EL PROYECTO HERAKLES: UNA INVESTIGACIÓN SOBRE BEOCIA EN ÉPOCA CLÁSICA

José Pascual González

Universidad Autónoma de Madrid


ÍNDICE


1. Introducción: métodos y objetivos

2. El medio ambiente beocio

3. El poblamiento beocio

4. La aplicación del modelo del "vecino más próximo" a la Confederación beocia de principios del siglo IV
4.1. El territorio teórico medio y las distintas categorías de poleis beocias

4.2. Las distorsiones del modelo. La influencia del relieve y de la evolución histórica. Los espacios disponibles y los fenómenos de compensación

5. La relación entre las poleis beocias y la organización federal

6. El territorio económico lógico

7. Jerarquización y distribución de asentamientos secundarios en la chora

8. Jerarquización de usos y complementariedad del territorio

9. El mercado regional

10. La Confederación beocia anterior al 386 a.C.

10.1. Las Helénicas de Oxirrinco (P.)

11. La liberación de Tebas en diciembre del 379 a.C.

11.1. Introducción

12. La Confederación beocia de la época de la hegemonía (371-356)

12.1. La nueva Confederación beocia

12.2. Los instrumentos de la hegemonía

12.3. La práctica de la hegemonía

12.4. La evolución de la política interna tebana en la época de la hegemonía

12.5. De Mantinea a la III Guerra sagrada (362-356)

BIBLIOGRAFÍA



1. Introducción: métodos y objetivos


Desde 1992 el Departamento de Historia Antigua de la Universidad Autónoma de Madrid con la colaboración del Servicio de Cartografía de dicha Universidad y bajo la dirección del Dr. D. José Pascual viene desarrollando un proyecto de investigación sobre la Beocia antigua que tenía como finalidad básica comprobar la utilidad que podría tener la aplicación de los Sistemas de información geográfica (abreviados en SIG) al estudio de una región griega.

En primer lugar, se trataba de recopilar todos los datos que se podían extraer a través de las fuentes tradicionales como los testimonios de autores antiguos, la epigrafía, la numismática, la arqueología y las noticias de los viajeros occidentales en Grecia a los que se unían nuevos datos procedentes de la topografía histórica y las prospecciones intensivas.

Todo este cúmulo de informaciones sería tratado a través de los SIG. Los Sistemas de información geográfica consisten básicamente en la digitalización de un mapa a través de la cual éste adquiere un formato numérico. Esto significa, en primer lugar, la fijación cartográfica de un mapa sobre el que se puede trabajar eficazmente, en el que podemos modificar su escala, cortarlo definiendo zonas más pequeñas, unirlo a otros y ampliarlo etc. Además, dentro de él, es posible situar cualquier punto con absoluta exactitud e introducir no sólo toda la información que disponemos a través de testimonios de autores antiguos, epigráficos, numismáticos, topografía histórica, prospección intensiva sino también cuantos datos nuevos se produzcan en el futuro. Somos capaces de medir áreas, perímetros, distancias, cursos fluviales, curvas de nivel, pendientes y hacerlo en una cantidad, rapidez y fiabilidad imposible de obtener a través de la cartografía tradicional. También podemos calcular áreas de visibilidad, decisivo no sólo para la comprensión de batallas (desplazamientos de contingentes militares, puntos de aguada, línea de frente) sino del sistema defensivo de una polis. Podemos visualizar los resultados en dos o tres dimensiones, en color o blanco y negro y en el tamaño y formato que sea preciso en cada momento e introducir o eliminar cuanta información deseemos construyendo, por así decirlo, nuestros propios mapas a medida.

La representación visual contribuye a explicar mejor determinados fenómenos históricos e incluye, además, una amplia gama de posibilidades ya que podemos. Los SIG nos permiten, pues, extraer un gran volumen de datos con una precisión extraordinaria y en un período muy corto de tiempo.

El objetivo final del proyecto de investigación se planteaba profundizar en el conocimiento de la estructura territorial de las poleis beocias en la primera parte del siglo IV. No olvidemos que la polis es una comunidad espacial, que ocupa un territorio que le es propio y que necesita para su subsistencia. Se trata, en definitiva, de una sociedad agraria en la que la importancia de su territorio se ve multiplicada precisamente por el ideal de autarquía que le anima, esto es, el deseo de extraer de su propio territorio todo aquello que necesita para sobrevivir. En el caso de Beocia, el territorio cobra aún mayor importancia ya que esta región no desarrolló amplias relaciones comerciales con el exterior, ni se inmiscuyó en la colonización exterior y se vio obligada a vivir a lo largo de su historia casi exclusivamente de su propio territorio. Además nos planteábamos un estudio de la organización federal de Beocia fundamentalmente durante la primera mitad del siglo IV, uniendo a las informaciones derivadas de fuentes que podríamos llamar tradicionales, los nuevos datos que podían extraerse de los SIG.
 

2. El medio ambiente beocio


El primer paso en el estudio de la estructura territorial de una región dada debe comprender la descripción geográfica de su territorio con la intención de convertir el análisis del relieve en un instrumento que aumente el conocimiento histórico, en una vía para definir la influencia del medio ambiente en los hombres que habitaron Beocia en la Antigüedad que permita descubrir, rasgos históricos más o menos permanentes, realidades históricas de larga duración.

Beocia dibuja una figura más o menos elipsoidal con una orientación general noroeste-sureste, cuyo eje oeste-este mide 100 km y es dos veces mayor que los aproximadamente 40 km que separan el norte y el sur de Beocia.
 

Figura 1.- El territorio de Beocia
Las fronteras de Beocia se pueden definir, generalmente, con bastante precisión. Al sudoeste, Beocia limita con las aguas del Golfo de Corinto y al noreste con las del Golfo de Eubea y el Canal del Euripo. En el sudeste, una serie imponente de cordilleras marcan la frontera entre Beocia y el Atica. De oeste a este, esta impresionante barrera está formada por el Citerón (1409 m), el Pastra (1191 m), el Parnés (1413 m) y el Mavrinori (648 m). En el noroeste los confines con la Fócide son aún más abruptos. Estos arrancan de uno de los picos del Helicón, el Palaiovouno (1748 m), se dirigen hacia el norte con el Megali Loutsa (1487 m) y llegan al valle del Cefiso. A partir de aquí, el relieve, si bien todavía áspero, se suaviza bastante con los montes Hedilio (821 m), Chlomon (1081 m) y Prophitis Elias (636 m).
 
Figura 2.- Mapa hipsométrico de Beocia
La Beocia antigua ocupaba unos 2.818 km2 (exactamente 2.817,666) con un perímetro de unos 338 km. El territorio continental de Beocia ocuparía exactamente 2.815,861 km2 y un perímetro de 326,226. A éste habría que sumar las pequeñas islas de la bahía de Domvraina al sur con cerca de 2 km2 (1,803) y unos 12 km de perímetro.

Aunque incluimos la Oropia (unos 158 km2) que, desde un punto de vista geográfico, formaba parte de Beocia, la Confederación beocia de principios del siglo IV no parece haber comprendido esta región por lo que la superficie del Estado federal beocio contaría con unos 2.660 km2. A dicha extensión habría que descontarle, además, los lagos Copais, Likeri y Paralimni, de manera que la superficie total útil de la Confederación beocia supondría unos 2.400 km2 (exactamente 2.396). Con todo, la Confederación beocia era uno de los estados griegos más extensos, similar al Ática (ca. 2.450 km2), a la Élide, 2660 km2; a la Acaya (2335 km2) y a Mesenia 2600 km2 y representaba algo más de la mitad de la Argólide (4195 km2) o de la Arcadia (4700 km2).

Un simple análisis a través de los SIG prueba que Beocia distaba mucho de ser considerada una región montañosa. Ninguna altitud supera los 1600 m y el área que podríamos considerar de montaña, aquella que se sitúa por encima de los 600 m, suma 273 km2 lo que supone tan sólo el 9,7 % de la extensión total de Beocia.


 
Altitud Extensión (en km2) Porcentaje (en %)
1400-1600 6,226 0,22
1400-1200 15,599 0,55
1200-1000 41,256 1,46
1000-800 81,470 2,89
800-600 130,143 4,62

 
Exactamente 293,1 km2 (10,40 %) se disponen entre los 600 y 400 m de altitud y 2252,7 km2, casi un 80 % del total de la superficie de Beocia, se acomodan entre los 0 y 400 m. La montaña desde el punto de vista de su altitud y extensión y también del poblamiento y su explotación económica tuvo escasa importancia en la vida beocia.
Altitud Extensión (en km2) Porcentaje (en %)
200-400 980,736 34,80
0-200 1190,136 42,23

 
A pesar de esta escasa extensión la montaña condiciona la vida de la región. Beocia cuenta con dos cadenas montaña que la atraviesan de forma paralela en dirección noroeste-sureste.

La llamada barrera sur, que se corresponde grosso modo con el Helicón, comienza en el oeste de Beocia con su cima más alta, el monte Palaiovouno (1748 m), se une con el monte Megali Loutsa (1487 m) y sigue luego hasta el valle del Permeso o de las Musas. A la entrada del valle de las Musas, el Helicón cede un amplio terreno por donde corre el río Asopo. A pesar de su aparente discontinuidad y de los pequeños valles y mesetas que guarda en su interior, la masa del Helicón, con sus 192 km2 por encima de los 600 m constituye, junto con el lago Copais, constituye el mayor obstáculo para las comunicaciones intrabeocias y contribuye a aislar notablemente el interior de Beocia de la costa sur.

Otra cadena montañosa, la barrera norte, avanza a lo largo del Golfo de Eubea y del canal del Euripo. Dentro de esta cordillera, el monte Chlomon (1081 m) en el noroeste, es el pico más elevado. Desde el Chlomon una pequeña sierra al sudoeste, la del monte Hedilio y su extremidad sur, el monte Acontio, flanquean el valle del Cefiso. Hacia el sudeste, el Chlomon se une con la cima del Prophitis Elias (636 m) y a través de un paisaje abrupto, una compleja maraña de riscos y barrancos de color cremoso, enlaza con el antiguo Ptoion. Al sudeste del Ptoion se alza el Mesapio, el postrer bloque de esta cadena. Entre el Ptoion y el Mesapio queda la cubeta del lago Paralimni. Se trata de una barrera montañosa más discontinua y mucho menos elevada que el Helicón con sólo 35 km2 por encima de los 600 m de altitud.

La presencia y extensión del lago Copais debía ser en la Antigüedad la característica más destacada del relieve beocio y es precisamente el drenaje de este lago, efectuado entre los años finales del siglo XIX y principios de los años veinte, el que más ha contribuido a transformar, en este caso de una manera radical, el paisaje del centro y el norte de Beocia. Podemos obviar relativamente los demás cambios producidos a lo largo de los siglos como la degradación de la vegetación, las variaciones en el curso de los ríos o las modificaciones en las líneas de costa, pero sin introducir, como factor de corrección, la posible extensión del que, con unos 234 km2, fuera el lago más grande de Grecia y sin tratar de dibujar el régimen y el ambiente del lago Copais, es absolutamente imposible entrever cuáles fueron las condiciones de vida en la Beocia antigua.
 
 

Figura 3.- El lecho drenado del Lago Copais desde Orcómeno Figura 4.- El Lago Likeri.
El propio lago Copais y estas dos barreras montañosas compartimentan el relieve beocio en cuatro grandes zonas: las áreas montañosas propiamente dichas, las llanuras costeras del Golfo de Corinto y del canal del Euripo, y las dos grandes cubetas del Copais y de Tebas que quedan en el interior.
 
 
Figura 5.- Las cuatro zonas del relieve beocio
Las llanuras costeras de Beocia ocupaban aproximadamente unos 452 km2, un 16% de la extensión total de Beocia. Las planicies litorales del Golfo de Corinto comprendían unos 235 km2; una extensión parecida a las de las llanuras costeras del norte, unos 217 km2, si bien las del norte son más ricas y las del sur más áridas. Casi todas ellas carecen de una buena comunicación con el interior. La escasa extensión de las llanuras costeras nos revela su pequeña importancia política y económica. Como una prueba de ello, ninguna de las capitales de las once poleis existentes en Beocia a principios del siglo IV estaba situada en una llanura costera.

Así, el núcleo de Beocia quedaba en el interior y se hallaba formado por las cubetas del Copais y de Tebas. La cubeta de Tebas ocuparía 1059 km2, el 38% de toda Beocia, mientras que la del Copais sumaría unos 1044 km2, un 37%.

La cubeta del Copais, que estaba seca la mitad de año, quedaba cubierta, entre noviembre y marzo, en una gran parte de su superficie total por las aguas del lago Copais. El Copais, el Likeri y el Paralimni reducían en invierno la extensión de esta zona hasta los 780 km2 a unos 780. Los tres lagos definían el paisaje típico del Oeste de Beocia y configuraban en invierno un mundo anfibio, inextricable, con pantanos, ciénagas, lagunas erizadas de juncos y cañaverales, islas y numerosas fuentes y grutas. Imperio de la malaria, del asma y el reuma, donde el agua devoraba abusivamente el terreno cultivable. Si el grano solía ser escaso, era, en cambio, zona de ricos pastos donde pacían los caballos de los minias, lugar de caza de aves acuáticas y sobre todo de pesca, solaz de las afamadas anguilas beocias. Una serie de artesanías, como la destilación de flores pantanosas para perfumes o la fabricación de flautas, encontraban también su materia prima en la vegetación lacustre. La vida en la cubeta del Copais no era modo alguno fácil, el hombre se encontraba aquí en continua lucha contra el agua, con el temor constante a que alguna inundación anegara los campos de cultivo y arruinara la cosecha; en los lagos beocios, durante la estación invernal, el agricultor se convertía en pescador, cazador y recolector.

Dentro de la cubeta del Copais es posible distinguir tres áreas: la costa oeste y sur del Copais de Queronea a Haliarto, la llanura de Orcómeno al este del monte Acontio y la bahía noreste del Copais (Copas) con la bahía de Kardhitsa en Acraifia.

La zona más rica y fértil de Beocia era sin duda alguna la llamada cubeta de Tebas cuyas dilatadas planicies constituían el auténtico granero de Beocia. En realidad, esta cubeta se componía de cuatro grandes unidades estructurales: al norte de Tebas la llanura Aonia, quizás la zona más llana y feraz de toda Beocia; la llanura tenérica, al oeste de Tebas, que formaba la parte fundamental del territorio de Tespias; al sur del río Asopo la Parasopia (181 km2) y, por último, al este de Tebas, más allá de la cadena del Soros, la llanura de Tanagra.

Aunque Beocia posee, en general, un clima mediterráneo con inviernos moderadamente húmedos y veranos secos y calurosos, sin embargo, visto con un mayor detenimiento, el clima beocio dista mucho de ser uniforme y contribuye a diferenciar claramente dos grandes zonas. Así, sobre Tebas caen unos 477 mm de agua de lluvia como media anual que es la pluviosidad característica del Sur y Este de Beocia. En cambio, Lebadea, con sus 732 mm de pluviosidad media anual, puede considerarse como típica de la zona del Copais y las áreas húmedas del Oeste y Norte de Beocia. En Lebadea, a diferencia de Tebas, la estación lluviosa es más amplia y la estación seca menos severa, el invierno es más largo, el frío más intenso y el verano menos caluroso. Con total certeza, en la Antigüedad esta dualidad climática se mantenía y era incluso más acusada debido a la presencia del Copais.

Otra de las características del clima beocio se refiere a las heladas. Éstas no son frecuentes pero ocurren y no sólo en las tierras altas sino también en las llanuras y ellas son, sin duda y en marcado contraste con el Atica, una de las razones fundamentales para que el cultivo del olivo no prospere hoy ni prosperara en la Antigüedad en Beocia, salvo en los sitios más cálidos o resguardados como pueden ser las llanuras costeras del sur, el Valle de las Musas o las llanuras del Golfo de Eubea.

Finalmente, el sistema hidrológico beocio, salvo algunas corrientes costeras, presenta una orientación general oeste-este. Mención hecha de los pequeños torrentes costeros, Beocia posee básicamente dos diferentes cuencas hidrográficas, la del Asopo y la del Copais.

El Asopo es el único cauce perenne del sur de Beocia y en la cuenca del Copais sólo los ríos Cefiso y Melas llevan agua todo el año mientras que los demás son torrentes estacionales y están secos durante la mayor parte del verano.

En definitiva, las condiciones medioambientales y la propia evolución histórica tendieron a hacer de Beocia una región peculiar. A diferencia de la mayor parte de Grecia, la montaña apenas tenía significación y presencia. Las dos cadenas montañosas que atravesaban de forma paralela la Beocia condicionaban su existencia en otro sentido. Se acercaban tanto al mar que en ocasiones morían propiamente sobre él o dejaban entre ellas y la superficie marina apenas el espacio suficiente para diminutos puertos, incapaces de acoger un gran número de navíos, y pequeñas llanuras costeras incapaces de sostener una amplia población. Las montañas dificultaban también la comunicación entre el litoral y el interior y, en definitiva, contribuían a aislar a Beocia del mar. Cerca del mar pero de espaldas a él, Beocia se volvía hacia interior, hacia las cubetas del Copais y de Tebas que constituían su verdadero corazón. Así, la vida de los antiguos beocios se organizó, en el Este y en el Sur, en torno a los que podríamos llamar, para los parámetros griegos, grandes llanuras mientras que en el mundo acuoso del Norte y Oeste, en la zona de los lagos Copais, Likeri y Paralimni, el principal elemento que marcaba la existencia era el agua pero no por su escasez sino, suprema paradoja entre las paradojas en Grecia, precisamente por su abundancia. Más llana, más húmeda y más fértil de lo normal en Grecia, Beocia era una región abrumadoramente agraria y continental y, además, partida en dos, dividida entre los lagos y el Oeste de Beocia, que giraba en torno a Orcómeno, y las amplias llanuras del sudeste, el Este de Beocia, asiento de las grandes ciudades beocias como Tespias o Tanagra y especialmente Tebas. Sin tener en cuenta estas características del relieve y del paisaje beocios y su dualidad, que todavía hoy en día se mantiene, la historia de Beocia resulta ininteligible.
 

3. El poblamiento beocio


El territorio de una polis puede ser estudiado también desde un punto de vista demográfico y poblacional. No trataremos de indagar el número de habitantes sino que intentaremos profundizar en el poblamiento beocio; esto es, antes que preocuparnos por contar los hombres y las mujeres, podemos tratar de desvelar algunas de las características y efectos del asentamiento sobre el suelo beocio de una población, que desgraciadamente no podemos contabilizar con la pertinente precisión. Utilizando la topografía histórica, la prospección intensiva y los SIG quizás sea posible obtener resultados más satisfactorios.

Aunque no seamos capaces de expresarlo en cifras, con total certeza, una de las más destacadas características del periodo que se extiende entre el 600 y el 300 es el crecimiento demográfico que hizo de Beocia un área plenamente poblada.

El primer rasgo de este crecimiento demográfico fue el surgimiento de nuevos lugares de habitación. Si en el siglo VI Beocia posee 43 núcleos agrupados conocidos, en época clásica el poblamiento beocio llega a su cumbre con una población muy densa y extendida entre 63 (66?) y 74. Del mismo modo, el 90% de los sitios individualizados por la prospección intensiva corresponden al período entre 600 y 300.

No sólo hubo expansión en cuanto al número de asentamientos sino también crecimiento, en ocasiones extraordinariamente notable, de los asentamientos ya conocidos. Aunque los ejemplos de la expansión del área urbana en los sitios preexistentes, que fue prácticamente la norma en época clásica, podrían multiplicarse, baste con anotar el caso de Tebas que se expande fuera de la Cadmea hasta formar la ciudad baja.

Podemos estar seguros de que el crecimiento demográfico de época clásica tuvo lugar esencialmente entre la segunda mitad del siglo V y la primera mitad del IV, en el período de unos noventa años que se extiende entre la batalla de Coronea (446) y el comienzo de la Guerra sagrada en el 356. En la primera mitad del siglo V, las vicisitudes políticas por las que atraviesa Beocia (Guerras Médicas, enfrentamientos con Atenas) debieron detener la expansión de los asentamientos y los mismos efectos, y aún agravados, causaron los diez años terribles de la Guerra sagrada (356-346), la verdadera "Guerra del Peloponeso" de Beocia, durante los cuales la devastación se propagó por un amplio arco del territorio beocio desde Orcómeno a Corsias pasando por Queronea, Coronea y Tisbe. Es posible que hubiera una recuperación de la población tras el final de la Guerra sagrada pero ésta se vio seriamente frenada por la intervención macedonia a principios de la década de los 30.

Gracias a los SIG podemos establecer una relación más segura entre altitud y poblamiento. En primer lugar, la inmensa mayoría de los sitios antiguos se sitúan por debajo de los 400 m. Sólo Evangelistria se localiza entre los 400-600 m de altitud y sólo Ascra, Hipotas y Milia, esta última probablemente un asentamiento tipo granja, se sitúan por encima de los 600 m. La razón de ello hay que buscarla en las condiciones especialmente favorables del Valle de las Musas y de la alta meseta de Koukoura que proporcionaban los recursos suficientes para que unas comunidades pudieran subsistir aquí. Estas pocas excepciones no invalidan la regla general: el poblamiento beocio se sitúa normalmente por debajo de los 400 m de altitud y las zonas por encima de los 400-600 m pueden ser consideradas áreas de montaña. De este modo, la montaña beocia careció en la Antigüedad de asentamientos agrupados y fue poco aprovechada para el cultivo. Las montañas eran lugares de población escasa, dispersa o inexistente, donde se localizaban algunos santuarios, áreas de caza, de apicultura, de productos lácteos, de aprovisionamiento de leña y de canteras. Sólo puntos muy concretos como el Valle de las Musas o la meseta de Koukoura fueron objeto de una explotación agrícola intensiva.

Los asentamientos parecen concentrarse de forma muy notable a ambos lados de la curva de los 200 m por lo que se impone una conclusión: el ámbito ideal para la vida giraba en torno a los 200 m de altitud.
 
 

Figura 6.- Poblamiento y altitud.
La distribución de los asentamientos a través de los SIG nos puede dar también una idea bastante aproximada de las diferentes densidades de la población dentro de Beocia. Tomando los núcleos agrupados que han dado material de época clásica y uniendo aquellos que tengan una distancia con el más próximo menor de 6 km, los núcleos de poblamiento plurifamiliares parecen concentrarse de manera especial en unas pocas zonas específicas: la orilla del lago Copais, el sur de la llanura tenérica por encima de los 200 m, el área de los lagos Likeri y Paralimni, la cubeta de Micaleso, el lado norte del Asopo y la costa del Euripo entre la llanura de Chalia y Aúlide. Otras zonas de menor densidad son las llanuras costeras del sur y la Parasopia. Quedan también amplias zonas probablemente despobladas o bien de población muy dispersa. Notablemente la llanura Aonia al norte de Tebas, las montañas (Mesapio, Ptoion y Helicón), la cabecera de la llanura de Tisbe, una amplia área en la orilla norte del Asopo y en la cadena del Soros y, finalmente, una buena parte de la costa tanagrea del Euripo. Estamos posiblemente ante la más destacada característica del poblamiento beocio cual es la concentración alrededor de las extremidades de los valles y de las llanuras del centro, sur y oeste. De esta manera, la mayoría de los sitios conocidos están localizados en las faldas de las colinas que bordean los llanos o al pie de las laderas de los valles o en promontorios que se alzan en mitad de la llanura, en torno a la línea de 200 m como, por ejemplo, Queronea, Lebadea, Coronea, Tisbe, Corsias, Tebas, Acraifia por citar algunos de los más importantes. La razón de ello no es defensiva, los casos de Platea, Tanagra y Tespias ilustran la presencia de asentamientos sin una fuerte acrópolis natural, sino el deseo de dejar libre para el cultivo la mayor cantidad de suelo llano posible. En la zona del Copais la tendencia a vivir en un lugar alto y despejado era aún más acentuada por el temor a la malaria y a las inundaciones.

Por último se puede observar, a veces con bastante nitidez, cómo en muchas circunstancias las líneas fronterizas provocan el despoblamiento. Dicho despoblamiento se aprecia con claridad en los casos de las fronteras entre Orcómeno y Queronea, Lebadea y Queronea, Lebadea y Coronea, también en la línea fronteriza entre Haliarto, Tespias y Tebas, en el límite entre Tisbe y Tespias y en los confines del territorio tebano con Tanagra. Esto apoyaría la existencia en algunas zonas de eschatiai, esto es, áreas prácticamente despobladas e incultas que se sitúan a ambos lados de la frontera. La prospección intensiva verificó la existencia de estas eschatiai con cierta claridad al menos en un caso. Se trata de una franja de territorio despoblada con buenos suelos para el cultivo y que se extendía en dirección este-oeste desde las inmediaciones de Ascra. La única explicación posible para este despoblamiento es pensar que por aquí pasaba la frontera entre Haliarto y Tespias.
 

4. La aplicación del modelo del "vecino más próximo" a la Confederación beocia de principios del siglo IV


Podemos profundizar nuestro análisis territorial uniendo ahora a los SIG, los métodos y modelos empleados por la Arqueología espacial. Dichos métodos y modelos son muy variados, pero nosotros nos centraremos aquí solamente en la aplicación de un único modelo, el llamado del "vecino más próximo", por tres razones esenciales, porque es especialmente adecuado para rendir cuenta de la sociedades agrarias, porque ha sido aplicado con éxito a las ciudades tesalias y porque, debido a su sencillez y, sobre todo, a su flexibilidad, puede ser acomodado de manera satisfactoria a las poleis beocias.

En esencia, el modelo del "vecino más próximo" se fundamenta sobre la idea de que la repartición de los asentamientos sobre un territorio dado, en este caso la Confederación beocia de principios del siglo IV, no es un hecho del azar o aleatorio, sino regular, que obedece a leyes de comportamiento humano que condicionan la instalación de los grupos sobre una región. Según esto, la ocupación de un territorio respondería, en parte, a ciertas características precisas y observables, dentro de las cuales, a pesar de las variaciones, es posible hallar no sólo pero sí también un cierto número de parámetros mensurables y de los que se pueden extraer algunas reglas con valor general que, como todas las reglas simplificadoras, están sometidas a excepciones. Esto equivale a decir que, para que un asentamiento tenga éxito debe cumplir determinadas exigencias varias de las cuales pueden cuantificarse de manera más precisa, traducirse, igualmente, en representaciones gráficas y pueden ser establecidas, teniendo en cuenta las excepciones, como normas generales.

Conviene no olvidar que estos métodos tratan de construir un modelo por lo que, tanto su utilización cuanto que sus resultados no pueden ser considerados como un intento de representar exactamente la realidad sino que pretenden ser un punto de partida, un instrumento válido, en concurrencia con otros, para profundizar en nuestro conocimiento y un medio útil para la reflexión. La aplicación del modelo significa, en definitiva, la representación simplificada de un comportamiento espacial que no tiene un valor absoluto y es precisamente en la simplificación de la realidad, que permite definir reglas generales, donde reside su principal interés. Naturalmente, el modelo no puede convertirse en una panacea intelectual, ni puede ser aplicado universalmente, sino que, en cada caso, es necesario probar su pertinencia; tampoco puede substituir a la realidad, a la observación y a la prospección del terreno, con los que ha ser cotejado.

Por definición, cada polis está dotada de un territorio de explotación que le es propio y del que el asty era el centro. La polis formaría así una unidad económica agrupada en torno a un sitio central. Desde un punto de vista teórico, estos territorios de explotación pueden ser representados gráficamente en forma de círculos cuya yuxtaposición debe cubrir, aproximadamente, la totalidad de la región estudiada. Esto es, podemos diseñar alrededor de cada asty un área circular que, de hecho, está más cerca del asty que de cualquier otro de sus vecinos. Según la ley del máximo de beneficios con el mínimo coste el límite del terreno de explotación debe estar a medio camino entre dos establecimientos.

En la práctica, el método del "vecino más próximo" estriba básicamente en medir la distancia, tomada desde el asty, que existe entre cada una de las poleis beocias con la más próxima y calcular la distancia media (D) entre todas ellas. A partir de aquí, es posible establecer el territorio teórico de una polis representado como circular y cuyo radio es la mitad de esta distancia media (D/2).

La primera fase consiste en fijar los núcleos principales y su localización exacta. En el 395 existían en Beocia once poleis independientes (cf. Helénicas de Oxirrinco.11.3): Tanagra, Tebas, Tespias, Hisias (y no Hieto como defienden algunos autores), Coronea, Haliarto, Lebadea, Queronea, Acraifia, Copas y Orcómeno. El asty de todas estas poleis está identificado con seguridad salvo Hisias, que, en el estado actual de nuestros conocimientos, puede ser localizada, en la Parasopia, aproximadamente a unos 2 km al noreste de la actual villa de Kriekouki.

Posteriormente, calculamos la distancia que existe entre cada una de las poleis con la más próxima expresada en km:


 
POLIS MÁS PRÓXIMA  DISTANCIA ALTERNATIVA DISTANCIA
1. TEBAS HISIAS  10 TESPIAS 14,7
2.TESPIAS HALIARTO 12    
3.TANAGRA TEBAS 22,5 OROPO 21,2
4. HISIAS TEBAS 10    
5.HALIARTO TESPIAS 12 CORONEA 12,7
6.ACRAIFIA COPAS 6,4 TEBAS 17,4
7.LEBADEA QUERONEA 7,6 ORCÓMENO 11
8.QUERONEA LEBADEA 7,6 ORCÓMENO 11
9.ORCÓMENO QUERONEA 10,3 LEBADEA 12,6
10.CORONEA  LEBADEA 8,5 HALIARTO 12,7
11.COPAS ACRAIFIA 6,4 ORCÓMENO 12,6

 
Si eliminamos las repeticiones, Hisias-Tebas, Haliarto-Tespias, Queronea-Lebadea y Copas-Acraifia, la distancia media entre todas las poleis beocias (D) es de 11,043 km por lo que D/2 es de ca. 5,5 km (exactamente 5,521). Por consiguiente, el territorio de explotación o territorio teórico medio de cada polis beocia pueden ser representado dentro de un círculo cuyo radio es 5,5 km (D/2).
 
Figura 7.- La Confederación beocia a principios del siglo IV.

4.1. El territorio teórico medio y las distintas categorías de poleis beocias

De esta forma, el territorio teórico medio de una polis beocia debe tener, expresada en términos de idealidad, un radio de ca. 5,5 km (exactamente 5,521), un área total de unos 95/100 km2 (A= ?R2, exactamente 95,76) y un perímetro de unos 35 km (P= 2?R, exactamente 34,69). Esta extensión media garantizaría, en Beocia, la supervivencia de una polis con un cierto nivel de autarquía.

Por otra parte, dentro del propio modelo, es fácilmente observable cómo una serie de poleis, Tebas, Tanagra, Tespias y, en menor medida, Orcómeno, pueden quedar encerradas en un segundo círculo concéntrico de unos 8 km cuyo desarrollo es completo. En los demás casos este segundo círculo es prácticamente imposible de trazar. Estos círculos concéntricos de 8 km (el out-territory en los modelos de arqueología espacial) pueden desvelarnos, grosso modo, la existencia de diferentes categorías de poleis. Las grandes ciudades como serían Tebas, Tespias, Tanagra y, en menor medida, Orcómeno y las demás, Haliarto, Coronea, Lebadea, Queronea, Acraifia o Hisias que nos mostrarían las poleis beocias de tamaño mediano o pequeño. Asimismo, dentro de esta segunda categoría de poleis mediocres, la superposición de círculos nos permitiría diferenciar, en una primera aproximación, las poleis medianas de las pequeñas. Así, donde la superposición de círculos de 5,5 km es mayor, como los casos de Acraifia o Queronea, nos encontraríamos ante las poleis más pequeñas de Beocia.

El territorio teórico medio que hemos establecido, unos 100 km2, puede ser considerado el valor de referencia del tamaño de una polis beocia. Este territorio teórico medio puede ser relacionado con las mediciones de los territorios "aproximadamente reales" de las poleis beocias.
 
 

Figura 8.- La Confederación beocia a principios del siglo IV a.C.
 
De este modo, es posible establecer una clasificación tipológica de las diferentes categorías de poleis beocias:

a) Las pequeñas poleis (Acraifia, Queronea e Hisias) cuya extensión giraba en torno a los 50-60 km2, exactamente entre 47 y 57 km2 y que poseían un perímetro entre 32 y 35 km. Estas poleis disponían aproximadamente de la mitad del territorio que hemos definido como el término medio ideal para una polis beocia (100 km2). Cada una de ellas ocupaba una extensión que suponía aproximadamente el 2% del total del territorio federal.


 
 
Polis Área (en km2) Perímetro Porcentaje (en %)
Acraifia 47,027 34,594 1,959
Hisias 50,968  33,805 2,124
Queronea 57,351 32,229 2,390

 
Es precisamente en estas poleis donde la superposición de círculos es mayor. La yuxtaposición más importante se produce en el caso de Acraifia donde una buena parte de su círculo está ocupado por el territorio teórico medio de Copas. En Queronea se yuxtaponen los territorios de Lebadea y de Orcómeno; Hisias ve su territorio también parcialmente ocupado por el de Tebas.

Debido a lo exiguo de su territorio, estas poleis pequeñas llevaban una existencia muy precaria. Desde el punto de vista de su autosuficiencia económica, aunque debieron explotar intensamente su territorio, ninguna tuvo la necesidad de crear ni siquiera un asentamiento secundario para aprovechar mejor su diminuto espacio agrícola. En el terreno político, se encontraban amenazadas por sus vecinas y su territorio sufría recortes, como Acraifia que vio el santuario de Apolo Ptoios, próximo a la ciudad, ocupado por Tebas o durante algunos períodos, como son los casos de Hisias y Queronea, perdían su propia independencia política.

b) Cuatro poleis se agrupaban en torno al tamaño medio definido: Haliarto (88,066 km2), Coronea (116,777), Copas (116,141) y Lebadea (125,866). Salvo Copas, cuyo territorio era muy irregular debido a que la bahía Noreste del Copais penetraba profundamente en su chora, el perímetro de estas poleis se situaba entre los 44 y 49 km. Cada una disponía de entre el 4 y el 5% de la extensión total de la Confederación beocia. Estas poleis de tamaño medio coinciden con aquellas que carecen de círculos de 8 km.


 
Polis Área (en km2) Perímetro Porcentaje (en %)
Haliarto 88,066 43,767 3,67
Copas 116,141  76,719  4,84
Coronea 116,777 47,956 4,87
Lebadea 125,866 49,009 5,24

 
Oropo, que se mantenía al margen de la Confederación, era una polis de buen tamaño con una extensión de 158 km2 y un perímetro de 49 km.

c) Otras cuatro poleis pueden ser consideradas grandes, Orcómeno con 196,265 km2 representaba una extensión dos veces superior a la media, Tanagra con 245,65 km2, más de dos veces (exactamente 2,5) y Tespias, con 447,358 km2, suponía más de cuatro veces (4,5) el territorio teórico medio. Junto con Tebas, estas ciudades grandes coinciden con los círculos de 8 km.

Tebas, por último, con sus 907,612 km2, nueve veces la media, era una polis muy grande, excepcionalmente extensa, y formaba una categoría especial. Ella sola era mayor que la extensión conjunta de las otras tres poleis grandes y superaba en un tercio la suma de las otras siete poleis pequeñas y medianas. Esto nos permite apreciar de manera aún más adecuada la potencia tebana en relación con el resto de Beocia.

En conclusión, en la Confederación beocia, la extensión mínima de una polis se situaba en torno a los 50-60 km2. Pero las poleis de esta categoría llevaban una precaria existencia económica y política. La extensión media de una polis beocia rondaba los 100 km2. Esta superficie garantizaba efectivamente la subsistencia de una polis con un suficiente nivel de autarquía económica y el disfrute continuado de la soberanía política. Por último, era necesario disponer de, al menos, unos 200 km2, por encima del 8% de la extensión total del territorio federal, para que una ciudad pudiera desempeñar un papel de primer orden dentro del ámbito interno de Beocia.

Fuera del marco regional beocio, en relación con el resto de Grecia continental, las poleis beocias pequeñas y medianas podían ser consideradas de escasa importancia política del estilo de Cleonas (104,235 km2) o Fliunte (146,994 km2); aquéllas que hemos definido como grandes serían, dentro de la política general griega, de entidad mediana, de la categoría, por ejemplo, de Sición (394,038 km2), y era necesario poseer unos 1.000 km2 como Tebas o Corinto (948,375 km2) para ser considerada una gran potencia en el marco general del mundo griego.

Finalmente, el modelo apoya el diseño que hemos trazado de la estructura política de Beocia a principios del siglo IV dividida en once poleis independientes. Todas ellas pueden ocupar el centro de los círculos de 5,5 km sin que las dificultades surgidas invaliden el modelo. Así, dentro del debate Hisias-Hieto, el modelo acredita la posible independencia de Hisias especialmente mientras que Platea no exista como polis. Los mayores obstáculos se presentan en los casos de Queronea y Acraifia pero, en ningún caso, la superposición de círculos llega a ocupar la mayoría del territorio teórico lo que dificultaría la aplicación del modelo. Una cierta superposición de círculos en el caso de estas tres poleis sería no sólo explicable, sino esperable, ya que, al fin al cabo, se trataba de las poleis más pequeñas de toda Beocia.

4.2. Las distorsiones del modelo. La influencia del relieve y de la evolución histórica. Los espacios disponibles y los fenómenos de compensación

Desde un punto de vista teórico, la malla debe cubrir la totalidad de la zona considerada; lo que equivale a decir que, como hipótesis, todo el territorio debe estar sometido a explotación o pertenecer al área de influencia política de un centro. Pero, dejando a un lado las pequeñas lagunas inherentes a la aplicación técnica de un modelo circular y que podemos considerar como admisibles, a la hora de contrastar el modelo con la realidad se observan varios vacíos, que podríamos llamar distorsiones, espacios con rico suelo agrícola, de extensión suficiente para representar el territorio de explotación de una polis que podría ocupar entera y regularmente dicho terreno. Sin embargo, en estos casos, tal centro está ausente. Estas distorsiones pueden explicarse, básicamente, a causa del relieve, es claro que sobre un lago o la alta montaña es imposible situar una asentamiento importante y por razones de índole histórica, por ejemplo, la expansión de alguna polis que haya suprimido la independencia política de otro centro.

Efectivamente, varias distorsiones del modelo pueden obedecer a la disposición del relieve. En primer lugar, el espacio entre Orcómeno, Haliarto, Copas y Acraifia donde se sitúa, obviamente, el lecho del lago Copais. Además la zona entre el lago Likeri y Haliarto donde se alza el monte de la Esfinge; igualmente, el área de las cubetas de los lagos Likeri y Paralimni y el monte Ptoion; el monte Mesapio, que se eleva en el noreste de Beocia, y la cadena del Soros entre Tebas y Tanagra.

Sin embargo, otras distorsiones del modelo no pueden explicarse atendiendo únicamente a causas físicas. En especial dos amplios vacíos: el Sudoeste de Beocia, al oeste de Tespias, desde el macizo del Helicón hasta el Golfo de Corinto donde hay espacio suficiente para acomodar más de una polis y el Nordeste de Beocia a ambos lados del monte Mesapio hasta el Golfo de Eubea. Otras distorsiones menores pueden observarse en el área entre Orcómeno y Copas en torno a Hieto, en Platea y en el valle del Asopo al sur de la cadena del Soros entre Tebas, Hisias y Tanagra.

Podemos reconstruir, para la época arcaica, una situación política muy diferente a la que conocemos en época clásica. Existía entonces un mayor número de poleis, muchas de las cuales no sobreviven como estados independientes en época clásica. Otras poleis, como los casos de Queronea y posiblemente de Hisias, debieron surgir en la segunda mitad del siglo V.
 
 

Figura 9.- Las ciudades de Beocia en época arcaica.
En el Sudeste de Beocia en época arcaica, la obscura Hipotas fue independiente en algún momento. Hipotas se situaba entre Tisbe y Coronea, con bastante certeza bajo la actual villa de Koukoura, en la meseta del mismo nombre cuya extensión, unos 45 km2, era suficiente para sostener una pequeña polis. Ascra era también una polis con toda certeza hacia el siglo VII durante la vida de Hesíodo. La ciudad se localizaba en el Valle de la Musas sobre el lugar que es hoy en día conocido bajo el nombre de Pyrgaki-Episkopi. La independencia de Tisbe, que debió ser además una polis importante, está igualmente atestiguada. Más difícil, aunque no imposible, a causa de su muy escasa extensión, es creer que Corsias y Sifas llegaron alguna vez a constituirse como poleis.

En una fecha imprecisable pero, sin duda en época arcaica, el territorio de Hipotas fue repartido entre Coronea y Tisbe (Plut.Moralia.774 F-775 B). Tespias acabó también, quizás a finales del siglo VII, con la independencia de Ascra. Asimismo, si alguna vez gozaron de independencia, Corsias y Sifas fueron sometidas posiblemente a Tisbe ya en el siglo VI. Por último, posiblemente a finales del siglo VI, Tespias ocupó Tisbe. En el Noreste de Beocia, la independencia de Micaleso está también documentada. Micaleso emite moneda hacia finales del siglo VI y debía ser la ciudad hegemónica de una entidad política, bastante evanescente para nosotros, llamada Tetracomia, cuyos miembros, además de la propia Micaleso, eran Faras, Harma y Heleón. Muy posiblemente la Tetracomia se extendía hasta el Golfo de Eubea entre Antedón y el territorio de Tanagra. Entre la última década del siglo VI y principios del V, antes en todo caso de la Primera Guerra Médica, Micaleso y la Tetracomia se vieron subordinadas a Tebas. En el Nordeste, el modelo destaca sobremanera la posible existencia de Antedón como polis. Antedón era un asentamiento amurallado de notable extensión, fue el principal puerto de Beocia y el sitio más importante del área que se extiende entre el lago Paralimni y la ladera noroeste del monte Mesapio. Al menos posteriormente, en época helenística, se convirtió en una polis independiente. Si, en algún momento a lo largo de la época arcaica, fue una polis independiente, Tebas la debió someter ya antes de finales del siglo VI. En el norte de Beocia, entre Orcómeno y Copas está probada la independencia de Hieto a finales del siglo VI. Esta ciudad fue derrotada hacia el último cuarto del siglo VI por Tebas (SEG.27.483) y, puesto que las Helénicas de Oxirrinco no la mencionan como una polis miembro de la Confederación en el año 395, Hieto debía formar parte entonces del territorio de Orcómeno. Quizás a finales del siglo VI, como resultado del debilitamiento de Hieto tras su enfrentamiento con Tebas, Orcómeno pudo anexionársela. En la Parasopia, obviamente Platea, el caso más claro, fue una polis independiente largo tiempo hasta que fue arrasada en el 427 por los lacedemonios y sus aliados; al año siguiente, en el 426, su territorio fue concedido a Tebas (Tuc.2.71.1, 3.68.3; Dem.Neera.95-105).

Por otro lado, otras poleis parecen haber surgido definitivamente a lo largo de época clásica. Así, Queronea, que dependía de Orcómeno en el 424 (Tuc.4.76.3), es, en el 395, una comunidad-estado independiente. Con toda probabilidad la independencia de Queronea es obra de Tebas que deseaba reducir el poder de su odiada rival orcomenia. Del mismo modo, Hisias parece haber pertenecido a Atenas hasta el mediados del siglo V y, tras la batalla de Coronea en el 446 y el posterior tratado de paz entre atenienses y beocios, debió quedar incluida en Beocia como una polis independiente.

Además de las distorsiones estudiadas, quedan todavía pequeños vacíos fuera de los círculos, pero que no disponen del territorio suficiente para sostener una polis. Estos espacios pueden ser interpretados en un doble sentido según la polis más próxima a ellos. Así, aquellas poleis con un desarrollo completo del círculo de 5,5 km, estos vacíos supondrían lo que podemos llamar espacios disponibles susceptibles de ser colonizados. El espacio disponible más destacable es, sin duda, una amplia corona que rodea Tebas desde Tespias a Tanagra y la frontera con el Ática. Este vasto espacio comprende la zona del monte de la Esfinge, las cubetas de los lagos Likeri y Paralimni, la llanura entre Tebas y Micaleso y la Parasopia desde el sur del Soros a la frontera ática. Este espacio coincide exactamente con la dirección de la expansión tebana en la época arcaica.

Cabe reseñar también como espacios disponibles la costa beocia del Euripo a la altura de Micaleso, un buen terreno para la expansión de esta última ciudad, el área del monte Parnés al sur de Tanagra, que fue ocupada por los tanagreos, y el espacio entre Sifas, Tespias y Platea, donde se localizaba el valle del Eroe y Creusis, el puerto de Tespias, y que pertenecía a esta última polis.

Por otra parte, determinadas poleis, fundamentalmente aquellas cuyos círculos incluyen parte del lago Copais o del mar, se vieron obligadas a buscar alguna forma de compensación territorial. Así, dentro de lo que denominamos fenómenos de compensación interior, Lebadea, Coronea y Haliarto trataron de resarcirse de la disminución de su territorio provocada por el lago Copais con la extensión hacia el Helicón, del mismo modo, Copas con la expansión hacia el Ptoion y Oropo con la inclusión en su territorio de las laderas del Parnés hasta la línea de colinas en torno a Mavrinori. Dentro de este esquema, Acraifia es un caso especial ya que intentó soslayar su escasez territorial drenando de la bahía de Kardhitsa.

En definitiva, el último tercio del siglo VIII, en el Geométrico tardío, es el momento en que comienzan a configurarse las poleis beocias. Este proceso está marcado por la creación de un gran número de unidades políticas y económicas independientes y autónomas. En algunos casos, los asentamientos de principios del Arcaísmo dejaron entre las poleis varios espacios disponibles. En una primera fase, ya durante el siglo VII, estos espacios disponibles fueron ocupados por algunas poleis. La ocupación de estos espacios disponibles no detuvo, sin embargo, la expansión de determinadas poleis. Así, se produjo, quizás ya desde finales del siglo VII, un fenómeno de concentración política y territorial, que continuó todavía durante el siglo V y que hizo desaparecer un buen número de poleis arcaicas.
 
 

5. La relación entre las poleis beocias y la organización federal


A pesar de la expansión de varias poleis beocias a lo largo de las épocas arcaicas y clásica, al contrario que Atenas, Beocia no fue capaz de constituir una única polis sino que la región se repartió en una docena de poleis. Sin embargo, las comunidades-estado beocias fueron capaces de crear una Confederación bajo la hegemonía de Tebas que, por su complejidad y su extraordinario nivel de sofisticación, nada tuvo que envidiar a otros estados griegos coetáneos.

Puesto que Beocia era un estado federal, esto significa que la propia estructura federal sólo puede ser comprendida comparando la posición relativa de sus miembros.

Conocemos bastante bien la Confederación beocia de principios del siglo IV gracias al autor de Helénicas de Oxirrinco, comúnmente llamado P (de papiro), que describe la organización federal tal y como ésta se encontraba en el verano del 395, justo en el momento del estallido de la Guerra de Corinto. En esta época, la Confederación se había dotado de un régimen oligárquico moderado muy complejo cuya base estaba formada por el mediano campesinado (la masa de los hoplitas) sobre la que se superponía una elite aristocrática de terratenientes y caballeros que había conseguido retener en sus manos el liderazgo político.

Para repartir las cargas y los derechos federales entre las once poleis beocias, que eran de desigual tamaño e importancia, la organización federal había establecido un sistema de distritos. El distrito era una unidad ideal que debía aportar a la Confederación un beotarco, sesenta buleutas a los cuatro consejos federales, mil hoplitas y cien jinetes al ejército federal, contribuciones económicas y un cierto número de dicastas. Además cada distrito debía enviar también unos mil psilos (infantería ligera propia de Beocia; Tuc.4.93.3, 5.57.2) y cien hamipos (infantería ligera montada; Tuc.5.57.2; Jen.Hel.7.5.24). Estos distritos, en número de once, se distribuían asimétricamente entre las once poleis beocias. Así, a Tebas le correspondían cuatro distritos; a Tespias dos; a Orcómeno e Hisias conjuntamente otros dos; a Tanagra uno; a Lebadea, Haliarto, Coronea un único distrito conjunto para las tres y a Queronea, Copas y Acraifia también uno.

De este modo, Tebas debía enviar cuatro mil hoplitas y cuatrocientos jinetes a un ejército federal, que se componía de un total de once mil hoplitas y mil cien jinetes, y aportar cuatro de cada once contribuciones económicas. A cambio, estaba representada en la organización federal por cuatro de los once beotarcos y por doscientos cuarenta de los seiscientos sesenta consejeros federales. Tespias, con dos distritos, remitía dos mil hoplitas y doscientos jinetes, aportaba dos de cada once contribuciones económicas y recibía dos beotarcos y ciento veinte consejeros y así sucesivamente.

Excluida Oropo, las cuatro poleis, Tebas, Tespias, Orcómeno y Tanagra que desempeñan el papel más importante dentro de la organización federal, aquellas que disponen al menos de un distrito, coinciden exactamente con las que hemos trazado en el modelo un segundo círculo de 8 km.

Las Helénicas de Oxirrinco (11.3) dicen que toda Beocia se hallaba repartida en distritos que contaban aproximadamente con el mismo número de habitantes. Por lo tanto, la división de Beocia en distritos y la adscripción del número de distritos a las poleis reposaban fundamentalmente sobre un criterio demográfico y no sobre la extensión territorial: cada distrito comprendía un número similar de habitantes referidos exclusivamente a la población adulta masculina en edad militar. Sin embargo, a pesar de ello, podemos partir de una hipótesis de trabajo. En una sociedad fuertemente agraria, con un escaso desarrollo tecnológico y poco comprometida en actividades artesanales, mercantiles y marítimas, la relación entre población, recursos económicos y territorio debe ser muy estrecha, más aún que en otras ciudades griegas, como, por ejemplo, Atenas, que tuvieron un mayor desarrollo comercial y naval, de tal manera que la población no puede crecer indefinidamente sin presionar fuertemente sobre las posibilidades económicas del territorio. Esto nos autorizaría a tratar de investigar la posible extensión territorial de un distrito beocio y la relación que existiría entre esta hipotética dimensión de un distrito beocio y la de las diferentes poleis.

Si establecemos en 2400 km2 la superficie útil de la Confederación beocia, el territorio tebano ocuparía, descontados los lagos Likeri y Paralimni, 908 km2. Esto supondría el 37,8% del total. Con sus cuatro distritos (ratio polis:distrito 1:4), Tebas debía aportar el 36,36% de la cargas federales. Si dividimos su territorio entre los cuatro distritos resultaría una extensión media para cada distrito de 227 km2. Tespias, con una extensión de 447,358 km2, dispone del 18,6% de la superficie total útil. Esta polis reunía dos distritos (ratio 1:2) por lo que debía contribuir con el 18,19% de las obligaciones federales. La extensión media de sus dos distritos se situaba en 224 km2. A Tanagra se le exigía un 9,1% de las aportaciones federales (ratio 1:1) y, con unos 246 km2, ocupaba el 10,2% del territorio. El distrito conjunto de Acraifia, Queronea y Copas (ratio polis:distrito 1:1/3) debía proporcionar el 9,09% de las cargas federales y su territorio global, sumando el de cada una de las tres poleis, unos 221 km2, representaba el 9,2% del total. Del mismo modo, a Lebadea, Coronea y Haliarto, la Confederación le demandaba un 9,09% de las obligaciones federales y su territorio, unos 331 km2, suponía el 13,8% del conjunto federal. Orcómeno e Hisias poseían conjuntamente una extensión de unos 247 km2, el 10,3% del territorio federal y con dos distritos (ratio polis:distrito Orcómeno ¿1:1 2/3?, Hisias ¿1:1/3?) debían asumir el 18,18% de las cargas federales. Los resultados pueden ser sumarizados en el siguiente cuadro:


 
Poleis y Distritos  Extensión(en km2) Relación con el total federal (en%) Porcentaje de cargas federales (en %) Media del distrito (en km2)
Tebas (4) 907,612 37,82 36,36 226,90
Tespias (2)  447,358 18,64 18,18 223,68
Tanagra (1) 245,650 10,24 9,09 245,65
Acraifia, Queronea y Copas (1) 220,519 9,19 9,09 220,52
Lebadea, Haliarto y Coronea (1) 330,709 13,78 9,09 330,71
Orcómeno e Hisias (2) 247,233 10,30 18,18 123,62

 
Ocho de los once distritos, un 73%, (Tebas, Tespias, Tanagra y el distrito conjunto de Acraifia, Copas y Queronea) tienen una extensión media que se sitúa entre los 221 y los 246 km2 (diferencia cercana al 10%). En todos estos casos existe también una estrecha relación entre la extensión territorial de las poleis, el reparto de distritos y las exigencias federales.

Las mayores diferencias entre extensión y obligaciones federales proceden del distrito único de Lebadea, Coronea y Haliarto y de los dos distritos conjuntos de Orcómeno e Hisias. Pero, mientras que Lebadea, Coronea y Haliarto disponen de cierta holgura y comodidad, Orcómeno e Hisias parecen estar fuertemente gravadas.

En el 424, Queronea pertenecía todavía a Orcómeno y entre esta fecha y el 395 fue desgajada, para formar el distrito de Queronea, Acraifia y Copas. Si asumimos que, antes del 424, las cinco poleis del Copais, Lebadea, Coronea, Haliarto, Copas y Acraifia, formaban dos distritos conjuntos, éstos debían proporcionar el 18,18% de las cargas federales. La extensión de estas cinco ciudades, unos 494 km2, supondría el 20% del total del territorio de la Confederación. La media de estos dos distritos se situaría en 247 km2.

Después de la inclusión de Queronea en un distrito único con Copas y Acraifia, podemos percibir con más claridad la doble y complementaria política tebana que consistía en debilitar a las grandes ciudades rivales y favorecer a las medianas y pequeñas para atraerse su fidelidad. Orcómeno perdía Queronea; esta última polis se vería favorecida con una independencia obtenida, sin duda, gracias a Tebas y las cargas de Copas y Acraifia apenas variaban ya que este distrito, con sus 223-4 km2, disponía prácticamente de la misma extensión que sus anteriores 246 km2. Por otra parte, Haliarto, Lebadea y Coronea saldrían muy beneficiadas puesto que, con sus 331 km2, tenían que hacer frente a unas cargas pensadas para 246. Es decir, sus obligaciones se habían reducido en un 1/3. En esta política tebana debemos ver una de las de las causas por las cuales estas ciudades no hicieron defección de la Confederación después del 395 y se mantuvieron al lado de Tebas a lo largo de toda la Guerra de Corinto (Jen.Hel.3.5.18; Plut.Lis.28; Paus.3.5.3).

Al arrancarle Queronea, Tebas había aumentado considerablemente las cargas de Orcómeno de tal forma que su territorio (196,265) era ya de por sí inferior a las obligaciones normales que pesaban sobre un solo distrito pero, además, al unirle una ciudad tan pequeña como Hisias (unos 50 km2), para formar conjuntamente dos distritos, Orcómeno estaría obligada a subvenir posiblemente con dos tercios a las necesidades del otro distrito con lo que sus cargas se verían nuevamente aumentadas. Es decir, con una extensión territorial algo menor de un distrito tebano, un 12% (ratio polis:distrito 0,87:1), Orcómeno soportaba las cargas de un distrito y los 2/3 de otro. Se comprende, entonces, aparte de otras consideraciones (los odios y enfrentamientos antiguos, etc...), el descontento orcomenio y su defección de la Confederación en el 395.

En resumen, la Confederación beocia, al principio, había tratado de equilibrar las relaciones, derechos y cargas de las ciudades beocias miembros estableciendo una división en distritos cada uno de los cuales debía aportar al ejército federal unos dos mil quinientos hombres, repartidos en mil hoplitas, mil psilos, cien jinetes y cien hamipos. Esta distribución, aunque había sido parcialmente modificado por los intereses políticos tebanos, todavía se mantenía en esencia en el 395. Existe una correlación muy exacta entre población y extensión territorial. En Beocia, una extensión media aproximada de unos 225-250 km2 es suficiente para sostener unos dos mil quinientos ciudadanos adultos masculinos: mil hoplitas, cien jinetes y un número similar de sectores sociales por debajo del censo hoplítico, a los que hay que sumar los varones entre 18 y 20 años y los mayores de 60. Sin embargo, tal extensión y cifra de ciudadanos estaba lejos de las posibilidades de las ciudades beocias pequeñas y medianas, por ello, la Confederación les exigía sólo un tercio de distrito. Esto nos llevaría a afirmar que las ciudades pequeñas y medianas de Beocia, que disponían de una extensión entre 50 y 100 km2, contaban con menos de mil hoplitas y un cuerpo de ciudadanos varones, incluidos los sectores más pobres, de unos mil (si repartimos un distrito de manera equitativa entre tres poleis, un tercio de distrito suponía, teóricamente, una contribución al ejército federal 333 hoplitas, 33 jinetes, 333 psilos y 33 hamipos, 732 hombres en total).
 

6. El territorio económico lógico


El territorio medio teórico puede ser considerado también el territorio económico lógico de una polis beocia. Esto nos llevaría a proponer que:

a) la extensión media del mercado local sería de unos 5,5 km de radio en un área de unos 100 km2.

b) Dicha extensión, 100 km2, garantizaría la existencia de una polis como estado independiente y con un cierto nivel de autarquía.

c) Esta distancia, unos 5 km, se puede relacionar no sólo con el mercado sino también, y quizás en mayor medida, con las condiciones del transporte terrestre. Es decir, si consideramos que el precio de transporte es igual a la duración del desplazamiento por el coste de energía, a partir de un cierto momento, unos 5,5 km, es menos rentable producir determinadas mercancías de manera local, para Beocia por ejemplo aceite, destinadas al mercado interno, que importarlas, liberando así fuerzas productivas para producciones más rentables dentro, incluso, del propio mercado interior. De esta manera, en las condiciones de un transporte terrestre muy limitado, la rentabilidad de la producción decrecería de una manera muy acusada en el límite de 5,5 km.

d) Esta misma restricción se puede aplicar no sólo al transporte y a la producción de mercancías sino, además, al propio desplazamiento campesino. En este caso, la rentabilidad se mediría por la relación que existiría entre el lugar de residencia, el lugar de trabajo y el coste de desplazamiento (duración por energía) y equivaldría a afirmar que unos 5,5 km, en torno a poco más de una hora de marcha, representaría el límite máximo dentro del cual sería rentable desplazarse cada día desde el lugar de residencia al terreno de cultivo. A partir de este límite la rentabilidad de la economía campesina disminuye drásticamente y, o bien pasamos al territorio de otra polis o bien, dentro de una misma polis, es más rentable trasladarse a otro asentamiento en la chora que esté más cerca del terreno de cultivo propio.
 

7. Jerarquización y distribución de asentamientos secundarios en la chora


Podemos partir de la hipótesis de que, al igual que el caso del asty de una polis, la distribución de los asentamientos en el interior del territorio de cada polis no es arbitraria sino que forma un conjunto ordenado en diferentes elementos entre los que se establecen relaciones estructuradas y jerarquizadas. Son precisamente el control y la jerarquización de un territorio dos de los elementos básicos que definen a la polis como estado.

En primer lugar podemos tratar de establecer una relación entre la extensión total, el perímetro de un territorio y el número de asentamientos en la chora:
 
 

Figura 10.- La Confederación beocia a principios del siglo IV a.C.
POLIS ÁREA (en km2) PERÍMETRO (en km) Nº DE ASENTAMIENTOS*
QUERONEA 57,35 32,23 0
HISIAS 50,97 33,81 0
ACRAIFIA 47,03 34,59 0
COPAS  116,14 76,72 6
CORONEA 116,78 47,97 3
LEBADEA 125,87 49,01 0
HALIARTO  88,O7 43,77 3
ORCÓMENO 196,27 73,91 5
TANAGRA 245,65 67,41 5
TESPIAS 447,36 135,47 8
TEBAS  907,61 191,44 22

 
* Asentamientos agrupados plurifamiliares de época clásica con exclusión del asty.

Resulta obvio que a mayor extensión territorial corresponde un mayor número de asentamientos pero ello es cierto en Beocia a partir de un determinado límite que podemos cifrar en unos 90-100 km2. Así, las poleis pequeñas, Queronea, Hisias y Acraifia, carecen de asentamientos agrupados en la chora. A partir de este límite fijado, 90-100 km2, es cuando podemos encontrar asentamientos secundarios agrupados.

En términos ideales el mejor territorio es aquel que posee una forma circular en el que sería posible alcanzar desde un único punto todo el terreno de cultivo. En Beocia la relación ideal sería aquella en la que el perímetro suponga tan sólo entre un 30 y un 40% (34,69 km) del área total (96,76 km2).

A partir de aquí el número de asentamientos en la chora tiende a incrementarse conforme a cuatro parámetros fundamentales: la extensión total, el incremento de la relación entre perímetro y área y la forma alargada o irregular del territorio y la localización de los recursos.

Si un territorio tiene un perímetro muy grande y su territorio posee una forma muy irregular, además de las dificultades defensivas que entraña, la polis se veía impelida a multiplicar el número de asentamientos para alcanzar todo el terreno cultivable o bien a dejar amplias zonas incultas. Un caso de este tipo es Copas. Poleis con una extensión similar a ella, como son Coronea, Lebadea o Haliarto, tienen un máximo de tres asentamientos, sin embargo Copas posee seis y ello es debido a que su perímetro es muy alto y su territorio muy irregular a causa de que la bahía Noreste del lago Copais penetra profundamente en su territorio.

Ahora bien, como en una sociedad agraria la relación entre población y territorio no es tan flexible como en las modernas economías industriales, debe existir una población aproximadamente igual sea de forma agrupada o dispersa. Aunque se ponga en explotación todo el terreno de cultivo disponible, la población aumentará moderadamente y no puede rebasar un cierto límite. Por lo tanto, si repartimos una población aproximadamente igual en un mayor número de asentamientos secundarios, ello obliga a que estos asentamientos secundarios e incluso el propio asty sean más pequeños que una polis que tiende a poseer una población agrupada. De hecho tanto la extensión de los asentamientos secundarios como la del propio asty es menor en Copas que en las poleis de similar tamaño.

Lebadea carece de asentamientos secundarios en su territorio y ello se debe a dos causas principales: las partes más alejadas del asty son lo suficientemente abruptas para que no sea rentable un asentamiento aquí y la comunicación con el asty es lo suficientemente fácil como para que estos recursos puedan alcanzarse desde él.

Para profundizar en la articulación de la chora de cada polis considerada como la distribución de los asentamientos humanos dentro del propio territorio de una ciudad, podemos acudir a tres diferentes variables susceptibles de ser vinculadas entre sí: el tamaño (aproximado) de cada sitio, la distancia entre los lugares de habitación y la importancia de cada asentamiento.

En el caso de las siete poleis (Tebas, Tanagra, Tespias, Orcómeno, Copas, Haliarto y Lebadea) de las que conocemos que poseyeran núcleos habitados plurifamiliares, la distancia media entre el asty y los núcleos secundarios es siempre mayor, unos 5 km, en el caso de Tebas 6-7 km, que entre los núcleos secundarios entre sí, normalmente menor de 4 km, (en Tebas 4,9 km). Esto puede ser índice suficiente del impacto del núcleo principal sobre su chora. Ello se debe a la concentración de población y de bienes y servicios en el asty y quiere decir también que el campesino griego está dispuesto a desplazarse a una mayor distancia desde el lugar de residencia al terreno de cultivo si reside en el asty que en un núcleo rural. Además de la convicción mental de que es mejor y más deseable vivir en la ciudad y la tendencia general a un tipo de hábitat agrupado, resulta también rentable, por la concentración de servicios, residir en el asty.

En general, el sitio secundario parece ser más extenso cuanto mayor es la distancia que le separa del núcleo principal. Así, por ejemplo, en el caso de Tespias, Ascra y Creusis, son más importantes que Eutresis. En la Tebaide, Micaleso, Antedón o Aúlide son más extensas que los asentamientos más cercanos a la ciudad (Soules, Mesovouni, etc...). En la Tanágride, Delión y Kakosalesi parecen ser también más importantes, por ejemplo, que Vratzi o Kleidheti y así sucesivamente.

De esta manera, en una sociedad agraria, a diferencia de las modernas ciudades industriales en la que los núcleos secundarios más cercanos a la ciudad son más grandes que los más alejados, la concentración de servicios en el asty tiende a empequeñecer los núcleos rurales más próximos pero esta concentración es más limitada que en un sociedad industrial y su influencia menor de modo que conforme nos alejamos del asty, los núcleos secundarios comienzan a crecer y a concentrar, a su vez, mayor número de bienes y servicios.

La distancia media (d) entre asentamientos secundarios es normalmente menor de 4 km por lo que el desplazamiento del campesino desde su residencia en un núcleo secundario al terreno de cultivo se sitúa en unos 2 km (d/2). Es decir 5,5 km puede ser entendido como el límite máximo hasta el que es rentable desplazarse cotidianamente desde el lugar de residencia al terreno de cultivo y lo normal, en el caso de los núcleos establecidos en la chora, es un desplazamiento máximo de unos 2 km. Este límite (2 km) puede ser entendido como también la extensión del mercado local a escala aldeana.

La chora de una polis beocia se vertebra en una serie de asentamientos jerarquizados teniendo en cuenta la distancia, el tamaño y la importancia de los asentamientos y que pueden ser sistematizados del modo siguiente:

a) El asty de cada polis. No nos referimos solamente a la ciudad sino un vasto y multiforme complejo de espacios delimitados. En primer lugar la acrópolis, además propiamente el asty, el espacio que se encuentra entre la acrópolis y el recinto amurallado. A partir de la muralla comienza un rico mundo suburbano: las necrópolis urbanas en torno a las rutas de acceso, los suburbios agrupados (proasteion) que llegan a más de 1 km de la ciudad, los santuarios suburbanos y las casas de campo o instalaciones agropecuarias aisladas tipo granja próximas a los muros.

b) Centros comarcales.

Al menos en Beocia existen una serie de asentamientos intermedios que por su extensión e importancia no pueden ser considerados simples choria o komai pero que tampoco constituyen evidentemente el asty de una polis. Podemos enumerar al menos cerca de una docena de estos núcleos intermedios: Hipotas, Ascra, Hieto, Tisbe, Corsias, Sifas, Micaleso, Antedón, Platea y Aúlide.

Estos núcleos reúnen una serie de características propias: gran distancia al asty, gran extensión, a partir de 5 ha, todos o la mayor parte de ellos estaban amurallados, son el centro de una región que podemos llamar comarca y la mayor parte de ellos dispusieron en algún momento de independencia política.

c) Los sitios entre 1 y 2,5 ha.que representarían la extensión normal de los asentamientos agrupados, plurifamiliares y secundarios dentro de la chora (chorion o kome). Normalmente no están amurallados y el gran número de ellos conocidos habla en favor de una gran dispersión de la población en época clásica.

d) Los asentamientos aislados que suelen ocupar una media ha, normalmente entre 0,1 y 0,2 ha., que suponen los 2/3 del total de asentamientos y que deben corresponder a instalaciones tipo granja. La distancia entre ellas varía entre 1 km y 75 m.

e) Los santuarios rurales, algunos hasta 4 Ha.

f) Necrópolis rústicas que cubren un área muy pequeña (unos 2.000 m2).

Otra de las características de los territorios de las ciudades beocias es su escasa articulación defensiva. Es éste un caso claro de colonización y explotación intensa de una territorio sin que se haya producido, antes o durante la colonización, la construcción de obras de fortificación que protegiera la propia colonización. Esto hecho puede estar también conectado con la sensación de seguridad que daba la propia Confederación.

Una consecuencia que se puede extraer de este escaso desarrollo defensivo es que en Beocia, en mayor medida que en otras partes del mundo griego, existe una estrecha relación, que se mantiene desde el Arcaísmo, entre fortificación e independencia política como hemos visto en el caso de los centros comarcales. Del mismo modo, el desmantelamiento de las murallas de Tanagra en el 457 y de Tespias en el 413 situaba a ambas ciudades en una situación política precaria, en una suerte de dependencia respecto de Tebas.
 

8. Jerarquización de usos y complementariedad del territorio


Se puede entrever también, dentro de la chora de las poleis beocias, una serie de características económicas y un tipo de explotación económica del territorio que se caracteriza esencialmente por una jerarquización, diversificación y complementariedad de usos.

Como hemos dicho, la articulación de la explotación económica de la chora tiene como finalidad esencial la autarquía de la polis, el deseo de procurarse de su propio territorio las materias indispensables para su existencia y esto hace necesario que los usos económicos del territorios estén diversificados y sean complementarios.

La primera necesidad de la polis es, sin duda, asegurarse un abastecimiento perenne de agua para el consumo humano y del ganado. Como consecuencia de ello, muchos lugares de habitación se localizan junto a una fuente abundante de aprovisionamiento de agua pero se prefiere más bien un manantial o las cuencas medias de los ríos más que un asentamiento en la llanura junto al río pues, como finalidad esencial, se intenta dejar la mayor parte de terreno llano posible libre para el cultivo.

En segundo lugar, la polis precisa de una llanura o valle cultivado que disponga, al menos, de una fuente estacional de agua y que proporcione principalmente grano y además fruta, productos hortícolas, plantas para tintes y la arcilla necesaria para cerámica ordinaria, lucernas, fusayolas, terracotas etc. Estas llanuras y valles, que constituyen evidentemente la parte del territorio más importante, suelen ocupar una posición central.

Según nos alejamos del núcleo económico central del territorio, en el borde de la llanura cultivada, las laderas de las montañas y los montes bajos proporcionaban los pastos para el ganado, lana, cuero, productos lácteos, huesos y también miel y, de manera limitada, agricultura de secano (olivares por ejemplo).

En la gran mayoría de los casos, las montañas se sitúan en las partes más alejadas de la chora pero, sin embargo, no debemos considerarlas un territorio tan marginal, una simple marca fronteriza, como en principio pudiera parecer, sino que tenían una función indispensable ya que abastecían a la polis, dentro de un sistema que se pretende autárquico, de una serie de productos de importancia decisiva tales como piedra, leña para combustible, madera para construcciones, caza y, en ocasiones, metales. Por paradójico que parezca, sin terreno montañoso era difícil la existencia de una polis independiente con un cierto grado de autarquía.

El mar, los ríos y, en Beocia, sobre todo los lagos proporcionaban la pesca que era un complemento esencial en la dieta. Por último, en bastantes casos, los santuarios, los oráculos y, en menor medida, los puertos suponían un substancioso ingreso adicional para la economía de algunas poleis beocias.

Podemos decir que en cada polis beocia por término medio el área entre 0-200 m de altitud supone el 70% del territorio, la zona de monte bajo (400-600 m) gira en torno al 15% y la montaña propiamente dicha (600-1600 m) suma otro 15%.
 

9. El mercado regional


Es posible entrever también el desarrollo de un mercado regional que incluiría toda Beocia y algunas zonas de Grecia central como la Lócride del Este.

La mejor garantía de la existencia de este mercado regional proviene de la acuñación monetaria del período. Entre el 446 y el 386 la emisión de moneda beocia es un monopolio de Tebas que a través de su ceca, situada probablemente en la Cadmea, ella y sólo ella acuñaba moneda que tenía validez en toda la Confederación. La moneda debió ser uno de los instrumentos principales que contribuyeron a crear este mercado regional cuyo centro era evidentemente Tebas. Tebas poseía más de un tercio de la población y del territorio de Beocia y su riqueza la hacía el mayor mercado de Beocia. La ciudad estaba dotada de una posición central hacia la que convergían las principales rutas del interior de Beocia y las vías de comunicación más importantes con el Atica, el Istmo y el Peloponeso; asimismo disfrutaba de su condición de capital federal, recibía a los consejeros y demás magistrados federales y en la Cadmea se depositaban las contribuciones federales al tesoro de la Confederación, que quizás Tebas manejara con bastante libertad al modo de Atenas en la Liga ática del siglo V.

Las diferentes partes de Beocia podían promover la creación de este mercado de ámbito regional muy compensado. Beocia era autosuficiente en grano, miel y ganado. Las grandes llanuras del Sur y del Este producían un apreciable excedente triguero. El vino lo proporcionaban fundamentalmente Tespias y Tanagra, el aceite procedía de las llanuras costeras, del Valle de las Musas y de las laderas más bajas del Helicón, la piedra vendría de las canteras de Domvraina, que pertenecían a Tespias y de las que provienen, por ejemplo, la mayoría de las inscripciones de Tebas, o las canteras del monte Granitza, en Lebadea, que se explotaban al menos en época romana y cuya piedra, aunque no de muy buena calidad, era la mejor del Oeste de Beocia. Si bien no hay evidencia de explotación de las importantes vetas de hierro de Copas y del sudoeste de Acraifia, sí parecen haber estado activas la minas de hierro que se localizaban en torno a la zona de Hieto de donde procedería, posiblemente, la mayor parte del hierro beocio. El Helicón y el Citerón aprovisionaban de madera para construcciones y combustible. También la caza, sobre todo de aves, era un valioso y frecuente recurso. Tanagra destacaba por la cerámica y sobre todo por sus terracotas, las famosas "tanagras". Asimismo Áulide, Ascra y Tebas producían una cierta cantidad de cerámica. Esta última ciudad manufacturaba también carros y armaduras.

Las tierras en torno al Copais con sus peculiaridades económicas, zonas húmedas y pantanosas, donde no se creaban grandes excedentes de grano, contribuían a este mercado de regional. Así, podían abastecer a Beocia de ganado, de ciertas plantas como poleo u orégano, de determinadas artesanías lacustres como flautas, perfumes, esterillas, mechas para lámparas, también de hierro y, sobre todo, de la pesca de los lagos. La cría caballar se desarrollaba en las zonas más húmedas de las llanuras Aonia, al norte de Tebas, y tanagrea y en el río Melas junto a Orcómeno. Copas, y también Haliarto, descollaban en la fabricación de las famosas flautas beocias y la destilación de flores pantanosas para perfumes era famosa en Queronea. Finalmente, el Helicón, el Mesapio y el Ptoion eran lugares muy adecuados para la apicultura.

Este mercado regional era prácticamente autosuficiente, sin embargo, debía importar una serie de mercancías, especialmente metales, plata, bronce y quizás hierro y además cerámica y manufacturas de calidad (terracotas, bronces...) y probablemente también aceite. Por consiguiente, Beocia se veía abocada a establecer una serie de relaciones comerciales fuera del propio ámbito beocio, pero lo limitado de sus necesidades exteriores condicionó la escasa importancia de estas mismas relaciones comerciales extrabeocias. A cambio de los materiales que importaba, Beocia exportaba algo de grano, que constituía una parte muy pequeña del consumo del Atica, y también poleo y orégano, aves, pescados, ganado, un poco de cerámica y algunos productos artesanos ya anotados (esterillas, mechas para lámparas, carros, las famosas flautas, armaduras etc.). Es posible también establecer las direcciones principales de este comercio exterior. En primer lugar Atenas a la que se exportaban todos estos productos mencionados; Corinto donde ha aparecido algo de cerámica beocia; Cálcide que debía ser una de las principales relaciones económicas de Beocia, reforzada durante la Guerra del Peloponeso con la construcción del puente entre Aúlide y Cálcide, y Tesalia en donde, por ejemplo, de doce hallazgos numismáticos que proceden del siglo IV, en once aparecen monedas beocias especialmente de Tebas, en ocho de la Lócride Opuntia y sólo en uno hay moneda ateniense.


Durante los últimos años, especialmente en el ámbito de la Beocia antigua, se han desarrollado nuevas metodologías como la Topografía histórica, la Prospección intensiva, la Arqueología espacial, la Geografía humana y los Sistemas de información geográfica. En nuestro caso, hemos pretendido servirnos de una metodología asentada sobre una triple base: en primer lugar el aprovechamiento de toda la documentación disponible (testimonios antiguos, epigrafía, numismática, arqueología, estudios históricos, etc.) y, además, la utilización de los datos obtenidos a través de la Topografía histórica y la prospección intensiva; a todo este volumen de información le hemos aplicado conjuntamente los modelos de la Arqueología espacial y los Sistemas de información geográfica.

Los resultados obtenidos destacan ante todo la multiplicidad de coincidencias que se dan entre la metodología y la realidad lo que es una muestra de la viabilidad y la utilidad de los métodos empleados. Asimismo estos nuevos métodos se han mostrado especialmente adecuados para profundizar en el análisis espacial de la polis. Nos han permitido analizar con mayor precisión y riqueza de datos el medio ambiente beocio y su influencia en los hombres que poblaron la región en la Antigüedad. Asimismo hemos podido definir algunas características del poblamiento y de los patrones de asentamiento. También hemos sido capaces de definir el territorio teórico medio que, por un lado, nos permite establecer el terreno de explotación medio que hace posible la supervivencia económica y política de una polis y, por otro, distinguir las diferentes categorías de poleis beocias de acuerdo con su taamaño e importnacia. El método nos ha servido también para trazar y analizar determinadas características de las fronteras.

En general, hemos observado que el relieve ejerce una influencia sobre la repartición del hábitat menor de lo que en principios podíamos pensar y hemos podido concretar determinadas pautas de la evolución histórica de Beocia, desde la formación de múltiples unidades políticas y económicas que dejan entrever un panorama muy atomizado a comienzos del Arcaísmo hasta un proceso de concentración política y territorial y de reorganización del espacio que culminará a principios del siglo IV con la inclusión de Oropo. El método nos aportado nuevas posibilidades de profundizar en la propia estructura federal y definir la relación y la evolución de las poleis dentro de este Estado.

Además hemos podido estudiar varios aspectos de la estructura económica de la polis (mercado regional y local, condiciones del transporte y del desplazamiento campesino, complementariedad del terriitorio...) y conocer con una mayor nitidezla jerarquización y las relaciones entre los diferentes asentamientos.

El objetivo final no es otro que facilitar la comprensión de una región como un conjunto ordenado y coherente y no como una simple dispersión aleatoria e inconexa de poleis. Estos nuevos métodos y modelos (al menos en su aplicación a la historia griega) profundizan, apoyan y precisan el conocimiento de la misma realidad por lo que constituyen una ayuda substancial para las fuentes de información clásicas y puede convertirse en un buen instrumento de trabajo para todos los investigadores de la Antigüedad. Comprobada su utilidad, estas nuevas metodologías pueden ser aplicadas a otras regiones del mundo griego donde nuestra información es aún más deficiente que en el caso de la Beocia antigua.
 
 
 

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