Revista Vitral No. 51 * año VIII * septiembre-octubre 2002


CENTENARIO DE LA REPÚBLICA

 

MANUEL MÁRQUEZ STERLING: CONTRA LA INJERENCIA EXTRAÑA

RICARDO GONZÁLEZ ALFONSO

 

 

 

Manuel Márquez Sterling

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Hay hombres que nacen bajo el signo de las para dojas. Hablo de un cubano que no nació en Cuba; de un ciudadano de paz, que apostó por la guerra; de una personalidad pesimista que transmitió optimismo; y que es más conocido por su segundo apellido, que no era el materno.
Este personaje posee otra singularidad. En nuestro país, donde cualquiera se consideraba –y considera- apto para desempeñar la primera magistratura, no ambicionó la presidencia de la República; aunque ocupó el cargo durante seis horas.
Periodista, escritor, diplomático y político, Manuel Márquez Sterling nació el 28 de agosto de 1872 en Lima, Perú, bajo el pabellón de la República de Cuba en Armas, pues su padre era delegado mambí en ese país sudamericano. Su madre se nombraba Belén Loret de Mola, por lo que en una época nuestro personaje escribió bajo el seudónimo de M.M.M¸ después optó por el nombre de su progenitor.
Debutó en el periodismo a los 16 años en “El Pueblo” y “El Camagüeyano”, como Manuel Márquez Mola. En 1893 escribe para “La Habana Elegante”, “El Diario del Hogar”, entre otras publicaciones.
Conoció a José Martí, y en 1895 declaró en España: “Estoy por la independencia de Cuba, y como no hay otro medio posible para lograrla, estoy por la guerra”. Regresa a La Habana. Cuando va a ser arrestado por separatista, parte a México, y después a los Estados Unidos.
Trabajó como secretario de Gonzalo de Quesada, cuando éste era comisionado de Cuba en Washington. Regresó a la Patria durante la intervención norteamericana, y colaboró con “La Verdad”, “El Fígaro”; y figura en 1901 entre los fundadores de “El Mundo”.
Después laboró en “La Nación”, “La Lucha” y el “Heraldo de Cuba”.
Escribió 15 libros sobre temas diversos: crítica política y literaria, ajedrez e historia. Analizó, a veces apasionado y mordaz; otras, con juicio sereno y profundo, la corrupción de la administración pública. “Es fácil gobernar a un pueblo; pero es difícil gobernar a los gobernantes. A los gobernantes los gobierna el deber, los gobierna el amor al progreso, los gobierna el escrúpulo en la interpretación de las leyes, en la adopción de los mejores y los más limpios métodos administrativos”, escribió el 12 de septiembre de l916.
René Lufríu, amigo de Márquez Sterling, refirió: “Él, pesimista por temperamento, yo, optimista por hábito, eslabonábamos el diálogo, situándonos en posiciones inversas, contradictorias con nuestras propias modalidades”. Discutían sobre la injerencia extranjera, y Don Manuel proponía la solución; renunciando a su esencia, para dejarnos su presencia. Años antes había sentenciado: “ El mal existe, lo que es necesario es hacer el bien”.
Al caer la dictadura de Gerardo Machado, a la que Don Manuel se opuso, vino un período de inestabilidad republicana. Uno de sus climax fue el 17 de enero de 1934. El presidente Carlos Hevia había renunciado por las presiones del coronel Fulgencio Batista. Un vacío de poder hubiera significado el naufragio de la República. Márquez Sterling, Secretario de Estado, para evitarlo, aceptó una fórmula: a las 6 y 10 de la mañana ocupó la primera magistratura, y al mediodía traspasó el poder a Carlos Mendieta Montefur.
La obra política e intelectual de Márquez Sterling se destacó por combatir la Enmienda Platt desde los inicios de ésta. Hasta que, como embajador en Washington, firmó el 29 de mayo de 1934 el tratado que derogó aquel texto que cercenara nuestra soberanía durante más de tres décadas; aunque, como una sombra plattista, continúe la Base Naval de Guantánamo. Después de rubricar aquel documento, dijo a su secretario personal: “Ya puedo morir tranquilo”.
Don Manuel falleció el 9 de diciembre de aquel año . En 1943, la Escuela Profesional de Periodismo, la primera de Cuba, adoptó su nombre.
Pero la historia de un país no es sólo un cúmulo de personajes, fechas y anécdotas. Tampoco sus omisiones por motivos ideológicos. Márquez Sterling sabía que es la experiencia de la nación, para que sus ciudadanos no cometan los mismos yerros y superen los éxitos. Por eso, desconocerla es una irresponsabilidad cívica; mutilarla y tergiversarla, un crimen de lesa patria.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Cordell Hull (de pie), y el embajador de Cuba en Washington,
Márquez Sterling (sentado), firman en representación de sus respectivos países,
el Tratado de Relaciones de 1934, por el que se derogó la Enmienda Platt.


Muchos historiadores radicados en Cuba han afirmado, durante las últimas cuatro décadas, que la República antes de 1959 merece un apellido: “Mediatizada”. Exageran los errores y ocultan los aciertos. Algunos, residentes en el exilio, la idealizan. Monseñor Carlos Manuel de Céspedes emitió, recientemente, un criterio que considero más objetivo: “Ni angélica ni diabólica; humana”.
Márquez Sterling no confundió – como otros confundieron y confunden- la ética con la ética social, lo cívico con lo cínico. Su integridad ciudadana y profesional; patriótica, no patriotera, es un ejemplo para estos tiempos. La carencia de libertades genera la doble (in)moral, que amenaza con tornarse en una actitud endémica a un siglo de instaurada la República.
Lo extranjero se torna celestial. Visas y divisas son consideradas palabras divinas: abren las puertas de un Edén carnal o profesional. Emigrar es sinónimo de esperanza, como si esta isla no hubiera sido la tierra de promisión para miles de inmigrantes. Y tal vez el pecado mayor: para muchos, delinquir es el talante del sobreviviente. ¿Habrá nacido Cuba bajo el signo de las paradojas?.
Manuel Márquez Sterling, como un profeta criollo, nos legó un mensaje, un mandamiento:”Contra la injerencia extraña, la virtud doméstica”.

Bibliografía:

-Doctrina de la República. La Habana, 1937. Recopilación de textos periodísticos de Márquez Sterling, con prólogo de René Lufríu.
-Historia de la Nación Cubana. La Habana, 1952. Publicada bajo la dirección de Ramiro Guerra y Sánchez, José M. Pérez Cabrera, Juan J. Remos y Emeterio Santovenia.
-Antología de Periodistas Cubanos. La Habana, 1943. Por Rafael Soto Paz.
-Proceso Histórico de la Enmienda Platt (1897-1934). La Habana, 1941, por Manuel Márquez Sterling. (Obra póstuma concluida por su hijo) con prólogo de René Lufríu.
-Palabra Nueva Nº. 104. Enero del 2002. Revista de la Arquidiócesis de La Habana.

10 de Octubre. 1868 - 2002. (Viñeta de Feliscindo González )

 

 

 

Revista Vitral No. 51 * año VIII * septiembre-octubre 2002
Ricardo González Alfonso
(La Habana, 1950)
Presidente de la Sociedad de Periodistas Manuel Márquez Sterling, corresponsal de Reporteros Sin Fronteras; y
director de la Biblioteca Jorge Mañach, del Proyecto de Bibliotecas Independientes de Cuba.