El Comercio

(18 de junio del 2001)

El arduo encargo de la Comisión Waisman

 

Luego de siete meses de ardua labor, la comisión investigadora de las cuentas del prófugo ex asesor Montesinos ha dado a conocer importantes conclusiones sobre un trabajo absolutamente necesario para el saneamiento político, institucional y ético del país.

La comisión presidida por el congresista David Waisman no estuvo exenta de discoordinaciones, interferencias e inevitables retrasos, pero ha arrojado valiosos indicios sobre lo que pasó con los recursos de Estado durante el régimen anterior y, en consecuencia, para individualizar a los responsables y proceder a sancionarlos con todas armas de que provee la ley.

Los peruanos no podemos permitir el borrón y cuenta nueva. Por ello, debe resaltarse los avances del informe preliminar para desentrañar la magnitud de la red de corrupción tejida por Montesinos (que incluyó nada menos que a un miembro de la propia comisión investigadora, el congresista Ernesto Gamarra). Debe tambien relievarse las pesquisas que han determinado la cuantía de los fondos que acumuló ilícitamente el nefasto ex asesor -hasta el momento 246 millones de dólares detectados en el exterior- y, por último, la confirmación de que todavía existen muchas madejas sueltas por desenredar.

Es realmente escandalosa la forma en que operó la mafia montesinista. Aparte de desfondar la Caja de Pensiones Militar-Policial, sobrevaluar la compra de armas y montar un aparato de extorsión y tráfico de influencias en las más altas esferas del Gobierno, no tuvo escrúpulos para coludirse en otros delitos conexos.

La Comisión Waisman ha planteado 350 denuncias penales y constitucionales, y pedido el levantamiento del secreto bancario de casi 400 cuentas pertenecientes a ex jefes militares de alta graduación, ex ministros, parlamentarios, jueces, funcionarios públicos y otras personalidades. Denuncias que deberán ser esclarecidas por la justicia con transparencia e idoneidad para sancionar ejemplarmente a los culpables y eximir de responsabilidad a los que resulten inocentes, así como acelerar la repatriación de las dolosas cuentas.

Queda en claro que aún hay mucho por hacer para desentrañar la compleja red montesinista. Y si bien es positivo que se haya dispuesto la salvaguarda de los archivos congresales y la continuidad de una oficina para seguir recibiendo las denuncias, debe subrayarse que el próximo Congreso tiene que retomar el trabajo de la Comisión Waisman de modo prioritario. Debe tratar en lo posible de que continúen integrándola los congresistas que han sido reelegidos, cuya probidad y conocimiento del tema son reconocidos.