[R-P] Neuquén: Los errores de Pepe Barabini
Nestor Gorojovsky
nestorgoro en fibertel.com.ar
Jue Nov 27 08:36:29 MST 2003
Respuesta a: Una visión del sobischismo
Fecha: Jueves 27 de Noviembre de 2003
Hora: 0:58
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> 1. NEUQUÉN: EL FASCISMO METE PLOMO
> Pepe Barabini
> el Movimiento Popular Neuquino, que de movimiento no tiene nada,
> de popular menos y de neuquino, sólo tiene el nombre.
Esto no es cierto. Si se gobierna por cuarenta años un lugar, como
dice Barabini, algo ha de haber; porque la gente no es tan estúpida,
y si vota de cierta manera ello se debe a algún fenómeno concreto que
requiere comprensión; esto hay que aplicarlo no sólo cuando nos
conviene sino en todos los casos. No niego los rasgos brutalmente
mafiosos de los punteros del MPN, pero no me parecen demasiado
diferentes de los de muchos punteros del PJ y aún de la UCR. El
sobischismo en modo alguno se agota en este aspecto que, más que
distintivo de Neuquén, es el trasfondo común de la política burguesa
en la Argentina contemporánea.
En realidad, el MPN es (o mejor dicho, fue) el más neuquino de los
partidos políticos, un movimiento policlasista que abarcó desde los
más humildes puesteros de estancia hasta los empresarios de la
construcción en Neuquén Capital y la alta gerencia provincial y
nacional. Y, por cierto, tuvo una potente base popular que en cierto
modo se sigue manteniendo. Al mismo tiempo, fue la mejor de todas las
expresiones en que se dividió el PJ con la política del
"neoperonismo" fogoneada por el "gran demócrata" Arturo U. Illia.
Este caballero, conviene recordarlo, había llegado al gobierno
perdiendo contra los votos en blanco (producto de la proscripción del
peronismo). Este dato, significativo de por sí, se magnifica cuando
se recuerda un detalle crucial que dio origen a esa Presidencia:
antes de las elecciones, la UCR había acordado con el PJ que si el
gobierno del Gran Borracho José María Guido (rehén de los militares
oligárquicos) proscribía al peronismo, la UCR no iría a las
elecciones. Es por eso que el candidato a presidente era Illia, y no
Balbín. Una vez lanzado el proceso electoral, sin embargo, Illia
insistió en mantener a la UCR en la palestra _pese a que el peronismo
había sido proscripto_. El verdadero nombre del corazón radical es
"urna", y sus ventrículos se llaman "punteros".
Pues bien, este personaje traicionero, a quien el liberalismo
seudoprogresista quiere entronizar como un Santo de la Democracia,
desarrollaba simultáneamente tres acciones para terminar con el
peronismo:
a) impedía el regreso de Perón a la Argentina, para lo cual reclamaba
la colaboración del "democrático" régimen de Castelo Branco en Brasil
mientras prohibía sibilinamente la mención de la palabra "nacional"
en la nomenclatura electoral, de modo de forzar a los peronistas a
desvirtuar su propio nombre (así como obligó a la UCRI a adoptar el
nombre MID),
b) hostigaba a los sindicatos -foco real de la resistencia peronista-
por todos los medios imaginables, y fomentaba la capa de
sindicalistas adictos al régimen (Vandor, etc.) que luego
anatematizaría la CGT de los Argentinos, y
c) en diversas provincias procuraba dividir al peronismo en todo el
país promoviendo la aparición de "neoperonistas" (movimiento al cual
se vinculó -por 'ganso', según Perón- el propio Mattera). Los
ejemplos más acabados de este neoperonismo se dieron en Mendoza (de
allí, quizás, un doble sentido adicional del chiste de Perón: los
"gansos" siempre fueron el partido conservador de Mendoza), donde
Perón tuvo que mandar a Isabel (por entonces solamente su esposa)
para desbaratar la trama, y Neuquén, donde apareció el MPN.
Sin embargo, el MPN fue algo distinto al resto. Me comentaba hace
mucho un amigo que Felipe Sapag, el fundador del Movimiento, solía
presentarle a las visitas un libraco de recortes periodísticos,
cartas y fotografías, donde podía verse su profusa correspondencia
con Perón. "Algo así", solía comentar, "no lo puede mostrar Vicente
Saadi, no?".
En realidad, el MPN lo que hizo fue construir un "peronismo
provincial neuquino". Aprovechando las regalías y las vinculaciones
de los Saadi con las FF.AA. (Neuquén, provincia de frontera, está
salpicada de guarniciones militares que Río Negro no tiene; los Saadi
y sus almacenes de ramos generales vivían en estrecho contacto con
esas guarniciones), el viejo caudillo logró derivar hacia Neuquén
buena parte de las actividades administrativas de las entidades
nacionales en el Alto Valle del Río Negro y Neuquén; ENTel e YPF se
asentaron allí. Hidronor (la empresa estatal que construyó las
represas del Limay y del Neuquén: ¿cuántas empresas privadas
construyeron represas en la Argentina, dicho sea de paso?) se asentó
en Cipoletti, pero Cipoletti pasó rápidamente a ser un barrio de
Neuquén. La sede central de la Universidad del Comahue se radicó en
Neuquén, etc. La ciudad se transformó en el corazón de lo que hasta
entonces había sido una aglomeración relativamente equilibrada, la
del Alto Valle del Río Negro y Neuquén. Comenzó a concentrar
servicios para toda la zona que se extiende desde Plottier hasta
Villa Regina. La instalación del aeropuerto provincial y su
transformación en nudo de comunicaciones privilegiado con respecto a
General Roca terminó de asentar esa supremacía.
Los Sapag, de este modo, contaban con un importante apoyo "desde
arriba". Las regalías petroleras, por supuesto, ayudaban. Pero no
eran todo: a diferencia de otros neoperonistas, los Sapag no
dependían del poder nacional para sobrevivir, tenían base propia. En
efecto, hacia los sectores más postergados desarrollaban una política
de redistribución de los ingresos provinciales cuya mejor expresión,
quizás, sea la empresa "Artesanías Neuquinas", un verdadero IAPI de
la artesanía indígena. Y fue esa base la que les permitió sobrevivir
como partido provincial independiente, algo que no logró ninguno de
los restantes neoperonistas.
Neuquén, durante todos esos años, se llenó de puestos sanitarios y
escuelas con personal joven, bien pagado y bien capacitado. No es
ninguna casualidad que en su ciudad capital, hoy, tenga tanto peso la
clase media académica de la Universidad Nacional del Comahue.
Los Sapag, en realidad, más que "semifascistas neoliberales", eran
una especie de "patriotas provinciales" con fuerte arraigo en las
masas pobres de la población. Una especie de Gran Puntero, si se
quiere, pero punteros con un plan de desarrollo para la provincia que
tenían de punto. No eran meros dispensadores de dádivas, aunque la
pequeño burguesía urbana (incluso la neuquina, ahora hablo de eso)
los viera así. O en todo caso la dádiva era lo menos importante en su
aparato de influencia política.
La inmigración masiva a Neuquén capital (que llegó a tener la tasa de
crecimiento demográfico más alta de las ciudades grandes de la
Argentina entre 1960 y 1980) modificó la estructura social de la
provincia. Apareció una clase media que no comprendió bien qué era
lo que llevaba a la ciudad esa riqueza que podía percibirse con tanta
claridad y generaba las corrientes migratorias. En sus estratos
"intelectuales", esta clase media fue siempre "antisapaguista", no
por lo que tenía de malo el sapaguismo sino por lo que tenía de
bueno. Y en sus estratos más pedestres, se asoció al sapaguismo
solamente porque era el mecanismo de hacer buenos negocios. El
"patriotismo neuquino" de los fundadores del MPN se desvaneció en la
segunda generación.
Allí sí el MPN se convierte en lo que es hoy, y todo se cocina,
además, en el caldero hirviente de la destrucción de la Argentina por
parte de Menem. Conservando un reflejo de lo que fuera el MPN en el
pasado, la conducción se asocia -nuevamente- al poder nacional. Pero
esta asociación ya se da de otra manera.
Los Sapag supieron asociarse sucesivamente a Illia, a la Revolución
Argentina, a Perón y a Isabel; pero con el Proceso no se llevaron tan
bien y con Alfonsín el vínculo estuvo lleno de chisporroteos: es que
eran gente de la "vieja" Argentina industrial, no de la "nueva"
Argentina financiera. Tenían, en cierto sentido, una noción de la
grandeza y de un "proyecto".
Los sucesores (Sobisch en particular) representan a esa pequeña
burguesía aventurera que se mudó a Neuquén para hacer plata y nada
más. Cuando el menemismo resolvió a su manera el nudo gordiano del
peronismo (ése que le había costado un fallido homérico a Bittel en
un famoso discurso en el Chaco: "Entre la liberación y la
dependencia, elegimos la dependencia") el MPN renovado oteó
rápidamente el horizonte, husmeó los vientos, y se asoció con alma y
vida al desguace de la Patria.
"Total, nos va a quedar la plata del petróleo", se dijeron. Que al
mismo tiempo estallara por los aires Cutral Có - Plaza Huincul no les
movía un pelo ("Hace mucho que se sabe que esa ciudad es inviable,
los que se quedaron solamente esperaban vivir de subsidios",
respondían impertérritos). Que se clausurara la fábrica de cerámicas
de Zanón les parecía natural ("Es el mercado, viejo", decían mientras
subían al avión que los llevaría a Aspen y el doblete de temporada de
esquí, lujo que por cierto no podían darse los norteamericanos de
Colorado, donde la guita se gana laburando).
Creían que todo se arreglaría como en el mejor de los mundos. A los
Sobisch no les interesaba que los alumnos de la Universidad del
Comahue descubrieran que no había salida laboral para sus estudios,
los jubilados y pensionados de la provincia vieran reducirse sus
ingresos, el sistema de salud neuquino se deteriorara hasta el
escándalo, etc., etc. Sólo empezó a interesarles cuando esas mismas
víctimas del desempleo, la destrucción de YPF, y la venta de la
Patria a la marchanta, comenzaron a salir a las calles. Fue entonces
que se construyó el aparato represivo neuquino, el que
misteriosamente transmuta la goma en plomo cuando tiene que enfrentar
una manifestación.
Es que, provincia de población joven como pocas, Neuquén fue una de
las que menos toleraron la política económica del menemato. Pero
Neuquén, al igual que el conjunto del país, todavía no pudo fraguar
una representación orgánica del hartazgo popular. Así, se terminó
expresando en las puebladas históricas, en más de un sentido un punto
de inflexión en la larga lucha de los argentinos, de Cutral Có y
Plaza Huincul (justamente, las ciudades condenadas a desaparecer).
Allí fue donde el MPN menemizado que produjo a Sobisch hizo sus
primeras armas en represión y asesinato de militantes populares y
gente común. Ni siquiera los métodos de la física teórica, aplicados
para determinar sin lugar a dudas que las balas que mataron a Teresa
Rodríguez salieron de uno de 17 policías dentro de las tropas
represoras, han logrado que la justicia neuquina castigue a los
culpables.
El planteo de Pepe Barabini hace hincapié en aspectos éticos y
morales, cuya importancia no minimizo pero que aquí no hacen sino
ocultar la verdadera significación de Sobisch: la voluntad de dar
marcha atrás el reloj de la Argentina y retornar, en lo posible, a
1999 cuando la convertibilidad aún permitía viajar al extranjero.
Frente a eso empalidecen datos como:
>
> Sobisch, es socio de Menem y de
> Bussi, el asesino de Tucumán (...) es simplemente un
> corrupto, pero como tiene una Corte Suprema Provincial
> comprada, entonces, nadie lo juzga. El año pasado fue
> filmado por un diputado provincial cuando intentó
> sobornarlo para que votara por un juez que él quería
> en la Corte Suprema de Justicia.
[...]
> Sobisch es
> simplemente un corrupto, y de una u otra forma, todos
> los que lo apoyan, afiliados o no al MPN, y más allá de
> que algunos sean personas honestas, participan de la
> política facistaneoliberal que Sobisch implantó en la
> provincia del Neuquén.
Ojalá fuera "simplemente un corrupto". En realidad, es un traidor a
la Patria y en cierto modo al propio MPN. Y se puede ser traidor
manteniendo al mismo tiempo la más impoluta de las actitudes
personales. Por lo demás, ésa es la forma más insidiosa de la
traición a la Patria, ya que no se la puede desbaratar con
referencias vagas a la corrupción y a una "política
fascistaneoliberal" (¿qué es eso, además?).
Barabini, creo, expresa el estado de ánimo de la clase media "progre"
del Gran Neuquén y de las poblaciones turísticas de la Cordillera,
muchos de ellos hijos y nietos de los chacareros del Alto Valle que
no supieron o no pudieron sostener una política nacional y que, por
el contrario, siempre pensaron en vivir de la exportación de manzanas
y peras. Curiosamente, culpa a las víctimas por lo ocurrido:
[...]
> Sobisch acaba de ser reelecto gobernador por otros
> cuatro años, pero no es la primera vez que los pueblos
> se equivocan y pagan muy caro su error. Sobisch y el
> MPN tienen armado un sistema de corruptela en toda la
> provincia (viví mas de tres años en Junín de los Andes,
> provincia del Neuquén, donde fui periodista en FM
> Cordillerana 99,5, la primera FM que tuvo la provincia
> hace ya 18 largos años), y viví los aprietes que hace el
> MPN a la gente más humilde, chantajéandolos con
> cajas de comida y otras cosas más, a veces ligadas a
> dejar jueces corruptos que se supone que ellos o sus
> hijos están ligados al narcotráfico, y otras cosas más.
Entre estas afirmaciones de "la caja de comida" y la descripción de
los obreros del 45 como imbéciles corrompidos arrastrados por una
ristra de chorizos no hay tanta distancia como pudiera parecer. Es
cierto que hoy en día el sobischismo y el MPN se han convertido, en
buena medida, en un sistema de chantaje. Pero no se trata solamente
de ellos: también lo son el PJ y la UCR (en el fondo, el puntero no
es sino un chantajista benévolo), e incluso buena parte del
movimiento piquetero. La solución no pasa por la denuncia moralista.
La solución pasa por la comprensión política. En ambos casos hay una
profunda incomprensión del papel jugado por los aparatos locales en
la política de un país que no tiene cómo reclamar por sus más
elementales derechos ¿Desde qué supuesta altura moral se permite Pepe
Barabini despotricar contra la pobre criancera que se ve obligada a
aceptar una dádiva alimenticia a cambio del apoyo electoral? Qué
tiene para ofrecerle, mejor que eso? Qué clase de "equivocación" es
ésa? La de la criancera, o la de Barabini, que la mira con compasivo
desprecio?
La verdadera solución al punterismo está, entre otras cosas, en la
reconstrucción de un sistema nacional de economía centrado en el
estado, en la recentralización de las finanzas públicas, en la
derogación de los artículos "federalistas" de la Constitución del 94,
y en la consolidación de un movimiento obrero fuerte y unificado,
cuyas direcciones puedan suplantar, como en su momento lo hicieron, a
los punteros de todo color político. La negociación del convenio
colectivo en lugar de la gauchada personal, ésa es la norma. Caso
contrario, nos quedamos con la ilusión y la esperanza deshilachada:
> Pero bueno, no perdamos la esperanza, habrá que
> seguir luchando para que los Sobichs, los Menem y los
> Bussi dejen de existir en la política de nuestros pueblos.
De lo que se trata es de actuar, y para actuar hay que comprender. El
sentimiento no alcanza para nada en estos casos. Y menos aún el
sentimiento impotente del moralista sin programa. Aquí hace falta
discutir un programa de acción mientras se pone término a la
dictadura intelectual de la oligarquía, la patria financiera y el
imperialismo. Mientras esto no se haga, seguiremos asistiendo a
fenómenos como el de Neuquén.
Néstor Miguel Gorojovsky
nestorgoro en fibertel.com.ar
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"Sí, una sola debe ser la patria de los sudamericanos".
Simón Bolívar al gobierno secesionista y disgregador de
Buenos Aires, 1822
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