Homenaje del Instituto de Guadalajara

Vicisitudes del Instituto de Guadalajara

desde su fundación hasta 1937.

Por Real orden de 27 de septiembre de 1837 se creó el Instituto de Guadalajara por iniciativa del entonces Jefe Político de la provincia, D. Pedro Gómez de La Serna , con el decidido apoyo de las Corporaciones populares arriacenses, siendo uno de los primeros Centros de enseñanza de esta clase que se establecieron en España.

Se celebró la apertura del nuevo Instituto el 30 de noviembre de 1837, cuando nuestro país estaba ensangrentado por la enconada guerra civil sostenida entre carlistas e isabelinos, inaugurándose sus estudios en el local del ex convento de San Juan de Dios, situado en la calle de este nombre, acudiendo a ellos los catorce alumnos que se habían matriculado hasta aquella fecha, y para contribuir al sostenimiento del mismo, el Regente del Reino dispuso, el 13 de mayo de 1841, que se le concediesen las rentas de la suprimida Universidad de Sigüenza, y poco después, por un Real decreto del citado año, se reconoció la existencia definitiva del Instituto de esta capital; pero como el número de sus alumnos continuaba siendo escaso, por Real decreto de 4 de septiembre de 1850 fué suprimido, lo mismo que se suprimieron, por igual razón, otros de diferentes localidades de la Península.

A excepción de la Diputación provincial y del Ayuntamiento de Guadalajara que comprendieron lo necesario que era existiese en la capital un Centro de cultura de esta clase, fué restablecido el Instituto, con carácter provisional, por Real orden de 21 de noviembre de 1855, acordándose que continuara de un modo definitivo como Instituto de segunda clase el 31 de enero de 1857.

En esta segunda época de la existencia del Instituto empezó a aumentar el número de sus alumnos, y desde el ex convento de San Juan de Dios fué trasladado al edificio que ocuparon en la calle de Santa Clara (hoy del Teniente Figueroa) las monjas de la Piedad, convento que fundó a principios del siglo XVI D.ª Brianda de Mendoza y Luna, en cuyo edificio, andando el tiempo, tuvieron también acomodo las oficinas y dependencias de la Diputación provincial, la Cárcel, el Museo de Pinturas y la Biblioteca provincial.

El 30 de noviembre de 1887 celebró el Instituto, a Propuesta del Claustro de Profesores, un Certamen científico, literario y artístico para solemnizar el quincuagésimo aniversario de su inauguración.

Aumentaron las necesidades del Instituto con el aumento de su matrícula, con la ampliación de sus gabinetes de material científico y la creación de nuevas enseñanzas, en tanto que la Diputación provincial y la Cárcel fueron trasladadas a edificios construidos a propósito para sus respectivos fines, quedando los locales del ex convento de la Piedad en su totalidad para el Instituto, el Museo de Pinturas y la Biblioteca provincial; pero era preciso hacer obras con carácter definitivo para que el Instituto quedase debidamente instalado y atendidas las necesidades de la enseñanza y los servicios y dependencias del mismo con arreglo a las exigencias de la vida moderna, y en septiembre de 1902, siendo ministro de Instrucción pública y Bellas Artes D. Álvaro Figueroa y Torres, empezaron las obras de reparación y ampliación de los locales que ocupaba el Instituto de Guadalajara con arreglo al proyecto del arquitecto D. Ricardo Velázquez, aprobado por el Ministerio de Instrucción pública.

Los cuadros que formaban el Museo de Pinturas fueron trasladados al palacio de la Diputación provincial, y el Instituto y la Biblioteca se instalaron provisionalmente en el ex convento de San Juan de Dios, donde estuvo la Escuela Normal de Maestros que se había incorporado al Instituto al convertirse éste en general y técnico, como los demás de España, con arreglo al nuevo plan de estudios de estos Centros de enseñanza que se había publicado por aquel entonces.

Por cuenta del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes se hicieron en el viejo ex convento de San Juan de Dios las obras de consolidación necesarias para el nuevo destino que se le daba y las reformas indispensables para establecer las clases, gabinetes de material científico y las dependencias del Instituto, que permaneció allí hasta que hechas las obras más importantes en el ex convento de la Piedad, volvió a él de un modo definitivo, sin terminar por completo la reforma y ampliación del edificio, en el que a medida que ha pasado el tiempo se han hecho varias modificaciones para conseguir que el Instituto pueda atender al cumplimiento de sus fines culturales.

Era el propósito del Claustro de Catedráticos del Instituto de Guadalajara celebrar con varios actos públicos el primer centenario de la fundación de este Centro de enseñanza; pero en las circunstancias actuales la atención de todos está fija en la guerra que se desarrolla en España entre fascistas y antifascistas, y no puede intentarse con éxito la conmemoración que el Profesorado de este Instituto proyectaba, en la forma que se había trazado, para que revistiese la mayor solemnidad.

Sin embargo, tampoco debe dejarse pasar en silencio la fecha del 30 de noviembre de 1937 en que se cumple un siglo desde que empezó a funcionar el hoy Instituto Nacional de Segunda enseñanza de esta capital, y como recuerdo de ella sus actuales Catedráticos acordaron publicar un homenaje a la memoria de los alumnos que más se distinguieron en este Centro en los distintos cursos académicos transcurridos desde su inauguración hasta el día.

Nuestro deseo hubiera sido incluir en este homenaje a todos aquellos discípulos de esta Casa, que, después de estudiar en ella con gran aprovechamiento la Segunda enseñanza, se destacaron en el cultivo de las letras, las ciencias, las artes, etc., y contribuyeron al engrandecimiento de la Patria; pero su enumeración sería muy extensa por haber pasado por sus aulas muchos que más tarde brillaron como médicos, abogados, militares, artistas, investigadores científicos, en fin, logrando justo renombre en las diferentes esferas de la actividad humana, y por otra parte no nos ha sido posible encontrar datos biográficos de todos ellos, y aunque con sentimiento, porque para el Instituto todos sus discípulos son acreedores a que se les recuerde con el mismo cariño, se ha de limitar este recuerdo a recoger las noticias que se han podido hallar de poco más de una veintena de ellos, bien entendido que de haber podido encontrar datos de los demás, el deseo del Instituto hubiera sido que en este trabajo se reunieran los nombres de todos los alumnos que han contribuido a aumentar su reputación.

Por orden alfabético del primer apellido se insertan a continuación los datos biográficos que se han podido reunir de los alumnos más aventajados de este Centro, a los que en representación de los demás tributa este homenaje el Instituto de Guadalajara al celebrar el primer centenario de su fundación.

Atienza Baltueña (Román).

Barberán y Tros de Ilarduya (Mariano).

Bris y Sánchez (José María).

Bris (Luis María).

Camino y Nesi (José).

Catalina García (Juan).

Contreras (Bibiano).

Fernández lparraguirre (Francisco).

Fernández Navarro (Lucas).

Fuente y Herrera (Federico de la).

Fuente y Herrera (Ramón de la).

Hernando y Espinosa (Benito).

Jiménez González (Cayetano).

Layna Serrano (Francisco).

Mayoral y Medina (Miguel).

Pareja Serrada (Antonio).

Sepúlveda y Lucio (Fernando).

Sepúlveda y Lucio (José).

Serrano y Sanz (Manuel).

Vela y Herranz (Antonio).

Verda del Vado (Tomás).