Background music:

Astor Piazzolla,
"Concierto para Bandonéon, 2º Mov "
performed by Württembergische Philharmonie Reutlingen
Gabriel Castagna, conductor

Nacionalismo Musical Argentino

Alberto Williams

Alberto Williams

Julián Aguirre

Julián Aguirre

Carlos López Buchardo

Carlos López Buchardo

Astor PiazzollaAstor Piazzolla

 

Astor Pantaleón Piazzolla (1921-1992)

Hace ya más de tres décadas que la prestigiosa figura Astor Piazzolla, compositor, instrumentista, director y arreglador, es reconocida mundialmente como un icono de la música de Buenos Aires. Y aunque su nombre está fuertemente asociado con algunos tangos en particular, que han logrado un perdurable e internacional éxito, a lo largo de cincuenta años de un disciplinado trabajo, Piazzolla escribió además de tangos, música para películas, música de cámara, conciertos y música sinfónica. El alcance de toda su obra fue mucho más allá que un mero cambio de estilo. Piazzolla logra concretar con su innovador trabajo una de las renovaciones más profundas de la historia musical argentina. Su obra provocadora e intelectualmente brillante propuso nuevos y originales horizontes que deslumbraron a muchos talentosos músicos de su época y abrieron un camino a seguir aún vigente. Sin embargo Piazzolla debió también pagar un alto precio por “ser diferente” ya que sus ideas generaban duras, y a veces violentas,  polémicas ya que otros colegas, con rígidos esquemas mentales sobre la naturaleza del tango, no admitían los caminos de la renovación. Con la perspectiva de los años podemos afirmar que Piazzolla ocupa ahora una categoría que le es propia: la del compositor que llegó a un público masivo con temas populares de gran calidad y, que a la vez, tuvo un dominio magistral de la técnicas de composición que le permitieron llevar el tango al terreno de la música académica con obras de significativa extensión. Astor Piazzolla nació en Mar del Plata el once de Marzo de 1921. En 1925, su familia se muda a Nueva York, donde Piazzolla comienza sus primeros estudios musicales. A los ocho años, recibe como regalo de sus padres un bandoneón y comienza además a tomar clases de piano con Bela Wilda, pianista húngaro discípulo de Sergei Rachmaninoff. A través de sus clases de piano, Piazzolla toma contacto con la música de dos de los compositores que más admiró: Bach y Bartok. Luego de su regreso a Buenos Aires en 1938, Piazzolla comienza a escuchar a los grandes innovadores del momento entre ellos Julio de Caro y Elvino Vardaro sintiéndose atraído especialmente por este último. En la década del cuarenta, Piazzolla trabajó como bandoneonista y arreglador de Aníbal Troilo. Sus arreglos eran distintivos y elaborados. Diría Piazzolla al respecto: “yo deseaba que el tango fuese no sólo una música para bailar sino también para escuchar.” En 1942 comienza sus estudios de composición con Alberto Ginastera, esta fue una etapa de formación decisiva. Durante de una década (1943-1953) Piazzolla escribió obras académicas de calidad. Entre ellas mencionamos la  “Sonata para Piano nº 1 op. 7” (1945) “Rapsodia Porteña” para orquesta sinfónica op 8 (1947) “Suite para oboe y cuerdas op.9” (1949) “Sinfonía Tema Buenos Aires” op. 15 (1951) y la “Sinfonietta” op. 19 (1953). En su obra sinfónica podemos advertir, en los procedimientos formales, la influencia de su maestro Alberto Ginastera y en la armonía y el tratamiento rítmico, la de otros grandes compositores del siglo XX como Bela Bartok, Igor Stravisnky y Paul Hindemith, como así también del jazz. Todo este rico caudal musical, fue imaginativamente procesado e integrado por Piazzolla a los materiales tangueros forjando así una absolutamente original e inconfundible síntesis llamada “nuevo tango” que marcó luego a generaciones de compositores.  A partir de su regreso de Francia en 1955, luego de tomar clases privadas con de Nadia Boulanger, la producción de Piazzolla se vuelca principalmente al tango, con el bandoneón como eje instrumental de sus composiciones. Aún así, el compositor nunca abandonó por completo la escritura de obras sinfónicas y de cámara. Sin embargo, su escritura para orquesta sinfónica nunca volvió a ser tan compleja y avanzada como la de la “Sinfonía Buenos Aires.”  Piazzolla, conciente de la gran dificultad que presentaba a directores y a  orquestas el lograr una acabada recreación de su estilo, trató de hacer las cosas un poco más simples. Así vinieron obras como “Concierto para bandoneón guitarra y orquesta de cuerdas”, “Concierto de Nacar”, “El pueblo joven”, “Tres movimientos tanguísticos porteños”, “Tangazo”, y el “Concierto para bandoneón, orquesta de cuerdas y percusión” entre otras. Embajador permanente de nuestra cultura,  Piazzolla llevó el lenguaje universal de su música, como intérprete consumado de su arte, en exitosas giras internacionales en las cuales iba acompañado siempre por destacados solistas que integraron sus distintas formaciones a lo largo de más de 30 años, dejando en su público un recuerdo imperecedero y antológicas grabaciones. Sin las solemnidades de pomposos  premios o exclusivas membresías,  Piazzolla ha entrado en la historia del siglo XX como uno de los compositores más importantes de nuestro continente.

Sinfonía Buenos Aires

"y sentí Buenos Aires. /Esta ciudad que yo creí mi pasado,/mi provenir, mi presente"
Arrabal, Jorge Luis Borges

Si bien la tradición del gauchesco fue la que tuvo una marcada preponderancia sobre los compositores que cultivaron el estilo nacional, la temática del tango fue abordada ocasionalmente por algunos distinguidos compositores.  Sin embargo, es con Piazzolla que el desarrollo de esta temática, en el campo sinfónico, alcanza su punto máximo. Su “Sinfonía Buenos Aires” es una de las obras más importantes escritas en este género por un compositor argentino. Escrita en 1951, y estrenada en 1953, la “Sinfonía Buenos Aires” es la fructífera culminación de 10 años de trabajo en los que Piazzolla exploró las posibilidades de expansión del tango a otros formatos. En esta línea se ubican otros trabajos como la “Rapsodia Porteña” y la “Sinfonietta.” La construcción de esta obra responde a un genuino pensamiento sinfónico. Aun  siendo una obra relativamente temprana, ya encontramos en ella muchas de las características estilísticas típicas del autor. En sus movimientos se encuentran asimilados, conviviendo en una misma y orgánica estructura, distintas facetas y estilos del tango: las melodías troileanas,  los ritmos acanyengados del primer movimiento, con la evocación gardeliana de la exposición del segundo movimiento, y el arrollador y vibrante ritmo de candombe del tercero. También está presente el humor (Piazzolla era un inteligente y a veces audaz bromista) Señalamos al respecto, por ejemplo, la aparición del flautín (segundo movimiento 2:12 y 2:25) con un motivo que, en el ambiente tanguero, se usaba para musicalizar un conocido improperio.  Esta “cita musical” casi podría tomarse como un mensaje codificado para aquellos tangueros ultra conservadores que, disgustados por su estilo innovador, lo hacían blanco de constantes ataques.  Piazzolla incorpora todos estos materiales a su propia esencia y los reelabora  bajo sus propias reglas. Así los sentimientos poéticos que inspiran toda esta música,  tan encarnada en la vida porteña, son expuestos en secciones extendidas en las que el equilibrio entre recursividad y discursividad  es elemento fundamental en el tratamiento de los temas, y motivos derivados de estos, que son a lo largo de toda la obra, expandidos, acortados, fragmentados, transpuestos, intercalados, y contrastados, logrando movimientos sinfónicos coherentes y de gran envergadura. Como mencionamos antes, también son reconocibles, aunque siempre integradas a la estética “piazzolleana,” las influencias de compositores como  Bartok y Stravisnky. También algunos elementos del jazz aparecen, entre otros lugares, antes de comenzar el allegro del primer movimiento y en el  la sección central del segundo movimiento. En la orquestación, Piazzolla asigna secciones temáticas, claramente reconocibles, a diversos conjuntos de metales o maderas o cuerdas. Particularmente originales, en cuanto a color, son algunos pasajes centrales tanto del segundo como del tercer movimiento. La escritura para los bronces, maderas y percusión exige un gran virtuosismo por parte de los instrumentistas. Piazzolla lleva algunos instrumentos al límite de sus posibilidades técnicas. En la versión presente, original para orquesta sinfónica, Piazzolla reemplaza a los dos bandoneones utilizados para de la versión del estreno de 1953 por distintas formaciones instrumentales, como el cuarteto de cuerdas del segundo movimiento o el septeto de maderas del tercero. Esta elección instrumental es coherente con el hecho de que luego Piazzolla evitó la combinación de bandoneones con una orquesta sinfónica completa. Sin lugar a dudas, por su valor intrínseco, y su valor histórico, esta obra debe contarse entre los más importantes trabajos sinfónicos de la literatura musical argentina.

 

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© 2007 Gabriel Castagna