* Radio Futura publica Memorias del porvenir, un repaso a su carrera, pero recalca que no significa una vuelta de la banda. Uno de los grupos más íntegros del pop español recuerda cómo fueron sus inicios y por qué decidieron separarse.
Texto: Mikel
López Iturriaga
Insistís en que este disco no supone el
retorno de Radio Futura.
SANTIAGO
AUSERÓN. No. Y nos gustaría separar el disco del revival
de
los ochenta. Nosotros tratamos de hacer frente a esto con dignidad y teniendo
en cuenta nuestras propias necesidades. Hemos estado pensando en lo que
habíamos hecho y hablando con músicos jóvenesque están
oyendo De un país en llamas o La canción de Juan
Perro, y les resultan útiles. Eso nos ha animado a considerar
la propuesta comercial de la compañía en un terreno válido
artísticamente.
¿Por qué habéis retocado
ocho canciones?
SANTIAGO
AUSERÓN. Porque en la lista de lo esencial
había temas que no nos sonaban bien.
ENRIQUE
SIERRA. Y esas canciones eran muy importantes; por
eso decidimos regrabar o remezclarlas. Hemos usado las técnicas
y experiencias de nuestros nuevos proyectos.
¿No es excesivo grabar y regrabar tantas
veces temas como Semilla negra o Escuela de calor y no dar
material nuevo?
SANTIAGO
AUSERÓN. No damos nada nuevo porque Radio Futura
no está en activo. Seguimos defendiendo las razones que nos llevaron
a la disolución: nosotros queríamos hacer canciones, no dedicarnos
a los negocios. Hemos renunciado a muchos kilos, para luchar, en
mi caso, con un doble personaje perruno, y en el suyo, con la tarea
de enfrentarse a ser autores e intérpretes de su propia obra.
¿Nunca podría haber una vuelta de
Radio Futura?
SANTIAGO
AUSERÓN. Si nosotros sintiéramos la
necesidad creativa y encontráramos el canal de comunicación
con el sector de público que nos retroalimentara…
LUIS AUSERÓN.
Y
con un método nuevo que fuera interesante y educativo. No reproducir
los sistemas antiguos.
SANTIAGO
AUSERÓN. Se tendrían que dar condiciones
que ahora no se dan. Y si nos pusiéramos a ello, perderíamos
el hilo de lo que estamos haciendo por separado, que es prioritario: por
un lado, la nueva banda de Luis y Enrique; por otro, la banda de Juan Perro,
que está avanzando en el terreno del directo y llegando a un público
más joven, que no es el de Radio Futura ni el del panorama de las
nuevas músicas, ése que va desde el jazz a lo étnico.
A mí me preocupaba un poco ese territorio; ese etnicismo me parece
peligroso. Yo no quería que Juan Perro se situara por ahí,
prefiero mantenerme fiel al rockerío. En los últimos
10 años se ha vivido una sensación de retroceso en el rock
and roll porque éste ya no era una fórmula comercial.
Eso es mentira: el rock ha seguido creciendo en la calle, aumentando en
su capacidad de producir ideas.
LUIS AUSERÓN.
¿Cuándo
suenan Sonic Youth o PJ Harvey en la radio? Nunca, pero vas a La Riviera
[sala de conciertos madrileña] y no se cabe.
¿Entonces estáis convencidos de
que la situación del rock es mucho mejor ahora que cuando empezasteis?
SANTIAGO
AUSERÓN. Totalmente. Nosotros vivíamos
una situación de déficit cultural absoluto en el posfranquismo.
Y el éxito de Radio Futura es hijo de esa precariedad cultural.
No había nada: había ansiedad. La movida significa
eso: un inmovilismo previo monumental. En cuanto se movió algo,
parecía que estaba pasando la de Dios.
¿Por qué no habéis incluido
ningún tema de la primera época de Radio Futura, la de Divina
y
Enamorado de la moda juvenil?
SANTIAGO
AUSERÓN. Aquello fue un producto tan manipulado
desde el punto de vista de la producción y de la comercialización,
que no nos reconocemos en él. Somos conscientes de que a gente que
le gusta Radio Futura, aquello le hace gracia como objeto cultural histórico.
A nosotros nos gusta también. Nos divertíamos con esa actitud
ambigua y semiperversa, diciendo: vamos a tocar en plan punki este pasodoble
de Herminio Molero [ex componente de Radio Futura] que era Enamorado
de la moda juvenil. Pero tanta ambigüedad era extrema: atrae mucho
desde el punto de vista del interés publicitario, pero compromete
poco con un proceso de creación durable.
LUIS AUSERÓN.
En
aquella época éramos colaboradores: la línea la marcaba
Herminio. Nosotros nos podemos sentir responsables a partir del single
de La estatua del jardín botánico.
¿Cómo vivisteis los primeros años?
ENRIQUE
SIERRA. Imagínate: en el año 79, éramos
un grupo que no llevaba batería sino caja de ritmos, cuando prácticamente
no existían.
SANTIAGO
AUSERÓN. Íbamos a festivales en los
que, antes que nosotros, tocaban Los Rebeldes. Teníamos a todos
los tupés delante, y nosotros con la caja de ritmos y esa pinta
de banda sexualmente ambigua, por no decir sospechosa.
LUIS AUSERÓN.
Sexualmente
divergente [risas].
ENRIQUE
SIERRA. Tenía la gracia de la provocación.
No se había visto a unos mendas totalmente marcianos haciendo una
música tan rara. Pero era una sorpresa más estética
que musical.
¿Cuándo os disteis cuenta de que
aquello no daba para más?
SANTIAGO
AUSERÓN. Cuando salió Música
moderna (1980) a la calle, nos asustamos. En las maquetas aquello sonaba
bastante interesante y muy raro. Era experimentación descarada.
Pero cuando fue mezclado, acelerado para que las voces sonaran más
mariquitas…
ENRIQUE
SIERRA. Una operación de la que aún
no sabemos quién fue el responsable…
SANTIAGO
AUSERÓN. Tuvimos que sentarnos los cinco y
aclarar qué queríamos hacer: si Warhol u otro tipo de experimentación.
Nosotros tres queríamos un cuarteto de rock con modelos como los
Clash, que sabían integrar en el rock europeo cadencias del reggae,
y
Cure, que tenían un gran refinamiento en las melodías. Decidimos
profesionalizarnos. Lo dejamos todo, a pesar de tener a la compañía
[Hispavox] en contra porque no queríamos entrar por la vía
fans.
Tuvimos que cambiar el sentido del grupo, lo que costó varios
años.
Fueron unos cuatro, ¿no?
ENRIQUE
SIERRA. Presentamos maquetas
y maquetas y cada vez la respuesta era más indecente. Cada vez se
reían más.
¿Qué fue lo más fuerte que
os dijeron?
ENRIQUE
SIERRA. "Mira reinas, vosotras habéis firmado
un contrato que, como sois muy jovencitos y no tenéis ni puta idea,
no habéis leído la letra pequeña, pero este contrato
os obliga de por vida. Entonces, o sacáis lo que queremos que saquéis,
o no vais a volver a grabar en vuestra vida".
Después llegó el primer disco en
Ariola, La ley del desierto, la ley del mar, en 1984.
ENRIQUE
SIERRA. Sí, y les dijimos: somos unos paranoicos
con las compañías porque te nemos una experiencia horrible.
No queremos firmar un contrato (no firmamos hasta el siguiente disco) y
queremos producir nuestro disco. No teníamos ni idea, pero pedimos
un estudio barato en que pudiéramos estar un montón de horas
y aprender.
¿Se resiente el disco de esa falta de experiencia?
LUIS AUSERÓN.
Por
supuesto. Por eso hemos tenido que regrabar Semilla negra y Escuela
de calor tantas veces.
¿Cómo puntuaríais los tres
siguientes discos, De un país en llamas (1985), La canción
de Juan Perro (1987) y Veneno en la piel (1990)?
SANTIAGO
AUSERÓN. Los que más me gustan son De
un país en llamas y La canción de Juan Perro.
LUIS AUSERÓN.
A
mí también.
SANTIAGO
AUSERÓN. Son el extremo europeo y el americano
de Radio Futura. En La canción de Juan Perro nos hicimos
conscientes de que teníamos que abrirnos a una sonoridad americana,
porque allí es donde se junta nuestra lengua con la rítmica
internacional. De un país en llamas representa un momento
más maduro de nuestro periodo de reflexión sobre el pop-rock
europeo. Por eso en este disco hay muchos temas de ambos.
¿Cuándo y cómo tomáis
la decisión de separaros?
SANTIAGO
AUSERÓN. El ambiente era muy tenso, y la enfermedad
de Enrique hacía muy difícil tocar y hacer giras. La cosa
se mantuvo durante unos años porque había buen rollo. Nosotros
tocábamos muy poquito, pero a base de empecinamiento llegamos a
sonar como las bandas internacionales. Ése fue el mérito
de Radio Futura, pero costaba mucho curro, y cuando se empezaron a multiplicar
las dificultades, todo el mundo llevándose la pasta por todos los
lados… estallaron los nervios. Entonces nos miramos y dijimos: ¿Estamos
vivos? ¿Qué hacemos después de esto? Hay que parar,
esto se nos come.