OFENSIVA
SUBTERRANEA
La nueva avanzada de los diarios gratuitos en Latinoamérica.
El fenómeno, que comenzó como un experimento
hace sólo uno años, se presenta ahora como una
tendencia definida y con grandes ramificaciones.
Por Astur Morsella
Un diario que no se vende. Tal
es el sagaz eslogan del diario gratuito El M lanzado en México
por El Universal, un grupo periodístico con 85 años
de antiguedad.
¿El Universal trata de hacerse competencia a si mismo,
sumándose a un fenómeno mundial de distribución
de diarios gratuitos, especialmente entre pasajeros de trenes
subterráneos, lo cual, de ser inicialmente una experiencia,
se está convirtiendo en una tendencia?
No, el matutino azteca simplemente ha conseguido ampliar su
mercado de diario tradicional, tener un espacio en el campo
gratuito y captar con El M las grandes concentraciones humanas
que se desplazan mediante el transporte público en
el Distrito Federal.
En otras palabras, un Goliat que supo ser a la vez un David.
Roberto Rock, director de El Universal, dijo a Hora de Cierre
que en relación con el éxito que acompaña
estos primeros tiempos de El M, las cifras califican mejor
que las palabras.
"A pocos meses de penetrar en el mercado de Ciudad de
México se distribuían 80.000 ejemplares, de
lunes a viernes; hoy ya estamos en los l50.000 y pensamos
llegar a los 500.000. No olviden que el metro de México
absorbe 4.5 millones de pasajeros en los días laborables".
La visión favorable de Rock se corresponde con un sólido
fundamento: el primer diario de las características
de El M se publicó en Estocolmo hace cinco años
y, al parecer, salió rápidamente de la infancia
porque a la fecha alcanza una distribución diaria de
380.000 ejemplares, sin contar con los repartidos en otras
ciudades suecas como Malmoe y Gothenburg, con los que sobrepasa
los 600.000.
Versiones similares también circulan en Praga (220.00),
Budapest (l60.000), Atenas (l50.000), Roma (l45.000), Toronto
(l60.000), Amsterdan (210.000), Zurich (l40.000), Londres
(l80.000), Filadelfia (l50.000), Helsinki (190.000) Buenos
Aires (4l0.000, combinada la distribución de tres diarios
gratuitos), Santiago de Chile ( el MTG y La Hora: 220.000)
¡y hasta Moscú y St. Petersburgo están
cayendo en la tentación del petit impreso!
En junio del 2000, en sólo seis ciudades de Europa
( de 35 urbes ya "conquistadas" por los "diaritos"en
el Viejo Mundo), la distribución conjunta de éstos
logró un pico de un millón y medio de ejemplares.
Hay más: según una encuesta Gallup, de enero
de este año, los diarios gratuitos del Grupo Metro
fundador cuentan hoy con 3.9l6.000 lectores en todo el mundo.
Si se incluyen las ciudades en trámite de incorporarse,
esa cifra podría acercarse en corto término
a 5.5 millones.
LECTORES PRODIGOS
Todos los diarios gratuitos tienen
como objetivo captar un destinatario que estadísticamente
resulta ser parte de un 85% de pasajeros de trenes subterráneos.
"Son personas -aclara Rock- que han abandonado o prescindido
del hábito de la lectura. Al vincularlos nuevamente
con la prensa escrita por medio del periódico gratuito
se multiplica el mercado de lectores y, por lo tanto, se benefician
también los diarios tradicionales, clásicos
o convencionales, como ustedes quieran llamarlos".
José Claudio Escribano, subdirector de La Nación,
de Buenos Aires, y presidente de la Asociación de Entidades
Periodísticas Argentinas (ADEPA), coincide con ese
criterio: "La experiencia de este último lustro
-dice a Hora de Cierre- indica que los periódicos gratuitos
no reducen la circulación de los diarios con precio
de portada, sino que contribuyen a ensanchar la franja de
lectores".
Recuerda Escribano una de las frases que escucha a menudo
en los congresos mundiales de editores a la que califica de
certera: "Nunca un medio de expresión mató
a otro, como que el cine no estranguló al teatro, ni
la televisión a la radio, a pesar de lo que se temía.
Es que no sólo hay lugar para todos sino que, cuando
uno menos lo piensa, aparecen nuevos protagonistas en escena".
Otros editores y especialistas de la prensa tradicional no
comparten ese optimismo. Recuerdan aquello de que no hay contrincante
pequeño y ven una luz roja en un camino que hasta ahora
expedito para ellos.
El consultor periodístico noruego, Norvall Skreien,
dijo en Innovation Media: "No es un secreto que el éxito
de los diarios gratuitos se logró a expensas de los
diarios tradicionales".
Desde Santiago de Chile, Ana Carolina Guzmán, gerente
comercial de Publi Metro, una publicación de Metro
International (GTM), que se edita y distribuye en esa capital,
expresó a Hora de Cierre: "El diario gratuito
aumentó considerablemente la cobertura publicitaria
en el país , que desde hace algunos años venía
padeciendo de una baja sostenida en ese sentido. Hacían
falta opciones y nosotros cubrimos esa necesidad. No competimos
con los diarios tradicionales. Simplemente creamos otro mercado
y respondemos a diferentes expectativas".
Publi Metro comenzó a distribuirse el 14 de enero del
2000 con l00.000 ejemplares de lunes a viernes y cifra en
la actualidad ha llegado a l23.000.
¿MODA O COSTUMBRE?
Es verdad: los diarios gratuitos
no nacieron por generación espontánea. En Europa
, y en sus inicios, fueron el resultado de cuidadosos estudios
del comportamiento del mercado de lectores, evaluaciones del
mundo de la comunicación social en general y cálculos
de factibilidad para lanzar una empresa con un producto periodístico
básicamente inédito, más por su distribución
que por su contenido.
Esencialmente es un microdiario dentro del tamaño y
estilo de The Flyer norteamericano (en éste el ciento
por ciento son anuncios y, como el petit diario, se regala).
En el caso del nuevo medio, lo que lo diferencia de The Flyer
es que contiene titulares e informaciones rápidas -"como
noticioso radial", dice Escribano- y así se lo
"maquilla", dotándosele de un cierto encanto
de periódico real, pero de bolsillo.
Los precios por publicidad en sus páginas son, es obvio,
más accesibles para los anunciantes que en los diarios
tradicionales, porque los costos de producción resultan
comparativamente mínimos.
Cuando el diario gratuito es un apéndice del tradicional,
como El M de El Universal, los anunciantes -dice Rock- "segmentan
entre ambos medios su inversión publicitaria (tanto
para uno, tanto para el otro) y así reciben muchas
ventajas, porque el mercado se les amplía con más
posibilidades".
Los diarios gratuitos se benefician, además, porque
subcontratan las impresiones, no necesitan comprar ni mantener
equipos gráficos ni abonar salarios a trabajadores
especializados. Con una redacción de número
limitado, algunos empleados administrativos y un buen servicio
de vendedores de anuncios, el negocio -si va bien- puede andar
en coche de lujo (si es subterráneo, mejor).
En la etapa preliminar los pioneros del diario gratuito ponderaron
también la declinación mundial del hábito
de lectura; la escasez de tiempo por los apremios económicos
de las clases media y obrera; el perfil de los pasajeros del
metro y el poder real y actual de los medios como la radio,
la televisión y el Internet.
Entonces, advertidos de que existía un estado recesivo
en el mercado de compradores de diarios, concluyeron que había
que inventarles un sustituto que les cayera como regalo del
cielo.
El Metro Diario era la solución perfecta como nuevo
concepto de prensa escrita, porque es útil, ligero,
gratuito y ofrece un contenido de distracción insustancial
al pasajero en el viaje de dos o diez estaciones del circuito
de trenes, o en en el trayecto de un ómnibus.
No importa que al salir o bajar el pasajero lo tire; lo que
interesa es que se convierta en un hábito más
de su vida. Y que, obviamente, sepa que tiene allí
sus anuncios notables y clasificados para cubrir, en ese aspecto,
todas sus necesidades.
Los expertos consultados por Hora de Cierre sostienen, en
general, que el contenido editorial del diario gratuito es
irrelevante y por ese camino nada confiable. Coinciden con
Norvall Skreien cuando este dice que de esa minimizacion del
contenido editorial de los diarios gratuitos, surge su talón
de Aquiles.
"Para crear un diario exitoso -sostiene- usted necesita
periodistas competentes, sustancia en la información
y en los análisis de coyuntura y no sólo vendedores
de publicidad y expertos en mercadeo".
El diario gratuito se distribuye también -dentro del
concierto de países ya incorporados al concepto- en
supermercados, aeropuertos, centros comerciales y paradas
de táxis.
Como dice Fernando J. Leñero, experto chileno en comunicación
social: "La estrategia de los diarios pequeños
puede sintetizarse así: son los editores los que eligen
su público y no los lectores los que eligen los diarios"
Escribano, por su lado, considera a los Metro Diario como
"hamburguesas" del periodismo, "porque están
hechos sin otras pretensiones que las de reportar sumariamente
sobre las noticias de última hora".
PADRES DE LA CRIATURA
Es un error situar a los diarios
gratuitos, en lo económico, como parientes pobres de
los tradicionales.
Los propietarios de los Metro Diarios de Europa, extendidos
ahora por el mundo, son líderes de empresas establecidas
con ramificaciones industriales, comerciales y financieras
de primer nivel. También se encuentran en el grupo
inversores que han aprovechado las posibilidades de la nueva
y vertiginosa tendencia.
Muchos de ellos ya conocían el negocio, por su vinculación
con los semanarios gratuitos que comenzaron a tener vigencia
desde l970, año en que New Times debutó en Arizona.
Hoy New Times aparece con el mismo nombre y en formato tabloide
en otras importantes ciudades de Estados Unidos (Ver "Gratuito
pero no barato". Hora de Cierre. Año 8, número
29, páginas 26-27).
Años después, consolidado por distintos negocios
multinacionales, surgió en Suecia el Metro Diario,
tal como hoy lo conocemos.
La iniciativa partió del Modern Times Group (MTG) que
en l995 fundó Metro International, empresa que ya está
cotizando en las Bolsas de Amsterdan y New York.
Como primer paso celebró un acuerdo con la empresa
sueca de transporte público para la distribución
del Metro Diario que comenzó a operar al año
siguiente.
Ese tipo de contrato se ha suscrito en todas las ciudades
del mundo dentro de la misma norma - cinco años de
permiso, renovables - y por el cual las empresas de transporte
reciben un 40% del producto de la publicidad en el medio y,
además, disponen de dos a tres espacios para promocionar
sus servicios o productos sin costo alguno.
MTG tuvo solamente problemas al penetrar el mercado chileno,
pero fueron salvadas las circunstancias judiciales que impidieron
por algunos dias su distribución.
Más serios han sido los tira y afloje que hace unos
meses se presentaron en Buenos Aires entre vendedores de diarios
tradicionales y distribuidores de diarios gratuitos. Los hechos
tuvieron repercusión pública, pero antes de
comentarlos veamos el escenario donde sucedieron a través
de un panorama del mercado argentino.
Buenos Aires cuenta hoy con tres Metro Diarios. Uno de ellos,
Publimetro (390.000 ejemplares) es propiedad de MTG. Compite
con La Razón, hoy parte del Grupo Clarín, editor
del diario del mismo nombre. Esta empresa se aprestaba en
el 2000 a publicar un Metro Diario propio al que se denominaría
24 Horas, pero finalmente decidió adquirir La Razón.
Fue una buena operación, porque La Razón es
el más fuerte (320.000 ejemplares) de los tres actuantes.
Clarín logró agregar así a su circulación
propia de diario tradicional (la mayor de Argentina y Latinoamérica),
el volumen también líder de distribución
gratuita de La Razón, un nombre que por muchas décadas
estuvo en la portada de un diario porteño.
En una rápida y sutil jugada, sus propietarios optaron
por el cierre y la emprendieron con el diario gratuito y de
ese modo se salvó la empresa y llegó en el 2000
a un volumen de ingresos por publicidad de 42 millones de
pesos (hay paridad con el dólar). El tercer medio gratuito
en Buenos Aires es El Diario de Bolsillo (250.000 ejemplares
en la capital, 55.000 en Córdoba y la misma cantidad
en Mendoza).
A su tamaño único y textura, añade una
bien aceptable calidad de impresión que le convierte
en un competidor de peso.
CONFLICTOS
Al parecer, no hay un estado
crítico en las relaciones entre los diarios tradicionales
y los gratuitos. Por ahora
Los que sí están
alertas y tensos son los distribuidores y vendedores de diarios
con precios de portada, es decir, los clásicos, que
ven como enflaquece su billetera.
En declaraciones a Hora de Cierre, Carlos Taboada, secretario
general de la Sociedad de Distribuidores de Diarios, Revistas
y Afines de la Ciudad de Buenos Aires, manifestó que
"la Argentina viene atravesando en los últimos
años una muy difíicil situación económica
con un grave problema de desocupación".
Esta circunstancia, sostiene, ha provocado una gran recesión
en todos los sectores y por ende ha afectado también
la venta de publicaciones en general.
"Este motivo y otros factores que pueden incidir en forma
negativa, impiden determinar a ciencia cierta cuál
es el impacto producido por los 'diarios gratutitos' en la
baja que efecta la venta de diarios y revistas", afirmó
Taboada.
Precisamente en Buenos Aires se presentó un conflicto
que vale tener en cuenta. En agosto del 2000 la Cámara
Nacional del Trabajo dejó sin efecto el reclamo formulado
por dos publicaciones para que se prohibiera la distribución
gratuita de La Razón en una estación del metro.
Destacó el juez de la causa que "las empresas
periodísticas, si lo desean, en ejercicio de su derecho
de propiedad están legitimadas para entregar publicaciones
a título gratuito a sus lectores".
Pero las reacciones de los vendedores irán, seguramente
en aumento, porque así lo anticipa una encuestadora
de Buenos Aires: el 83% de los vendedores cree que el diario
gratuito los afectará; el l7% dice que no.
Esa situación no es diferente a los demás países
con el diario gratuito como nuevo medio masivo de comunicación.
Se trata de algo que no tiene precedentes y puntos de referencia
anteriores.
Pero hay índices llamativos y que muestran claramente
cómo la tendencia tiende a crecer. El M, de México,
propiedad de El Universal, como La Razón, adquirido
recientemente por el Grupo Clarín de Buenos Aires,
son síntomas muy elocuentes de que lo tradicional no
necesariamente debe oponerse a lo nuevo. En especial cuando
lo nuevo puede significar una sorpresa más allá
de cualquier previsión o cálculo.
De cualquier modo, hay que esperar que esta hora de apogeo
de los mercados como condicionadores pragmáticos de
la realidad no despoje al periodismo de su sustancia cardinal,
es decir, de su propia razón de ser: informar verazmente
y ser un eco de la vida ciudadana con una respuesta siempre
formativa y ética.
En otras palabras, evitar que un diario se convierta en un
producto más y deje de ser una de las más altas
y sensibles expresiones de la civilidad.
Interamerican
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