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Hacia el año de 1960, cuando el América de Cali ocupó por primera vez un puesto de privilegio en el tablero general de posiciones del torneo colombiano, sub-campeón para ser más exactos, el portero vallecaucano Carlos ‘El Indio’ Montaño (ya fallecido), casi siempre lució camisa sport de manga larga, en lugar del tradicional buzo. La indumentaria de Montaño se hizo célebre por tratarse de una camisa a cuadros, que terminó haciéndolo inconfundible en todos los estadios del país, donde casi siempre brindó espectáculo de gran categoría.

Pero el inolvidable Carlos Montaño no fue el primero, en el medio colombiano, en utilizar camisa normal, de manga hasta los puños y a cuadros. Fue el portero peruano Wálter Ormeño, quien se presentó con esta ‘pinta’ por primera vez en nuestro medio.

Llegó para el equipo Huracán de Medellín en el año de 1949, cuando en la capital antioqueña también actuaban los conjuntos Deportivo Independiente Medellín y Atlético Municipal, posteriormente, hacia 1951, ‘bautizado’ como Atlético Nacional. Walter Ormeño a quien de inmediato la muchachada de hace más de 55 años puso el remoquete de ‘Gulliver’ por su gran estatura, comparable con el persona mágico de ciertas historietas de la época, originarias de España. Y en efecto, Ormeño era un gigante. Con dos metros y tres centímetros de estatura, quizás sea el portero más alto que pasó por la historia del fútbol suramericano y mundial. Con un leve salto, las manos se proyectaban mucho más arriba del horizontal.

Quizás amparado en su enorme físico, que jamás le impidió ser un gran portero en los remates a ras de gramilla, siempre exhibió una excepcional tranquilidad bajo los tres maderos de su arco. Sin movimientos exagerados, seguía la pelota con mirada fija, para entrar en acción en el momento justo. Una tranquilidad pasmosa. Por ello aquella frase que se acuñó, como dicho popular, en la década del cincuenta: ‘Tranquilo, como Ormeño’.

Antes de vincularse al balompié de Colombia, Wálter Ormeño fue portero del equipo Mariscal Sucre, del Boca Juniors de Argentina donde permaneció cuatro años, coincidiendo con la presencia del criollo Efraín ‘Caimán’ Sánchez en las toldas del San Lorenzo de Almagro de Argentina, de Rosario Central y Alianza de Lima de su país. Al llegar al Huracán de Medellín el técnico era José Saule.

En el conjunto antioqueño tuvo compañeros como Hortensio González, cuyo nombre causó curiosidad en el medio nacional, Clemente Ortega y el colombiano Jaime ‘Manco’ Gutiérrez. Ese Huracán, junto con América de Cali fueron protagonistas, la tarde del 1º. de julio de 1950 del empate con mayor número de goles en la historia de los campeonatos profesionales. Igualdad a seis (6) goles. Esa tarde Ormeño fue doblegado por Roaldo ‘El Bimbo’ Viáfara en tres ocasiones, Felow García en dos y Félix Castillo en una. Los goles de Huracán fueron gestión de Hortensio González, tres veces, Manuel Arias en dos y Clemente Ortega en una. Ese partido se jugó en el viejo estadio-hipódromo de Itagüí, pues el estadio ‘Atanasio Girardot’ era un simple proyecto.

Su corta permanencia en Colombia se justificó plenamente, pues lució a gran altura, junto a porteros muy notables de aquellos años como Julio Cozzi, Víctor Pasalaqua, ‘Cholo’ Rodríguez, Rigoberto Felandro y Víctor ‘Vitatutas’ Kriscuonas, entre otros.

Huracán, el equipo de ‘El Globito’, participó en los torneos profesionales de 1949 (12º. puesto), 1950 (14º. puesto) y 1951 (último del tablero de posiciones). Desapareció para el certamen de 1952.

Al dejar a Huracán y a Colombia, el ‘gigante’ Wálter Ormeño se vinculó al fútbol de México y actuó para los equipos América, Zacatepec, Atlanta y Morelia. Dejó la práctica activa del fútbol en 1964, para dedicarse, previos cursos y seminarios, a la difícil tarea de director técnico. Hace 39 años fue el primer director técnico del hoy poderoso equipo del Cruz Azul, que hacía pocas semanas había ascendido a la primera división del balompié azteca.

Casado con dama, como él peruana, y padre de tres hijos, el famoso ‘Gulliver’ Wálter Ormeño es una figura de justificada referencia, cuando se hace alusión a los grandes arqueros que pasaron por los equipos colombianos, en los albores de nuestro fútbol espectáculo.