entrevista
nadie
vigila al poder
Pámela Vértiz, reportera de
Panorama; Roxana Cueva,
periodista de investigación y una de las fundadoras de Prensa Libre, reciente
asociación de periodistas de investigación; y Luis Iberico, editor general del
diario Referéndum y también
miembro de Prensa Libre, conversan con ideele
sobre uno de los más serios peligros que debe enfrentar nuestra democracia: las
amenazas a la prensa crítica al régimen.
¿Está el pueblo peruano realmente informado de lo que
sucede en las esferas del poder?
Roxana Cueva: Tengo la certeza de que no se está respetando el
derecho de los ciudadanos a estar informados. Existe una política dirigida a
los canales de televisión de señal abierta durante los últimos meses que ha
hecho desaparecer los programas de investigación política. Son los casos de Contrapunto y del programa de César
Hildebrandt.
Luis Iberico: Hay mucho temor, mucha autocensura por el lado de los
medios de comunicación. La experiencia Ivcher fue aleccionadora para los
empresarios de televisión y, grados más grados menos, ellos prefieren evitar
que este tipo de periodismo de investigación se desarrolle en su pantalla.
Tenemos canales totalmente comprometidos con el régimen y la política de
silencio, como Frecuencia Latina o América Televisión, que simplemente ya
terminó con su único programa de periodismo político.
Hay temas
intocables: las acciones ocultas del Servicio de Inteligencia Nacional, las
labores de escucha, de persecución, de acoso, de hostilización. En ese sentido,
la libertad de expresión no es algo que le pertenece a los periodistas; no
estamos peleando sólo por nosotros: luchamos por el derecho de todos a
expresarnos libremente a través de los medios, a hacer denuncias o alcanzar
nuestras propuestas.
¿Hay temas prohibidos?
Pámela Vértiz: En estos momentos, lamentablemente, sí. Los
periodistas somos conscientes de que los dueños de los medios de comunicación
son empresarios antes que otra cosa, por lo que hay temas que ni siquiera
proponemos, porque de algún modo tocan al gobierno, y si se exponen
públicamente puede ser afectado el canal de televisión o las otras empresas de
propiedad de los dueños del canal.
Para una
persona que le gusta hacer investigación no es muy satisfactorio tener que
evitar determinados temas. Para mí es lamentable mantenerme al margen de
algunos asuntos; en la medida que puedo, trato el tema de derechos humanos.
Gracias a Dios todavía me lo permiten, pero se acerca la época electoral y cada
vez se ajusta más el cinturón.
¿Cuáles son las formas como el poder controla hoy en
el Perú a los medios de comunicación?
RC: Todo va por la publicidad estatal. Por la aguda recesión que
vivimos, las empresas privadas casi no están invirtiendo en publicidad; el gran
anunciador en este momento es el Estado, y del Estado depende que un canal o
emisora viva, muera o simplemente languidezca.
LI: La publicidad es el principal medio de amedrentamiento, de
chantaje, de coacción que tiene el gobierno. Pero también existen las llamadas
directas y concretas. Cuando salía al aire el programa de César Hildebrandt
vimos cómo Vladimiro Montesinos o el publicista Daniel Borobio le acomodaban el
noticiero a José Francisco Crousillat; era descarado.
Recordemos
también la famosa pizarrita de Joy Way, que fue uno de los temas que ocasionó
la intervención del régimen en Frecuencia Latina. Allí se descubrió que Joy Way
repartía la torta entre los canales: "yo te doy información, tú me apoyas
y vas a tener tanta publicidad".
El periodismo de investigación debe ser incómodo para
el poder; eso es una regla aquí y en cualquier lado. El poder debe estar bajo
la vigilancia de la opinión pública a través del ejercicio libre de la
investigación periodística. ¿Cómo mantener la objetividad frente a un poder que
aparece tan fuerte sin convertirse en periodista de "oposición"?
PV: Exponer los hechos, manejar bien la información, confirmar
tus fuentes y la autenticidad de los documentos que vayas a sacar a luz. Un
desliz en contra del gobierno en estos momentos sería realmente grave; las
consecuencias serían francamente horrorosas.
LI: En estos regímenes autoritarios el periodista debe adoptar
una posición militante. Eso se puede prestar a que se diga que no es objetivo,
que está politizado, pero no es así. Acá nos han arrojado a tomar una posición
de defensa de la libertad de expresión. El periodismo es un compromiso, no es
sólo una manera de ganarse la vida. El médico tiene un compromiso con la vida y
la salud de las personas; el sacerdote, con la fe; el periodista con la
libertad de expresión, y el soldado puede dar hasta su vida por la patria.
¿Los de Prensa Libre no son opositores, como se dice
por ahí?
RC: Nuestra posición no es política; es una posición por la
verdad. Queremos decirle al Perú lo que está pasando en el país real, no en el
país oficial que todos los días nos presentan en la televisión y en los diarios
chicha. Eso es lo que queremos, que sepan qué está pasando por lo bajo, que no
todo sea entretenimiento, show.
Hay muchas cosas que pasan y el ciudadano tiene derecho a conocerlas.
Las
puertas de Prensa Libre están abiertas. Lo que queremos es justamente congregar
a la mayor cantidad de periodistas que tengan la misma apuesta: seguir sacando
investigaciones e informar al país.
Dicen que ya han tenido problemas con el fuero
privativo militar.
LI: La denuncia que presentamos ante el Jurado Nacional de
Elecciones y el Defensor del Pueblo sobre el espionaje y la persecución de los
candidatos se convirtió en una acusación contra nosotros. La justicia militar, motu proprio, llegó a una conclusión
interesantísima a partir de una pericia grafotécnica hecha por ellos en los
documentos que aparecieron: que habíamos fraguado los documentos. En ningún
lugar del mundo se acepta una pericia que no sea de un original.
Una vez
que el Consejo Supremo informó al Jurado Nacional de Elecciones para que tome
"las medidas pertinentes", éste sopló la pluma hacia la Fiscalía. Se
estaría por designar un fiscal ad-hoc
para que proceda a denunciarnos. Se trata de una denuncia muy grave que podría
cargar hasta 10 años de prisión, según el Código Penal.
¿Cuál debe ser el papel del periodismo en la
coyuntura electoral que se avecina?
RC: Seguir luchando desde cualquier trinchera. Personalmente,
siento que la situación es muy difícil, terrible. Hemos pensado en difundir
vídeos a organizaciones sociales; también informes escritos a través de
internet. No queda otra.
LI: Las cosas que vienen son terribles. Por favor, cuándo se
ha visto que el Canal 7, un canal del Estado, le dedique 10 minutos a cada
candidato de la oposición; no para que estos candidatos puedan expresarse y la
ciudadanía tenga la posibilidad, a través de este canal que es del Estado, es
decir, de todos los peruanos, de enterarse de sus planes de gobierno. No, todo
lo contrario: se ocupa de ellos para masacrarlos. Lo mismo ocurre con el diario
oficial El Peruano.
Si eso
ocurre con los medios del Estado que, por ley, no pueden hacer campaña contra
ningún grupo o candidato político, entonces ¿qué podemos esperar de los demás?
¿Qué hacer en esta situación tan difícil?
PV: Esperar tener un poco de espacio para trabajar el tema de
la campaña política. Sabemos que tenemos un presidente en campaña, que lo ha
estado desde que llegó al gobierno, pero es un peso que hay que manejar y
tratar de ser lo más objetivos que podamos.
RC: Estamos definitivamente en una situación de emergencia, ante
una política intencionada que busca no sólo acallar al periodismo crítico sino
distraer a la gente. Para eso están los talk-shows
como los de la doctora Bozzo, por ejemplo, y las contrataciones que ha hecho el
canal del Estado de cómicos que, además de hacer reír, de paso les dan una
patadita a los candidatos de oposición.
LI: Tenemos
que realizar esfuerzos como el que se propone hacer Prensa Libre; es imposible
silenciar a todo el país, mantenerlo en esta oscuridad. Existen medios
alternativos, canales de televisión alternativos y, sobre todo, radios que
tienen una gran influencia en el interior del país. Entonces, esfuerzos como el
de Prensa Libre buscan justamente eso: abrir otros canales para mantener
informada a la población. Y, por último, sabemos que la gente quiere la
libertad; el ser humano es libre, no soporta ataduras, no soporta mordazas. Las
dictaduras pasan.