celo de lo deshabitado.

 

Gozamos

el secreto pacto

 de lejanías

        que anuda nuestros cuerpos

 en una memorable batalla despojada

de heridas y arrogancias.

 

Una trama ilesa

bellamente perversa insiste en atraparnos.

Y estamos atrapados

aquí

en el Sur más sur.

En esta factoría de la imaginación oculta

 en el reverso

de los acantilados.

 

  

LOS  CHICOS  DE  LA CALLE

       

Oh, niños asesinos, oh salvajes antorchas.

                                                                                                  Cortazar

  

Ragazzi di vita

los llamó Pasolini

con su piedad adversa

 desollada.

 

Y nos los deja así

sin otra identidad que la mugre

y la llaga.

 

Debajo

del abrigo de su costra de escaras

-cristos breves-

los chicos de la calle

no saben todavía que su sombra atrapada

crece

para la  historia de la infamia.*

 

El dolor

nunca es niño.

Y en ellos ni siquiera es dolor.

 

Es una humillación

de la esperanza.

                                                                                             * Borges    
 

 

LA  JAULA

 

 Quién soy

sola de mí para violarme

con verdades ajenas

si aún las propias no han sido

 deslindadas.

 

Quién se interna

en la palma de mis manos

luego de cercenarlas.

 

Quién me vacía

huye y no regresa

sin despojarme de la amarra.

 

Quién seduce

 mi cólera

penitencia incendiada.

 

Me atrevo a liberar

en mis arterias

los ángeles salvajes

que fueron propiedad natal

del alba.

  

Enclaustrada

en una libertad que me condena

a su sed cavernaria

abruman las respuestas.

 

 

MANUSCRITO

 

Apuntes en el Museo del Prado

1975

  

1

 

Locura

Expiación

  

Condena

Cruz

Furor

  

Metamorfosis del delirio

   

En la fiel ciudadela del Museo del Prado

la eternidad

pariendo la belleza como un cataclismo

 

Los amados Malditos

Sus dominios

 

Por altos tragaluces

el humo en llamarada de los juegos prohibidos

 

  

2

 

Pavor

Hedor rasante

Cataclismos

  

La médula del tiempo

desbordando éxtasis apocalíptico.

  

Y mi señor El Bosco

arrasado y magnífico de bestias y de pájaros

incendios y cilicios

dejándose indagar tras la burbuja

feroz

de su hermetismo.

  

Seguro de que nadie lo ha rozado

jamás

  

Nadie  lo ha visto. 

 

 

3

 

Quienes

 descubran este manuscrito

sólo hallarán vestigios de terrible candor

Crímenes inefables

Misteriosas

garras de seducción y desconsuelo.

  

El hombre

en su círculo

infinito.

  

Porque siempre habrá un niño

en su reemplazo.

Siempre lo habrá nacido de la arena

de los halcones

de los petroglifos.

  

Siempre

un pequeño dios

desalojándonos para reiniciar

el exterminio.

 

 

F E

 

Ha de haber algo mas.

Tiene que haberlo.

                                                              

Detrás del llanto?

 

No.

 

Detrás del ultimo instante

en que creemos.