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Cultura Reseñas
Rosario Flores, torbellino escénico que confía en sus propuestas

Por Ileana González

Rosario Flores cantó en La Habana precisamente cuando se cumplían cuatro años del deceso de su madre, Lola, La Faraona, leyenda de la canción española porque aunó "duende, misterio y gracia", como dicen los gitanos.

A ella le dedicó su presentación en el teatro Carlos Marx, de Miramar, que marcaba su debut en Cuba, aguardado con mucha ilusión porque esta tierra significó mucho para su madre.

"Ella siempre decía que gitanos y cubanos están hechos de la misma pasta, somos de sangre bien caliente", recordó Rosario.

La hija menor de Lola Flores viajó invitada a participar en la feria internacional CUBADISCO '99 y aquí desplegó todo su arsenal artístico, gracias al cual ha conseguido un sello peculiar, alejado de pintoresquismos e inútiles imitaciones.

El concierto "De Santa Bárbara a Shangó", ofrecido en el teatro Carlos Marx como parte de CUBADISCO '99 y con la presentación de reconocidos intérpretes cubanos y españoles, reservó para el cierre a Rosario.

Pasada la medianoche apareció en escena, cuando el público ya daba señales de impaciencia y agotamiento ante un espectáculo demasiado prolongado. Ella surgió entonces, como un torbellino trepidante, cargada de energía positiva.

A sus 35 años, Rosario Flores ha perfilado una propuesta artística con la que no pretende revolucionar el mundo de la música, pero que indudablemente le confiere un sello que la identifica. En su disco más reciente, "Jugar a la locura", apuesta por la explosividad del rock, una vertiente que se ajusta perfectamente a su temperamento.

A la feria CUBADISCO '99 -con la colaboración de la Sociedad General de Autores y Editores de España, SGAE- habrá que agradecerle, entre otras muchas cosas, haber propiciado el acercamiento al quehacer artístico de Rosario Flores.

Su actuación confirmó cómo es capaz de atrapar al público, por su entrega apasionada, música de fuerza e inspiración, con timbres que denotan cuánto se ha nutrido de ritmos diversos, sean el rock, la balada, el blues o el fonky, sin desprenderse de sus raíces flamencas.

En "Jugar a la locura" se alió al joven músico cubano Athanai, y reconoce que se estableció entre ellos una química perfecta, decisiva a la hora de conseguir un estilo más audaz y dinámico. En La Habana, Rosario Flores no dio tregua, su carisma se impuso.


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