La inextingible llama que
supone el éxito de los films de James Bond va
camino a superar los cincuenta años de
incandecencia, y esto se debe a nombres como
Broccoli, Saltzman, Young, y Hunt, entre otros.
Dicha llama, más de una vez, estuvo a punto de
ser apagada por los vendavales de los años. El
caso más recordado fue hace veinte años:
después de Licencia para matar,
problemas legales entre EON (la productora Bond)
y MGM/United Artists, la llama Bond se apagó por
más de un lustro. Sin embargo, el milagro se
anunció en 1994: Pierce Brosnan fue elegido como
el James Bond número cinco en GoldenEye,
en cuya silla de director se sentó Martin
Campbell. El neozelandés que había tenido sus
inicios en series de TV como Los
Profesionales fue llamado para volver a
encender, cual atleta de los Juegos Olímicos, la
antorcha Bondiana para que el espectáculo fuera
visto por aquellos que en su momento aplaudieron
a Sean Connery, se rieron con Roger Moore, o
tenían la edad suficiente para entrar al
entonces desconocido mundo de James Bond. El
espectáculo se celebró el 17 de noviembre de
1995, y fue un éxitó más allá de los 350
millones de dólares de recaudación
internacional: consagró a Pierce Brosnan como
007, ganó el elogio de los fans y el estruendoso
estallido que de por sí genera el regreso de un
extrañado James Bond tuvo un resplandor casi
enceguecedor. ¿Por qué? Por Campbell y su
gente, que trabajan como tándem para lograr ese
tipo de aventuras que será elogiada por todos
los admiradores de James Bond. El director de
fotografía Phil Meheux
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logra un
sobresaliente impacto visual, el editor
Terry Rawlings maneja la acción de
manera brillante y el guión del trío
Jeffrey Caine, Michael France y Bruce
Feirstein, es un sinónimo de
entendimiento de Bond y su cultura,
mezclando de manera exitosa la Rusia de
la Guerra Fría con los modernos años
noventa y su invento más revolucionario:
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la
Internet. Todo eso, bajo la atenta
dirección de Campbell, significó la
resurrección de un mito que desde 1989
se creía muerto, pasado de moda,
olvidado, etc. |
Lo cierto es que la saga
Bond de Brosnan sin Martin Campbell fue
hundiéndose de a poco: El Mañana Nunca
Muere es un film sobresaliente, pero el
director Roger Spottiswoode lo vuelve demasiado
pirotécnico y (aunque entretenido) su guión no
es en sí una "aventura de espías"
como su predecesora. El Mundo no
Basta fue dirigida por Michael Apted, un
director de dramas que no tiene mucho
conocimiento de la acción y hace que una trama
más bien interesante (de Bruce Feirstein, Neal
Purvis y Robert Wade) tenga un final repetitivo y
sacado de la galera. Otro día para morir
fue la espada de Damócles de Brosnan y su era:
el guión (de Purvis y Wade sin colaboración
-craso error- de un script polisher) es
una auténtica aventura de espías hasta después
de la mitad, cuya parte técnica se llena de
efectos cámara rápida, CGI, y escenas
ridículamente fantasiosas, todo esto bajo la
desatenta dirección de Lee Tamahori, cuyos
errores de concepto del personaje (afirmó que "todo
lo que quieren los fans de Bond son gadgets")
lo llevaron a hacer del film número 20 de la
saga un éxito en la taquilla pero un fracaso
entre los fans. La llama de Bond, acusada de ser
altamente fantástica e irreal, volvía a
apagarse por cuatro años.
El milagro
volvió cuando en 2005 se anunció Casino
Royale como el título del film
número 21 de James Bond, a estrenarse en
2006 dirigido por Martin Campbell. Las
mediocridades de Lee Tamahori más el
fugaz paso del tiempo (el 11 de
setiembre, etc.), obligó a los
productores Michael G Wilson y Barbara
Broccoli a llevar a cabo la apuesta más
jugada, el arma secreta que venían
guardando desde 1987: reinventar a Bond.
Siendo la adaptación de la primer novela
de James Bond, el film mostraría un
prólogo en blanco y negro donde el
agente consigue su código 007, y el
gunbarrel nos introduce a los títulos,
rompiendo la típica fórmula de la serie
Bond. Eso indicaba el guión de Neal
Purvis y Robert Wade, esta vez con la
necesaria asistencia del ganardor del
Oscar, Paul Haggis. Martin Campbell
volvió a confiarle la fotografía al
cinematógrafo de GoldenEye,
Phil Meheux, en un aporte no menos
brillante que en 1995. La elección de
Alexander Witt como director de segunda
unidad es tan brillante que la
sincronización con el trabajo de |
Campbell funciona
al cien por cien, todo esto hace un
producto que ensalzó al entonces
criticado nuevo 007 Daniel Craig, y
permitió adaptar al siglo XXI una novela
escrita más de medio siglo atrás de la
mejor manera imaginable. La excelencia
del director y su equipo nos permite
entender que, efectivamente, James Bond
se convirtió en el James Bond que todos
conocemos y aplaudimos. |
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Casino
Royale ganó, además de los casi
600 millones de dólares que superan al
resto de la saga, los elogios de los
seguidores más exigentes. En Quantum of
Solace, Marc Forster (otro director
de dramas como Apted) no logra superar la
excelencia de su antecesor, haciendo
cuestionar una vez más el éxito del
personaje. De todas maneras, es
archiconocido que Bond va a volver, pero
para que vuelva con un gran éxito, es
necesario un director con pasión por el
personaje, cuyo objetivo sea hacer un
film de Bond y no experimentar con el
personaje. El regreso de Martin Campbell,
ya sería tener la mitad de la batalla
ganada.
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