PRENSA INTERNACIONAL
Enero 30, 2006
 

En el cementerio Cristóbal Colón no se descansa

La necrópolis de La Habana, una de las mayores del mundo, se ha convertido en territorio de profanadores y ladrones, mientras las autoridades hacen poco por remediarlo. Esta situación es para muchos fiel reflejo de la degradación de la sociedad cubana

No sólo profanan las tumbas y roban los adornos, sino que asaltan a los turistas que pasean por el camposanto

Carmen Muñoz. ABC, España, 29 de enero de 2006.

MADRID. Si hay un lugar en La Habana que refleje la llegada de la revolución y sus consecuencias en la sociedad cubana, ese lugar es el cementerio Cristóbal Colón. La que aseguran que es la mayor necrópolis de América y una de las más majestuosas del mundo por su riqueza arquitectónica y escultórica sufre, sobre todo en los últimos tres lustros, los robos y profanaciones de sus sepulturas, sin que las autoridades cubanas ofrezcan suficientes remedios para evitarlos.

Palabra Nueva, la revista de la archidiócesis de La Habana, ponía el dedo en la llaga el pasado noviembre en un documentado reportaje donde relataba cómo durante la década de los años sesenta la Iglesia católica dejó de administrar el camposanto, que pasó a manos del Estado. En esa época coincidió que muchas familias burguesas dejaron la isla, sus panteones y capillas quedaron abandonados, y que el ateísmo se extendió por la sociedad.

Desde entonces "casi ningún panteón ha escapado a la barbarie; ya no falta nada por robar", resumió un portavoz religioso del cementerio habanero, en conversación telefónica con ABC. El ultraje a la memoria de miles de personas sepultadas en las 56 hectáreas de la necrópolis, declarada monumento nacional y plagada de leyendas, ocurre con mayor regularidad en los últimos diez años, según el testimonio de este religioso que prefirió mantener el anonimato. No sólo las tumbas son profanadas y los adornos robados, sino que agregó que también los turistas que pasean por sus calles diseñadas como un campamento militar romano son víctimas de los ladrones.

Desde próceres de la patria, intelectuales, empresarios, aristócratas isleños, políticos, religiosos, hasta el cubano más humilde están enterrados en este cementerio construido entre 1871 y 1886, en el que no faltan los españoles. Entre el general Máximo Gómez, el escritor Alejo Carpentier o los padres de José Martí, quedaron sepultados gallegos, catalanes, asturianos canarios o vascos y sus descendientes. El monumento de los oriundos de Ortigueira (La Coruña) es el más impresionante de estas comunidades. Tampoco los panteones de los españoles han escapado al vandalismo. Mientras por el teléfono se oía el repicar de las campanas, el religioso explicaba que recientemente han tenido que restaurar en dos ocasiones la Virgen de Covadonga del monumento de los asturianos.

Una de las profanaciones que más ha impactado al religioso es la ocurrida hace más un año en el panteón de las carmelitas. "Los huesos aparecieron desperdigados por el suelo y se llevaron muchos de ellos". Los delincuentes no buscaban precisamente alhajas entre los restos de las monjas. Mientras una de las causas de este fenómeno es la lucrativa, los expertos consultados señalaron también a las religiones paganas. "La secta conocida como "los paleros", descendiente de las religiones africanas, utiliza calaveras para sus ritos y paga a quien se las consiga", subrayó el trabajador de este cementerio, que ahora depende de los Servicios Necrológicos de la Dirección Provincial de Servicios Comunales del Poder Popular.

"En casi todo Cuba"

Monseñor Ramón Suárez Polcari, vicario de la Archidiócesis de La Habana, también apuntó a quienes "buscan prendas en las tumbas y a las religiones afrocubanas, no la santería como tal". Suárez Polcari, que además es canciller de la diócesis de La Habana, párroco de la Iglesia de la Milagrosa y experto en religiones afrocaribeñas, aseguró a este periódico que aunque el panteón de su familia en la necrópolis habanera no ha sido profanado, conocía esta "dolorosa y difícil" situación que ocurre en "casi toda Cuba". Nombró a Madruga, un pueblo del centrooeste de la provincia de La Habana, donde no hace mucho aparecieron tumbas abiertas y cadáveres profanados. Monseñor Suárez Polcari recordó también que en un acto con motivo del centenario de la inauguración de la necrópolis, el director de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, "habló fuerte sobre esta situación, en la línea ética de lo que significaba para las familias, lo que no le gustó nada al administrador del cementerio". ABC se ha puesto en contacto varias veces con la Oficina del Historiador, pero no ha recibido ninguna respuesta de Eusebio Leal.

En los últimos tiempos, los responsables del camposanto han reforzado la vigilancia, aunque parece que con poco éxito. "Han puesto más vigilantes, pero no vigilan, nadie ve ni oye nada", remató el portavoz religioso del cementerio Colón.

El opositor Oswaldo Payá Sardiñas, líder del Movimiento Cristiano Liberación, también ha sido testigo directo de este deterioro y abandono cuando ha tenido que asistir a algún sepelio o a visitar la tumba de un familiar. El Premio Sajarov de los derechos humanos afirmó por teléfono que lo que sucede en este camposanto "se une a la corrupción generalizada que desgraciadamente se ha extendido por la sociedad cubana". Payá busca la explicación -no justificación- de estos ultrajes en la "pérdida de valores, que lleva a muchos a pensar que cualquier modo para sobrevivir es válido".

Copyright © ABC Periódico Electrónico S.L.U, Madrid, 2005.

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