Pago de San Clemente es la proyección señorial del Trujillo de los días de oro. El área peñalosa se corta al Oriente y Mediodía por el alveo, pobre y estrecho del río Magasca, como si fuera un surco abierto por la reja del arado en el vientre de la tierra. Acá, Trujillo y al otro lado estribaciones de montículos, pizarrosos y ocres que crecen y suben siendo montañas a cordel y que se ocupan hasta los mil cuatro metros de altura, sobre la calva del cerro de Pedro Gómez.

Olivares de plata y viñedos verdes como esmeraldas, higueras pomposas y pomaredas enanas, albérchigos jugosos, dulces más que panal de rica miel, ciruelos vestidos de flores de armiño y de hojas lanceoladas, cantueso y orégano, que son olorosos espliegos, y madroñas con borlas de carmesí y laureles de siempre vivas hojas como el triunfo que simbolizan, y rosáceos almendros y salutíferos pinos, que alientan fragancias de trementina y cañadas húmedas y soleados valles y empinados montes. El Pago de San Clemente es uno de los paradisíacos jardines del agro y de las serranías extremeñas y hontanar que mana ricos caldos de aceite y vino bajo el palio de finos frutales, regados por arroyos cantarinos que dialogan dulces églogas con jilgueros y ruiseñores.

Y por estos campos nemorosos, agrios y dulces, recios y suaves, se levantan las casonas largas y anchas, ceñidas por corridas solanas y que son mansión señorial y lagar y vasija, como los pazos gallegos y las masías catalanas con sus viviendas colónicas.

Estas casonas de Pago de San Clemente, diseminadas por sus acotados predios y comunicadas por calles pinas y retorcidas, fueron ayer mansiones de descanso, lugares de solaz y de recreo de nobles trujillanos. Hoy son de familias holgadas que las habitan en la rotación del año, según sus trabajos, gustos y necesidades. Pero en ellas siempre vive una familia campesina. El lagarero y los suyos, que allí nacen y mueren. Los lagareros y su prole, suman en el último censo municipal, 459 habitantes en tres pequeños núcleos, que son los barrios de La Negra, La Redondilla y de La Iglesia. Templo parroquial tiene el Pago de San Clemente, en este último barrio, desde el 29 de agosto de 1.880, por obra de la generosa piedad de Doña María de la Paz de Orellana y Don Juan Malo de Molina. Y hasta un colegio regentado por las Religiosas Hijas de los Dolores de María Inmaculada, tiene el Pago de San Clemente desde el 17 de abril de 1.933, por donación cristiana de Doña Josefa Pérez Aloe García de Guadiana.

En tiempos viejos, los lagareros acudían para remedio de sus necesidades espirituales a la parroquia de San Clemente, que estaba extramuros de Trujillo, en la Huerta Blanca donde por el 1.555 era clérigo beneficiado un Francisco de Orellana y donde se levantó el Convento de Concepcionistas Franciscanas, que hoy es Santa Clara y cuya actual iglesia conserva el ábside del primitivo templo, el pórtico claustral en su gran patio monacal y cegado la grandiosa portada que le daba acceso. De ahí vino al Pago el patronímico de San Clemente.

Después, la ciudad facilitó a los lagareros el servicio religioso, construyendo a fines del siglo XVI, una ermita dedicada a San Gregorio, dentro del perímetro del arrabal, y que en el 1.809, derribó la turbonada francesa. Ese suceso, juntamente con la muerte de Sor Manuela Golfín, natural de Almendralejo, en la que hoy se llama calleja de la Monja, por las armas francesas, cuando de su Monasterio de la Coria huyó y cuyos restos fueron trasladados y sepultados en el cuerpo de la iglesia de Santa María la Mayor, en 1.813, son las únicas notas que orlan de luto el historial pastoril y labriego de los paganos de San Clemente.

La Iglesia de San Juan Bautista fue construida en unos terrenos donados por Doña María Paz Orellana y Romero para dicha obra.

La Iglesia fue inaugurada el 1.880 a la vez que se independizó eclesiásticamente de Madroñera. En los archivos de la parroquia solamente tienen los libros de bautizos, defunciones y fábrica. Del libro de bautizo podemos extraer que durante el primer año 1.880 los párrocos de Trujillo se trasladaban al Pago para oficiar las distintas liturgias como vemos en la primera página donde el primer bautismo fue oficiado por el Arcipreste de Santa María la Mayor Don. Francisco Navarro Avila.

El primer sacerdote que fue titular de dicha parroquia fue Don Juan Vivas en 1.881.

Dentro de la iglesia al lado del altar están las lápidas de los fundadores de la parroquia:

“Don Juan Malo de Molina y Soria. Licenciado en jurisprudencia. Falleció en Trujillo el 27 de Agosto de 1.875. Dejó ordenado la fundación de la Parroquia y el traslado de sus restos a la misma. Para dar cumplimiento de su voluntad, se inauguró este santo pueblo el 29 de agosto de 1.880 y trasladó aquí sus restos el 6 de octubre de 1.892. su viuda y albacea de confianza Doña María Paz Orellana y Romero”.

“ Doña María Paz Orellana y Romero, falleció en Trujillo el 16 de febrero de 1.916. cumpliendo su voluntad de su finado esposo fundó la parroquia y dejo ordenado el traslado de su cadáver a la misma, donde recibió cristiana sepultura al día siguiente de su fallecimiento”.

Las fiestas del Pago de San Clemente se celebran por San Juan Bautista con una solemne misa seguido de una procesión, seguidamente se hace una puja y por la noche una verbena popular.

El clima es una de las características más sobresalientes de esta pedanía, la diferencia de temperaturas en verano es de cuatro grados menos que en Trujillo lo que crea un microclima especial que favorece una vegetación exuberante y rica, unos inviernos más suaves.

Al lado de la iglesia se ha restaurado la casa parroquial con las donaciones de los habitantes de fuera que vienen a poblar dicha pedanía en diversas épocas del año al haber comprado varios lagares y olivares para su explotación y disfrute.

La población autóctona no se eleva de 64 ó 70 personas adultas llevando un crecimiento descendente.

EXPEDIENTES CATASTRO DEL PAGO DE SAN CLEMENTE

SIGLO XIX

1.873 Amojonamiento de San Clemente 2-7-548-1

1.895 Arrendamiento en el Pago de San Clemente 2-7-557-6

(Archivo de Trujillo).